POR LOS QUE DICEN LOS QUE SABEN, HOY, ES EL DIA DE LAS REDES SOCIALES.
PARA MI, MIS REDES, LAS QUE LANZO AL VIENTO, ES RADIO MAGALLANES, RADIO SOFIA, RADIO TIEMPO NUEVO, LOS GRUPOS DIGITALES A LOS CUALES PERTENESCO, COMO MAGASIN LATINO, A RADIO VICTOR JARA, BOLETIN ROJO...Y, ADEMAS, ES EL DIA DE TODOS AQUELLOS QUE INFORMAN Y DESPARRAMAN LA VERDAD.
PARA ELLOS ESTE GRITO EN LOS SILENCIOS.
Hace muchos, muchos años atrás, me dijeron que yo era un despechado.
Yo asentí.
Antes del genocidio fascista, actuaba yo con un personalismo y egoísmo, que, hoy siento cuestiones encontradas.
Quien era yo, ese, que se miraba a los espejos, dispuesto a dar un beso, a cantar un tango o un bolero; un chuico, ese, no tenía nada que ver con ese, que podía morir por su martillo, por su echona.
Mi incierta integridad valía un pucho.
Eran tiempos que se forjaba un nuevo país y mis hormonas andaban por carriles propios.
Mis haceres, prácticamente, mi vida entera, confluye hoy, en contradicciones inherentes, a una práctica individual “huacha”, destetada.
Tengo por esos recovecos, un existir pobre, cínico, triste.
Y muy suelto de cuerpo, hablo: “del hacer de la política”.
Un oficio, un compromiso social, de identidad, de conciencia, que nos puede dar soberanía y dignidad.
En mi arropo triste y de incertidumbres, ya tenía ignorando, una vida que recién comenzaba, y, al tiempo, lejano, dos más vendrían en calendarios.
Entiendo perfectamente y dolido, lo que dijesen de mí, dos de mis tres hijas, que no tienen padre:
“Un mal hombre, un mal padre.”
Y si viene cierto, que tienen razón, si volviera a regresar a los comienzos, tendría que hacer lo mismo.
Y no es por choro, pa´na.
¡Dios de los coloraos me valga!
Es por los moldes, por donde me ornearon y los tiempos, como dijera Víctor ,“sin saber el fin”.
Que se pueda quebrar ese moldaje, no lo sé, solo sé, que una cojera te apuntara con el dedo toda una vida.
Y yo no puedo ser una víctima, más bien soy la ira.
Me duele horriblemente las consecuencias.
Tengo hijas, nietos, nietas.
Pernocto y me invento en sus brazos, una mirada, un beso; me empapo y me empujo en reproches y despechos.
Pero es mi calendario.
Si los amos del cortijo hubiesen levantados de otra manera los muros en mi caminar, con toda seguridad, ni yo habría existido.
Digo estas cosas ahora, y, de esta manera, porque presiento el cansancio y tartaleo al caminar.
Y soberbio, me veo en oscuro.
No quiero guardarme las circunstancias que se dieron por andar tan por fuera.
Hasta una garza tiene más piernas que yo, tirito como volantín en vendaval, agarrado a los arciales y coligues; sin poder volar.
Mi “artrosis” está haciendo lo que las hormigas, ni el vino, ni el cigarro pudieron hacer.
Esta realidad mía, me regresa a un compañero ido.
“Mira Alejandro, me quedan días, el cáncer me lleva y me voy tranquilo y agradecido de haberte conocido a ti y a miles y miles más en polvareda, ha sido un gusto, salud mi viejo cantor”.
Me traen andenes de más de 45 ramales carcomidos: “Alejandro, tienes que escribir estas pellejerías, estas cicatrices”
Yo soy un viajante oxidado y atorrante; me gustan los improperios, me siento bien entre “los obreros de mi clase”, me agrada su compañía, su porfía, su permanencia y con barreno en mano.
Antes de agarrar a lo que vine, me obligo a decir, a insultar unos decires, por ejemplo, que el atentado a la democracia y soberanía de Bolivia se dio, además, por la situación económica del país.
Con lo que pasa en Gaza, es para creerlo, con lo que pasa en Ucrania es para arrancar.
Pal que lee.
Se da en Bolivia, en Chile, en Cuba, Perú, en Yemen y en casi todo el mundo por el accionar del Imperio Gringo, de sus lacayos, que sabotean cualquier buen vivir, cualquiera justicia social, que vaya en beneficio de los pueblos.
O creen ustedes que la soledad de Daniel, el rechinar de dientes de Andrés, se vinieron por invierno.
El 25 de junio pasado, en España, me entero de la muerte del compañero José Cademartori.
Este saber triste, me devolvió raudo, a una estación y a un escogido ramal escandinavo.
Rieles que todavía zurzo.
Un 16 de noviembre de 1980, en Estocolmo Suecia, Luis Corvalán, secretario general del Partido Comunista de Chile, hacia publica la Política de Rebelión Popular de Masas. (PRPM)
Esta declaración política, le cambio la permanencia y la identidad a los chilenos, en el mundo del exilio.
Hasta renovados salieron.
Había que vestir, blindar a la pinta, dicha declaración.
Puta la pega pa` grande.
Miles y miles de miles, empanadas horneadas, miles y miles de chorizos ventilando.
¡Qué manera de hornear, que manera de ventilar!
Tres docenas de empanadas vendidas, eran un boqui toqui largo alcance.
La PRPM tenía que ser difundida, argumentada, compartida, aplicada, asimilada.
Células abiertas, mesas redondas, festivales, peñas...La cultura no era solo en movimiento, llegaba corriendo.
Hasta de sándwich andaba El Temuco.
En los meses de junio, se celebraba y se celebra el aniversario del partido.
Desde ese 1980, cada aniversario caía justo, era para informar de las consecuencias de la aplicación de la PRPM.
Esas celebraciones, en esos años de enfrentamiento de clases y dignidad, la concurrencia era enorme.
La población necesitaba saber que hacían, que pensaban los comunistas.
Relato esto, por honor y por un recuerdo a lo García Lorca.
Tiempo después de lo expuesto por Luis Corvalán, se conmemoro, en La casa del Pueblo, en Estocolmo, una vez más, un nuevo aniversario partidario.
El Aula del pueblo tenía una concurrencia de unas 2000 personas.
El partido comunista de Chile, a través de José Cademartori, miembro del Comité Central, entregaría el Informe Partidario.
Los “viejos de entonces”, me encomendaron la organización del Acto.
En esos tiempos, el hacer política a través de la música era como respirar. El bombo, el charango, la quena, la zampoña, la guitarra y la voz, te llevaba al tiempo de incrustar el alma y los regresos.
Yo tenía en conocimiento una familia en cuatro, que encofraba trova.
Una mama, un papa, una hija y un hijo. Arpa, guitarra y acordeón. Y sobre todo, una permanencia, una presencia, que me obliga orgulloso, a decir: Gracias.
Son más de 40 años barreno en mano haciendo país.
Los hijos, empezaron el acto de aniversario.
“VIVA LA PATRIA Y LA LIBERTAD”.
Luego se inundó de JOTA, se cantó el ANTA.
Y al final el Informe.
Cuento esto, porque la ausencia presente del Compañero Cademartori, me trajo además de esa familia en cuatro, al viejo Contreras y a la María, me trajo al Fidel Benavides, y a Johana, al Atilio y al chico Jaramillo, a la Regina y a la Marta, a la Cecilia y a la Lolo.
Y el Cachencho se me va escondiendo.
Este Congreso, tiene sabor a PRPM.
Alejandro
Fischer Alquinta