Hace 78 años durante el segundo Gobierno de Arturo Alessandri Palma se
perpetró la masacre de Ranquil. Porque es necesario no olvidar los crímenes de
la reacción criolla, el Círculo Virtual de Estudios Histórico-Políticos entrega
un trabajo que sobre esa matanza escribió Iván Ljubetic Vargas.
Carlota Espina
Editora
LA MASACRE
DE RANQUIL
Iván Ljubetic Vargas
En abril de 1934 se inició en el Valle de Lonquimay, Alto Bío-Bío, el
desalojo de colonos que habían trabajado por años unas tierras fiscales.
El sargento primero Germán Troncoso González, de la dotación de la Quinta
Comisaría de Carabineros de Curacautín1 Prefectura de MaÍleco, afirmó que del "Intendente de la
Provincia de Cautín, emanó una orden de desalojo contra los colonos del Alto
Bio-Bio. El cumplimiento de la orden
estaría a cargo de la Cuarta Comisaría de Victoria".
SU DESTINO:
NITRITO
Para llevar a cabo ese operativo partieron desde Victoria 15 hombres, al mando
del capitán Luis del Fierro
Herrera. Llegaron a la Subcomisaría de
Lonquimay, donde se agregaron otros 5 policías.
Pasaron la laguna de San Pedro, atravesaron el Bio-Bio en balsa, a la
altura de Caracoles. Dejaron atrás
Ranquil, Trovo hasta alcanzar su destino: Nitrito. Luego de un descanso, la tropa se dividió en
parejas, "con el fin de ir comunicando a los colonos que tenían 48 horas
para abandonar los terrenos, según órdenes superiores. A mediodía comenzó a funcionar el
cumplimiento de las órdenes judiciales.
Los colonos resistían levemente; las mujeres y los niños se colgaban de
los brazos y piernas de los uniformados imprecándoles su proceder..."
TESTIMONIO
DE UNA VÍCTIMA
Clementina Sagredo, detenida en los sucesos de Ranquil, al quedar en libre
plática declaró a "El Diario
Austral" de Temuco:
“En abril fuimos lanzados junto con 63 familias desde Nitrito donde
vivíamos tranquilamente cultivando nuestras tierras, pero el señor Vial
consiguió lanzarnos con la fuerza pública, y nos dejó sin un palmo de terreno
en medio de los riscos de la cordillera.
Lo mismo que nosotros, esas 63 familias se encuentran abandonadas y no
se cómo tienen que comer. Ninguna tiene nada de terreno y no hay esperanzas de
que se les dé algo".
UN PROFESOR
COMUNISTA
Los desalojos en el Valle de Lonquimay eran la culminación de una vieja
cuestión de tierras. El Decreto N. 3871, de fecha 14 de agosto de 1929,
reconoció a la sucesión Puelma Castillo la propiedad de 139.362 hectáreas
ubicadas en el Alto Bio-Bío, incluyendo 4.000 hectáreas de terrenos fiscales,
que habían sido entregados a colonos.
Ante tal inesperada y terrible noticia, los perjudicados se
movilizaron. Papel importante en esas
acciones lo jugó el Sindicato Agrícola de Lonquimay, fundado por el profesor
comunista Juan Segundo Leiva Tapia, que era su presidente. Una delegación del sindicato viajó a
Santiago. Después de múltiples
entrevistas, logró que se anulara el Decreto 3871 y que se dictara uno nuevo,
el Nº 265, de 27 de marzo de 1931.
ENTREGA DE
TIERRA A CAMPESINOS
Este reconoció los terrenos ocupados por los colonos como fiscales y
designó una comisión que viajara a la zona y determinara en el terreno los
límites originarios de la Sucesión Puelma Castillo.
Dicha comisión elaboró un informe que sirvió de base para dictar un nuevo
decreto. Fue el Nº 1730, del 31 de julio
de 1931, que derogó el Nº 3871 y dispuso que a las 139.362 hectáreas,
entregadas a la Familia Puelma Castillo, se le restaran 30.000, en las cuales
se radicarán definitivamente los colonos, dejando -además- una reserva fiscal
como excedente.
UNA
VEZ MÁS ALESSANDRI
La situación cambió radicalmente con la llegada de Arturo Alessandri. por
segunda vez a la Presidencia de la
República. Fue, como su primer gobierno,
un régimen abiertamente reaccionario.
Los hacendados Puelma Castillo lograron que se derogaran los decretos
que favorecían a los colonos y que les entregaran las 30.000 hectáreas de
terrenos fiscales.
Este despojo "legal" fue
la base para el desalojo masivo y definitivo de colonos pobres, de inquilinos
que también tienen derecho a esas tierras, de mapuches que aún seguían en sus
reducciones, cada vez más pequeñas.
UN DIPUTADO
DE DERECHA ADVIERTE
Cuando recién comenzaba la operación de expulsión de sus tierras y la quema
de viviendas de campesinos en el valle
de Lonquimay, el diputado gobiernista, Arturo Huenchullán, parlamentario por
Victoria, envió un telegrama al Presidente Alessandrí:
"Temuco, 3 de abril de 1934. Presidente República. Moneda - Santiago
"La orden de lanzamiento de colonos del Alto Bio-Bio que cumplen 30
carabineros, está causando alarma en la región entera.
"Los colonos pueden, pagar el fundo Guayalí con intervención de la
Caja. de Colonización. Ésta circunstancia indicarme a rogarle suspender el
lanzamiento y solucionar el conflicto comprando el fundo.
PUEDE
REPETIRSE LO DE SAN GREGORIO
Agregaba el diputado: "Cincuenta y más familias quedarán en la calle
pública frente al penoso invierno de esa región cordillerana. Lamento que las peticiones de los dueños de
fundos haya podido tanto.
"Es probable que ocurran muertes como en San Gregorio, tal hecho
constituirá fuente inagotable para los contrarios a vuestro Gobierno.
"Cumpliendo mi deber de diputado de esta región, ruego excusarme por
hacer presente lo que V. R. puede derogar en cualquier momento. Respetuosamente. Diputado Huenchullán".
A PESAR DE
LAS MENTIRAS
El Gobierno de Alessandri intentó negar la existencia de los desalojos,
causa de los sucesos de Ranquil. Pero,
como afirmó "El Diario el Austral" de Temuco, “a pesar de las
declaraciones terminantes del
Ministerio, el hecho es que los lanzamientos a que se refería el diputado
Huenchullán, se efectuaron según comunicaciones recibidas de esa región. .
."
COMIENZA LA
RESISTENCIA
Poco a poco fue creciendo la resistencia al despojo. Era difícil para las víctimas aceptar dejar
tierras y pertenencias, que quemaran lo que tanto les había costado construir,
ser lanzados a los caminos o llevados a inhóspitos lugares en la
Cordillera. Y el crudo invierno, ya se
acercaba. Entonces se fue forjando un movimiento por la defensa de la tierra en
el valle de Lonquimay. Participaban colonos pobres, campesinos, gente de los
lavaderos de oro, obreros del Túnel Las
Raíces; mapuches de Ralco, encabezados por el cacique comunista Ignacio
Maripe.
El frío comenzaba a castigar a los que no tenían casa, y el hambre los
atenazaba. Desesperadas, algunas
familias despojadas asaltaron las pulperías en busca de víveres. Hubo choque con los dueños y empleados. Cayeron algunas víctimas.
LA PRENSA
DERECHISTA MIENTE
Esto ocurrió especialmente en los fundos Nitrito y Ranquil. La prensa oficialista hablaba de "hechos
delictuosos" y calificaba a los autores de "salteadores",
"ladrones”, "gente sin Ley". Carabineros recibieron la orden de perseguirlos y detenerlos.
Pero, hacia fines de mayo, se produjo un cambio en el tratamiento de los
sucesos del Valle de Lonquimay. Ahora,
lo que allí existía era una "insurrección armada", una
"resistencia armada". Los
colonos y campesinos pasaron a ser "sediciosos",
"rebeldes".
DEFENDIENDO
SU TIERRA
En verdad, había grupos de desposeídos dispuestos a defender, con las pocas
armas que poseían, la tierra y sus vidas.
Por ejemplo, el parte Nº 544, de la Primera Comisaría de Bio-Bio, se
refería a un grupo "de 70 hombres más o menos, de éstos 10 armados de
carabinas, revólveres, escopetas, montados, y el resto a pie, armados con
garrotes”.
A los defensores de sus tierras se les calificaba como un ejército
revolucionario, que cumplían directivas de Moscú. Se les inventaron terribles crímenes, que
luego eran desmentidos por la realidad.
CIVILES MOMIOS EN LA REPRESIÓN
La reacción se movilizó en la zona para apoyar a las fuerzas de
carabineros: se creó la Guardia Civil de
la ciudad de Lonquimay, que agrupaba a unas cien personas; se envió al lugar
del conflicto a una compañía de la Milicia Republicana, con armamentos e
instrucción de infantería, en Temuco se organizaron Milicias Republicanas. También actuaba la Guardia Blanca, bajo el
mando de un subdelegado.
SOLIDARIDAD
COMUNISTA
Los sectores democráticos del país, entre ellos en forma especial los
comunistas, se esforzaban por dar a conocer la verdad de lo que ocurría en el
Alto Bio-Bio y, junto con esto, organizar la solidaridad con los desposeídos. Cuando cumplía esta noble tarea en la región
del Laja fue asesinado el dirigente del Partido Comunista, José Ricardo
Bascuñán Zurita, quien desde los días de la dictadura de Ibáñez se había
distinguido por su trabajo entre los campesinos y que en 1930 fue elegido
miembro del Comité Central, en el cual ocupó la responsabilidad de Encargado
Agrario.
Bascuñán Zurita fue detenido y ultimado por agentes del gobierno de
Alessandri. Hicieron desaparecer su
cadáver, que jamás fue encontrado.
RESISTENCIA
ARMADA
El 26 de junio de 1934 se inició la resistencia armada. Carabineros y los destacamentos civiles ya
mencionados, procedieron a reducir a los campesinos. Estos, sin conocimientos militares, fueron
atrapados entre dos fuegos por las fuerzas al mando del comandante Délano, que
avanzaron simultáneamente por ambas riberas del Bio-Bio. Tuvieron lugar algunos encuentros menores,
como el de Nitrito. El más importante se
produjo en el Puente Ranquil. En ese lugar, el 2 de julio de 1934, unos 200
campesinos, se hicieron fuerte para impedir el paso de las fuerzas
represivas. Fueron derrotados.
TROPAS
DESDE SANTIAGO
Ese mismo día 2 de Julio, el Presidente de la República Arturo Alessandri
Palma, ordenó al Director General de Carabineros, Humberto Arriagada Valdivieso,
trasladarse con policías de la capital a Mulchén, "con el fin de impedir
el avance sobre dicha ciudad de los bandoleros".
A las 3,15 del 3 de julio, partió desde Santiago un tren especial llevando
oficiales y cien hombres de tropa. Llegó
al pueblo de Santa Fe, a las 17 horas del mismo día.
Con esos refuerzos, las fuerzas de Carabineros sumaban unos 300 efectivos,
armados y equipados, con la tarea de "cercar a los facciosos del Alto
Bio-Bio". "El Diario
Austral" de Temuco, de fecha 3 de julio informaba que cuatro aviones de
bombardeo "vienen a combatir a los rebeldes de Lonquimav".
PERSECUCIÓN
Y MASACRE
Con la batalla del Puente Ranquil, que vino después fue el aniquilamiento
de los defensores de sus tierras.
Clementina Sagredo relata:
"Después vinieron una persecución, una cacería que no terminaba
nunca. Murieron ocho hombres de mi
familia. A José Rosario, mi hermano
mayor, le cortaron las orejas, la nariz, lo castraron. Y a cientos de nosotros nos llevaron
amarrados hasta Temuco, a pie por la nieve.
Éramos una larga y fantasmal procesión oscura y cruel".
UNA DE LAS
MÁS TERRIBLES MASACRES
Según el diputado Huenchullán, esta cacería produjo más de 60 muertos entre
colonos y mineros de los lavaderos de oro.
Clementina Sagredo afirmó que asesinaron a más de cien. Fue una de las masacres más bárbaras de la
historia de Chile
Pero la matanza no terminó ahí. La
persecución en el valle de Lonquimay arrojó unos 500 detenidos. Sólo en el fundo Lolco las tropas del
comandante Délano capturaron a unos
cuatrocientos o más.
LA MARCHA
DE LA MUERTE
Fueron conducidos a Temuco, a pie, amarrados, por la nieve. A esa ciudad sólo llegaron 55, según una
lista aparecida en el "Diario Austral" del 14 de julio de 1934, y
puestos a disposición del Ministro en Visita.
Sólo 55 de 500. ¿Qué sucedió con el resto?
Clementina Sagredo narra: "A
muchos los sacaban de la columna de presos y partían con los pacos. Se despedían de nosotros con una mirada
triste. A la hora, los pacos volvían
solos. Después de asesinarlos fríamente,
los echaban al Bio-Bio"
DENUNCIAS DE UN SENADOR
El senador del Partido Democrático, Juan Pradenas Muñoz, dijo en la sesión
del 24 de agosto de 1934 de la Cámara Alta:
“De estas 500 personas prisioneras tomadas por las fuerzas del comandante
Délano Soruco, llegaron 32 detenidos a Temuco.
¿Dónde están los demás señor Presidente?
Si estas 500 personas estaban prisioneras, no pudieron huir. Pues bien, señor Presidente, tengo algunos
antecedentes para creer que la mayor parte de estos hombres fueron asesinados
cobardemente, sin juicio previo, sin establecerse responsabilidades..."
600
ASESINADOS
La matanza de los campesinos del valle de Lonquimay se inició al finalizar
la resistencia de éstos, el 2 de Julio, coincidiendo con la llegada a la zona
del Director General de Carabineros Humberto Arriagada Valdivieso y sus 110
hombres. No menos de 600 personas fueron
fríamente asesinadas en la cacería y en la columna hacia Temuco.
Los carabineros y civiles que les secundaban, se ensañaron contra los que
se habían levantado para defender la tierra, en especial con sus líderes. Uno de ellos fue el cacique mapuche de Ralco,
Ignacio Maripe, militante comunista, asesinado en medio de horribles torturas: le sacaron los ojos, le cortaron la lengua y
las orejas, hasta dejarlo exánime. Otro
fue Juan Leiva Tapia, líder de los
colonos y militante comunista.
MIENTE “EL
DIARIO AUSTRAL”
"El Diario Austral de Temuco, publicó
en su edición del 10 de Julio de 1934 una crónica titulada "Como murió Juan Leiva Tapia", en
donde sostiene que fue muerto en una casa en donde se había refugiado.
Pero, al día siguiente, entregaba
otra versión: “capturado Leiva Tapia y dispuesto a denunciar a sus compañeros,
encabeza una columna de carabineros como guía, la que es emboscada al llegar a
un puente denominado Angostura. Allí los
‘amotinados’ dan muerte a Leiva Tapia.
El combate dura hasta las 11:30 Hrs. de la noche. No se puede precisar
al aclarar el día, cuántos sediciosos habían caído, porque todos los cadáveres,
incluso el de Leiva Tapia habían desaparecido durante la noche. Y en el fondo del río Ranquil descansa ahora
el ejecutor del levantamiento de Lonquimay".
Esta segunda versión era evidentemente falsa, un burdo intento de ocultar
la verdad.
LA
VERDAD SOBRE LA MUERTE DE JUAN LEIVA
TAPIA
El periódico "Defensa", también de Temuco, en su edición del 2 de
diciembre de 1935, en un artículo titulado "La represión de los campesinos
de Lonquimay", afirma que a "Juan Leiva Tapia lo encontraron en su
propia casa, durmiendo; lo flagelaron bárbaramente, en seguida lo ataron de un
brazo al pigual de un caballo llevándolo al trote, atravesando el río Ranquil,
llegando con él hasta la orilla del Llanquén, donde fue asesinado
bárbaramente, torturándolo hasta que exhaló el último suspiro".
CULPANDO A
LOS COMUNISTAS
La prensa gobiernista y en general de toda la derecha, intentaron ocultar
la verdad sobre los sucesos de Lonquimay, en que los campesinos de la región
fueron diezmados por las balas de los carabineros.
Responsabilizaron de estos hechos a los comunistas. Se fabricó un supuesto plan revolucionario,
cuyo inicio era el alzamiento en Ranquil.
Por ejemplo, "El Diario Austral", de Temuco, afirmó: "Las fuerzas del orden se han impuesto
contra directivas de Moscú” y "Revolución
social estaban planeando los dirigentes de extrema izquierda".
EL SENADOR
JUAN PRADENAS MUÑOZ
Refiriéndose a la acción de esa prensa, el senador Juan Pradenas Muñoz
denunció en la sesión del 22 de agosto de 1934 de la Cámara Alta, que la
opinión pública... "no había podido formarse un juicio exacto sobre los
hechos ocurridos en el sur, debido a las informaciones tendenciosas de la
prensa, que se empeñó en tender sobre los acontecimientos una verdadera cortina
de humo para ocultar la verdad y exagerando notablemente algunos hechos. Todos
los días aparecían en la prensa noticias de crímenes salvajes cometidos contra
determinadas personas, y al día siguiente se sabía que esas personas estaban
vivas y gozando de buena salud".
EL REAL ROL
DE LOS COMUNISTAS
Aunque militantes comunistas participaron en la defensa de las tierras
usurpadas, el Partido Comunista, como tal, no tuvo responsabilidad en la
preparación y desarrollo de las acciones. Menos existieron las mentadas
‘directivas de Moscú’.
Como afirmó Elías Lafertte, "el levantamiento de Ranquil fue en
realidad una rebelión espontánea, no preparada, un estallido de cólera de
campesinos esquilmados durante siglos y a quienes se les estaba terminando de
quitar sus pobres y escasas tierras. La represión desencadenada por el
gobierno de Alessandri fue simplemente salvaje: un eslabón más de la larga
cadena de masacres que han ensangrentado la tierra chilena..."
LA SIEMPRE
PRESENTE SOLIDARIDAD COMUNISTA
Los comunistas estuvieron presentes
en la solidaridad con las víctimas: huérfanos, viudas, heridos,
prisioneros. Tanto en Santiago como en Temuco funciona el Socorro Rojo
Internacional, que desarrollo amplia acción de ayuda. En esta última ciudad,
los comunistas encabezados por el dirigente de los Pensionados Luis Alberto Núñez, entregó diariamente ayuda
a los cincuenta y tantos sobrevivientes de la cruel masacre de Ranquil, durante
los seis meses que estuvieron prisioneros en la Cárcel de Temuco.
FUE EL
COMIENZO
Por otra parte, los hechos de Ranquil
marcaron el inicio de una ofensiva represiva llevada a delante por el
gobierno de Arturo Alessandri Palma contra las fuerzas democráticas,
especialmente contra el movimiento obrero, a través de todo el país.