Lautaro Carmona
Foto: OSCAR DANTE CONEJEROS ETCHEVERRY
De la edición
Centenaria de El Siglo
Lautaro Carmona, secretario general del PC
“El
socialismo es la representación máxima de la democracia”
-A 100 años de la fundación del Partido Comunista de Chile, ¿cuál sigue
siendo su característica particular, lo que lo distingue de otras formaciones
políticas?
Vamos a partir de una definición para destacar lo permanente, y es su
condición de instrumento al servicio de
la clase obrera, de los trabajadores, los explotados, para contribuir a la
transformación de la realidad en que se desarrolla la vida en nuestra sociedad.
El PC nace cinco años después de la matanza de la Escuela Santa María de
Iquique, la manifestación más aguda de la lucha de clases, la expresión más
profunda de la explotación del obrero pampino.
En esa realidad se funda el Partido Obrero Socialista en Iquique, casi
simultáneamente con su fundación en Magallanes, en Valparaíso. El pensamiento
avanzado llegaba sobre todo a los puertos; y en el caso de Punta Arenas, de la
deportación de comuneros de París. Esto le da una raigambre muy fuerte en la
clase obrera.
Sin ninguna presunción, sino como un mero registro histórico: el PC chileno
nace cinco años antes del triunfo de la primera revolución socialista, en la
Rusia zarista.
Su origen está en la propia realidad y crea en esas condiciones una
intelectualidad, autodidacta pero no menos aguda que cualquiera intelectualidad
académica. Eso le da una marca profundamente democratizadora de la sociedad
chilena. De ahí parte una relación natural entre el partido político
revolucionario y la lucha de los trabajadores.
En la contribución al surgimiento de conciencia de clase, se entiende el
aporte de Recabarren en particular, como de otros pensadores que fundan el
partido, en la creación de periódicos, en el plano de la cultura y el arte a
través de la poesía, la obra de teatro, la filarmónica; y la relación del
partido con la organización sindical que brega por sus reivindicaciones
legítimas, inmediatas, urgentes.
-¿Esta propuesta podría encontrarse no sólo entre los exponentes de la
clase obrera, sino también en otros sectores de la sociedad?
Hay una máxima que contribuye a comprender lo que estoy diciendo, y que
viene de los clásicos: mientras más cultos son los pueblos más próximos están
de ser libres. A la inversa, pueblos ignorantes son más fáciles de someter.
La noción de emancipación de que habla Recabarren tiene que ver con una
sociedad distinta. Está en la realización plena de los seres humanos en función
de sus capacidades, vocaciones y aptitudes. No niego que otras postulaciones
puedan tender a lo mismo, pero con una pequeña gran diferencia: dificulto que
piensen en la liberación de todos los hombres en su condición de libres e
iguales.
-¿Podríamos hablar de la composición del mundo laboral, y de la incidencia
política de los cambios registrados en ella en la política de su partido?
La gente actualmente rechaza reconocerse como asalariada –explotados, en
fin-, lo que se llamó clase obrera en el pasado. Hoy se habla mucho de las
capas medias.
¿Dónde se define la condición de explotado?: en que el aporte que un
trabajador hace a la economía tiene una retribución relativamente proporcionada
a ese aporte. Toda vez que ese aporte es mayor –como lo es- y la retribución es
menor, hay plusvalía. Un trabajador produce un valor por sobre el que recibe.
¿Quién se queda con este valor?: el dueño de los medios de producción, el
capitalista que está explotando a ese trabajador.
¿Cómo se puede comprender una sociedad que –según datos oficiales- podría
gozar de pleno empleo y sin embargo tiene que aprobar leyes para bonificaciones
y subsidios que logren mantener un nivel de ingresos en una zona muy amplia de
la población que vive en la extrema pobreza?
Los que están en la extrema pobreza no son necesariamente cesantes: son
trabajadores súper explotados, que tienen retribuciones muy por debajo no sólo
de lo que aportan sino de lo que necesitan. No basta hablar de pleno empleo,
hay que hablar de salario justo, de trato digno a los trabajadores.
Más allá de quienes se autodefinen como no explotados -trabajador por
cuenta propia y por consiguiente “no tengo patrón”-, el dato objetivo es si esa
persona recibe lo que está aportando a la actividad económica para que funcione
la sociedad. Y debemos convenir en que, en la mayoría de los casos, recibe muy
por debajo de lo que corresponde.
-El partido ha procurado alianzas desde el proletariado industrial con el
campesinado, y después se ha ido ampliando el
panorama: ¿hay en esto un cambio de la sociedad, un cambio en la mirada
del partido o tal vez las dos cosas juntas?
Una política transformadora parte de la base de un conocimiento con la
máxima profundidad de la realidad que hay que transformar. Y a medida que la
realidad cambia, los desafíos son distintos, mayores, más específicos. Las
demandas actuales de la sociedad chilena no son las mismas de un siglo atrás.
La tarea de la transformación no es exclusiva ni excluyente de otros
sectores que también, en grados y formas distintas, contribuyen a ella.
-En estos 100 años de existencia, el PC ha postulado la unidad de la clase
obrera y la “unidad obrero-campesina”. Después de la reforma agraria, ¿se puede
hablar de un objetivo logrado, y cómo se manifiesta hoy esa política de
alianzas?
Se trataba de la profundización de políticas de estado que ayudaran a la
dignidad y a la liberación en algún sentido del nivel de explotación del
campesinado para su transformación en
obrero agrícola. Ahí está la clave de la reforma agraria: cambió su calidad de
pertenencia de clase y hoy tenemos sindicatos industriales en las zonas
agrarias. Tenemos una vida casi de urbe
en las zonas agrarias, con centros productivos. Cada vez son menos las
actividades típicamente campesinas. Obviamente, entonces, que la política
agraria del partido ha cambiado. Debe contemplar los grandes focos
agroindustriales y desde allí enfrentar la crisis alimentaria que tiene el
mundo.
En el plano de otra reforma que tiene que ver con la soberanía económica:
se requiere que el estado tenga potestad sobre las riquezas naturales y que su
explotación vaya en primer lugar a elevar la calidad de vida del país, y de la
región en donde se producen. Aquí juega un papel clave la nacionalización del
cobre. Codelco es una empresa estatal que sigue entregando el principal ingreso
a nivel nacional, pero se ha remitido a
un tercio su producción respecto a la minería privada y transnacional.
-¿El PC necesita ampliarse a otros sectores, entrar en alianzas para
realizar las transformaciones?
Es evidente que la vigencia del partido reside en que está permanentemente
actualizando los desafíos que surgen en la sociedad.
El partido nunca ha postulado el unipartidismo. Siempre ha postulado la
convergencia de distintas fuerzas políticas que coincidan en lo sustantivo en
las tareas de transformación. Eso lo ha llevado a bregar por una política de alianzas que incorpore la mirada de otros sectores,
incluso los que tienen políticas hacia las llamadas capas medias, aunque el
propio partido también se plantea una política hacia esos sectores.
Lo mismo ocurre en el plano del mundo propiamente social, con un eje que
nos parece que debe ser mucho más fuerte en el mundo de los trabajadores. Y ahí
está la experiencia de la llamada Mesa Social, que reúne a estudiantes,
profesores, pobladores, artistas, a expresiones sociales temáticas. Hay
sectores que se organizan en función de subrayar sus temáticas, que no por eso
dejan de ser transversales y objeto de preocupación, en primer lugar, de los
trabajadores. Por ejemplo, en lo medioambiental, la palabra más autorizada la
tienen los trabajadores. La crisis hídrica también es propia de los
trabajadores. Todo lo que tiene que ver con lo que ocurre en la sociedad y que
va a impactar sobre su calidad de vida, es un asunto propio de los trabajadores.
-Hay contradicciones entre el desarrollo de las fuerzas productivas –una
hidroeléctrica, por ejemplo- y el cuidado de la naturaleza…
La relación capital–trabajo en nuestra época contemporánea es una relación
extrema que se denomina capitalismo neoliberal. Se agrega a esto el que sea
globalizado, es decir que no tiene barreras de movimiento. No hay que olvidar
que nosotros también concebimos al mundo como una unidad planetaria, y de ahí
viene el concepto de internacionalismo, que concibe las luchas de los
trabajadores como parte de una gran corriente mundial.
Hay dos cosas distintas: el trabajador que tiene un puesto en una
actividad, como por ejemplo la forestal, la pesquera, con una explotación
indiscriminada, y su condición de habitante de esa zona o del país en general.
Por ejemplo, en la relación de la producción de energía y las
termoeléctricas, y el uso ilimitado de recursos hídricos, el gobierno no asume
ninguna responsabilidad. Dicen: al final de cuentas, la gente necesita
trabajar… Sí, pero no a cualquier costo. Entonces, ¿dónde está el punto aquí,
ya que es sabido hace tiempo que los recursos naturales no son infinitos?
Creo que afortunadamente, a partir de muchas tragedias, se va poniendo cada
día más en la conciencia colectiva la necesidad de armonizar todos los
elementos: el desarrollo de la economía, con la calidad de vida de las
personas.
-Se dice que caracteriza al Partido Comunista, también su aspiración a una
sociedad distinta, opuesta al capitalismo…
Nosotros estamos en este partido, y yo siempre uso la frase “con optimismo
histórico”, porque reiteramos que hace falta aspirar a una sociedad distinta.
Creo que no hay nada más próximo a postular el socialismo que vivir en
proximidad a una situación democrática. Y creo que a ratos la vida entrega
posibilidades de saltos que ponen en el tapete posibilidades de avanzar más
rápidamente. El camino para la construcción de socialismo pasa por la más
profunda revolución democrática, entendiendo con esto que el socialismo es la
representación máxima de la democracia, y la manifestación máxima de la
democracia es el socialismo. Y esto supone democracia en todas partes: desde
los puntos de vista económico, cultural, político, social.
Lo que tenemos hoy es una dictadura económica, donde todo está restringido
a un núcleo exageradamente pequeño. Una democracia social es la que pone las
potencialidades del estado al servicio de la sociedad. Y ahí están las grandes
demandas de la educación y la salud públicas, la vivienda social.
El “estado benefactor” es manifestación de una elemental democracia social,
siempre y cuando eso constituya derechos
y no concesiones discrecionales de un gobierno.
El estado benefactor o de bienestar se construyó pensando en la
contraparte, los países socialistas. Lo que me importa es que eso sea con
respeto a la dignidad, al legítimo derecho de los trabajadores.
Para lograr todo esto de que estamos hablando, es necesario un protagonismo
del pueblo, de los trabajadores en primer lugar, respecto a sus derechos y
respecto a la representación de sí mismo.
Se hace un quiebre entre lo que algunos llaman la democracia de
instituciones o representativa, y la democracia participativa.
La pregunta sería: ¿qué significa el pueblo en el poder?
Yo estoy hablando de la representación del mundo social, que va a
canalizarse a través de pensamientos distintos. Y no hay una relación de
divorcio entre los partidos y ese movimiento social. Y esto no es menor, porque
hay prohibición de que los dirigentes sindicales sean candidatos a parlamentarios.
-Postula el PC una alianza también con sectores o representantes
independientes: ¿forma parte eso de su política de alianzas?
La militancia no es lo que resuelve la condición política. La verdad es que
nadie es independiente. Lo que tiene es una no militancia partidaria, pero
tiene una mirada política comprometida. Y son miles los que se inscriben hoy en
la gran corriente de movilizaciones.
Pero, insisto, el actor y factor fundamental son los trabajadores. Y lo que
hay hoy día, para alegría nuestra, es que el movimiento estudiantil está
planteando exigencias que lo conectan con lo más avanzado de los trabajadores.