Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
El 21 de diciembre de 1598, Martín Óñez de Loyola, Gobernador de Chile, se encontraba en
Imperial, cuando recibió un mensaje que
le envió el corregidor de Angol Hernando Vallejos. Éste le comunicaba que los mapuches habían
asaltado un fortín cercano a Purén, matando a dos soldados y en cualquier
momento se esperaba un avance sobre el fuerte de Angol, por lo que le suplicaba
fuera en su ayuda.
Sin escuchar las advertencias
de aumentar la cantidad de tropa. Martín Óñez de Loyola salió al mando de 50
soldados y 300 indios auxiliares. Acampó sobre unas lomas en la ribera del río Lumaco, sin
haber hecho un reconocimiento previo del lugar.
En la madrugada del 23 de diciembre de 1598, el toqui Pelantaru, junto a Anganamón y
Huaiquimilla, con alrededor de 300 mocetones,
cayeron de sorpresa sobre el campamento.
De los 50 soldados sólo
escaparon con vida un par de militares, que fueron muertos al día siguiente. El
clérigo Bartolomé Pérez fue canjeado por los mapuches tiempo más tarde.
Un soldado llamado Bernardo de Pereda vivió una terrible
aventura. Dado por muerto en la acción guerrera, libró su vida con múltiples
heridas. A pesar de ellas, caminó 70
días hasta llegar a Imperial.
Al clérigo Bartolomé
Pérez, sus captores de Lumaco le permitieron enviar una carta a Angol,
donde relató lo ocurrido en la madrugada del 23 de diciembre de 1598. Una
terrible derrota para los invasores españoles. Por segunda vez un gobernador de Chile era derrotado y muerto
por los combatientes del pueblo mapuche.
Antes Pedro de Valdivia había sido muerto en las
cercanías de Tucapel, también en el mes de diciembre (el 25 de diciembre de
1553).
La batalla de Curalaba marcó
el inicio de un alzamiento general
mapuche, que concluyó con el asalto a los fuertes de
Así