EDITORIAL
EL PUEBLO DE CHILE SI LUCHA POR
LA LIBERTAD
Han sido y son jornadas sucesivas, memorables, en que el pueblo de Chile va
abriendo el camino hacia el imperio de sus derechos, desafiando la
arbitrariedad terrorista de los fascistas usurpadores del poder.
El 8 de marzo de este año el acto del Teatro Caupolicán con ocasión del Dia
Internacional de la Mujer, fue una de estas trascendentales jornadas. De
ninguna manera la primera; pero, si una excepcionalmente singular y
representativa.
La mujer chilena se ha destacado en la resistencia al fascismo. No sólo la
mujer obrera y campesina, sino también, junto a ella, la muchacha estudiante y
trabajadora, la profesional, la artista, la empleada, la dueña de casa. La
firmeza ejemplar de la mujer prisionera política, su elevada conciencia y su
heroísmo, ha desesperado a los canallas fascistas.
En las tareas de la solidaridad con los perseguidos han participado muy
amplias masas femeninas. Las referencias a ellas contenidas en libros de
testimonio como "Prigué" de Rolando Carrasco, constituyen un justo y
merecido homenaje; pero, hay aún mucho más que decir sobre la tenacidad, el
talento y el valor con que se ha incorporado a este aspecto fundamental de la
lucha una gran promoción de mujeres de
nuestro pueblo. Y llegará el día en que se dé a conocer el papel decisivo de
tantas mujeres revolucionarias en el trabajo clandestino y en la organización
de vanguardia. Hay algo más: todo lo que la mujer hace en el Chile martirizado
y combatiente en los Comedores Fraternales, en los Centros de Madres, en los
Sindicatos, en las Juntas de Vecinos, en las Universidades, en los Liceos, en
el movimiento artístico, folklórico, teatral, musical y cultural en general. Toda
esta realidad en parte subterránea y en gran parte pública se expresó en el
caupolicanazo del 8 de marzo, en su esmerada organización, en la decisión con
que se le preparó, en la amplitud y claridad de su diáfano contenido, en todo
su espíritu de arremetida popular. La tiranía no supo qué hacer ante esto. En
el último momento, optaron los fascistas por impedir la manifestación y ya era
tarde: la actitud enérgica de las organizadoras logró imponerse.
Después del 8 de marzo, se vive en Chile una situación nueva. Las actividades
artísticas tienen ese nuevo sentido y la confianza en que el pueblo logrará
abrirse paso: es lo que se manifiesta en todas partes y en todo lo que se hace.
El Primero de Mayo fue un nuevo paso, desde
todo punto de vista, superior. La clase obrera ha estado en todo momento de esta
prolongada lucha en el primer plano. Pertenecen a ella gran parte de los
prisioneros políticos desaparecidos y muchos en razón del hecho concreto de
haberse destacado en el esfuerzo abnegado y paciente por revitalizar los
sindicatos, romper en la práctica las prohibiciones fascistas y hacerles jugar
el rol que les corresponde de órganos e instrumentos unitarios de expresión cohesionada
de la clase más avanzada, más numerosa, más organizada, más importante en la
producción y en la vida nacional y más influyente. Con ocasión del Primero de
Mayo se agruparon todas las federaciones nacionales que se han caracterizado por
su independencia clasista y línea unitaria. El hecho de que no aparecieran
tales federaciones, como ha sucedido en otras ocaciones separadas, sino todas a
una, como una fuerza conjunta y ampliamente representativa, reviste la mayor
importancia.
En este caso, la tiranía optó por oponerse a
la realización de la manifestación, prohibirla y dejar caer sobre ella sus
fuerzas represivas. Sin embargo, hubo acto del Primero de Mayo. Convergieron a
la Plaza Aguirre Cerda, frente a la Plaza Almagro, al final de la Avenida Bulnes,
sucesivas columnas y, aunque se les reprimió, se rehicieron y Santiago fue
remecido por el paso de los trabajadores que ganaron la calle. Ante la Iglesia
de San Francisco, en la Alameda, llegaron una parte de los manifestantes y se
levantó tribuna. La violencia represiva, los más de seiscientos detenidos, la
furia fascista, no pudieron obtener el objetivo de impedirles a los sindicatos
dar su palabra, en acción de masas, en el día mismo de los trabajadores. Lo
ocurrido evidencia una situación nueva, en que el terror fascista ya no puede
obtener todo lo que se propone y en que el movimiento de masas comienza a
realizar lo que se propone.
Vino luego la tercera huelga de hambre de los
familiares de los desaparecidos, que convulsionó al país y alcanzó
extraordinaria repercusión internacional. Su desarrollo a lo largo de 17 días
fue acompañado de acciones de masas en ascenso en diferentes ciudades del país
y de manifestaciones de la solidaridad internacional de tal envergadura, fuerza
y alcance, que puede decirse que llevaron este movimiento a un nuevo nivel,
casi sin precedentes en la historia.
La tercera huelga de hambre de los familiares
de los desaparecidos produjo dentro del país, efectos políticos considerables.
El primero y tal vez el más importante por su proyección a largo plazo, es el
alto grado de conciencia del problema que hoy existe en la opinión publica
chilena, incluso en las Fuerzas Armadas. El tema de los desaparecidos, por
largo tiempo "tabú" en la prensa chilena, sometida al control del
régimen, ha pasado a ser debatido publicamente en diversos medios informativos,
es hoy preocupación central de vastos sectores de la población y repercute
también en el interior de las Fuerzas Armadas. Por sus características mismas,
porque deja en evidencia el aspecto más salvaje y siniestro de la represión y
su conexión directa con Pinochet, como Jefe máximo de la DINA, el hecho de que
la cuestión de los desparecidos pase a colocarse en el centro de la atención
del país adquiere repercusiones políticas extraordinarías y contribuye a
acentuar el aislamiento del régimen fascista y en especial del dictador.
Segundo. En torno al problema de los
desaparecidos y en gran medida por efecto de la huelga de hambre, se ha logrado
una vasta movilización de masas, en la que han participado las organizaciones
de trabajadores, los estudiantes, numerosas personalidades del mundo cultural,
las mujeres, vastos sectores del mundo católico, incluyendo desde los fieles de
muchas parroquias hasta la más alta Jerarquía; por primera vez, grupos
evangélicos.
Tercero. La lucha de los familiares de los
desaparecidos y en especial esta tercera huelga de hambre han contribuido de
manera evidente a debilitar la potencialidad represiva del régimen que, aun conservando
toda su legislación dictatorial, todos sus poderes y aparatos represivos,
aparece impotente frente a la decisión y amplitud del movimiento e incluso se
ve sobrepasado en la calle, que es ganada cada vez con mayor frecuencia en manifestaciones
abiertas, combativas y conmovedoras, que son recibidas con extraordinaria simpatía
por la gente de diversos sectores que las presencia. Hay que tener presente que
es el propio desarrollo de la lucha del pueblo el que va mellando el filo de la
represión.
Cuarto, se ha acentuado el aislamiento de la
dictadura, de manera muy evidente en torno al problema de los desaparecidos. En
el curso de la huelga de hambre, el diario "El Mercurio" reconoció
por primera vez, en forma clara, que el problema es real y que necesita una
solución a corto plazo. Otros órganos juntistas, como "Ercilla" y
"La Tercera" hicieron planteamientos análogos. En una encuesta realizada
por la revista "Hoy", el ex Vicepresidente del Partido Naciónal,
Julio Subercasseaux llega a decir: "En un régimen de autoridad aparece como
un contrasentido la circunstancia de que no haya nadie capaz de dar razón
suficiente de un hecho tan irregular y atentatorio contra el orden público como
es el desaparecimiento de un numeroso grupo de personas. Sean cuales fueren las
causas, ellas deben ser expuestas ante la opinión pública con la mayor nitidez
posible por las autoridades competentes". Y agrega aún lo siguiente:
"Los familiares tienen no sólo el derecho sino el deber de hacer
todos los esfuerzos posibles de ubicar el paradero o el destino final de sus
seres más queridos".
Quinto. La Iglesia Católica ha asumido, a
través de su más alto organismo, la Conferencia Episcopal, un compromiso muy
serio y profundo con los familiares de los desaparecidos.
El discurso del Ministro del Interior Sergio
Fernández, del 16 de junio último, constituye un nuevo intento de Pinochet no
sólo de desconocer el compromiso contraído con la Iglesia y de minimizar el problema
de los desaparecidos con los mismos gastados argumentos de siempre, sino además
y sobre todo, un intento de volver atrás, de paralizar el movimiento de masas
en ascenso y la lucha del pueblo por la libertad, de volver a afirmar sus
posiciones, incluso revigorizando la represión.
La batalla continuará, posiblemente bajo
nuevas formas. Parece muy difícil que la dictadura consiga a estas alturas
volver a amordazar al país. Se han obtenido importantes conquistas para la
acción pública de las masas y sus organizaciones. Es evidente que el dictador
conserva capacidad de maniobra y capacidad represiva. Pero todo indica que se
vive una situación favorable para nuevas y más contundentes acciones de masas.
La lucha por el esclarecimiento del asesinato de Orlando Letelier, del general
Prats y su esposa, de la situación de los desaparecidos está operando como un
verdadero detonante, como factores desencadenantes de un repudio nacional e
internacional y de una movilización de masas que afectan seriamente la
estabilidad de la dictadura fascista de Pinochet.
Los hechos indican que, como señaló el
documento del Partido Comunista "Chile si, Pinochet no", la clase
obrera está cada día más en el centro de la escena. La movilización del 1° de Mayo
es una prueba muy clara a este respecto. La tercera huelga de hambre de los familiares
de los desaparecidos ha demostrado además el papel singulamente importante que
desempeñan las mujeres, sobre todo en las condiciones del fascismo y las anchas
perspectivas que se abren en el campo de los estudiantes, los escritores y
artistas, los cesantes y otros sectores
del pueblo.
Los efectos producidos por la huelga de
hambre en el plano internacional requieren de otro análisis prolongado en más
espacio del que disponemos. Es evidente que la solidaridad ha alcanzado en
torno al problema de los desaparecidos nuevas formas, nueva amplitud y mayor
fuerza en decenas de países. Pasa a ser responsabilidad y tarea central de las
organizaciones que agrupan a los chilenos en cada país, analizar esta
experiencia, no perder los nuevos vínculos establecidos, no permitir que la
acción solidaria decaiga, lanzar nuevas iniciativas y, sobre todo, esforzarse por
seguir de cerca el desarrollo de la situación en Chile y por mantener a la
opinión pública respectiva debidamente informada y constantemente
sensibilizada.
Para el movimiento de solidaridad internacional,
en función de lo señalado, la preparación de las Jornadas de Septiembre
pasan al primerísimo plano. En el centro de ellas deben estar la cuestión de
los desaparecidos y las nuevas formas de lucha contra el régimen fascista de
Pinochet, entre otras, de manera especial, el boycot a la dictadura.
Publicado en: Boletín del Exterior N°30 - páginas 1 a 4
julio - agosto 1978
Partido Comunista de Chile