PÍLDORAS CONTRA EL ANTICOMUNISMO
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
LAS VELADAS DE CADA LUNES
El Partido Comunista de Nueva Imperial arrendó un viejo y gran galpón en
la calle Gregorio Urrutia. Poco a poco comenzó a germinar en los jóvenes
comunistas la idea de hacer algo en ese
destartalado local.
-Fundemos un centro cultural, propuso Luis Omar Lara, alumno del Liceo, en una reunión del Comunal de
-Magnífico, dijo uno de ellos, así podremos contribuir a educar jóvenes.
También viejos, terció otro.
Esto ocurría a comienzos de 1957, época en que el PC aún estaba fuera de
la ley y era perseguido. Era el tiempo de
la infamia, en que imperaba la ley maldita. (En mi caso personal, en dos
ocasiones ejerciendo como profesor en el Liceo de Nueva Imperial, entre 1955 y
1958, me iniciaron procesos en base a
Había que arreglar el local. Con una manguera y baldes lavamos el piso.
Una vez seco, le echamos parafina.
Reparamos las puertas. Lo dejamos como nuevo con dos manos de pintura.
Compramos madera y bajo la dirección de dos camaradas del Partido que eran carpinteros, montamos un
escenario, con bastidores y un telón de boca.
Se fabricaron unas veinte bancas muy largas con tablones que regaló el generoso Locho Suárez. En todo eso trabajaron
con entusiasmo y alegría militantes del Partido y de
Quedó listo el salón de actos. Juntamos plata y compramos una vieja
batería de orquesta dada de baja en un
cabaret, que la tocaría el compañero Mendoza; el pepe Painemal tenía un
acordeón; los hermanos Santibáñez, jóvenes que trabajaban vendiendo pescado,
dos guitarras. Con esos instrumentos
formamos un conjunto musical.
Artistas brotaron por montones: cantantes, recitadores, actores que
hacían brevísimas comedias, las más de las veces improvisando sobre el
escenario. Con Iván Navarrete, profesor de castellano del liceo y militante
socialista, preparábamos excelentes coros hablados con textos de Neruda.
Así fueron naciendo las veladas de los lunes. Asistían cientos de espectadores, que repletaban el salón y
llegaban hasta la calle. Cada lunes yo tenía la tarea de dar una pequeña charla
sobre un tema de actualidad.
En esas veladas no sólo participaban comunistas, llegaban a ofrecer su
colaboración, jóvenes de todas las tendencias y muchos independientes. Con
ellas, el Partido y las Juventudes Comunistas ganaron gran prestigio y fueron
muchos los que se incorporaron a la lucha a través de esas actividades
culturales-artísticas.
Las veladas del Pablo Neruda se transformaron en un verdadero
acontecimiento en un pueblito, donde no existía otra entretención que un poco
de fútbol, un cine que daba malas
películas tres veces por semana y algunos espectáculos preparados por el liceo
o la escuela industrial, ello muy de
tarde en tarde.
Allí se formaban artistas. Recuerdo como un grupo de jóvenes obreros
constituyeron un grupo teatral que improvisaba sobre el escenario entretenidas
comedias. Luis Omar Lara, hacía suspirar a las niñas, cantando con su voz de
Leo Marini “Hojas Muertas” y otras canciones igualmente románticas. Además leyó
en esas veladas algunas de sus primeras creaciones poéticas.
Esas veladas, constituyen para todos los que, de una u otra forma participamos en ellas, el hermoso recuerdo de un trabajo audaz, atractivo, de masas, llevado adelante por un grupo de jóvenes comunistas. (De ellos, me vienen a la memoria los nombres de queridas y queridos camaradas como José Muñoz, Lautaro Cares, Wilfredo Burgos, Manuel Pincheira, Oscar Díaz, el rucio García (Collío), Eusebio Painemal, Luis Omar Lara, Eulogio Suárez, José Daniel Molina, Teresa Etchepare, Rosa Cares, Ernestina y Laura Fica, los hermanos Santibáñez).