LENIN UN EJEMPLO
DE REVOLUCIONARIO
Hace 94 años, el 21 de
enero de 1924, a las 18,50 horas, en el pueblo de Gorki, a10 kilómetros al sur
de Moscú, dejó de latir el corazón de Vladimir Ilich Ulianov, Lenin. La causa
de su fallecimiento fue un infarto cerebral.
SUS COMIENZOS
Vladimir Ilich Ulianov,
Lenin, nació en la ciudad de Simbirk el 22 de abril de 1870. Su padre, Ilya,
era profesor y llegó a ser director de la enseñanza primaria de la provincia de
Simbirk. Su madre se llamaba María Blank.
Eran seis hermanos. El
mayor de ellos, Alejandro, participó en
un atentado terrorista contra el zar Alejandro III en marzo de 1887. El zar
sobrevivió, pero los participantes en la acción fueron fusilados el 5 de mayo
de ese año. Vladimir quería mucho a su
hermano Alejandro. Su muerte significó un
duro golpe para él. Pero expresó
en esos terribles momentos: “Nosotros iremos por otro camino”.
Y así fue. El 4 de diciembre de 1887, Lenin encabezó, una huelga
de estudiantes en la Universidad de Kazán. Cumplía los 17 años y ocho meses.
Fue detenido, expulsado de la Universidad y relegado a la ciudad de Kokuchkino.
SE INICIA EN LA
LUCHA REVOLUCIONARIA
En 1888 comenzó su labor
revolucionaria. Tenía 18 años de edad. Se incorporó a un círculo marxista.
Sufrió la persecución de la policía zarista.
Lo detuvieron enviaron a la cárcel y luego fue desterrado a Siberia Oriental entre 1896 y
1899. Allí conoció a quien sería su
compañera de toda la vida Nadiezhda Krupskaia.
En 1900 salió al exilio. En
el extranjero trabajó organizando el
Partido y creando las condiciones para la
fundación de un periódico revolucionario. El primer número de éste, con nombre
Iskra (La Chispa), apareció el 24 de diciembre de 1900.
Llegaba el Iskra a muchos puntos de
Rusia, gracias a una red de agentes que el propio Lenin organizó antes de salir
del país. Permaneció en Zurich (Suiza) y Munich (Alemania).
“¿QUÉ HACER?”
A fines de 1901 y comienzos
de 1902 Lenin escribió “¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro
movimiento”. Apareció en Stuttgart, a comienzos de marzo de 1902.
Tiene el siguiente epígrafe: “… La lucha interna da al partido
fuerzas y vitalidad: la prueba más grande de la debilidad de un partido es la
amorfía y la ausencia de fronteras bien delimitadas; el partido se fortalece
depurándose…” (De una carta de Lasalle a
Marx, 24 de junio de 1852)
Este libro desempeñó un papel relevante en la
creación de un partido marxista revolucionario de la clase obrera de Rusia.
En 1902 – 1903 fue
difundido ampliamente en las organizaciones socialdemócratas En Kiev, Moscú,
Petersburgo, Nizhni Nóvgorod, Kazán, Odesa y otras ciudades.
“UN PASO ADELANTE, DOS PASOS ATRÁS”
En 1903 organizo y tomó
parte en el II Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR),
que se efectuó entre el 17 julio al 10 de agosto de 1903, primero con sede en
Bruselas (Bélgica) y luego en Londres.
En su desarrollo se produjo la división entre mencheviques (corriente
oportunista) y bolcheviques (revolucionarios), estos últimos encabezados por
Lenin. Ese año de 1903, es la fecha
fundacional del Partido Comunista de Rusia.
En febrero-mayo de 1904,
escribió Lenin su obra “Un paso adelante, dos pasos atrás (una crisis en
nuestro Partido)” Este libro es uno de los tesoros del marxismo-leninismo. En
él se refiere Lenin en detalle a los hechos ocurridos en el II Congreso del
Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR).
SOBRE EL ARTÍCULO 1º DE LOS ESTATUTOS
Este Congreso aprobó un
Programa revolucionario y los Estatutos elaborados por Lenin, con la sola
excepción del punto o artículo primero, en que los oportunistas en
cuestiones de organización lograron que se aprobara el proyecto formulado por
Martov.
El punto uno de Martov
señalaba: “Se considerará perteneciente al Partido Obrero Socialdemócrata de
Rusia a todo el que, aceptando su Programa, trabaje activamente para llevar a
la práctica sus tareas bajo el control y dirección de los órganos del partido”.
Comenta Lenin: “La idea del
artículo primero de Martov sólo aparece al plantearse la cuestión de si pueden
los órganos del partido llevar a la práctica su dirección respecto a aquellos
miembros del mismo que no forman parte de ninguna de las organizaciones del
partido”.
La proposición del artículo
primero de Lenin (que fue aprobado después en el III Congreso del POSDR
realizado en 1905) señala: “Se considerará miembro del Partido todo el que
acepte su Programa y apoye al Partido tanto con recursos materiales, como con
su participación personal en una de las organizaciones del mismo”
Refiriéndose siempre al
artículo primero de los Estatutos, Lenin escribió en la obra ya citada: “Cuanto
más fuertes sean nuestras organizaciones del Partido, integradas por
socialdemócratas efectivos, cuanto menos vacilación e inconstancia haya dentro del Partido, tanto
más amplia y polifacética, tanto más rica y fructuosa será influencia del
Partido en los elementos de las masas obreras que lo rodean y que él dirige.
Porque, en verdad, no se puede confundir al Partido como destacamento de
vanguardia de la clase obrera con toda la clase” (Los subrayados son de Lenin).
LAS TESIS DE ABRIL
Entre noviembre de 1905 y enero de 1908 permaneció en la patria, donde actuó
clandestinamente. Salió de nuevo al exilio. En Ginebra (Suiza) logró que se
reanudara la publicación de Iskra.
El 15 de marzo de 1917
conoció la noticia de la Revolución Rusa de Febrero. A fines de marzo, junto con
otros 31 bolcheviques, partieron desde
Suiza hacia la patria. Llegaron a Rusia
el 3 de abril de 1917. Al día siguiente elaboró sus “Tesis de Abril”, donde
planteó la transformación de Revolución Democrático-burguesa en Socialista, a
través de la conquista de los soviets. O sea, por una vía pacífica.
Pero en junio, el Gobierno
Provisional de Kerenski desató una sangrienta represión contra los
bolcheviques. Lenin debió ocultarse en Finlandia.
DESDE FINLANDIA
En julio-agosto de 1917, el
Sexto Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia aprobó la tesis de
Lenin de la insurrección armada inmediata, pero eligió un Comité Central, en
que la mayoría de sus miembros estaban
contra esa línea.
En agosto de 1917, los
bolcheviques conquistaron los soviets de Petrogrado y Moscú.
En septiembre, Lenin,
escribió desde Finlandia varias cartas al Comité Central, exigiendo el
cumplimiento de lo acordado en el Sexto Congreso. No recibió respuesta alguna
sobre el tema, pero le ordenaron que, por “razones de seguridad” debiera
permanecer en Finlandia
Lenin seguía desde lejos
los acontecimientos en un estado febril. El Comité Central no lo autorizaba
retornar a Rusia por razones de seguridad.
Escribía cartas y
documentos que enviaba al Comité Central, que ni siquiera eran discutidos.
Cuando eran conocidos en las reuniones, no había pronunciamiento alguno.
Lenin insistía: “Los
bolcheviques deben tomarse el poder”. “La demora se convierte absolutamente en
un crimen”... “Hay que ir a la insurrección inmediatamente”.
No tenía respuesta alguna.
También planteó la necesidad de retornar a
San Petersburgo. El Comité Central se lo prohibió.
RETORNA A RUSIA
Lenin desobedeció la
arbitraria orden del Comité Central. Arriesgando ser detenido por la policía de
Kerenski, ayudado por Rahia, un fiel amigo, y otro bolchevique, cruzó
clandestinamente la frontera, ingresando a Rusia el 2 de octubre.
Nadezda Krupskaia, su
compañera, le buscó un refugio seguro,
desde donde escribió varios documentos. En uno de ellos planteó: “La revolución
está perdida si el gobierno de Kerensky no es derribado en el futuro próximo”.
Por fin se reunió con el
Comité Central el 10 de octubre. Logró que se aprobara una nueva resolución
sobre la insurrección armada, pero sin especificar fecha ni detalles.
Comprendió que debía recurrir a las bases del Partido.
Con ese fin participó en
una Conferencia del Comité Central con representantes de las
organizaciones bolcheviques de San
Petersburgo. Asistieron 24 dirigentes, de los cuales sólo 9 eran del Comité
Central.
La Conferencia aprobó la
preparación inmediata de la insurrección por 19 votos, contra 2 y 3
abstenciones.
El 21 de octubre se reunió
con los dirigentes de San Petersburgo.
Allí planteó: “la insurrección debe llevarse a cabo el 25; el 24 sería
prematuro y el 26 muy tarde”.
LA GENIALIDAD DE UN LÍDER
En el Instituto Smolny se
vivían horas agitadas. Ahí estaba el centro revolucionario. Lenin planteó al
Comité Central la necesidad de estar allí presente. Se lo prohibieron. Al caer la noche del 24 de
octubre,
Lenin decidió trasladarse
clandestinamente al Smolny y tomar en sus manos la dirección de la
insurrección, cumpliendo la resolución del
Sexto Congreso del Partido.
Disfrazado y acompañado del
camarada Rahia, luego de caminar varias
horas, llegó poco antes de la medianoche al Smolny. No se dirigió a la sala donde
sesionaba el Comité Central. Envió a Rahia a buscar a Stalin
Ambos se reunieron en una
sala vacía y pusieron en marcha a las fuerzas insurreccionales que tenía listas
el Comité Militar Revolucionario, pero que
no se atrevía a lanzar todavía a la toma del poder.
Lenin convocó a los jefes
militares de fábricas y regimientos. Decenas de motociclistas se lanzaron hacia
los suburbios...
A partir de la una de la
madrugada del 25 de octubre, destacamentos de soldados salieron de los
cuarteles; grupos de obreros armados abandonaron las fábricas. Iban a
apoderarse de los puentes, las estaciones ferroviarias, los edificios
públicos...
“LA REVOLUCIÓN SE HA REALIZADO...”
Eran las 14 y 35 minutos
del 25 de octubre de 1917. Se inició la sesión extraordinaria del Soviet de San
Petersburgo. Presidía León Trotski, que anunció a Lenin. Cuando la tempestuosa
ovación se calmó, éste dijo: “Camaradas:
la revolución obrera y campesina, de cuya necesidad han hablado los
bolcheviques, se ha realizado.
A las 22,45 de ese mismo
día 25 de octubre, se inició el Segundo Congreso de los Soviets de toda Rusia.
Hubo acaloradas discusiones. Se eligió un nuevo comité ejecutivo para
reemplazar al elegido en el Primer
Congreso, efectuado en junio, en que tenían mayoría los eseristas (social-revolucionarios) y los mencheviques. Ahora
ganaron los bolcheviques. Obtuvieron 14 miembros del consejo contra 11.
Eran las 3 y 10 minutos de
la madrugada del 26 de octubre, cuando el presidente del Congreso anunció que
el Palacio de Invierno acababa de ser tomado por los revolucionarios.
Había triunfado la
revolución socialista en Rusia. Según el
moderno calendario, esa gloriosa fecha corresponde al 7 de noviembre de 1917.
A LA CABEZA DEL PRIMER ESTADO SOCIALISTA
En medio de difíciles
condiciones, el Gobierno de obreros y campesinos, dirigido por Lenin logró
vencer la contrarrevolución interna y la intervención de 14 países.
El Séptimo Congreso, 26 de marzo de 1918, cambió
el nombre del partido por Partido Comunista de Rusia, reconociendo 1903 como su
año de fundación.
El viernes 30 de agosto de
1918, Lenin habló en un mitin en una fábrica de Moscú. Finalizado el acto se
dirigió al auto que lo esperaba para conducirlo a la reunión del Consejo de Comisarios del Pueblo,
que debía iniciarse a las 21 horas. Caminaba rodeado por una multitud. De
pronto una mujer -miembro de un grupo terrorista de los eseristas- le disparó
tres balazos, dos de los cuales lo hirieron gravemente. Una le penetró en el
tórax comprometiendo la parte superior del pulmón izquierdo; la otra, se le
alojó en el cuello muy cerca de la espina dorsal.
Se recuperó. El 18 de
septiembre participó en la reunión del Consejo de Comisarios del Pueblo. Pero
su salud comenzó a empeorar.
Desde 1922 la salud de Lenin era muy precaria. El
intolerable estrés de encabezar la revolución, la guerra civil y la
construcción de una nueva sociedad, le afectó seriamente. A esto hay agregar
las secuelas del atentado de 1918, pues
debió vivir con una bala en el cuello, peligrosamente cerca del espina dorsal.
GRAVEMENTE ENFERMO
En mayo de 1922, sufrió un
primer infarto cerebral, que lo dejó parcialmente paralizado en su lado
derecho. Debió disminuir su papel en el
Gobierno.
En diciembre de 1922, le
sobrevino un segundo infarto. A pesar de ello, siguió trabajando teóricamente.
Lo hizo hasta febrero de 1923.
Durante este período dictó
una serie de importantes artículos que se
conocen como su “testamento político”. En estos trató diferentes temas como el de la dirección colectiva en el Partido. En uno,
dictado el 24 de diciembre de 1922, advertía sobre los peligros que
involucraría poner a la cabeza del Partido
y del gobierno soviético a Stalin o Trotski.
En mayo de 1923, luego de
tener el tercer infarto, quedó postrado en cama, imposibilitado de hablar.
LA HERENCIA TEÓRICA
LENINISTA
En los 35 años de labor
teórica y práctica, entre 1888 y 1923, Lenin escribió más de 30 mil libros,
folletos, cartas y documentos. Unos 9 mil de ellos figuran en los 55 tomos de
su Obras Completas, editadas entre 1958 y 1965.
Citamos sólo algunas de sus
obras: “Sobre la cuestión de los mercados” (1893),
“El desarrollo del
capitalismo en Rusia” (1899), “Anarquismo y socialismo” (1901),
“¿Qué hacer?” (1902),
“Las tareas de la juventud
revolucionaria” (1903),
“Un paso adelante, dos
atrás” (1904),
“Dos tácticas de la
socialdemocracia en la Revolución Democrática” (1905),
“Materialismo y
empiriocriticismo” (1908),
“Carlos Marx” (1914),
“La quiebra de la Segunda
Internacional” (1915),
“El imperialismo, etapa superior
del capitalismo” (1915),
“El programa militar de la
revolución proletaria” (1916),
“El Estado y la Revolución”
(1917),
“La revolución proletaria y
el renegado Kautsky” (1918),
“La Tercera Internacional y
su lugar en la historia” (1919),
“El ‘izquierdismo’
enfermedad infantil del comunismo” (1920),
“La crisis del Partido”
(1921),
“Carta al Congreso” (1922),
“Sobre las Cooperativas”
(1923),
“Nuestra Revolución”
(1923),
“Más vale poco y bueno”
(1923).
LENIN EL DIRIGENTE
Quienes militaron y trabajaron
con él coinciden en señalar varias cualidades del líder ruso.
A Lenin siempre le eran
propios el realismo político y la capacidad de apreciar objetivamente la
situación, ver todas las posibilidades que se ofrecían en tal o cual momento.
El realismo político de Lenin permitía evitar el falso optimismo o pesimismo en
los bruscos virajes de la historia. Al
sufrir derrotas no se dejaba llevar por el pesimismo e infundía confianza en
los otros. Sabía extraer lecciones hasta de las batallas perdidas.
En base al análisis
científico de la realidad, Lenin elaboraba planes audaces de construcción de
una nueva sociedad. Una gran eficacia caracterizaba también su actividad como
estadista. Determinaba con extraordinaria rapidez las tareas más importantes del
momento, pero no olvidaba las
secundarias.
Lenin consideraba de
enorme trascendencia la oportuna reacción del Partido ante los
cambios de la situación política.
El estilo leninista de
trabajo y la propia personalidad de Lenin ha dejado una profunda huella en la
conciencia de la humanidad y en la cultura.
LENIN, EL SER
HUMANO
Todos los que conocieron de
cerca a Lenin destacan su excepcional modestia en los asuntos concernientes a
su persona. Después de ser herido en
agosto de 1918 criticó el tono de las publicaciones aparecidas en los
periódicos. Escribió: “Soy como los demás... Toda la vida luchamos, en el plano
ideológico, contra la admiración excesiva de las virtudes de una sola persona,
resolvimos ya hace mucho la cuestión de los héroes, ¡y he aquí otra vez el
culto a la personalidad!”
El modo de vida de Lenin no
se diferenciaba de la vida espartana de sus contemporáneos.
“Lenin compartía todas las
privaciones de aquellos días cuando escaseaba el combustible, las viviendas y
hasta los alimentos”, recuerda G. Lausbury, uno de los dirigentes del partido
laborista inglés que visitó la Rusia soviética.
Lenin siempre se preocupaba
de los demás. A pesar de sus muchas actividades diarias como estadista,
encontraba tiempo para escribir centenares de recados, dar órdenes verbales
para ayudar a unos y otros camaradas, de mandarles a descansar, a curarse, de
proporcionarles viviendas, etc.
Lenin odiaba a las clases
explotadoras, pero no tenía enemigos personales.
EL HEROÍSMO DE LENIN
Máximo Gorki, el gran intelectual ruso, tiene una obra llamada
“Lenin en 1922”. En ella escribió:
“Su heroísmo, casi
enteramente desprovisto de relumbrón exterior, la abnegación modesta, ascética,
frecuente en el intelectual ruso, en el revolucionario que cree sinceramente en
la posibilidad de la justicia sobre la tierra; era el heroísmo del hombre que
ha renunciado a todas las alegrías del universo para trabajar duramente por la
felicidad de los hombres… Cuando murió Lenin, reconocieron lealmente hasta sus
más encarnizados enemigos que con él había perdido el mundo al hombre ‘que era
la más viva encarnación del genio entre los grandes hombres contemporáneos’.
“Para mí, Lenin, es un héroe de leyenda; es un
hombre que ha arrancado de su pecho el corazón ardiente para alumbrar con su
llama el camino que conducirá a los hombres lejos del abyecto caos
contemporáneo.”