Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
La masacre de la
Escuela Santa María de
Iquique, del 21 de diciembre de 1907, marcó el reflujo del movimiento obrero.
En estas condiciones, un grupo de revolucionarios, encabezados por Recabarren
–que había retornado al país en noviembre de 1908- intentaba reagrupar a los trabajadores.
Pero fueron elementos conservadores y reformistas los que lo lograron. El
18 de septiembre de 1909 surgió la Gran Federación de Obreros de Chile. Su fundador
fue el abogado del Partido Conservador, Pablo Marín Pinuer. Su primer
Presidente, Emilio Cambié.
Esta institución tenía carácter mutualista, propiciaba la colaboración de
clases entre el capital y los
asalariados. No nació para luchar contra el capitalismo y la explotación de los
obreros, sino para mantenerlos.
UNA ACERTADA DECISIÓN
Ante esta nueva situación, los trabajadores más avanzados –entre ellos
Recabarren- debieron optar entre seguir
creando las condiciones para fundar una organización sindical nacional de
carácter clasista o incorporarse a la Gran Federación.
Se decidieron por esto último. Actuaron tal como lo planteará Lenin once años
después en su famosa obra ‘La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo’:
“Se debe actuar allá donde estén las masas. Hay que hacer toda clase de
sacrificios y vencer los mayores obstáculos, para efectuar una propaganda y una
agitación sistemáticas, tenaces y pacientes, precisamente en las instituciones,
sociedades, asociaciones por reaccionarias que sean, donde haya masas
proletarias o semiproletarias”.
NO ERA UNA TAREA
FACIL
Pero la incansable labor de Recabarren y sus camaradas fue rindiendo sus
frutos. Tuvieron avances y retrocesos.
Surgieron nuevas organizaciones obreras en diferentes puntos del
territorio. En los años 1912 y 1913 el movimiento sindical experimentó
importante repunte, para decaer posteriormente.
En 1915, se fundó la Federación Regional
del Salitre, que agrupaba a cerca de un centenar de sindicatos. También se creó la Federación Marítima
de Litoral. Además, aparecieron varios
Consejos Regionales de la
Gran Federación Obrera.
A
mediados de agosto de 1918, actuaban quince secciones regionales de la Gran Federación
Obrera de Chile: Iquique, Taltal,
Copiapó, Ovalle, Llay-Llay, Valparaíso, Santiago, Talca, Chillán, Talcahuano,
Concepción, San Rosendo, Temuco, Valdivia y Magallanes.
En
ese año se fundaron la
Federación Nacional Ferroviaria, la Federación de Obreros
de Imprenta, la Federación
de Obreros Marítimos; los gremios de Obreros del Calzado, de Estucadores,
Carpinteros, Enfierradores, Albañiles, Tranviarios y Conductores de Vehículos.
En
la región de Antofagasta, los esfuerzos de Recabarren y un grupo de dirigentes
comunistas, que concentraron su trabajo en la organización sindical, dio buenos
resultados. En octubre de 1918, ya
existían tres secciones de la Gran Federación en la provincia: Antofagasta,
Yungay y Calama. En diciembre se agregan
a las anteriores otras cuatro: Placilla,
Baquedano, Mejillones y Punta de Rieles.
SE MULTIPLICAN LUCHAS
REIVINDICATIVAS
La acción de los revolucionarios dentro de las
organizaciones sindicales se manifestó también en la gran cantidad de
conflictos que surgieron. Ellos fueron especialmente significativos en 1919. En
mayo de ese año, las luchas reivindicativas alcanzaron importancia en la provincia
de Antofagasta; ello, a pesar de la represión del gobierno y la cesantía que
azotaba la región. Ese mes, los
trabajadores de la
Oficina María Elena declaran una huelga. Protestaban contra la actitud abusiva de
funcionarios de la empresa; exigían la libertad de asociación y el fin del
monopolio del comercio en esa oficina.
Triunfaron, luego de algunos días de paro.
En
junio, seis oficinas salitreras del Cantón de Aguas Blancas presentaron
petitorios a las empresas. Tres lograron
sus demandas sin huelga. El resto, debió
recurrir a esa arma. Los patrones
cerraron las oficinas. Los operarios fueron lanzados a la cesantía sin
indemnización alguna.
SE FORTALECE EL
MOVIMIENTO SINDICAL
Según
informaba Recabarren, hacia mediados de agosto de 1919, funcionaban en el
puerto de Antofagasta 21 sindicatos profesionales: de Panaderos, Zapateros, Carpinteros,
Albañiles, Gráficos, Mecánicos, Carretoneros, Lancheros, Peluqueros,
Cargadores, Obreros Municipales, Comerciantes Ambulantes, Sastres, Estibadores,
Jornaleros, Pintores, Conductores de Coches, Empleados, Movilizadores,
Jardineros y Choferes.
En el centro del país hay importante actividad
sindical. En Santiago, se produjeron
varias huelgas: de curtidores, sastres,
electricistas, estucadores, del calzado.
La mayoría alcanzó el triunfo.
LA GRAN FEDERACIÓN COMIENZA A CAMBIAR, PERO...
En
junio de 1919, declararon un paro los trabajadores de la Compañía de Cervecerías
Unidas, CCU, que laboran en Limache, Santiago y Valparaíso. La intransigencia de la empresa prolongó el
movimiento, sin visos de una solución.
Surguió
una poderosa solidaridad. La Asamblea Obrera de
Alimentación, donde actuaban los comunistas,
convocó para el 29 de agosto a un mitin, que se transformó en la más
concurrida manifestación sindical realizada hasta entonces. Participaron cien mil trabajadores.
Influida
por esa enorme manifestación de masas y con la presión de las organizaciones
que ya controlaban los revolucionarios, la Gran Federación
Obrera de Chile, echando por la borda los principios con que se fundó, llamó a
un paro nacional en solidaridad con los operarios de la CCU, que se inició con gran
éxito el 3 de septiembre de 1919. El 6,
las autoridades – encabezadas por el Presidente Sanfuentes – desataron la
represión. Ante este hecho, los dirigentes de la Gran Federación,
mostrando su orientación reformista, aceptaron la proposición del gobierno de
someter el conflicto a un tribunal de conciliación y llamaron a finalizar el paro nacional. Grave error.
El Tribunal – como era de esperar – dio el favor a la empresa. Fracasó la huelga de la CCU: los trabajadores perdieron todo.
Esta
derrota de septiembre, significó el inicio del reflujo del movimiento sindical
en la capital. Pero no afectó al resto
del país.
EN REGIONES SIGUEN LOS MOVIMIENTOS
En
Valparaíso tuvo lugar ese mismo mes, una huelga de diez días de duración de los
estibadores, lancheros y tripulantes de las Compañías Sudamericana e Inglesa de
Vapores. Obtuvieron la mayoría de sus
demandas.
También
en septiembre, declararon la huelga los obreros de la Oficina Sargento
Aldea. Exigían aumento de salarios,
disminución de los precios de la pulpería, un local para que funcionara una
escuela y una biblioteca. En respuesta,
la compañía pidió ayuda a las autoridades. Fueron enviados soldados del
Ejército y éstos desalojaron a los huelguistas.
Los
operarios de la
Cervecería Mitrovich y de la Zapatería Slava,
ambas en Antofagasta, efectuaron exitosas movilizaciones.
En
octubre de 1919, los trabajadores de la fábrica Carozzi de Quilpué declararon
un paro exigiendo el reconocimiento de la Gran Federación
Obrera.
Por
su parte, los operarios de la
Fábrica de Seda, de Valparaíso, conquistaron el derecho a
federarse.
En
noviembre continuaban las luchas reivindicativas en la provincia de
Antofagasta. En su capital, obreros de
doce talleres de imprenta, tras un breve paro, obtuvieron el 50% de aumento
salarial. Los trabajadores municipales
lograron un triunfo parcial y los portuarios alcanzaron éxito en todas sus
peticiones.
VICTORIAS Y REVESES EN
MINERALES
En
el mineral de Chuquicamata, la
Federación de Carpinteros efectuó un paro de cuatro
días. Triunfó, conquistando la jornada
de ocho horas, el aumento en las remuneraciones y el pago de horas
extraordinarias.
Apenas
finalizada esa huelga, paralizó todo el mineral por 24 horas exigiendo la libre
circulación de “El Socialista”, periódico de los comunistas, y la eliminación
de la policía privada de la empresa.
En
diciembre, Chuquicamata volvió a parar.
Esta vez en solidaridad con la Federación de Artes Mecánicas del Ferrocarril de
Antofagasta a Bolivia. La empresa
norteamericana cerró el mineral y embarcó por tren hacia la capital de la
provincia a los mil obreros con sus familias.
No
fue la única derrota de los trabajadores de la provincia. En una huelga de los operarios de la Oficina Domeyko,
la policía atacó con sables y dejó un muerto y varios heridos. Así aplastaron
el movimiento.
Los
obreros de la Fábrica
de Paños Bellavista se lanzaron a un paro, al que
adhirieron
los operarios de la fábrica de tejas perteneciente a la misma empresa. Triunfaron luego de cinco días de movimiento.
En
Lota estalló una huelga de los obreros del carbón.
NACE LA HISTÓRICA FOCH
El
25 de diciembre de 1919, en un período preñado de luchas, se inició en
Concepción la
Tercera Convención de la Gran Federación
Obrera de Chile, a la cual concurrieron 68 consejos federales. Allí se enfrentaron dos posiciones
opuestas. Una, representada por el
abogado conservador y fundador de la Gran Federación, Pablo Marín Pinuer, que
planteaba la mantención de ese organismo con una línea mutualista y de
colaboración de clases. La otra, levantada por los obreros del salitre, de las
minas, puertos e industrias, encabezados por Recabarren, que aspiran a
transformarla en una central clasista, de lucha por los ideales de justicia y
de transformación social. Triunfó esta
última.
Se
aprobó una Declaración de Principios en que se señalaba que la Federación Obrera
de Chile, FOCH, como pasó a llamarse desde ese momento, luchará por “conquistar
la efectiva libertad económica, moral, política y social de la clase
trabajadora, aboliendo el régimen capitalista con su inaceptable sistema de
organización industrial y comercial que reduce a la esclavitud a la mayoría de
la población”.
De
esta forma nació la
Federación Obrera de Chile, FOCH, primera central sindical
clasista de los trabajadores chilenos.
Ella fue una importante contribución de los revolucionarios al desarrollo
del movimiento obrero. Al momento de fundarse la FOCH tenía 20 mil miembros, de los cuales 12 mil
eran de Santiago.