REFLEXIONES DE UN MILITANTE COMUNISTA DE BASE EN TORNO A
LA DERROTA DE DICIEMBRE DE 2017 (XI)
Iván Ljubetic Vargas, historiador
No hacerse el harakiri,
pero tampoco hacerse el leso.
CAPÍTULO XI: Y AHORA, ¿QUÉ HACER?
Apechugar. Los comunistas
siempre lo hemos hecho, en las buenas y en las malas. Lo primero, en base a una
sana y valiente crítica y autocrítica, tratar de explicarnos las verdaderas
causas de la derrota. Sin hacernos el harakiri, pero tampoco hacernos los lesos
con ese falso y acostumbrado exitismo. Luego enmendar los errores.
Cada cual respondiendo por
su personal responsabilidad y como miembro de un órgano partidario. Desde
capitán a paje. Teniendo en cuenta que el capitán tiene más responsabilidad que
el paje.
La derrota sufrida por la
centro-izquierda en las elecciones del 17 de diciembre de 2017 no invalida la
línea estratégica del Partido Comunista de Chile, trazada en su XX Congreso
Nacional y ratificada en los congresos posteriores, la que tiene como objetivo
estratégico el conquistar un Chile realmente democrático. Por el contrario.
Alcanza enorme significado en las condiciones de un gobierno de derecha como el
que se instalará a partir de 11 de marzo de 2018. Esta estrategia se debe
expresar en la defensa de los cambios
llevados a cabo por el gobierno de la Presidenta Bachelet y lograr otros
avances positivos. Ello, logrado a través de la unidad y lucha de los más
amplios sectores democráticos.
Por tanto, tampoco
está invalidada la justa política de
alianzas aprobada por el Pleno del Comité Central del PC, realizado el 28 de
diciembre de 2004.
En mi opinión, lo decisivo
es reafirmar nuestros principios marxistas, leninistas, recabarrenistas. Pensar y actuar de acuerdo con ellos.
Siguiendo el ejemplo de
Luis Emilio Recabarren (a veces olvidado o dejado en segundo plano por algunos
dirigentes comunistas) poner en el centro de nuestro pensamiento y acción el
movimiento obrero, que es la fuerza
motriz de nuestro desarrollo histórico. Ningún tipo de alianzas ni
compromisos nos pueden apartar de ello.
Educarnos para educar a las masas. Ir forjando
la conciencia de clase en los trabajadores, su conciencia real, en permanente y
dura lucha ideológica. Como lo hizo Recabarren, utilizando todos los medios a
nuestro alcance: la prensa (es imprescindible contar con un diario de papel,
sencillo, educador), grupos de teatro, conjuntos artísticos (el Coro Rojo es
una excelente iniciativa que es necesario multiplicar), actos, paneles, la
bancada de diputados comunistas. Ahora, la radio, redes sociales y, en lo
posible, la TV.
Como Recabarren, prestar
especial atención al movimiento sindical, a su organización, unidad y luchas
reivindicativas. Transformar a los sindicatos en escuelas de educación de los
trabajadores.
Hacer crecer en cantidad y
calidad el Partido Comunista. Reclutar nuevos combatientes. La muestra de cómo
se trabajó en la campaña electoral, está dada
por la cantidad de nuevos
militantes que se ganaron en ella.
Volver a la plena vigencia
de las normas leninistas de organización y funcionamiento. Derrotar las
tendencias socialdemócratas que surgieron en documentos como la Convocatoria al
XXV Congreso. La denuncia realizada por nosotros, obligó a echar marcha atrás a
los redactores de ese documento
(suponemos miembros del Comité Cenhtral), con explicaciones que nada
explicaron.
No son nuevos los intentos
por “flexibilizar” a Lenin. Por ejemplo, en una entrevista publicada en “El
Siglo” en su edición de la semana del 8 al 13 de abril de 1995, Oscar Azócar,
entonces Encargado de Nacional de Organización, señaló: “En el Pleno vimos que
era fundamental desarrollar métodos de trabajo más flexibles para incorporar a
otros compañeros. Lo fundamental para medir al militante, es que trabaje con
las orientaciones del Partido, que contribuya en forma concreta para ponerlas
en práctica. Lo más importante es la actividad que cada militante desarrolla, y
la célula tiene que ser capaz de llegar
hasta estos compañeros”. Y -¡atención!-
agregaba más adelante: “Buscar otras formas, además de la célula, para
incorporarse a la actividad”.
Si somos un partido
leninista, debemos practicar el centralismo democrático, la dirección
colectiva, la célula como principal órgano partidario, la crítica y la
autocrítica, la obligatoriedad de todo dirigente de militar en una célula. Sólo
con un partido organizado y funcionando al estilo leninista, podemos realizar una verdadera
política de masas. En ello, las células tienen que jugar su rol esencial.
Debemos perfeccionar la
democracia interna.
En su edición del 15 de
julio de 2016, el semanario “El Siglo” publicó en la página 5 una breve, pero
muy importante información. Su título: “PC elegirá Comité Central por voto
universal”. En parte del texto explica: “Desde ahora, el Comité
Central del Partido Comunista de Chile (PC) será elegido por voto universal de
los militantes de la colectividad, es decir, todos sufragarán para decidir
quienes integran esta instancia partidaria”. Agrega más adelante: “Esta
innovación la acordó, precisamente, el Pleno del Comité Central (CC), efectuado
el pasado 9 de julio, para dar cumplimiento con la norma establecida por la
nueva ley de partidos políticos”.
Este acuerdo significa
fortalecer la democracia interna del Partido de Recabarren, pues sepulta el
antidemocrático método de la prelación. Ese sistema tenía por resultado que, en
los Congresos Nacionales, eran elegidos o reelegidos como miembros del nuevo Comité Central todos los candidatos propuestos en la prelación por la Dirección Central que
llegaba al evento partidario.
Lenin jamás planteó ni
practicó la prelación. Es conocido que, en el VI Congreso del Partido de los
bolcheviques, efectuado en San Petersburgo del 26 de julio al 3 de agosto de 1917, fueron elegidos
dirigentes leninistas, trotskistas y de otras corrientes, que actuaban dentro
de esa colectividad.
Recabarren aplicó la
democracia interna. Por ejemplo, cuando en el
Tercer Congreso Nacional del Partido Comunista, efectuado en Valparaíso
el 25 y 26 de diciembre de 1920, se
resolvió la incorporación del Partido a la Internacional Comunista,
Recabarren propuso -y fue aprobado- que ello fuera discutido por todos los
militantes en las secciones (así se llamaban
entonces las bases del Partido) durante 1921. Sólo después de ello, en el
Cuarto Congreso Nacional, efectuado en Rancagua el 1 y 2 de enero de 1922, se
ratificó tan importante medida.
Otro ejemplo. En el Sexto
Congreso Nacional, celebrado en Viña del Mar, el 18 y 19 de septiembre de 1924,
una fracción antipartido logró elegir cuatro de los siete dirigentes de la
Dirección Nacional. Ello creó la primera crisis en la historia del Partido
Comunista. Para superarla, Recabarren propuso la elección directa, por todos
los militantes, de una nueva dirección nacional. Esta tuvo lugar el 13 de
diciembre de 1924. Los siete dirigentes elegidos fueron probados
revolucionarios.
La democracia interna
garantiza, además, la plena libertad de opinión en las instancias partidarias.
No debe preocupar que dentro de un organismo existan opiniones discrepantes. En
una ley de la dialéctica que en toda cosa o fenómeno existen contradicciones. Y
no podemos pretender que esa ley no tenga
vigencia dentro del Partido. Lenin cita
de una carta del socialista Lasalle a Marx, la siguiente frase: “La lucha
interna da al Partido fuerzas y
vitalidad”. Y la utiliza como parte del epígrafe de su obra “¿Qué hacer?”. La
lucha ideológica también se da al interior del Partido.
La democracia interna garantiza el derecho de los militantes al
ejercicio libre y responsable de la crítica autocrítica dentro del Partido.
La defensa de las normas
leninistas de organización y funcionamiento es tarea de todos los
revolucionarios.
Por otra parte, no debemos
olvidar las lecciones que nos ha dejado nuestra rica historia de más de un
siglo de combates. Por ejemplo, la autocrítica realizada en el Pleno de agosto
de 1977 sobre el “vacío histórico” en cuanto al tema militar.
Ha sorprendido, algo que no
nos debiera sorprender: la provocadora acción de elementos fascistas en el acto
de la CUT. Con el triunfo de Piñera los ultraderechistas se sienten estimulados
a mostrar sus garras. Los sectores populares, y en primer lugar los comunistas,
no podemos descuidar la autodefensa. Es
otra tarea de plena vigencia.
Si los comunistas hemos
optado en este período por la vía no armada y, como una de las formas tácticas,
la electoral, debemos prepararnos para tener éxito en las elecciones. Si bien
logramos elegir 8 diputados y perdimos un candidato a senador el domingo 19 de
noviembre de 2017, estos resultados están distantes para pretender ser un
partido con real influencia en lo electoral. Este trabajo debe ser continuo. No
solo en los marcos de los comicios. En ello incide en primer lugar el trabajo
de educación y propaganda, una real política de cuadros y, sobre todo, el
accionar con las masas.
Tanto de lo positivo como
de lo negativo de nuestro actuar en este período de las elecciones del 2017, el
principal responsable es el Comité Central. También necesario analizar la
actuación de los Comités Regional, Comunales y de Sector, como la participación
que le cupo a cada célula y a todos los militantes. Ello, insistimos, en base a
la crítica constructiva y a la autocrítica
sincera.
No hacerse el
harakiri,
pero tampoco hacerse
el leso.