Hace 82 años, un 6 de abril de
1941:
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Recuerdo que mi padre compró una radio Philips a comienzos de 1941. Un día, sin previo aviso,
apareció en una mesita del comedor. Fue para nosotros, los niños de la casa,
una gran sorpresa.
Con el tiempo me di cuenta
que mi padre la adquirió para escuchar las noticias que llegaban de
Mi padre era yugoslavo. Había nacido en un pueblito
llamado Sutivan, en la isla de Brac, provincia de Dalmacia, Yugoslavia. Muy
joven, en su pueblo natal, con otros dos camaradas, formaron un núcleo
revolucionario.
La pésima situación reinante
en la región obligó a muchos de sus habitantes a emigrar.
Hacia 1910 un grupo de yugoslavos llegó a Antofagasta. Entre ellos estaban Iván
(Juan) Ljubetic Manzoni, mi padre.
Después de permanecer un breve tiempo ese puerto nortino,
viajó al centro de Chile. En los alrededores de Santiago
conoció a María Vargas Puebla. Surgió el amor entre ellos. Se casaron en
Melipilla el 5 de enero de 1929.
Se establecieron en la
capital. En calle San Francisco N.º 401, esquina Cóndor, abrieron un pequeño
almacén y allí nacimos tres de sus hijos: Iván, en 1930; María, en 1932, y Vladimir en 1934.
Posteriormente, trocaron el almacén de Santiago por una
quinta en Callejón Ovalle, donde tuvieron un boliche.
En 1936 un nuevo trueque. Esta vez, la quinta por un edificio en Llo-Lleo,
ubicado en la esquina de Inmaculada Concepción con Del Canelo, frente a
Después de trabajar como obrero en el puerto de San
Antonio, mi padre pudo abrir un comercio, al que –por una razón que nunca supe-
le llamó “Almacén Santiago”. Debido a
ello, muchos le llamaban “Don Santiago”.
Mi padre era muy reservado. De poco hablar, pero muy observador. Sólo
después que murió en mayo de 1973, supe que era ayudista del Partido Comunista
de San Antonio. Me lo contó el sastre Ramón Urzúa, un viejo y querido
compañero, que durante el Gobierno del traidor fue relegado a Pisagua.
Buena siembra dejó nuestro
padre yugoslavo y nuestra madre chilena:
sus cuatro hijos somos
comunistas.
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De las noticias que
escuchábamos a través de la radio Philips, hubo dos que me impactaron a tal
punto que aún me recuerdo de sus detalles. Por entonces tenía diez años.
Una de esas impactantes noticias
fue el inicio del ataque de la bestia parda contra Yugoslavia. No hubo
declaración de guerra previa. En forma criminal y alevosa lanzó, el 6 de abril de 1941, un terrible bombardeo aéreo sobre
Belgrado, la capital.
Según el noticiario, éste causó varios miles de muertos, desbarató la
fuerza aérea yugoslava y extendió el caos en las defensas del país.
Hubo un detalle que me quedó
grabado: sobre la ciudad incendiada y en ruinas cayó ese 6 de abril una fuerte
lluvia. Yo entonces pensé que la lluvia ayudaría a apagar los incendios.
A continuación, vino el ataque
por tierra. Las principales unidades invasoras partieron desde Rumania, Austria
y Bulgaria. Su objetivo fundamental era
aislar a Yugoslavia de Grecia y de las unidades británicas allí destacadas y cercar
Belgrado. Los nazis atacaron simultáneamente
a Grecia.
El 7 de abril, ante la brutal agresión del Eje, Yugoslavia
declaró la guerra a Italia y Alemania.
Las fuerzas armadas yugoslavas, aunque mal preparadas, lograron resistir
heroicamente, durante cinco días, la poderosa maquinaria bélica hitleriana.
El 11 de abril de 1941 los
alemanes consiguieron tomar contacto con las unidades italianas que avanzaban
desde Albania. Y el día 13 de abril de 1941, entraron en Belgrado, la capital yugoslava.
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Los nazis tomaron
Belgrado, pero no derrotaron al pueblo yugoslavo. Surgieron los guerrilleros o
partisanos. El nombre oficial completo del movimiento creado por el Partido
Comunista de Yugoslavia era Ejército
Popular de Liberación y Destacamentos Partisanos de Yugoslavia. Su comandante
en jefe fue Josip Broz Tito.
El objetivo de los guerrilleros era derrotar al invasor y
crear un estado socialista en Yugoslavia.
Lograron grandes éxitos contra los nazis y tuvieron un cada vez mayor respaldo del pueblo. Fue así como a finales de 1944, las fuerzas totales de los partisanos incluían 650.000 hombres y mujeres organizados en cuatro ejércitos de campaña y 52 divisiones. Por entonces ya no se limitaron a una guerra de guerrillas, sino que enfrentaron al invasor en una guerra convencional.
En abril de 1945, los
partisanos sumaban ya más de 800.000. Al final de
La lucha de liberación nacional tuvo en Yugoslavia un carácter revolucionario, logró la derrota del invasor
y la posterior expropiación del conjunto de la burguesía yugoslava. Esto fue producto del carácter antifascista del
pueblo yugoslavo y de la correcta
dirección que supo dar el Partido Comunista
al curso de los acontecimientos.
Yugoslavia fue el único país de Europa Central y Oriental
que se liberó sin la ayuda de ninguno de sus aliados. La sangre
derramada por los eslavos del sur (más de dos millones de muertos) fue uno de
los factores que hizo posible la derrota de Hitler.