martes, 28 de diciembre de 2021

COMUNISTAS POR LA EDUCACIÓN Y LA CULTURA

 


PÍLDORAS CONTRA EL ANTICOMUNISMO

 

 

 

                                       Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                       Centro de Extensión e Investigación

                                       Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

 




 

LAS VELADAS DE CADA LUNES

 

El Partido Comunista de Nueva Imperial arrendó un viejo y gran galpón en la calle Gregorio Urrutia. Poco a poco comenzó a germinar en los jóvenes comunistas la idea de hacer algo  en ese destartalado local.

-Fundemos un centro cultural, propuso Luis Omar Lara, alumno del Liceo,  en una reunión del Comunal de la Juventudes Comunistas. La idea fue acogida con entusiasmo. Alguien sugirió el nombre “Centro Cultural Pablo Neruda”. Hubo acuerdo. Conversamos con los camaradas del Partido a quienes gustó también la idea.

-Magnífico, dijo uno de ellos, así podremos contribuir a educar jóvenes. También viejos, terció otro.

Esto ocurría a comienzos de 1957, época en que el PC aún estaba fuera de la ley y  era perseguido. Era el tiempo de la infamia, en que imperaba la ley maldita. (En mi caso personal, en dos ocasiones ejerciendo como profesor en el Liceo de Nueva Imperial, entre 1955 y 1958, me iniciaron procesos en base a la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, que curiosa y felizmente jamás concluyeron).

 

Había que arreglar el local. Con una manguera y baldes lavamos el piso. Una vez seco, le echamos parafina.  Reparamos las puertas. Lo dejamos como nuevo con dos manos de pintura. Compramos madera y bajo la dirección de dos camaradas  del Partido que eran carpinteros, montamos un escenario, con bastidores y un telón de boca.

Se fabricaron unas veinte bancas muy largas con tablones que regaló el  generoso Locho Suárez. En todo eso trabajaron con entusiasmo y alegría militantes del Partido y de la Juventud.

Quedó listo el salón de actos. Juntamos plata y compramos una vieja batería  de orquesta dada de baja en un cabaret, que la tocaría el compañero Mendoza; el pepe Painemal tenía un acordeón; los hermanos Santibáñez, jóvenes que trabajaban vendiendo pescado, dos guitarras.  Con esos instrumentos formamos un conjunto musical.

Artistas brotaron por montones: cantantes, recitadores, actores que hacían brevísimas comedias, las más de las veces improvisando sobre el escenario. Con Iván Navarrete, profesor de castellano del liceo y militante socialista, preparábamos excelentes coros hablados con textos de Neruda.

Así fueron naciendo las veladas de los lunes. Asistían cientos de  espectadores, que repletaban el salón y llegaban hasta la calle. Cada lunes yo tenía la tarea de dar una pequeña charla sobre un tema de actualidad.

En esas veladas no sólo participaban comunistas, llegaban a ofrecer su colaboración, jóvenes de todas las tendencias y muchos independientes. Con ellas, el Partido y las Juventudes Comunistas ganaron gran prestigio y fueron muchos los que se incorporaron a la lucha a través de esas actividades culturales-artísticas.

Las veladas del Pablo Neruda se transformaron en un verdadero acontecimiento en un pueblito, donde no existía otra entretención que un poco de fútbol, un cine que  daba malas películas tres veces por semana y algunos espectáculos preparados por el liceo o la escuela industrial, ello  muy de tarde en tarde.

Allí se formaban artistas. Recuerdo como un grupo de jóvenes obreros constituyeron un grupo teatral que improvisaba sobre el escenario entretenidas comedias. Luis Omar Lara, hacía suspirar a las niñas, cantando con su voz de Leo Marini “Hojas Muertas” y otras canciones igualmente románticas. Además leyó en esas veladas algunas de sus primeras creaciones poéticas.

Esas veladas, constituyen  para todos los que, de una u otra forma participamos en ellas, el hermoso recuerdo de un trabajo audaz, atractivo, de masas, llevado adelante  por un grupo de jóvenes comunistas. (De ellos, me vienen a la memoria los nombres de queridas y queridos camaradas como  José Muñoz, Lautaro Cares, Wilfredo Burgos, Manuel Pincheira, Oscar Díaz, el rucio García (Collío), Eusebio Painemal, Luis Omar Lara, Eulogio Suárez, José Daniel Molina, Teresa Etchepare, Rosa Cares, Ernestina y Laura Fica, los hermanos Santibáñez).