Martes
6 de enero de 1948:
Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Se iniciaba 1948. Los
comunistas eran ferozmente perseguidos por el traidor de González Videla, que
había llegado a
En el Senado, Pablo Neruda -apoyado por sus camaradas que aún mantenían sus cargos de senadores, como Elías Lafertte, Guillermo Guevara Vargas y Carlos Contreras Labarca- logró vencer la obstinación de los parlamentarios derechistas que intentaron acallar la voz del Partido Comunista de Chile. Fue en la sesión martes 6 de enero de 1948.
Comenzó diciendo el
poeta:
“Vuelvo a ocupar la atención del Senado, en los dramáticos momentos que vive nuestro país, para ocuparme del documento enviado por mí a diversas personalidades americanas en defensa del prestigio de Chile y que hace una rápida historia de nuestro sombrío panorama político.
“El Presidente de
EN CHILE NO HAY LIBERTAD
“Al
hablar ante el Honorable Senado en este día, me siento acompañado por un
recuerdo de magnitud extraordinaria.
En efecto, en un de
enero de 1941, un titán de las luchas de la libertad, un Presidente gigantesco,
Franklin Délano Roosevelt, dio al mundo
el mensaje en que estableció las cuatro libertades, fundamentos del
futuro por el cual se luchaba y se desangraba el mundo.
Éstas fueron:
1.- Derecho a la libertad
de palabra;
2.- Derecho a la
libertad de cultos;
3.- Derecho a vivir
libres de miseria;
4.- Derecho a vivir
libres de temor.
Este fue el mundo prometido por Roosevelt.
Es otro el mundo que
desean el Presidente Truman y también los Presidentes Trujillo, Moriñigo,
González Videla.
En Chile no hay libertad de palabra, no se vive libre de temor. Centenares de hombres que luchan por que nuestra patria viva libre de miseria, son perseguidos, maltratados, ofendidos y condenados.
En este 6 de enero de
1948, siete años justos después de aquella declaración rooseveltiana, soy
perseguido por continuar fiel a las altas aspiraciones humanas y he debido
sentarme por primera vez ante un tribunal por haber denunciado a
EL
MÁXIMO TIMBRE DE HONOR
“Esta acusación de que se me hace objeto es
historia antigua. No hay país, no hay época en que mi caso no tenga ilustres y
conocidos antecedentes. ¿Se deberá ello a que en los países se repiten
periódicamente los fenómenos de traición y antipatriotismo? No lo creo. Los
nombres de quienes fueron acusados livianamente son nombres que hoy día todo el
mundo respeta; fueron una vez pasadas la persecución y la perfidia, incluso
dirigentes máximos de sus países y sus compatriotas confiaron en su honradez y
en su inteligencia para dirigir el destino de sus patrias y ellos llevaron
siempre como un timbre de honor, el máximo timbre de honor, la persecución que
fueron objeto.
¿CUÁL
ES
“No, la causa debe ser
otra. Ella fue estudiada y expuesta en forma lúcida por Guizor, historiador
francés monarquista, Ministro de Luis Felipe de Orleáns. He aquí lo que dice en
su obra De las conspiraciones y la justicia política, página 166:
‘¿Qué hará el Gobierno que ve agitarse bajo su mano la sociedad mal administrada? Inhábil para gobernarla, intentará castigarla. El Gobierno no ha sabido realizar sus funciones, emplear sus fuerzas. Entonces, pedirá que otros poderes cumplan una tarea que no es suya, que le presten su fuerza para un uso al cual nos está destinada. Y como el poder judicial se halla vinculado a la sociedad mucho más íntimamente que cualquier otro, como todo desemboca o puede desembocar en juicios, tal poder tendrá que salir de su esfera legítima para ejercer en aquella en que el Gobierno no ha podido bastarse a sí mismo.
‘En todos aquellos lugares en que la política ha sido falsa, incapaz y mala, se ha requerido a la justicia para que actuara en su lugar, para que se comportara, según motivos procedentes de la esfera del Gobierno y no de las leyes, para abandonara finalmente su sublime sede y descendiera hasta la palestra de los partidos.
¿En qué se convertiría el despotismo si no gobernara absolutamente a la sociedad, si sólo tolerara alguna resistencia? ¿Adónde iría a parar si no hiciera tolerar su política a los tribunales y no los tomara como instrumentos? Si no reina en todas partes, no estará seguro en ninguna. Es por naturaleza tan débil que el menor ataque lo hace peligrar. La presencia del más pequeño derecho lo perturba y amenaza”.
He aquí expuesta por un
francés de la primera mitad del siglo pasado la exacta situación del gobierno
chileno en el año 1948. He aquí explicado por qué se ha pedido mi desafuero y
se me injuria, aprovechando la censura de sur a norte del país por periodistas
bien o mal pagados.
SE INJURIA TAMBIÉN A LOS PADRES
DE LA PATRIA
Al acusarme de haber herido el prestigio de mi patria
por haber publicado en el extranjero la verdad que mi patria un régimen de
facultades extraordinarias y de censura no me permite hacerlo saber (se refiere
a su ‘Carta íntima para ser leída por
millones de hombres, aparecida en ‘El
Nacional’, de Caracas, el 27 de noviembre de 1947, Nota del autor), no se infiere una injuria a mí sino a los más
grandes hombres de la humanidad y a los
Padres de
Es curioso verse motejado de antipatriótico por
haber hecho lo mismo que hicieron en el extranjero los que nos dieron
independencia y echaron las bases de lo debiera haber sido siempre una nación
libre y democrática. Al tachárseme de traidor y antipatriota, ¿no se me dirige
acaso la misma acusación que los Osorio,
los San Bruno, los Marcó del Pont dirigían contra O’Higgins, contra los
Carrera, contra todos los chilenos expatriados en Mendoza o en Buenos Aires,
que, después de haber luchado en Rancagua, combatían con la pluma a los
invasores que más tarde iban a vencer con espada?...
‘Podría ser cuento de
nunca acabar el citar todos los hombres libres que se vieron obligados a enjuiciar
los regímenes tiránicos que sojuzgaban su patria y contra quienes se movió la
acusación de traición y antipatriotismo.
SIEMPRE TRIUNFA
“Siempre, tarde o temprano, triunfa la buena causa. Este hecho indiscutido, esta sensación que hace que el perseguido sienta aun en los momentos del tormento la infinita superioridad que lo distingue de su perseguidor; esa sensación de estar luchando por la buena causa que hizo exclamar a Giordano Bruno al ser condenado a la hoguera: ‘Estoy más tranquilo en este banquillo que ustedes –y señaló a los jueces eclesiásticos- que me condenáis a muerte’; esa convicción en una justicia que separa la buena de la mala fe y la causa justa de la injusta, fue expresada por nuestro compatriota Francisco Bilbao en forma magistral durante su proceso. Dijo así: ‘Aquí dos nombres: el del acusador y el del acusado. Dos nombres enlazados por la fatalidad de la historia y que rodarán en la historia de mi patria. Entonces veremos, señor Fiscal, cuál de los dos cargará con la bendición de la posteridad. La filosofía también su código y este código es eterno. La filosofía os asigna el nombre de retrógrado. Y bien, innovador, he aquí lo que soy; retrógrado, he aquí lo que eres’.
“No aspiro, dijo el poeta, a méritos ni a recompensa. Pero tengo la
certeza absoluta de que, tarde o temprano, más bien temprano que tarde, el
inicuo proceso político a que he sido sometido será juzgado como merece y sus
inspiradores y perpetradores recibirán el nombre que les corresponde. Pero nadie
podrá remediar el daño que se ha causado al país al obligar a los tribunales a
abandonar la tarea que les corresponde para librar al Gobierno del resultado de
los desaciertos que ha cometido y que no sabe como remediar...”
EL RESTO ES CONOCIDO
El 3 de febrero de 1948
El Partido Comunista editó un folleto con el discurso de Pablo
Neruda, con el título de “Yo Acuso”, que
en cantidad de muchos miles fue repartido clandestinamente por todo
Chile.
SESENTA DÍAS DESPUÉS
París, sábado 23 de abril de 1949.
Era la clausura del Primer Congreso Mundial de Partidarios de
Presidía el periodista francés
Yves Fargue. Anunció: “Voy a dar la
palabra al último orador, que va a
cerrar la discusión general. El hombre que va a hablarles está sólo desde hace unos minutos en la sala.
Ustedes no lo han visto todavía. Es un hombre perseguido… Es Pablo Neruda”.
Todos, sorprendidos y felices, aplauden de pie. Neruda pronuncia un breve
discurso: “Queridos amigos si he llegado con algo de retraso a vuestra reunión
se ha debido a las dificultades que he tenido que vencer para llegar hasta
aquí. A todos ustedes les traigo el
saludo de gentes de tierras lejanas. La persecución que existe en mi país me ha
permitido apreciar que la solidaridad humana es más grande que todas las
barreras, más fértil que todos los valles…”
Luego leyó del “Canto General”
editado clandestinamente en Chile, el poema “Un canto para Bolívar”.