martes, 20 de diciembre de 2022

UN DÍA COMO HOY, 19 DE DICIEMBRE…

 


  

                                                          Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                           Centro de Extensión e Investigación

                                                           Luis Emilio Recabarren,  CEILER

 

 

 


 

Un 19 de diciembre de 1886 nació  en Salamanca,  provincia de Coquimbo, Elías Lafertte  Gaviño. Desde niño debió trabajar. Muy joven partió hacia la pampa del norte, donde laboró en diversas actividades ligadas a la industria salitrera. Recién había cumplido 21 años de edad, cuando vivió la trágica experiencia de la masacre de la Escuela María de Iquique. 

En junio de 1911 conoció a Luis Emilio Recabarren. Trabajaba por entonces en la Oficina Salitrera Ramírez, cuando invitado por su amigo Jerónimo a la estación de Huara a un dirigente, llamado Recabarren, que venía desde Santiago.

Lafertte describe así su primer encuentro con  quien sería  su amigo y compañero:

“Cuando el tren llegó y   empezaron a bajar los viajeros, yo me preguntaba cual podía ser Recabarren. De pronto vimos bajar a un hombre de cabellos y bigotes negros, ojos capotudos y porte desgarbado. Usaba pantalones anchos y los bolsillos de su chaqueta parecían llenos de papeles. Embarazado con tres o cuatro maletas y algunos paquetes, miraba en torno suyo, como buscando a alguien. Inmediatamente nos acercamos y nos saludó uno por uno”.

Lafertte  relata que acompañaron al dirigente a una pensión, se quedaron conversando hasta la madrugada. Recuerda que “su charla era sencilla, tranquila, pero animada y llena de grandes enseñanzas. Infundía confianza oírlo, se despertaba el optimismo de uno, los deseos de actuar... Nos habló de la imperiosa necesidad que teníamos los trabajadores de organizarnos, de unirnos, como única defensa contra los abusos del capital”.

Esa conversación con el padre del movimiento obrero chileno tendrá una decisiva influencia en la existencia del joven Elías. Posteriormente escribirá: “Esa noche de junio de 1911, mi camino junto a la clase obrera de Chile había quedado trazado para siempre”.

Un año después,  participó en la fundación del Partido Comunista de Chile, que tuvo lugar en Iquique, el 4 de junio de 1912.

En 1923, en el Congreso de Chillán de la Federación Obrera de Chile, FOCH, fue elegido miembro de la Junta Ejecutiva Nacional y Tesorero, de la primera central sindical de los trabajadores chilenos.

El 19 de diciembre de 1924 tuvo el cumpleaños  más triste de su vida: se suicidó su amigo, compañero y maestro, Luis Emilio Recabarren.

Así lo relata el propio Elías Lafertte en su autobiografía “Vida de un Comunista”: 

“La mañana del 19 de diciembre me hallaba en mi casa cuando a eso de las diez vi entrar a Tomás Connally. Estaba pálido, con los ojos saltados y las manos temblorosas. No alcancé a preguntarle qué le pasaba, porque me dijo a boca de jarro:-- Recabarren ha muerto...Se suicidó esta mañana de un tiro de revólver.

Me quedé mudo, sin creer tremenda noticia. Pero allí estaba para atestiguarlo Connally, quien venía de la casa de Recabarren. Mi mente se llenó de pensamientos atropellados, que se agolpaban, sin que pudiera aclarar nada. ¡Recabarren muerto!...

 

 


 

Corrí por las calles, entre incrédulo y desesperado, hasta llegar a la casa de Recabarren. La noticia de su muerte    se había empezado a  divulgar  y en la casa, junto a Teresa y a las hermanas de nuestro camarada, había ya unos cuantos políticos y dirigentes obreros.

Entré a verlo. El cadáver estaba tal cual había sido hallado, en una pieza que servía de escritorio, donde guardaba libros y papeles”. 

Los restos mortales de Recabarren fueron velados en el local de la Unión de Obreros Ferroviarios, en la calle Bascuñán Guerrero N.º 345.

Sus funerales, efectuados el 21 de diciembre,   fueron multitudinarios. Una gigantesca columna caminó entre una doble fila de obreros que, tomados de las manos, formaban dos cadenas humanas, que partían desde el local de la calle Bascuñán Guerrero, seguían por Alameda, Estado, Mapocho, Avenida La Paz, hasta el mismo Cementerio General. Relata Lafertte: 

En la plazuela del Cementerio comenzaron los discursos. Simultáneamente, desde pequeñas tribunas, hablaban diez o más oradores. Algunos, a falta de tribunas, se subían a los barrotes de las ventanas de las casas y desde allí despedían los restos de Recabarren. Hubo un instante en que conté hasta quince personas hablando simultáneamente a la muchedumbre.

                         (Elías Lafertte: Vida de un Comunista)