Iván Ljubetic
Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
En
el año 1965, siendo Encargado de Organización del Comité Regional Cautín del
Partido Comunista, viajé a Santiago. Concurrí a la sede del Comité Central,
ubicado en Teatinos 416. Me encontré con Don Américo, entonces Encargado
Nacional de Finanzas, a quien no conocía personalmente. Junto con saludarme muy
fraternalmente me dijo: “compañero, ¿puede mostrarme su carné partidario?”. Me
quería pillar con las cotizaciones. Se
lo pasé con orgullo. Estaba rigurosamente al día.
Entonces
le dije: “Perdón, compañero Zorrilla, ¿podría mostrarme el suyo? Sorprendido,
pestañó repetidamente -como supe después- era su costumbre ante un problema. En
voz baja, titubeando, me explicó; “Es
que… la encargada de finanzas de mi célula se atrasó con las últimas estampillas”…
Así
conocí a ese obrero tipógrafo, gran dirigente comunista chileno. Uno de los
pocos al que sus compañeros le han llamado “Don” en señal de respeto y de
enorme cariño.
LOS PRIMEROS AÑOS
Américo
Zorrilla Rojas nació en Santiago el 22 de febrero de 1910. Su padre, Ramón
Zorrilla, era pequeño industrial gráfico; su madre, Benigna Rojas, de
origen campesino.
En
1917 ingresó a una escuela pública en Avenida Matta, entre Chiloé y San Francisco.
Estudió
en los liceos Barros Borgoño y Amunátegui. A los 14 años comenzó a trabajar
como tipógrafo. Primero en la imprenta de su padre, luego en otras. Ya a los 17
dominaba la profesión de linotipista.
COMIENZA SU ACCIÓN SOCIAL
En
1931 participó en la fundación de
En
octubre de 1931 se casó con Dora Álvarez, con quien tuvo dos hijos.
INGRESA AL PARTIDO DE RECABARREN
En
1932 recibió su carné de militante comunista y asistió a su primera reunión de
célula.
Así,
lo evocaba el compañero Américo:
“Recuerdo nítidamente cuando ingresé al Partido Comunista en junio de 1932. Yo
trabajaba como obrero tipógrafo. Ya tenía contacto, yo de alguna manera
cooperaba con los comunistas. Pero fui en ese mes de junio de 1932 que asistí
por primera vez a una reunión de célula.
Recuerdo perfectamente el lugar donde se
realizó y conservo vivos todos los aspectos de lo que fue esa reunión y de lo
que ocurría entonces en el Partido”. (“Don Américo, un chileno comunista”,
página 20)
Ese
mismo año participó como delegado de
Por
entonces Chile vivía momentos muy movidos. El 4 de junio de 1932, un golpe de
Estado cívico-militar había derrocado el gobierno derechista de Juan Esteban
Montero e instaurado la “República Socialista”, que duró sólo doce días.
En
1934, el nombre de Américo Zorrilla figuraba
en las listas negras de los patrones, lo que le impedía conseguir un trabajo en
Santiago. Debió trasladarse a Valparaíso, donde logró un puesto de trabajo en
una imprenta. Durante su estada en el puerto realizó una intensa actividad en
su gremio.
EN
En
1938, el compañero Américo regresó a
Volodia
Teitelboim recordaba que ese tiempo
era “muy jovencito, delgado, montando
imprentas clandestinas en medio de la noche. Ayudó a la instalación
“Tiempo
de crisis, de real miseria y de revolucionaria alegría, vales en el restaurant
‘
UNA IMPRENTA PARA “EL SIGLO”
Era
necesario contar con una nueva imprenta, tener una prensa popular. Ello se logró - según relata Volodia Teitelboim- “con plata
del pobre, quien se sacó un pan de la
boca para adquirir por fin lo que él nunca había tenido, una rotativa poderosa
y rápida como una locomotora. Salvador Barra Woll, Víctor Cruz aportaron su
experiencia en la materia, recogida a la vera de Recabarren. Pero el joven
Zorrilla trajo un aliento modernizador, un ritmo dinámico y organizado
indispensable para que una mañana los canillitas salieron gritando por las
calles el nombre del nuevo diario”. Fue el 31 de agosto de 1940.
Añade
Volodia que la historia de El Siglo “un día dirá el papel del pueblo, del
Partido, de los organizadores, de los gráficos, que participaron en ella.
Necesariamente tendrá que dedicar una buena página a la labor desplegada por
Zorrilla en la articulación de este engranaje complicado que permitió sacar un
diario que significó una revolución y una revelación periodística para la época
en que apareció” (Ibidem).
En
1940 fue nombrado administrador de “El Siglo”. En 1941 pasó a ser su gerente, cargo que ocupó hasta 1947.
TESTIGO
DE UNA MASACRE
Américo
Zorrilla estuvo en
El
periodista y escritor José Miguel Varas lo entrevistó:
-
¿Y usted conocía a Ramona Parra?
-
Sí. Se le veía mucho en el local del Partido o en la oficina del diario, a
menudo con una hermana. Una morena, la otra blanca. Llamaban la atención.
Ramona
era una muchacha delgada, pálida, de rostro muy agradable. Siempre con una
sonrisa a flor de labios. Hay una fotografía que se ha conservado para la
historia, en la que ella va detenida entre dos carabineros, a raíz de una de
las manifestaciones tan frecuentes en aquellos días. Ella va sonriendo, con su
gesto habitual.
-
¿Cómo y por qué se produjo la masacre?
-
En mi opinión, la masacre de
EN TIEMPOS DE
En 1947 el Presidente González Videla, traicionó el Programa jurado
al pueblo y en octubre de ese año
comenzó a perseguir a los comunistas. En 1948 dejó de aparecer “El Siglo”.
Entonces, Américo Zorrilla pasó a
cumplir diversas tareas clandestinas como colaborador del Comité Central.
Una
de ella fue la de dirigir una proeza
increíble: sacar pieza por pieza la imprenta del Partido y trasladarla, sin que
ello fuera descubierto por los agentes de la policía, a diversos lugares de la
capital.
En
1949 fue detenido y torturado por la policía. Salió en libertad. En 1950
nuevamente apresado y relegado esta vez a Chiloé. A su regreso de su relegación en el sur, realizará otra acción de enorme audacia.
Con
su característica modestia, Américo Zorrilla relató en 1981: “Tuve conocimiento
concreto de esas empresas del Partido en una reunión que a la que se me citó y
en la cual participamos tres personas: José Venturelli, un compañero al que
llamaré Pérez (se encuentra en Chile) y yo. Aquélla primera reunión tuvo por
objeto plantear la tarea por encargo de
Luego
explica que, para llevar adelante la impresión del libro, tarea de su responsabilidad directa, “se organizó otro
que funcionaba absolutamente independiente del grupo inicial, en otro plano”.
TAMBIÉN PARTICIPÓ DON LUCHO
La
tarea que encabezaba el compañero Zorrilla era totalmente nueva para el
Partido. Antes se habían publicado periódicos, folletos, volantes, pero un
libro era otra cosa y, ahora se agregaba el hecho de hacerlo toda bajo las
medidas de la más estricta clandestinidad.
Se
trataba ahora de cinco mil ejemplares de un impreso de 468 páginas y de formato
grande. Se debían utilizar alrededor de cuatro toneladas de papel.
Luis
Corvalán entrega importantes antecedentes de esa acción: “Américo Zorrilla
montó un excelente aparato para mover de una parte a otra el personal
especializado y material necesario. Los pliegos se doblaban en casa de un cura
que tenía una pequeña parcela en Conchalí. Una vez terminado el libro, la
edición se distribuyó en diferentes casas y se organizó la venta. La mayor
parte se guardó en un fundo de la
cordillera de Santiago, que consiguió Víctor Bianchi. Éste trabajaba en
Precisamente
fue el trabajo previo del libro “que iba a llegar de México”, la razón del
éxito de la venta de la obra de Neruda.
ELUDIENDO
Explica Américo Zorrilla: “Los aparatos represivos
estudian atentamente la propaganda clandestina impresa y, a través de la tipografía
utilizada, pueden localizar a menudo el
lugar donde se hizo”.
Para
evitar ser detectados, se echó mano para imprimir el Canto General de una
colección de matrices de linotipia que el Partido tenía arrumbada, sin usar por
quine años o más. Se le pudo utilizar sin mayor riesgo.
“La
composición mecánica –cuenta Zorrilla- la hizo un solo linotipista... La
compaginación la hizo un solo hombre. La impresión estuvo a cargo de Manuel
Recabarren”. Este obrero comunista, mencionado
por don Américo, fue detenido por agentes de la dictadura fascista el 30 de
abril de 1976 y desde entonces forma parte de la lista de
detenidos-desaparecidos.
En
varias oportunidades estuvo muy cerca de ser descubierta
Una
de esas ocasiones se produjo cuando la policía allanó la imprenta en que se
imprimía el libro. Relata Américo
Zorrilla: “Buscaban propaganda clandestina. Mientras los agentes revisaban por todos los rincones, el oficial
a cargo de la pesquisa observaba atentamente, afirmado en los pliegos recién
impresos del ‘Canto General’, hojas de 55 por 77 centímetros que deben haber
formado un bloque de una altura de 1,40
metros más o menos. Los compañeros habían tenido la preocupación de
colocar encima varios pliegos de una revista hípica y el policía no tuvo la
idea de mirar más abajo”. (Varas, José Miguel: “De la piedra del medio”.
Entrevista a Américo Zorrilla en “Don Américo un chileno comunista”. Italia,
1981, páginas
El
Canto General de Pablo Neruda se vendió en forma legal en Chile. Pero, como
hemos visto, su impresión fue clandestina. Tenía por pie de imprenta “Imprenta
Juárez. México DF”.
DIRIGENTE DEL PARTIDO
El
25 de octubre de 1952, una semana antes que el traidor abandone
El
3 de noviembre de ese año se inició el gobierno del exdictador Carlos Ibáñez
del Campo. Hubo algunos meses con cierto clima de democracia en el país. Pero
pronto Ibáñez comenzó la represión contra el movimiento obrero. Fue así, como
llevó adelante un proceso contra el Partido Comunista. Con motivo de éste,
Américo Zorrilla sufrió una breve detención en 1955. Ese mismo año,
RELEGADO EN PISAGUA
En
1956, durante el segundo gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, Américo Zorrilla
fue detenido y relegado a Pisagua por algunos meses, junto con Luis Corvalán y
otros dirigentes comunistas, del Partido Socialista y otros sectores de
oposición.
El escritor y periodista José Miguel Varas, escribe en ’La misma Piedra del Medio’ que otro de los dirigentes comunistas enviados a la caleta convertida en campo de concentración, Américo Zorrilla, narró algunas de sus experiencias allí:
"Eso fue en 1956, un período no muy largo, de algunos meses. Fue una relegación diferente de las del período de González Videla, esta vez no sólo había comunistas, sino también socialistas y militantes de otros partidos de izquierda. Fue una situación que ayudó al proceso unitario...
"Allí en Pisagua –continúa Américo Zorrilla- nosotros estábamos bajo el control del
Ejército. Todas las semanas iba una avioneta desde Iquique y llevaba un médico.
A la semana, el médico se iba y venía otro. En eso apareció un médico italiano,
que había peleado en la 'División Azul' de Mussolini contra
"Un día este hombre nos dijo: 'Miren, ustedes
están aquí de puros huevones que son'. Le contestamos con aspereza. Pero él
insistió: 'Si ustedes quieren salir, yo los saco a todos'. Entonces le entró una
especie de locura a este hombre y empezó a declarar enfermos graves a todos los
compañeros. Se puso a trabajar como animal, catorce o dieciséis horas
diarias... Empezó a despachar informes a Iquique...
"Parece que se dieron cuenta, o a lo menos
sospecharon que había algo anormal, porque llegó otro médico en actitud muy
dura, que comenzó a llamar a los 'enfermos', entre ellos a mí, para verificar
la cosa...
"Yo alcancé a salir por este mismo
conducto".
UN GRAN ORGANIZADOR REVOLUCIONARIO
Volodia
Tetelboim escribió refiriéndose al compañero Américo Zorrilla: “Con todo,
pienso que tal vez él pasó demasiado tiempo entre la tinta, linotipias, las
prensas y las fresadoras. Nos demoramos quizás demasiado en descubrirlo como un
gran organizador de la actividad revolucionaria aplicada en cualquier campo.
Cuando el descubrimiento se hizo, contribuyó como nadie a desarrollar en el
Partido el concepto de finanzas de masas, a estructurar las entusiastas y bien
concebidas campañas económicas anuales. En que cada milita te asume el
compromiso personal de hacer conciencia en el pueblo de la necesidad de ayudar
al combate, contribuyendo a subvenir los gastos de una gran batalla que le
interesa a él y a toda la izquierda.
“Ha
colaborado sin regatear nunca, en ningún momento, su esfuerzo para dar al
mecanismo total del Partido un impulso renovador, más a tono con los tiempos
que corren y con las responsabilidades futuras.” (Teitelboim, Volodia, en “El
Siglo” del 22 de febrero de 1970)
MIEMBRO DEL COMITÉ CENTRAL
En
el decimoquinto Congreso Nacional del Partido Comunista, efectuado en Santiago
del 18 al 23 de noviembre de 1958, Américo Zorrilla fue elegido miembro del
Comité Central y fue ratificado en su cargo de Encargado Nacional de Finanzas.
Después del decimosexto Congreso Nacional, que tuvo lugar en Santiago del 13 al
18 de marzo de 1962, asumió un puesto en
el secretariado y en el decimoséptimo Congreso
Nacional celebrado en Santiago del 10 al 17 de octubre de 1965, fue designado miembro de
Volodia
Teitelboim se refiere a él, diciendo: “En
Es
absolutamente sencillo. Pero como emana de él un natural señorío de pueblo,
muchos .compañeros lo llaman ‘Don Américo’.” (Ibidem.)
EN EL GOBIERNO POPULAR
Durante
la campaña presidencial que culminó con el triunfo del candidato de
En
el acto solemne del 3 de noviembre de 1970, en que asumió Salvador Allende
En
esa oportunidad, Allende designó a cuatro ministros obreros. Tres de ellos
comunistas:
Américo
Zorrilla, en la cartera de Hacienda; Pascual Barraza, Obras Públicas, y José
Oyarce, Trabajo y Previsión Social. El cuarto fue el socialista Carlos Cortés,
en Vivienda.
El
17 de junio de 1972, Américo Zorrilla
fue reemplazado en la cartera de Hacienda
por Orlando Millas. Entonces volvió a retomar sus responsabilidades como
miembro de
EN
Inmediatamente
ocurrido el golpe fascista del 11 de septiembre de 1973, el compañero Américo
Zorrilla pasó al trabajo clandestino y
se dedicó a restablecer y desarrollar el trabajo de propaganda en las difíciles
condiciones del terrorismo de Estado.
En
una entrevista, el periodista y escritor
José Miguel Varas, le pide:
-
“Hábleme de Víctor Díaz. ¿Tuvo contacto, reuniones con él?
-“Muchas. Yo trabajé como encargado de propaganda hasta los primeros meses de 1974.
-Poco después pasé a ser encargado de organización.
Yo era miembro de
EXILIO Y RETORNO
Por
razones de seguridad
Retornó
a la patria en 1986. Participó en el XIX Congreso Nacional del Partido
Comunista, erróneamente llamado “XV Congreso”, efectuado en mayo de 1989. En
éste dejó de pertenecer al Comité Central. Pero siguió militando activamente en
la célula Pablo Neruda de San Miguel.
Sin
ser miembro de la dirección y habiendo dejado de ser funcionario del Partido
iba todos los días, con esa responsabilidad y sencillez que le fue proverbial, a la sede del Comité
Central para ayudar en lo que
fuera necesario en las tareas
partidarias.
Una
de sus preocupaciones era cuidar de la tumba de Luis Emilio Recabarren en el
Cementerio General.
UN CAMARADA EJEMPLAR
Durante
el exilio, varias veces estuve con Don Américo. Siempre fraternal, de un
especial sentido del humor, alegre, optimista.
Ya
de regreso en Chile, tuve un contacto más estrecho con él. Cuando le conté en
1991 que estaba trabajando en un libro sobre Recabarren, me aportó materiales,
testimonios y me llevó a conversar con compañeros que habían conocido al
fundador del Partido. Entre ellos al exdiputado José Vega Díaz. Su ayuda fue fundamental para que en junio de
1992 apareciera “Don Reca”.
UN MERECIDO HOMENAJE
Don
Américo, militante comunista por 61
años, murió el 20 de agosto de 1992.
El 22 de agosto de 1992 concurrí al edificio Gabriela Mistral. Allí tuvo lugar la clausura pública del XXVII Pleno del Comité Central del Partido Comunista, realizado bajo la consigna: “Tierra, Vida, Humanidad. 500 años de dependencia”. Informó Volodia Teitelboim, que inició sus palabras diciendo:
“Hace
poco más de 26 años un hombre grande, de físico pequeño, como Ministro de
Hacienda del Gobierno presidido por Salvador Allende, proponía el
financiamiento para la construcción del edificio donde hoy estamos reunidos.
Hace poco más de 20 días ese mismo hombre grande, de físico pequeño, en nombre
del Partido Comunista de Chile inició
las gestiones para que el XXVII Pleno se celebrara en este edificio que él,
anónimamente, había contribuido a erigir.
Por
los tristes simbolismos de la vida y de la muerte, una vez que termine esta reunión partiremos a
sus funerales. Permanecerá en nuestras
memorias el ejemplo de este obrero de imprenta, de este constructor del futuro
que dedicó su existencia entera a la causa del pueblo, del Partido, del
socialismo. Nuestro es el dolor de sus familiares. Adiós, querido camarada
Américo Zorrilla”. (Citado en Ljubetic Vargas, Iván: “De
UN IMPRESCINDIBLE
Finalizada la sesión nos dirigimos al Cementerio General. Allí, cientos de comunistas, familiares y amigos, lo despedimos en una emotiva ceremonia. Hablaron para rendirle homenaje Luis Corvalán, Clodomiro Almeyda, Jaime Durán, Luis Salinas, Rodrigo Rojas y su sobrino René Zorrilla.
Con