Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Elegido diputado
por Antofagasta, el 6 de marzo de 1921,
Luis Emilio Recabarren fue un brillante parlamentario.
Elías Lafertte,
en “Vida de un Comunista” relata: “Cuando Recabarren iba a hablar, en la Cámara se producía
expectación. Nosotros íbamos a la galería a escucharlo y aplaudirlo. Hablaba
ante los honorables, lo mismo que ante los obreros, sin modificar su
vocabulario sencillo y claro, su tono tranquilo, sus convicciones firmes. Las
cosas que tenía que decir, las decía
tranquilamente, impertérrito ante las interrupciones indignadas de sus enemigos
de clase. No tenía empacho en plantear las cuestiones más revolucionarias; todo
lo exponía con la sinceridad del que tiene bien arraigadas sus convicciones”.
El 15 de julio de
1921 pronunció un discurso histórico en la Cámara de Diputados. En un tono vibrante,
exponiendo con valentía y muchos antecedentes, respondiendo con rapidez e
ingenio las interrupciones de los representantes de la derecha, trazó la
historia de la clase obrera chilena. Destruyó las falsedades
inventadas por la burguesía.
Esa intervención, que tenía por título “Albores
de la Revolución
Social en Chile”, la inició diciendo:
LA CLASE TRABAJADORA CHILENA
“Me voy a permitir ocupar la atención de esta Cámara
para hacer un acto de defensa de las clases trabajadores.
Constantemente, no diré fuera de esta sala, en la
prensa y entre los particulares, sino en el recinto mismo de la Cámara, se vierten, a mi
juicio, ofensas gratuitas al proletariado chileno. Y yo estimo necesario que se
levante en este recinto una voz que lo defienda, porque nunca se han contestado
esas ofensas...”
Mostró las valiosas cualidades de los trabajadores
chilenos. Por ejemplo, recordó la iniciativa de la Mancomunal de Obreros de Tocopilla de adquirir una imprenta
en 1903, para editar un periódico.
Señaló al respecto: “Yo encuentro de una
sublimidad majestuosa el pensamiento de estos obreros –peones, playeros,
estibadores, cargadores, lancheros- que soñaban con tener una imprenta para
desarrollar sus facultades mentales, viéndose huérfanos en esta sociedad, que
no los ayudaba a instruirse, a ilustrarse. ¡Ellos mismos, por sí solos, por sus
propios esfuerzos juntaron dinero para comprar una imprenta y publicar un
periódico!”
EL
PARTIDO COMUNISTA DESDE 1912
En otra parte de su discurso, Recabarren subrayó
que, desde su nacimiento, el partido revolucionario de la clase obrera chilena
tuvo una orientación comunista. Dijo en esa ocasión: “Algunos años después –y
como siempre sucede en la evolución de las ideas- hemos desarrollado el concepto, y no
transcurrido mucho tiempo los trabajadores de los distintos pueblos de la República ya demostraban
ideas comunistas, y concebían claramente el socialismo, como se ve en el
programa del Partido Socialista hecho en 1912”.
Enfatizó: “He hablado ya del hecho de que el partido socialista desde el
año 12 ha
acogido las ideas comunistas”. (Recabarren, Luis Emilio: “Los albores de la Revolución Social
en Chile” en “El pensamiento de Luis Emilio Recabarren”. Austral, 1971, Tomo I,
pp.
“TENEMOS
DERECHO A CONQUISTAR EL PODER”
En
otro acápite de su discurso del 15 de julio de 1921, Recabarren afirmó:
“Yo
deseo dejar establecido que nosotros creemos tener también el derecho de
conquistar el poder político... Y si vemos que el fraude y el dolo se pone en práctica para atentar contra
nuestra ascensión al poder político, ¿qué nos tocará hacer? ¿cruzarnos de
brazos? Al contrario: ante estos delitos, ante estas iniquidades, nosotros
habremos de luchar con firmeza hasta conquistar todos nuestros derechos, primero
por medio de la legalidad, pero cuando veamos que se nos cierra el camino de la
legalidad iremos si es preciso, y no lo dudéis, a la revolución. Y nadie puede
negarnos en esta Cámara el derecho a hacer la revolución”.
Agregó:
“Tengo aquí un artículo publicado en ‘El Trabajo’, periódico de la Mancomunal Obrera de Tocopilla, el año
1903. Dice un obrero estas magníficas expresiones: ‘La Revolución seguirá impertérrita
su marcha, tranquila si la libertad la ampara, violenta y terrible si se le
pretende detener en su camino. Sembrad odios y recogeréis venganza”. (Ibidem. Páginas 109 y 112)