Iván Ljubetic Vargas, historiador
del
Centro de Extensión e
Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
1961. En los círculos gobernantes de Estados Unidos cada día que pasaba crecía la preocupación por su “patio trasero”. El ejemplo cubano era un fantasma que recorría América Latina. La influencia de su revolución estimulaba la lucha de los pueblos del continente.
Ante este hecho, el imperialismo decidió actuar rápidamente. Por entonces, el presidente del imperio era John Kennedy. Joven y dinámico, su persona irradiaba simpatía.
El 13 de marzo de 1961, propuso a las naciones de América la llamada “Alianza para el Progreso”. Consiste –afirmaba el político yanqui – en un nuevo trato hacia las naciones al sur de Río Grande (límite sureño de Estados Unidos). Nunca más intervenciones de los marines. El hermano mayor estaba decidido a contribuir al progreso de los hermanos que habitaban su “patio trasero”.
Un mes y dos días después del anuncio de Kennedy sobre
El Comandante en Jefe Fidel Castro, organizó la defensa antiaérea de los aeropuertos ante la amenaza de un segundo ataque. Este tuvo lugar el lunes 17 sobre la base de San Antonio de los Baños. Con nulo resultado.
Fidel Castro respondió a la agresión imperialista
proclamando, por primera vez, el carácter socialista de
ASÍ HABLÓ FIDEL
“En el día de ayer –señaló Fidel Castro-, como todo el
mundo sabe, aviones de bombardeo divididos en tres grupos, a las 6 en punto de
la mañana penetraron en el territorio nacional procedentes del extranjero y
atacaron tres puntos del territorio nacional, en cada uno de esos tres puntos
los hombres se defendieron heroicamente, en cada uno de esos puntos corrió la
sangre valerosa de los defensores...
La hazaña yanqui que arma mercenarios y les paga para que
vengan a asesinar jóvenes de 16 y 17
años es un ataque sorpresivo, artero y traicionero en todos los órdenes, contra
un país al que no se le puede perdonar
su vergüenza, su dignidad, su valor.
Porque lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es
que estemos aquí, lo que no pueden perdonar los imperialistas es la dignidad,
la entrega, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el
espíritu revolucionario del pueblo de Cuba”.
“Eso es lo que no pueden
perdonarnos, que estemos en sus narices ¡y que hayamos hecho una Revolución
socialista en las propias narices de Estados Unidos!
Compañeros obreros y
campesinos, esta es
Compañeros obreros y campesinos de la patria, el ataque de ayer fue el preludio de la agresión de los mercenarios, el ataque de ayer que costó siete vidas heroicas, tuvo el propósito de destruir nuestros aviones en tierra, mas fracasaron, sólo destruyeron tres aviones, y el grueso de los aviones del enemigo fue averiado o abatido”.
Fidel finalizó su discurso diciendo: “Marchemos a nuestros
respectivos batallones y allí esperemos órdenes, compañeros”