I.- EL ESCENARIO: PAMPA, SALITRE, OFICINAS, CAMPAMENTOS
Iván Ljubetic Vargas
1. LA PAMPA SALITRERA
Desde la
Guerra del Salitre (1879- 1883) el centro más importante del
movimiento obrero chileno se había desplazado desde el Norte Chico, donde surgieron los primeros destacamentos de
asalariados, al llamado Norte Grande,
compuesto por las provincias de
Tarapacá y Antofagasta.
La pampa salitrera y los
pampinos fueron escenario y actores, respectivamente, muy importantes
en la historia de Chile.
Pampa es una palabra
quechua que significa “lugar amplio y desolado”.
Entre los colaboradores del
periódico “El Despertar de los Trabajadores”, de Iquique, fundado por Luis
Emilio Recabarren en 1912, hubo un
zapatero anarquista, que solía escribir artículos y editoriales. Se llamaba
Francisco Pezoa. Puso letra a un conocido vals de moda entonces. Su texto, cuyo
titulo es “Canto a la Pampa ”, se iniciaba así:
“Canto a la pampa, la tierra triste,
réproba tierra de maldición
que de verdores jamás se viste
ni en lo más bello de la estación.
En donde el ave nunca gorjea
en donde nunca la flor creció
ni del arroyo que serpentea
su cristalino bullir se oyó”.
Andrés Sabella, destacado poeta,
narrador y periodista, que fue la voz de la pampa y de los puertos salitreros,
escribió:
“Al pie de este sol:
semillería de piedras, colores que envenenan muerte.
¡He aquí la fotografía de
la pampa chilena!
Y, sin embargo, allí ha
sido –y es- la vida el acento dominador.
Vida que fue menester traer
con el agua y el coraje, venciendo a la puna y a la sed, al acaso, al
desengaño”.
Pablo Neruda nos habla del
desierto nortino:
“El duro mediodía de las grandes arenas
ha llegado:
el mundo está desnudo,
ancho estéril y limpio hasta las últimas
fronteras arenales: escuchad el sonido quebradizo
de la sal viva, sola en los salares:
el sol rompe sus vidrios en la extensión vacía
y agoniza la tierra en un seco
y ahogado ruido de la sal que gime”.
El escritor Baldomero
Lillo, autor de “Subterra” y “Subsole”, señaló en una conferencia dictada en
1908 en la Universidad
de Chile, en Santiago:
“Los que estamos habituados
al espléndido paisaje de nuestros
campos, sentimos una opresora angustia al ver por primera vez la desolada llanura de Tarapacá. Por donde
quiera que se tienda la mirada, el desierto aparece a nuestros ojos, árido,
desnudo, desprovisto en absoluto de vegetación. Ni un arbolillo, ni una planta,
ni un ave, ni un insecto, nada que signifique vida animal o vegetal descubre la
vista en aquella tierra muerta. Y para hacer más rudo el contraste, un sol
implacable que no empañan nubes ni vapores envía desde lo alto torbellinos de
fuegos devorador.
“En este yermo páramo,
aisladas unas de otras se alzan oficinas salitreras que, desde la distancia, parecen con sus altas y
humeantes chimeneas y sus alargadas construcciones, inmóviles y grandes
trasatlánticos”.
2. LAS
OFICINAS SALITRERAS
En la Pampa de Tarapacá la explotación del salitre se
inició en los primeros decenios del
siglo XIX hasta 1979, año en que paralizó el último establecimiento elaborador
de ese mineral.
Pero el llamado Ciclo del Salitre en esa
provincia abarcó un siglo: desde los años 30 del siglo XIX a los años 30 del
siglo XX. Fue su período de mayor esplendor.
Durante este siglo, la
producción salitrera conoció básicamente
dos sistemas de producción: el Sistema de Paradas y el Sistema Shanks.
En la primera mitad del
Ciclo del Salitre de Tarapacá –que coincidió con la administración peruana- se
utilizaba solamente caliche de alta ley. Cuando éste se agotaba en los campos
de los alrededores, los elementos de producción se debían trasladar a otra
parte. Por tanto, los establecimientos de explotación salitrera eran
transitorios, simples “paradas” temporales.
De ahí la denominación de
Sistema de Paradas.
Posteriormente, con el
desarrollo de la industria del nitrato, se hizo imposible estar trasladando de
sitio las plantas elaboradoras. Debieron establecerse en un lugar.
Al mismo tiempo, el aumento
del movimiento de la producción y de la venta del salitre, obligó a los
patrones a ocupar a un empleado en las tareas contables. Este trabajaba en una rústica
dependencia a la que llamaban “oficina”. Muy pronto, ese nombre se hizo
extensivo a toda la unidad productiva: los terrenos donde se extraía el
caliche, los edificios y maquinarias donde se elaboraba el salitre, el
campamento donde habitaban los obreros, etc.
Todo eso se conocía con el nombre de Oficina
Salitrera.
En 1876, Santiago
Humberstone, químico inglés establecido en Tarapacá, introdujo en la Oficina Agua Santa el
Sistema Shanks. Este consistía en aplicar importantes avances técnicos y
maquinizar el proceso de elaboración del salitre. Por ejemplo, se comenzó a
utilizar el ferrocarril y no sólo carretas tiradas por mulas como se hacía
hasta entonces. Además, se inició el empleo del petróleo –y no leña, como se
hizo antes- en las calderas, así como las correas transportadoras.
Al ponerse en práctica el
sistema Shanks se planteó un cambio drástico en las relaciones de producción,
pues ahora todo el personal ocupado en la extracción, molienda, disolución,
decantación, cristalización y transporte, quedaban concentrados en una misma
empresa.
Surgieron así auténticas
aldeas mineras en la pampa.
Con la introducción del
Sistema Shanks –que coincidió con la administración chilena de Tarapacá- se
inició la segunda parte del Ciclo del Salitre en esa provincia, que duró
aproximadamente medio siglo y que estuvo caracterizado por una gran expansión
de la industria salitrera.
Durante este período
funcionaron en Tarapacá más de 200 oficinas salitreras, agrupadas en once cantones. El cantón era una
división territorial, que reunía un número de oficinas, teniendo como punto de
referencia a un medio de comunicación portuaria para los embarques del salitre.
Esos cantones eran: Zapiga,
Sal de Obispo, Pampa Negra, San Francisco, Negreiros, La Peña , San Antonio,
Yungay, La Noria , Cocina y Nueva
Soledad.
En general, y salvo su
mayor o menor importancia, las Oficinas eran entre sí muy parecidas. Tenían
cuatro secciones bien definidas:
-
El extenso territorio donde se
extraía el caliche (una costra a poca profundidad en que el salitre está mezclado con otras sales,
tierra, arena, piedras);
-
Las maquinarias y demás instalaciones
donde se elaboraba el salitre;
-
Las oficinas de la administración,
casas de jefes y empleados, pulpería y bodegas;
-
El campamento, las construcciones
destinadas para viviendas de los obreros.
3.- LOS
CAMPAMENTOS
Los primeros campamentos
salitreros, de la época de las Paradas, fueron precarios, pequeños, estaban
unidos a la planta de elaboración. Las viviendas eran de costra salina, que se
mimetizaban con el paisaje, también
tenían cañas, cuero de llamas, escasa madera, pisos de tierra.
Los patrones ingleses
levantaron grandes campamentos de calamina (zinc), que no resultaron más
acogedores que los primitivos. Veamos un testimonio al respecto.
En la ya citada conferencia
de Baldomero Lillo, dictada en la Universidad de Chile, en 1908, relató:
“Separados cien metros más o menos de las otras
instalaciones, el campamento es en casi todas las Oficinas una serie de
viviendas construidas de un modo tan simple y rudimentaria, que una ruca
araucana, comparada con ellas, es un prodigio de confort y comodidad. Los
muros, techumbres y paredes divisorias estas habitaciones están formados de
planchas de hierro galvanizado sujetas por armaduras de madera. El piso es de
tierra salitrosa y el techo tiene una altura suficiente para que un hombre de
regular estatura pueda estar de pie. Carecen de ventanas, y la luz exterior
penetra por la única puerta que da a una callejuela que es al mismo tiempo
patio, corral y depósito de basuras.
“Nada más triste y misérrimo que el interior de estas
viviendas. Obscuras, sin ventilación, parecen más bien el cubil de bestias
bravías que moradas de seres humanos. Un matrimonio y su familia ocupa dos
piezas: una sirve de comedor, de cocina, de lavandería, de gallinero, etc., la
otra es el dormitorio. En cuanto al mobiliario, todo es allí de una extrema
miseria, ni siquiera existe lo indispensable. Tal es en general, y salvo raras
y honrosas excepciones, la morada, el hogar, el sitio de refugio y de descanso
que tras una tarea aniquiladora ofrece la Oficina a sus operarios”.
A lo anterior, se debe
agregar que esas habitaciones para obreros carecían de agua potable, luz
eléctrica y servicios higiénicos.
Otros testimonios recogidos
hablan de campamentos con espacios bien limitados entre obreros y patrones, con
muros periféricos, con guardias y jefes de población, con sus casas para
solteros y casados.
Algunos campamentos
llegaron a ser verdaderas cárceles, rodeados de altas paredes y vigilados todo
el tiempo por los serenos (policía privada de los patrones) que impedían la
entrada a toda persona que no perteneciera a la Oficina y la salida de
quienes no tenían autorización para hacerlo.
Los patrones ingleses
habitaban altas casas de madera. Con todo el lujo posible. Los funcionarios de
la administración y altos empleados moraban en cómodas viviendas.