El martes 26 de junio se cumplieron 104 años del nacimiento de Salvador
Allende. En su homenaje el Círculo Virtual de Estudios históricos-Políticos
entrega a sus socios y amigos, cuatro articulos que sobre el Compañero Presidente
escribió el historiador Iván Ljubetic Vargas.
Carlota Espina
UN REVOLUCIONARIO LLAMADO
SALVADOR ALLENDE
Iván Ljubetic
Vargas
Fue una tarde de verano de febrero de 1952. Nos juntábamos en el puente
Arévalo, en San Antonio. Allí donde termina la avenida Centenario
y comienza el camino a Santiago. Se veían lienzos, banderas rojas y chilenas. Estudiantes universitarios que veraneaban en
la zona, se unieron a nosotros,
jotosos de San Antonio, y
formamos un alegre destacamento juvenil, que lanzaba consignas
y cantaba canciones revolucionarias.
De pronto alguien gritó:
- ¡Ahí viene el candidato!
- ¡Y también el camarada Lafertte!,
agregó otro.
Comenzamos a marchar por Centenario.
Llegamos a la Plaza de San Antonio, muy cerca del puerto. Escuchábamos sirenas
de remolcadores y de algún barco. La brisa
traía el salobre sabor a mar.
Se inició el acto. Lo abrió el presidente del Comando Allendista de San
Antonio. Fue anunciado Elías Lafertte. Aplausos y La Internacional. Gobernaba el traidor. Los comunistas estaban
fuera de ley y eran perseguidos. Por ello, la plaza se pobló de gritos: -¡Y que
fue... y que fue... Aquí estamos otra vez!
EDUCADOR DE
MASAS
Con enorme entusiasmo y el Himno Nacional recibimos a Salvador Allende. Fue
la primera vez que lo vi y escuché. Era un
educador del pueblo. Su discurso fue claro y emotivo.
Se refirió a los problemas de Chile y a sus soluciones.
Esa noche, bajo un cielo estrellado y teniendo como música de fondo el ronronear
del océano, Allende planteó las
medidas para terminar con el atraso del país y la miseria de la gente: romper
las ataduras con el imperialismo, hacer
de Chile el cobre chileno, realizar una
profunda reforma agraria...
Nos llamó a luchar sin claudicar y
jamás sentirnos derrotados.
El futuro es nuestro, enfatizó el candidato del Frente del Pueblo.
Aquella noche de febrero de 1952
quedé convencido que triunfaríamos el 4 de septiembre de ese año.
No fue así. Se impuso el ex dictador
Carlos Ibáñez del Campo, apoyado por una amplia coalición, en que habían desde marxistas hasta fascistas.
Allende perdió. Sacó algo más de 50 mil votos (el 5,43% de los sufragios
válidamente emitidos). Pero no fue derrotado.
Siguió luchando.
¿QUIÉN ERA
ESE REVOLUCIONARIO AL QUE LOS FRACASOS NO
DERROTABAN?
Salvador Allende Gossens nació en
Valparaíso el 26 de junio de 1908. Por entonces, Chile tenía una población de
tres millones de habitantes. La clase obrera cumplía 80 años de combativa
existencia y se componía de 250 mil trabajadores. De su seno había surgido Luis
Emilio Recabarren, quien desde hacía 15 años participaba en la lucha social.
Al nacer Allende, se habían cumplido
seis meses de la masacre de la Escuela Santa María de Iquique.
El joven Salvador tenía 18 años cuando ingresó, en 1926, a la Escuela de
Medicina de la Universidad de Chile. Un año más tarde se inició la dictadura
del general Ibáñez.
Los sectores más consecuentes se opusieron a la tiranía. Entre ellos, los
estudiantes universitarios. En primera fila estuvo Allende. El 26 de julio de 1931 un amplio movimiento
democrático hizo caer al dictador.
Chile vivió impactantes acontecimientos. A comienzos de septiembre de 1931
se sublevó la marinería de la flota de guerra.
En junio de 1932 un golpe militar dio nacimiento a la República Socialista,
que duró doce días, siendo
derrocada el 16 de junio de 1932.
Ese mismo día, Allende fue detenido y encarcelado. Estando en prisión,
falleció su padre. Le autorizaron para asistir
una hora a los funerales. Ante la tumba de su progenitor hizo
solemne promesa: “Desde este momento consagraré mi vida a la lucha
social”. Era el 8 de noviembre de 1932. Cumplió con ese compromiso hasta el fin
de su existencia.
Allende fue uno de los fundadores del Partido Socialista de Chile, surgido
el 19 de abril de 1933.
El 6 de mayo de 1936 se constituyó el Frente Popular, primera coalición de
izquierda de nuestra historia.
En los comicios presidenciales del 25 de octubre de 1938 triunfó el
abanderado del Frente Popular, el
maestro radical Pedro Aguirre Cerda. El 28 de septiembre de 1939, cuando
tenía 31 años de edad, Allende asumió como Ministro de Salubridad. Ese mismo
año, contrajo matrimonio con Hortensia Bussi.
HACIA LA
VICTORIA POPULAR
En 1951 surgió el Frente del Pueblo, formado por el ilegal Partido
Comunista y el pequeño Partido
Socialista de Chile.
El Frente del Pueblo proclamó a Salvador Allende candidato a la Presidencia de la República. El
4 de septiembre de 1952 ganó el ex dictador Ibáñez.
En febrero de 1956 nació el Frente
de Acción Popular, FRAP. Lo formaron los partidos Comunista, Socialista de
Chile, Socialista Popular, el Partido del Trabajo y otras colectividades.
El FRAP proclamó la segunda candidatura de Salvador Allende a la
Presidencia de la República. Fue vencido
el 4 de septiembre de 1958. Quedó
segundo, detrás del derechista Jorge Alessandri Rodríguez. Pero, el avance de
las fuerzas populares fue enorme. Los 51 mil votos de 1952 se habían convertido
en 356 mil (el 28,51% de los votos válidamente emitidos).
El imperialismo tomó nota de ello. A partir de ese momento, adoptó una enconada posición antiallendista. Esto quedó comprobado en la campaña
presidencial que debía culminar el 4 de septiembre de 1964.
Ya en 1962 el Presidente John Kennedy señaló “que era de interés de la
seguridad nacional norteamericana que resultase elegido en 1964 el candidato
Eduardo Frei Montalva”.
Esta insolente intervención en
nuestros asuntos internos, fue respaldada por decenas de millones de dólares, según afirmó Edward Korry, ex
Embajador estadounidense en Santiago.
Por su parte, la jerarquía de la
Iglesia Católica chilena emitió, con fecha 18 de septiembre de 1962, un
documento donde se sostenía que “de una victoria del comunismo en Chile, la Iglesia y todos sus hijos no pueden
esperar otra cosa sino persecuciones, lágrimas y sangre”.
Triunfó Frei en 1964, con el apoyo del imperialismo y de
la derecha criolla. Pero las fuerzas
democráticas continuaban creciendo. Ahora Allende, candidato del FRAP, obtuvo 997.902 votos (el 38,64% de los
sufragios válidamente emitidos).
CON LAS
BANDERAS DE LA UP
El 9 de octubre de 1969 se constituyó la Unidad Popular. La formaron
comunistas, socialistas, radicales, socialdemócratas, el MAPU y la Acción Popular Independiente, API.
A mediados de diciembre de 1969 se aprobó el Programa Básico del Gobierno
Popular. Pero no fue fácil designar el candidato único. Renunciaron en aras de
la unidad Pablo Neruda, del Partido
Comunista; Jacques Chonchol, del MAPU; Alberto Baltra, del Partido Radical. Pero
se mantenían Salvador Allende, del
Partido Socialista, y Rafael Tarud, del Partido Socialdemócrata y de la Acción
Popular Independiente. Pasaban los días y no se definía el abanderado de la
Unidad Popular. Los otros: Jorge Alessandri, de la derecha, y Radomiro Tomic,
democratacristiano, estaban hacía meses en campaña.
El Partido Comunista convocó a una
concentración en la Plaza Bulnes para el 22 de enero de 1970. Y comunicó a sus
aliados que, si a esa fecha no había candidato único, proclamaba definitivamente a Pablo Neruda.
Poco antes de las 19, hora fijada para el inicio del acto, se logró el
difícil parto. Luis Corvalán, secretario general del Partido Comunista, pudo
decir en esa tarde de verano: “Salió humo blanco... Tenemos candidato único...
Es Salvador Allende”.
Estalló la alegría en la plaza. Miles de
gargantas enronquecieron gritando: “Allende... Allende...
Allende”... “El pueblo unido.. jamás
será vencido”. Y el eco recorrió
la patria entera.
Se inició la campaña presidencial más breve de la Izquierda.
Breve, pero a la ofensiva, con movilizaciones de masas, con la constitución
de miles de comités de base, con acciones audaces que derrotaron la campaña del
terror, con heroicas brigadas, entre
ellas las Ramona Parra, que pintaron hasta el cielo.
Y la cuarta fue la vencida. El 4 de septiembre de 1970 triunfó Allende. Obtuvo
el 36,22% de los votos válidamente emitidos.
Cuando amanecía el día 5, dijo
en emotiva improvisación:
”Esto que hoy germina es una larga jornada. Yo sólo tomo en mis manos la
antorcha que encendieron los que antes que nosotros lucharon junto al pueblo y
por el pueblo...
“ A la lealtad de ustedes, responderé con la lealtad de un gobernante del
pueblo; con la lealtad del Compañero
Presidente...
“Le debo este triunfo al pueblo de Chile, que entrará conmigo a La Moneda”.
Y así fue. Después de 60 días al rojo, en que el Imperio y todos los enemigos
del pueblo recurrieron hasta al crimen para impedir la llegada de Allende a La
Moneda, el 3 de noviembre de 1970 se inició el Gobierno
Popular, el período más brillante de la historia de Chile.
CONSECUENTE HASTA LA MUERTE
2 de diciembre de 1971. En el acto
de despedida de Fidel Castro en el Estadio Nacional, un día después que el fascismo mostrara
sus garras en Santiago, el compañero Presidente dijo:
“Yo no tengo pasta de apóstol ni tengo pasta de Mesías, no tengo condiciones
de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea, la tarea que el pueblo
me ha dado...
Que lo sepan, que lo oigan, que se
les grabe profundamente: defenderé esta revolución chilena, y defenderé el
Gobierno Popular porque es el mandato que el pueblo me ha entregado.
No tengo otra alternativa. Sólo acribillándome a balazos podrán impedir la
voluntad que es hacer cumplir el Programa del pueblo”.
11 de septiembre de 1973. Atacado
por las tropas fascistas, Salvador Allende proclamó a través de Radio Magallanes:
“Ante estos hechos sólo me cabe decirle a los trabajadores:
‘¡Yo no voy a renunciar! Colocado en este tránsito histórico pagaré con mi
vida la lealtad del pueblo”.
Lo dijo y lo hizo. Fue leal hasta el
último minuto de su existencia. Lealtad se escribe con “L” de Allende.
Al cumplirse este año el centenario de su nacimiento, levantemos en alto su
ejemplo, sus ideales y su obra. Cumplamos
la gran tarea que nos entregó cuando dijo:
“¡Sigan ustedes, sabiendo,
que más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por
donde pase el hombre digno para construir una sociedad mejor!”
Ser heredero de Salvador Allende,
es participar en el duro combate de cada
día por abrir de nuevo las grandes alamedas. Es contribuir a forjar
esa sociedad mejor, por la cual
luchó y murió el heroico Compañero Presidente. Es ser un
consecuente revolucionario como lo fue
él.