jueves, 20 de abril de 2023

JULIÁN GRIMAU

 

 

 

                                                          Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                          Centro de Extensión e Investigación

                                                          Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

 

 

 

 



Julián Grimau García nació el 18 de febrero de 1911 en  la calle  del Paseo del Rey, N. 14 de Madrid.  Su padre, Enrique Grimau de Mauro, era inspector de policía y dramaturgo. Su madre, María García Ruiz, de Ávila.

Al estallar la guerra civil, ingresó en el Partido Comunista de España (PCE). Pasó la guerra en Barcelona, donde se dedicó a labores policiales.

Al ser derrotada la República, se exilió en América Latina, estableciéndose posteriormente en Francia. Fue uno de los dirigentes del Partido Comunista Español  durante la época franquista.

En 1954, durante el Congreso del PCE celebrado en Praga, fue elegido miembro de su comité central. A partir de 1959 al ser detenido  Simón Sánchez Montero, quedó en la dirección del Partido "en el interior", es decir, dentro de España. Durante varios años debió vivir en la clandestinidad. Compartió  esa dirección con Jorge Semprún y Francisco Romero Marín.

Por su actividad fue  una de las personas más buscadas por la Policía franquista.

El 7 de noviembre de 1962, mientras viajaba en un autobús con solo dos pasajeros más, que eran agentes de la policía política franquista, fue detenido.

Obviamente, había sido delatado. Fue conducido a la  Casa de Correos de Madrid. Allí fue lanzado desde un segundo piso a un callejón, con las manos delante esposadas,  lo que le ocasionó graves lesiones en el cráneo y en ambas muñecas. La versión de los fascistas fue  que en un momento de su interrogatorio se encaramó a una silla, abrió la ventana y se arrojó por ella de forma "inexplicable" y por voluntad propia.

Grimau no fue acusado por su militancia clandestina (lo que le habría valido una condena a prisión) sino por su actividad durante la guerra civil. Fue la última persona procesada y condenada en España como consecuencia de la guerra. La razón de ello es que, probablemente, el régimen quiso dar una lección a la oposición en un momento en el que existía una ola de alta conflictividad social y política.

Grimau fue acusado por su trabajo como policía durante la guerra civil. Esa actividad, como todas las ejercidas por miembros de la administración republicana durante la guerra, era calificada de delito de rebelión militar. Aunque el delito se consiguiese probar, técnicamente había prescrito tras los 25 años transcurridos. El tribunal debía probar entonces que se trataba de un delito continuado. En concreto, a Grimau se le imputaban torturas y asesinatos en una checa (centro de detención político)  de Barcelona. Imputación, que no fue demostrada en el juicio. 

Tras su detención, fue condenado en un juicio sumarísimo, el jueves 18 de abril de 1963.

El caso de Julián Grimau levantó una ola de solidaridad mundial. La prensa internacional volcó su atención sobre el caso Grimau y hubo manifestaciones multitudinarias en varias capitales europeas y latinoamericanas. Más de 800.000 telegramas llegaron a Madrid. pidiendo la paralización de lo que consideraban un juicio-farsa. Aún hoy, numerosas ciudades de todo el mundo honran al madrileño con calles y edificios oficiales que llevan su nombre.

Julián Grimau, entre tanto, pasaba en el cuartel militar del barrio de Campamento sus horas de capilla, es decir, las previas a la ejecución de la pena, en compañía de su abogado, de acuerdo con las ordenanzas militares.

Hacia las 5 de la madrugada del 20 de abril de 1963, fue trasladado en una furgoneta al campo de tiro del cuartel, donde debía ejecutarse el fusilamiento.

Correspondía a la Guardia Civil formar el pelotón, pero sus mandos se negaron a hacerlo. El capitán general de Madrid rehusó también que el pelotón fuera integrado por militares de carrera, que era la segunda opción. Parece ser que fue el propio Franco quien dio la orden de que los ejecutores de Grimau fueran soldados de reemplazo, y así se hizo. Jóvenes, asustados y sin experiencia de tiro, según los testigos, dispararon a Grimau 27 balas sin lograr acabar con su vida. Fue el teniente que mandaba el pelotón quien hubo de rematar a Grimau de dos tiros en la cabeza. Según confesó años más tarde a la familia del fallecido, este acto le persiguió durante toda su vida, hasta el punto de que acabó sus días en un psiquiátrico. Julián Grimau fue enterrado en el cementerio civil de Madrid.


Impactada por la muerte de Grimau, nuestra Violeta Parra dedicó los versos de su canción “¿Qué dirá el Santo Padre?”

 

 

“¿QUÉ DIRÁ EL SANTO PADRE?”

 

¿Qué dirá el Santo Padre,

que vive en Roma,

que le están degollando,

y a su paloma?

El que oficia la muerte como un verdugo,

tranquilo está tomando, su desayuno.

Lindo segar el trigo por lo sembrao,

regado con tu sangre, Júlian Grimao.