De la edición Centenaria de El Siglo
El amplio
legado de Gladys Marín
Daniel Garrido Q.,
Miembro de la Comisión Política del Partido
Los 100 años del Partido Comunista de Chile son, en esencia, un centenario
de la lucha de los trabajadores y trabajadoras, de los marginados y explotados;
en definitiva, del pueblo chileno.
En esta labor, son miles los que han sido parte, muchos anónimos, que con
una calidad humana superior, desprendidos de la rutina y la modorra, de la
apatía y el apoliticismo, se volcaron a hacer de su vida la lucha de muchos.
Estos organizadores de cada época, y a prueba incluso del tiempo, han
construido este partido.
Los cien años son la historia de la organización de los trabajadores y del
pueblo chileno, contando entre sus filas con destacados dirigentes. Tal es el
caso del propio fundador, Luis Emilio Recabarren, obrero tipógrafo, de una
visión adelantada de la organización de los asalariados y sus demandas. O el
caso de Elías Lafertte, formado como dirigente en los rigores de la política y
la lucha social. Asumiendo ese mismo compromiso, están también: Galo González,
Luis Corvalán, Volodia Teitelboim y Gladys Marín, entre muchos otros.
Gladys Marín fue la primera mujer en ser secretaria general y presidenta
del PC y, quizá, la primera dirigenta máxima de un partido político chileno.
Desde su juventud tuvo la inquietud y la sensibilidad de abordar las
problemáticas sociales, las cuales también le afectaban. Fue partícipe activa
de las comunidades cristianas, espacio natural de expresión organizada durante
su juventud.
Pero su inquietud personal por la justicia social y el contexto que se
vivía en Chile, hicieron que se sintiera atraída por la actividad política,
aquella que se planteaba servir al pueblo y construir una democracia más
avanzada. Siendo estudiante de la Escuela Normal de Preceptores, instancia que
formaba a los profesores de esa época, se incorpora a su federación de
estudiantes.
En 1958, el país vivía un contexto particular, y en especial para los
comunistas. Hasta ese momento el Partido Comunista de Chile había sido
ilegalizado y perseguidos sus militantes por disposición del presidente
traidor, Gabriel González Videla, y la aplicación de la ley de Defensa de la
Democracia, conocida como la Ley Maldita. El 6 de agosto, por la presión social
y la alianza entre distintos sectores democráticos, se logra derogar esta ley y
el PC puede asumir su legalidad. Este mismo año, se realiza la elección
presidencial, eligiendo como presidente de la república a Jorge Alessandri, representante
de la derecha chilena, la oligarquía y el latifundio. Es en este contexto que
Gladys decide su ingreso a las Juventudes Comunistas de Chile.
Desde la legalización del PC comienza un proceso que había definido su
política, que era la disputa directa por el poder, contra los sectores más
retrógrados de la sociedad chilena: una alianza amplia de izquierda junto al
movimiento social, con un énfasis en los trabajadores. Es en este proceso que
Gladys es elegida en 1963 secretaria general de las Juventudes Comunistas de
Chile. La Jota comienza un proceso acorde con la política del partido y se
transforma en una juventud con activa incidencia en la participación de los
jóvenes en las decisiones y transformaciones del país.
La consecuencia y valentía son características que Gladys representaba muy
bien, de lo que es ser comunista. Su entrega plena y total a las luchas
populares fue evidente. Su compromiso con Allende y el proyecto de la Unidad
Popular caló en lo más hondo de su ser, tal como lo hizo en la sociedad
chilena. Qué duda cabe del rol jugado por las JJCC en las tareas por avanzar en
los compromisos adquiridos por el gobierno de la UP. La Jota era la primera en
la calle para defender el gobierno popular, en los trabajos voluntarios y en
todos los espacios donde la lucha demandaba estar. Es así que Gladys junto a
otros jóvenes comunistas fueron elegidos al parlamento, lugar donde se
expresaban nítidas contradicciones en la lucha política y de clases.
Gladys, es parte del “adn” de la sociedad chilena. Es por esta misma razón
que uno de los momentos más duros que le
tocó vivir fue el golpe de estado de 1973 y el derrocamiento del gobierno
constitucional del presidente Salvador Allende. En este mismo contexto, es
asesinado y hecho desaparecer su compañero, Jorge Muñoz, quien era parte de la
comisión política clandestina del PC. Gladys, entre las 100 personas más
buscadas por la dictadura, debe irse al exilio, donde fue parte activa de la
solidaridad internacional.
En plena represión desatada por la dictadura, el partido decide implementar
la “operación retorno”, que no era otra cosa que los militantes del PC
regresaran a Chile para encabezar la lucha contra la dictadura. Gladys ingresa
clandestinamente al país el año 1977, asumiendo la conducción de la “dirección
interior del partido”.
Esta comunista de claras convicciones se entrega de lleno para derrocar a
la junta militar. Con la misma entereza que asumía cada tarea que demandaba la
lucha político-social, es activa promotora de la Política de Rebelión Popular
de Masas. Como ella lo dijo el año 1990 en alusión a este periodo: “Teníamos
que emplear la fuerza de la gente, poner al pueblo de pie, en la ofensiva,
empleando todas las formas que fueran posibles para echar abajo la dictadura”.
Ya en el proceso de transición democrática del país, y en representación
del PC, presenta la primera querella contra Pinochet por violaciones a los
derechos humanos. Con la misma convicción, asume ser candidata a la presidencia
de la república, siendo la más clara palabra de los “sin voz”.
Gladys nos deja un enorme legado, que no sólo se vincula al patrimonio de
los comunistas sino, como son estos 100 años, a la lucha del pueblo chileno.
Así como las grandes movilizaciones de hoy y la clara opinión crítica de los jóvenes
frente al actual orden de cosas, Gladys desde el primer momento se preocupó de
decirle a la democracia que no era suficiente, que debía deshacerse de las
trabas impuestas por la dictadura; en concreto, que debe existir una nueva
Constitución Política para el país, fruto de la participación y el debate
ciudadano, tarea que hoy reivindican miles en las calles.
En el año del centenario del Partido Comunista de Chile, vaya este homenaje
a una de las imprescindibles, a la compañera Gladys Marín.