Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
En monotemático. A donde quiere que esté,
Sebastián Piñera saca, así como lo hizo en su primer gobierno con el papelito
de los 33, la violencia.
Pero, para él violencia es sólo saqueos,
asaltos, incendios, sobre todo cuando afectan la propiedad privada. Violencia
es para don Sebastián sinónimo de orden público. Y esta
violencia es, para él, la causa
de todos los males.
Este multimillonario, uno de los más
acaudalados de Chile, oculta que su clase, la burguesía, utiliza cotidianamente
la violencia contra la gente sencilla, esa que vende su fuerza de trabajo para poder vivir. Y no se trata
solamente de la represión perpetrada por
las fuerzas armadas y la policía (en el siglo XX hubo unas 50 masacres, más el
genocidio llevado a cabo por la
dictadura fascista, una de las formas de opresión de la burguesía).
También es violencia, señor presidente, los
menguados salarios, las miserables pensiones, la extrema pobreza; las
desigualdades y abusos contra las mujeres.
Es violencia
cuando a los estudiantes se les
niega una educación de calidad y gratuita;
cuando a muchos jóvenes sólo se les ofrece un sombrío futuro; cuando la inmensa de la población no tiene derecho a la salud.
Es violencia ideológica cuando los medios de comunicación son
controlados por la burguesía.
Es violencia
la injusta desigualdad de recursos:
un 1% de los millonarios gozando del 22,6% de los ingresos y un 30,8%
viviendo en la pobreza.
Pero para el Presidente y la derecha
tampoco es violencia la violación de los derechos humanos perpetrada por las
fuerzas armadas y carabineros durante la rebelión contra el neoliberalismo.
Aseguran que son casos aislados. Sin embargo, el Informe del Instituto Nacional
de Derechos Humanos de fecha 31 de enero de 2020 es lapidario. Como resultado
de la represión contra manifestaciones
pacíficas quedaron: 3.765 heridos
en hospitales, de ellos 2.122 por perdigones o balines, al menos 271 por
impactos de bombas lacrimógenas; 445 con lesiones oculares; 520 víctimas de
torturas y tratos crueles; 197 de carácter sexual.
Pero, al señor
Presidente sólo le preocupa el orden público y la violencia. Incluso inventa
casos, como el ataque a hospitales, lo que no ha ocurrido. Y amenaza con nuevo
estado de emergencia.
Ello con el formidable
eco de los medios de comunicación controlado por la derecha.
¿Será sólo una oscura
obsesión de Su Excelencia o forma parte de una nueva campaña del terror para impedir
la realización del plebiscito del 26 de abril?