FOTO: OSCAR DANTE CONEJEROS ETCHEVERRY
De la edición
Centenaria de El Siglo
Las ideas
prevalecen
Camila Vallejo
Hace 100 años Chile era distinto. Este fue un siglo atravesado por grandes
transformaciones políticas y sociales, donde el papel protagónico de los
trabajadores alcanzó su máxima expresión con el triunfo de la Unidad Popular. Y
en el centro de esa efervescencia nació el Partido de Recabarren, como un
cactus en plena pampa nortina. "Lo fundaron obreros chilenos y siempre han
militado en él los mejores hijos de la clase obrera. Nuestras ideas germinaron en Chile, en la
conciencia de los trabajadores, a medida que fue surgiendo el proletariado, y
el hecho de que el comunismo sea una ideología universal no le resta carácter
nacional a nuestro Partido. Al contrario, lo hace fiel a la tradición de todos
los hombres preclaros de nuestra tierra, los que en beneficio de Chile
recogieron siempre el pensamiento avanzado que a su hora surgía en toda la
Humanidad", nos recuerda Ricardo Fonseca, sobre nuestro lugar y camino
genuino.
Y hoy también nos atrevemos a decir que nuestro país es distinto al de hace
un año. Chile cambió. Decimos esto no solo porque recordamos, también, un año
desde la primera gran movilización convocada por los estudiantes el 2011, sino
porque esta gran movilización es fruto de toda la fuerza acumulada, de un
camino recorrido y una gran experiencia, que concertó al movimiento social en
su conjunto con gran transversalidad, instalando una mesa social por la
democracia, en la búsqueda de conformar una Asamblea Constituyente, de una
reforma tributaria y al sistema electoral binominal, soberanía sobre nuestros
recursos naturales, educación y salud gratuitas, de calidad y sin fines de
lucro.
Las demandas del movimiento estudiantil, contra la mercantilización de la
vida y de nuestros derechos, por un estado que se haga responsable de educar a
los suyos, van acompañadas de propuestas concretas desde el mundo estudiantil y
social, y ninguna de estas aspiraciones podría ser un fin en sí mismo pues no
tenemos propósitos tan mezquinos. La conquista de un nuevo gobierno por parte
de los trabajadores, dar los primeros pasos de la revolución chilena hacia el
socialismo, son parte de nuestro horizonte. Pero el camino es largo, y sin esa
fuerza asombrosa que estimula a luchar con alegría sería aun más duro. Por eso
la utopía es gran compañera, por eso existimos después de 100 años.
Hoy en las calles vuelven a concentrarse jóvenes y viejos jóvenes, llenos
de alegre rebeldía. Y volvemos a marchar, volvemos a mirar a los ojos a la
gente y decirles que levanten su mirada, que no es imposible alcanzar el futuro
porque les pertenece, que podemos cambiar el mundo. Y ahí, obstinadamente,
entre la gran masa, están los comunistas. A lo largo de su vida, este Partido
Comunista de Chile ha sufrido persecución, encarcelamiento y las más atroces
flagelaciones. Pero no hemos venido a estas páginas para acumular llanto, pues
diremos como Voltaire que “las ideas no se matan”.
Nuestra historia no es otra que la historia de la clase trabajadora, por
eso le duele a la derecha cuando Chile despierta, toma conciencia y se pone de
pie. Sabemos cuáles son sus maniobras y oscuros métodos para traicionar y
engañar al pueblo. Pero hemos demostrado que ya no somos ese pueblo adolorido
que algunos creyeron domesticado. Nunca más.
Nuestra historia no es solo pasado, sino también presente y futuro. Y con
estos 100 años de juventud acumulada, hoy más jóvenes que nunca, invitamos a
todos los chilenos y chilenas, a los trabajadores y estudiantes a construir un
nuevo Chile. Con democracia plena, soberanía y justicia social. Invitamos a
realizar una tarea que ninguno de nosotros por separado sería capaz de lograr. Solo
en la amplitud y transversalidad el pueblo de Chile podrá darse la tarea de
forjar su propio destino.
A cien años del nacimiento del Partido Comunista de Chile, el comunismo
chileno rebosa en ideas jóvenes y se incorpora con fuerza al benévolo fantasma
que vuelve a recorrer el mundo. “La estrella de la esperanza seguirá siendo
nuestra”.
¡Al Partido, salud!