En el 146º natalicio del
líder obrero (II)
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e
Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Luis Emilio Recabarren Serrano nació en el cerro Playa Ancha de Valparaíso
el 6 de julio de 1876. Sus padres, José Agustín Recabarren y Juana Rosa
Serrano, eran modestos comerciantes. Tenía cinco hermanas. Se llamaban Juana, María, Mercedes,
Clara y Lidia. Y un hermanastro, Néstor.
Luis Emilio estudió cuatro años en
OBRERO DESDE LOS 14 AÑOS
La familia se trasladó a Santiago. Allí, en 1890, el joven Recabarren, a
la edad de 14 años, comenzó a trabajar
como tipógrafo en la imprenta Vicuña Mackenna.
Su oscura vida de explotado encontró una luz al conocer a una bella niña
llamada Amelia. Pasaban juntos cuanto podían; conversaban, hacían fabulosos
proyectos.
CON LOS
CONTRARREVOLUCIONARIOS
El 7 de enero de 1891, el
muchacho fue conmovido por el inicio de la guerra civil contra Balmaceda.
Sentía simpatías por los contrarrevolucionarios. Dentro del regimiento
‘Gendarmes’ de Santiago, leal al Gobierno, donde recién se había alistado, y
era corneta, participó en la publicación de ‘El Opositor’, una pequeña hoja
anti balmacedista. Fue descubierto. En un breve interrogatorio, reconoció
valientemente su complicidad en la edición de esa hoja. Fue enviado a una
celda, incomunicado. Su padre, don José, logró sacarle en libertad. Tuvo
suerte. Se salvó de ser fusilado y al salir logró recuperar su puesto de
trabajo en la imprenta. Había fracasado en su primera empresa “revolucionaria”.
NO HAY
PRIMERA SIN SEGUNDA
Luis Emilio no se desanimó
por la derrota en su primer intento contra Balmaceda. Se trazó un plan:
ingresaría al ejército nuevamente, marcharía al norte y, una vez estacionado,
buscaría la ocasión de pasarse a las filas opositoras. Entretanto leía la
prensa y se informaba de las salidas de tropas al norte. A fines de julio
se presentó la ansiada oportunidad. El
Gobierno organizó un convoy hacia el norte y preparó “
EN COQUIMBO
DESCUBRE SU VOCACIÓN
La batalla se libraba sí en la conciencia del joven Luis Emilio. Al tomar
contacto en el Norte Chico con una miseria que no conocía aún, se sintió muy
golpeado. Comenzó a ver las cosas con otros ojos. Maduraba con rapidez. Se
quedó en Coquimbo. Comenzó a identificarse con el pueblo. Poco a poco fue naciendo
en él una conciencia social. Se sintió seguro de haber encontrado el verdadero
propósito de su vida.
En septiembre cuando se iniciaba la primavera, se conoció en
UNA PRIMERA
CRISIS
Volvió a la capital. Pronto le invadió una
desconocida sensación de vacío. Sufrió una crisis. Era depresión. Estaba
taciturno, encerrado en sí mismo. Sólo Amelia era una luz, que de pronto se
apagó trágicamente. Todo sucedió muy rápido.
Una noche Amelia se quejó de dolores de estómago. Al comienzo nadie le
prestó atención. Pero como se sentía cada vez peor, alguien se levantó a
medianoche a buscar un calmante. Se lo tomó la niña. No pasó mucho rato cuando
ella lanzó un alarido y comenzó a retorcerse presa de horribles dolores.
Corrieron a su cuarto. La encontraron con violentas convulsiones, el rostro con
una palidez verdosa. Luego de una terrible agonía, falleció.
UN GOLPE
INESPERADO Y CRUEL
Luis Emilio trabajó hasta tarde esa noche en la
imprenta. Una de sus hermanas salió a encontrarlo gritando ¡envenenada! El
muchacho corrió a la casa de su novia. Entró sin golpear. Sin fijarse en nadie,
sólo miró el cuerpecito cubierto con una sábana blanca. No dijo nada. Salió huyendo.
No se detuvo hasta caer sobre su lecho, donde lloró amargamente.
Julieta Campusano, en un artículo escrito en la revista
‘Principios’ de agosto-septiembre 1971, relata el verdadero drama sentimental
que sufre Luis Emilio, cuando muere
Amelia, “la muchacha con quien caminaba abrazado, tejiendo las más risueñas
esperanzas. Fue un golpe que le derribó y del que le costó mucho rehacerse”.
EN LOS ANDES
A comienzos de
diciembre de 1893, Luis Emilio y su hermana Mercedes viajaron a Los Andes,
invitados por unos parientes, a pasar una temporada. Fueron recibidos con
cariño y alegría.
Allí el muchacho tuvo un encuentro que le sirvió como bálsamo al dolor
que le martirizaba el alma. Fue una prima, varios años mayor que él. Como la
describe el escritor Fernando Alegría en ‘Como un árbol rojo’, una “figura
arrancada de un sueño de su infancia, pequeña madre que le había mecido en sus
brazos y arrullado con infantiles voces de ternura. Era ya una mujer.
Reviviendo aquel pasado, cada gesto, cada palabra, recordaban gestos y palabras
de un mundo de fábula.”
SE IMPONE LA VIDA Y LA PRIMA
Ella se llamaba Guadalupe. Los primos se sintieron
atraídos. Él le contó su vida difícil, de la imprenta, de su despertar
político, de Amelia...
Amelia...
Guadalupe lo compadeció, sintiendo una gran ternura.
Luis Emilio le escribió versos que esta
vez no rompió y se los dio a conocer:
“¿Te
acuerdas? Yo era muy niño y apenas
sí conservo en mi mente
muy frágiles recuerdos de aquella época,
para mí tan feliz y tan dichosa.
Entonces, tiernamente,
con toda la inocencia que se tiene
en la infancia, yo te adoraba,
cuando al gracioso arrullo de tu acento,
me hacías dormir sobre tus brazos.
Y lleno de contento me dormía...
era feliz, te amaba...”
El 8 de diciembre de 1893, en la víspera de la partida del joven
Recabarren, los primos se juraron amor eterno.
Al terminar las vacaciones, el amor había nacido entre
ellos. Entre Santiago y Los Andes volaron los correos. Luis Emilio estaba muy enamorado de Guadalupe y le
escribió:
“Siempre que yo
en mis sueños miro el porvenir sólo veo un paraíso de esperanzas. Antes de
amar, mi espíritu vagaba errante por el mundo y hubo momentos en que me creí
perdido. Entonces clamé al cielo y no en vano, porque compadecido de mí, te
puso en mi camino. Fuiste mi salvación, con tu amor volvía a vivir”.
Eran los primeros meses 1894. Luis Emilio, que tenía 17 años de edad, intentó postergar el
matrimonio, pues era él, el único
sustento de su familia.
Pero Guadalupe fue inflexible, lo “convenció” que
debía ir ahorrando para el casamiento. Por entonces, ganaba 21 pesos a la
semana de los cuáles, 13 eran para su
madre y el resto lo depositaba en
En los primeros meses de 1894, Guadalupe lo visitó en Santiago. Ambos
mantenían hasta entonces en secreto su idilio. Pero ella al regresar a Los
Andes, le escribió una carta donde le decía: “Le conté todo a mi mamá y está
muy contenta... apresúrate a juntar plata para el matrimonio, no gastes en
nada, anda poniendo en
El joven tipógrafo le pidió
postergar, a lo menos, la ceremonia
religiosa pues no tenía la vestimenta adecuada.
Tratando de ser convincente, argumentó: “El matrimonio civil vale tanto
como el eclesiástico y, sobre todo, Dios, desde el momento que nos amamos, nos
ha bendecido y él desde el cielo ve nuestra necesidad, nos perdonará”.
La respuesta de Guadalupe fue tajante: “Es imposible... qué dirían mis parientes que yo fuera a darle primero la carne al diablo y luego los huesos a Dios”.
Luis Emilio cedió
una vez más. Días antes de la ceremonia se atrevió a pedir una
postergación de cinco meses. Le fue denegada.
Guadalupe doblegó la débil resistencia del primo. Ni siquiera estar enfermo con influenza lo salvó. El joven tipógrafo hizo todo lo que le impuso su futura esposa. Se casaron por la iglesia el 28 de febrero de 1985, para el día de Santa Guadalupe. Luis Emilio aún no cumplía 19 años. Un año antes, se había inscrito en el Partido Demócrata.
SE INCORPORA AL
PARTIDO DEMÓCRATA
En 1894, cuando tenía 18 años, Recabarren
ingresó al Partido Demócrata. Era, por entonces, la única colectividad política
donde podría militar un obrero por esos años. Eso lo comprendió Luis Emilio, a
quien “sus inquietudes –como escribió Julieta Campusano- lo habían acercado
hasta hombres que hablaban de cambios y de trabajadores”.
Se inscribió en el Partido Demócrata, pero
no activaba por los problemas personales derivados de su complicado noviazgo
con Guadalupe.
En ese momento de su existencia, Recabarren
proseguía lentamente en su asimilar la literatura anarquista de someterla a la
crítica de su espíritu de fuerte raíz cristiana. Poco a poco evolucionaba hacia
el materialismo. Ello coincidió con su estudio de la realidad social chilena.
MÁS ACTIVO EN LO POLÍTICO
Después de su matrimonio comenzó a frecuentar más regularmente las asambleas
demócratas de Santiago. Intervenía en los debates. Ganaba aplausos por su
elocuencia y los acertados análisis políticos. Tenía por entonces veinte años
de edad.
En 1896 nació el primer hijo, Luis
Hermenegildo. Ello, unido a sus esfuerzos por adquirir una imprenta propia para
editar un periódico, lo alejaron momentáneamente de las actividades
partidarias. Un año después volvió al Partido Demócrata, decidido a combatir
por transformarlo en una entidad de los trabajadores chilenos.
En 1897 nació el segundo hijo, Armando. Las
relaciones entre los primos eran complicadas. No se llevaban bien. “Ese
matrimonio -como escribió Julieta Campusano-
no le procura la felicidad tan
buscada ni logra ningún instante de paz y armonía en la dura vida que se había
señalado”.
AÑOS DIFÍCILES
El 22 de enero de 1899 apareció el primer
número del periódico ‘
Casi al mismo tiempo recibió otro golpe,
más terrible aún. Murió su hijo Armando, antes de cumplir los dos años de edad.
Fernando Alegría, en ‘Como un árbol rojo’,
lo retrata así: “Cumplía los veintitrés años debatiéndose en la miseria. Era un
obrero pálido y enjuto, vestido siempre con ropa oscura, muy endeudado y muy
anárquico. Su primera aventura periodística había fracasado bajo la mirada
hostil o escéptica de los viejos tiburones de la política. Y ahora la muerte le
rondaba arrebatándoles a los hijos. Las canas prematuras eran marca de ruina en
la cabeza”.
Pero resurgió desde las cenizas. El 14 de
octubre de 1900 reapareció ‘
ES LA SÍNTESIS DEL
DESARROLLO DEL PROLETARIADO
“Recabarren, escribió Hernán Ramírez
Necochea en ‘Origen y formación del Partido Comunistas de Chile’, vivió un
constante proceso de desarrollo de su personalidad; tras ardua lucha librada
consigo mismo, en su propia conciencia, logró superarse y adquirir, con
caracteres cada vez más acentuados e indelebles los perfiles de un
revolucionario a carta cabal y del más preclaro dirigente de los trabajadores
que ha producido Chile.
“En cierto sentido, continúa Ramírez
Necochea, la trayectoria de Recabarren desde su condición de miembro del
Partido Demócrata hasta su calidad de fundador del Partido Comunista, desde su
adhesión juvenil al reformismo de la tienda en que militó durante los primeros
años de su vida, hasta su formación como revolucionario inspirado en el
marxismo, desde su vinculación con sociedades mutualista hasta su calidad de
dirigente máximo de
FUENTES:
Alegría, Fernando: “Como un árbol rojo” Editorial Santiago, impresión de 1968 (Santiago : Talleres de Prensa Latinoamérica),
Campusano Chávez, Julieta: : “Luis Emilio Recabarren ilumina nuestro camino revolucionario”. Revista Principios N.º 140, agosto-septiembre 1971,
Ljubetic Vargas, Iván: “Don Reca”. Ediciones ICAL. Santiago, 1992
Ramírez Necochea, Hernán: “Origen y Formación del
Partido Comunista de Chile”. Editorial Progreso. Moscú, 1984