Este mes de septiembre se cumplen 96 años del nacimiento
del dirigente comunista Luis Corvalán.
El Círculo Virtual de Estudios Histórico-Políticos, como
una forma de recordarle, entrega algunos párrafos de sus escritos.
Carlota Espina
Editora
DE LOS ESCRITOS
DE DON LUCHO
(Seleccionados por Iván Ljubetic Vargas)
CASA DE
VIDRIO
Los trabajadores y los pueblos conocen y aprecian
a los comunistas por lo que hacen, por su lucha abnegada, por su entrega
desinteresada a la causa de su emancipación, por su disciplina, por su
honestidad. Pero nuestros partidos no son conocidos por dentro. Ello se debe,
en gran parte, a nuestra propia manera de ser. No hablamos de nosotros mismos.
Esto tiene sus méritos, pero también sus inconvenientes. Nuestro inolvidable
Elías Lafertte solía decir en plenos y congresos del Partido: ‘Me gustaría que
las murallas de esta sala fueran de vidrio, para que todos pudieran ver cómo
discutimos, cómo nos preocupamos de los problemas de la gente y cuán unidos y
fraternales somos’. De todo esto y muchas otras cosas vale la pena escribir.
(Luis Corvalán: “Santiago- Moscú- Santiago” ,
Dresden, 1983, página 9)
A PLENO
VIENTO Y SOL
En octubre de 1958 estuve por primera vez en la
hermosa ciudad de Punta Arenas para asistir al Congreso Regional del Partido. Allí
me encontré con José Miguel Varas que trabajaba entonces en la radio ‘La Voz
del Sur’. Visitamos en su casa a varios compañeros, algunos de ellos rezagados
y hasta resentidos por lo que llamaban el abandono en que se hallaban de parte
del Comité Central. Un viejo comunista de origen yugoslavo me habló del
sectarismo que primaba en nuestras filas y de la necesidad de que el Partido
saliese a combatir a campo abierto al frente de las masas. De lo contrario
seguiría estancado y hasta perdería influencia. Si aquí –me expresó- en esta
pieza, yo planto un árbol, se marchita y se muere. Pero si lo pongo en el
patio, a pleno viento y sol, entonces crecerá vigoroso.. Esta verdad tan
grande, que expresara tan bellamente
aquel compañero de Magallanes, simple militante de base, fue incorporada al
informe al XI Congreso Nacional y constituyó para mí una lección que he
procurado no olvidar jamás. (Idem,
página 13)
COMISIÓN DE
CUADROS
“Desde aquel tiempo viene la anécdota siguiente:
Una persona llega hasta un local del Partido a
solicitar su ingreso a las filas. El dirigente que lo recibe lo felicita por
esta decisión y le expresa que el Partido se caracteriza por su disciplina, que
es imperativo ser puntuales, asistir con regularidad a las reuniones, y constituirse en el mejor
ejemplo en todo para su familia, vecinos y compañeros de trabajo. Le advierte
que los comunistas no son abstemios, pero que los borrachos no se toleran en
sus filas. Y lo interroga seriamente:
- ¿Está
de acuerdo?
- Sí,
contesta el solicitante.
A continuación, le habla de la vida familiar del
comunista y de la lealtad que debe
demostrar permanentemente a su compañera.
- El
comunista –le dice- no puede llevar una doble vida familiar. Ni siquiera puede
andar coqueteando con otras mujeres.
Y le pregunta mirándolo directamente a los ojos:
- ¿Está
de acuerdo?
- Sí,
responde otra vez, aunque con menos entusiasmo.
Y por último le hace presente los riesgos que
presupone ser comunista. Con voz pausada, le habla de que los compañeros suelen
perder el empleo, ser detenidos, sufrir persecuciones, etc, para terminar
haciéndole la pregunta más peliaguda, la de si está incluso a morir por el
Partido.
- Sí,
contesta firme el interpelado, y bajando la voz agrega para su coleto:
- ¡Chis!.....¡para
la perra vida que voy a llevar...!
Se trata, obviamente, de una historia donde el
humor se basa en la exageración, porque la vida del comunista no está
asociada sólo a los riesgos que se
mencionan, sino también a la felicidad de encontrar un camino que le permita
luchar por un ideal noble, ser útil a su pueblo y darle un sentido a la vida
más allá del querido pero reducido círculo de la familia. Pero también la
anécdota refleja la forma con que a veces se han tratado los problemas como si
el Partido Comunista fuese un monasterio y el Santo Oficio la Comisión de
Control y Cuadros”.
(Luis Corvalán: “De lo vivido y lo peleado. Memorias”, página 103)
EL MAESTRO
PALMITA
“Al terminar mi primer año de normalista volví a
Tomé de vacaciones. En menos de seis meses, desde el 26 de julio, una sucesión
de acontecimientos había sacudido al país y conmocionado a mucha gente. En mi
pueblo encontré ahora comunistas. Hice migas con un zapatero remendón, el
maestro Palmita, que era miembro del
Partido. Cada vez que me hablaba de la cesantía y la miseria, demostraba cierto
orgullo por su oficio.
- Por
la casa del zapatero –me decía- pasa el hambre, pero no entra. Todos los días
cae algo, aunque sólo sea para parar la olla.
Palmita era de Tomé adentro, de Guarilihue, que es
una larga y profunda quebrada de suave pendiente, donde viven pequeños
viñateros. El lugar constituye uno de los mejores microclimas que produce una
exquisita uva ‘italia’ y un excelente pipeño.
Cierta vez, Palmita me invitó a una reunión
comunista que se llevó a cabo en una casa del cerro Estanque. En tal ocasión di
el paso más importante de mi vida: ingresé al Partido. Fue en 1932, creo que en
el mes de febrero.
Hasta hace algunos años, el maestro Palmita vivió
siempre en Tomé, detrás de la estación, en el cerro Alegre. Lo pasé a ver
varias veces. Supe de su muerte cuando ya se le había sepultado. De haberlo
sabido oportunamente habría estado en la despedida de sus restos mortales. Nunca
olvidaré a ese hombre sencillo, enredado para hablar, pero claro de
pensamiento, que un día del verano tomecino me abrió las puertas del Partido.”
( De “De lo vivido y lo peleado” de Luis Corvalán
. Santiago, 1977, páginas 19 y 20)