Al cumplirse 71
años del Asalto al Cuartel Moncada un día, 26 de Julio de 1953, que le abrió las puertas a
la Revolución cubana, le rendimos homenaje en estas páginas, a través de un
escrito del Historiador Iván Ljubetic Vargas.
Un domingo 26 de julio de 1953, hace 71 años:
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
El cuartel Moncada está ubicado en la ciudad Santiago de Cuba, capital de la provincia de
Oriente. En 1953 estaba allí acantonado el Regimiento Nº 1 de la
“Antonio Maceo”. Era la segunda fortaleza militar del país, ocupada por unos
mil hombres.
LA SITUACIÓN DE CUBA HACIA 1953
Existía una grave crisis de las
instituciones políticas. Enormes problemas sociales. El 10 de marzo de
1952 se había producido un ilegal golpe
de estado, que condujo a la dictadura de
Fulgencio Batista.
La brutal represión policial
aplastaba a la oposición y hacía imposible cualquier salida pacífica a la
crisis política.
La situación del país era precaria
en temas tan vitales como la salud, la educación y el trabajo. Las clases
pobres no tenían acceso a los medios de vida indispensables y sufrían todo tipo
de maltratos y vejaciones. Un triste panorama empañaba la vida del cubano
común.
CÓMO ERA LA ORGANIZACIÓN ENCABEZADA POR FIDEL
El movimiento estaba estructurado
en forma de células. Se observaban estrictamente las normas de seguridad que
exigía su carácter clandestino. Tenía dos comités de dirección: uno militar, al
mando de Fidel, y otro civil, dirigido por Abel Santamaría.
¿POR QUÉ SE ELIGIÓ EL CUARTEL MONCADA?
Ante la situación existente en
Cuba los jóvenes revolucionarios planificaron tomar el Cuartel Moncada con el
objetivo de iniciar la lucha armada contra la dictadura de Fulgencio Batista,
(1952-1958).
¿Por qué escogieron el Moncada?
1. Porque era la segunda fortaleza
militar del país, ocupada por unos mil hombres.
2. Porque su lejanía de La Habana
dificultaba el envío de ayuda al Ejército Oriental.
3. Porque Santiago de Cuba se
hallaba situada en la costa sur, junto al mar, y rodeada de montañas.
4. Porque en Oriente se habían
iniciado las tres guerras independentistas en el siglo pasado que se habían
librado en Cuba, allí se produjeron insurrecciones populares en varios momentos
del período republicano —incluso durante la revolución de 1933—, sus montañas
eran conocidas por la resistencia armada de los campesinos frente a los
latifundistas, y su pueblo se caracterizó siempre por un espíritu de rebeldía,
debido a lo cual ese territorio era llamado “el Oriente indómito”
El Oriente cubano.
UN DOMINGO DE CARNAVAL
El plan se elaboró en absoluto
secreto. Además de Fidel, solamente lo conocían dos compañeros de la dirección
del movimiento y su responsable en Santiago de Cuba. Los demás sabían que se
iba a realizar un evento decisivo pero ignoraban de qué se trataba,
Para asegurar la acción se alquiló
una pequeña finca de recreo, la granjita «Siboney», situada en las afueras de
Santiago de Cuba, con el supuesto fin de dedicarla a la cría de pollos. En ella
se situaron las armas, los uniformes y los automóviles que se utilizarían en el
ataque, y allí se concentrarían los combatientes en el momento oportuno.
Se escogió para la acción, el 26
de julio por ser domingo de carnaval, fiesta a la que tradicionalmente asistían
personas de diferentes puntos de la isla, por lo cual la presencia de jóvenes
de otras provincias no causaría extrañeza.
PREPARANDO LA ACCIÓN
Un grupo de jóvenes, liderados por
Fidel Castro, se colocaron a la vanguardia de la lucha por la verdadera
independencia de Cuba. En el año del centenario del héroe nacional José Martí,
el 26 de julio de 1953 ellos protagonizaron el asalto a los Cuarteles Moncada y
Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo respectivamente.
En la madrugada de ese día, 135
combatientes, vestidos con uniformes del Ejército y dirigidos por Fidel,
precisaban el plan de ataque. Se organizaron en tres grupos, el primero de los
cuales, con Fidel al frente, atacaría la fortaleza. Los otros dos grupos,
mandados respectivamente por Abel Santamaría —segundo jefe del movimiento— y
Raúl Castro, tratarían de tomar dos importantes edificios contiguos al cuartel:
el Hospital Civil, donde se atendería a los heridos, y el Palacio de Justicia,
donde radicaba la Audiencia, desde cuya azotea apoyarían la acción principal.
EL MANIFIESTO DEL MONCADA
Cuando todos estuvieron listos, se
le dio lectura al «Manifiesto del Moncada», redactado por el joven poeta Raúl
Gómez García bajo la orientación de Fidel. Gómez García leyó sus versos «Ya
estamos en combate» y Fidel les dirigió esta brevísima exhortación:
"Compañeros: Podrán vencer
dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien,
compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se
hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto
servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. El
pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la isla. ¡Jóvenes del Centenario del
Apóstol! Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de
¡Libertad o muerte! Ya conocen ustedes los objetivos del plan.
Sin duda alguna es peligroso y
todo el que salga conmigo de aquí esta noche debe hacerlo por su absoluta
voluntad. Aún están a tiempo para decidirse. De todos modos, algunos tendrán
que quedarse por falta de armas. Los que estén determinados a ir, den un paso
al frente. La consigna es no matar sino por última necesidad.
Los asaltantes se hallaban en
total desventaja frente a un enemigo superior en armas y en hombres,
atrincherado dentro de aquella fortaleza. Otro elemento adverso, también
accidental, fue que los atacantes no pudieron contar con varios automóviles
donde iban las mejores. De los 135 revolucionarios, 131 dieron el paso al
frente. Los cuatro arrepentidos recibieron la orden de regresar a sus puntos de
origen, y poco después de las 4:00 de la madrugada, todos comenzaron a salir en
los autos hacia Santiago.
A LA ACCIÓN
Los grupos dirigidos por Abel y
Raúl cumplieron su objetivo: la toma del Hospital Civil y la Audiencia. El
grupo principal, dirigido por Fidel, llegó según lo previsto hasta una de las
postas, la No. 3, la desarmó y traspuso la garita, pero una patrulla de
recorrido que llegó inesperadamente, y un sargento que apareció de improviso
por una calle lateral, provocaron un tiroteo prematuro que alertó a la tropa y
permitió que se movilizara rápidamente el campamento. La sorpresa, factor
decisivo del éxito, no se había logrado. La lucha se entabló fuera del cuartel
y se prolongó en un combate de posiciones.
Comprendiendo que continuar la
lucha en esas condiciones era un suicidio colectivo, Fidel ordenó la retirada. Al
mismo tiempo que esto ocurría en Santiago, 28 revolucionarios asaltaban al
cuartel de Bayamo, operación que también fracasó. Fidel Castro fue detenido
después de la acción del Moncada.
DESPUÉS DEL FRUSTRADO ASALTO
Inmediatamente después de estos
hechos, la dictadura reaccionó con una brutal represión. Batista decretó el
estado de sitio en Santiago de Cuba y la suspensión de las garantías
constitucionales en todo el territorio nacional; clausuró el periódico
«Noticias de Hoy», órgano del partido socialista popular, y aplicó la censura a
la prensa y la radio de todo el país. Creaba así las condiciones para lanzar a
los cuerpos represivos con violencia y sin riesgo de publicidad contra la
rebeldía popular.
En relación con los asaltantes del
Moncada, Batista ordenó que se asesinara a diez revolucionarios por cada
soldado muerto en combate. Excepto unos pocos combatientes que pudieron escapar
ayudados por el pueblo, casi todos los demás fueron capturados y gran parte de
ellos asesinados en los días sucesivos. Sólo seis asaltantes de los dos
cuarteles habían perecido en la lucha; pero las fuerzas represivas del régimen
asesinaron a 55, y a dos personas ajenas a los acontecimientos.
Además, a diferencia del trato
humano dado por los revolucionarios a los militares que cayeron en su poder,
los asaltantes prisioneros fueron torturados antes de ser ultimados, y después
se les presentó como caídos en combate. Más tarde, ante el tribunal que lo juzgaba,
Fidel Castro denunciará el crimen:
“No se mató durante un minuto, una
hora o un día entero, sino que en una semana completa, los golpes, las
torturas, los lanzamientos de azotea y los disparos no cesaron un instante como
instrumento de exterminio manejados por artesanos perfectos del crimen. El
cuartel Moncada se convirtió en un taller de tortura y muerte, y unos hombres
indignos convirtieron el uniforme militar en delantales de carniceros".
Los crímenes cometidos en esos
días por el régimen los denunció Fidel Castro en su alegato de autodefensa La
historia me absolverá. Allí Fidel pasó de acusado a acusador y denunció todos
los males que hacían sufrir al pueblo cubano”.
IMPORTANCIA HISTÓRICA DEL ASALTO
El asalto al cuartel Moncada
terminó en una derrota militar; sin embargo, tuvo una trascendencia
extraordinaria para el pueblo cubano y para el movimiento de liberación
nacional que se iniciaba.
En 1961, el entonces comandante
Raúl Castro Ruz y Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), al
referirse a la importancia histórica de este acontecimiento manifestó:
“...En primer lugar inició un
período de la lucha armada que no terminó hasta la derrota de la tiranía. En
segundo lugar, creó una nueva dirección y una nueva organización que repudiaba
el quietismo y el reformismo, que eran combatientes y decididos y que en el
propio juicio levantaban un programa con más importantes desmanes de la
transformación socioeconómica y política exigida por la situación de Cuba... Como
expresó Fidel: El Moncada nos enseñó a convertir los reveses en victorias”.
“LA HISTORIA ME ABSOLVERÁ”
“Termino mi defensa, no lo haré como hacen
siempre todos los letrados, pidiendo la libertad del defendido; no puedo
pedirla cuando mis compañeros están sufriendo ya en Isla de Pinos ignominiosa
prisión. Enviadme junto a ellos a compartir su suerte, es inconcebible que los
hombres honrados estén muertos o presos en una república donde está de presidente
un criminal y un ladrón.
A los señores magistrados, mi
sincera gratitud por haberme permitido expresarme libremente, sin mezquinas
coacciones; no os guardo rencor, reconozco que en ciertos aspectos habéis sido
humanos y sé que el presidente de este tribunal, hombre de limpia vida, no
puede disimular su repugnancia por el estado de cosas reinantes que lo obliga a
dictar un fallo injusto. Queda todavía a la Audiencia un problema más grave;
ahí están las causas iniciadas por los setenta asesinatos, es decir, la mayor
masacre que hemos conocido; los culpables siguen libres con un arma en la mano
que es amenaza perenne para la vida de los ciudadanos; si no cae sobre ellos
todo - 42 -el peso de la ley, por cobardía o porque se lo impidan, y no
renuncien en pleno todos los magistrados, me apiado de vuestras honras y
compadezco la mancha sin precedentes que caerá sobre el poder judicial.
En cuanto a mí, sé que la cárcel
será dura como no la ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y
cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no temo la furia del tirano
miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa.
La historia me absolverá”
LIBERADOS
Después de 20 meses de prisión,
Fidel Castro y otros 28 combatientes que habían participado en los asaltos a
los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de
Céspedes, ante la potente presión popular, debieron ser liberados.
EL CUARTEL MONCADA EN LA ACTUALIDAD
Después del triunfo de la
revolución, el Moncada fue convertido en una ciudad escolar que tomó el nombre
de "Ciudad Escolar 26 de julio" y un espacio de ella se dedicó a un
museo sobre los hechos relacionados con el asalto.