Comentario radial y escrito.
Que niño no ha jugado a la guerra.
Que niña no ha jugado a ser enfermera, doctora, madre o princesa.
A que Jugarán los niños, las niñas en Gaza.
Ellos no juegan a la guerra.
La guerra es Ejercito contra Ejercito.
Cuando Carlos Marx y Federico
Engels publicaron el Manifiesto, algunos habitantes, esos que hacen las cosas,
comenzaron a viajar de otra manera.
Le dieron respeto y razón a su existencia.
Les dieron responsabilidad cívica y derechos a sus necesidades.
Entender la razón de ese decir: “sus necesidades, sus responsabilidades", es el mínimo común denominador para que todos nos mojemos al cruzar el rio.
Sin esta conciencia en la mollera, la soberanía, la democracia, es mentira, es una farsa, un insulto al intelecto humano y a sus cosas.
Entre tú y yo, ellos y ellas, se podrá ir arcillando una orgánica en el viajar y ser.
Esos caminares, sueños, en busca de estructuras orgánicas, dan vida a los encontronazos entre la razón y el odio.
El caminar de las guerras sin conciencia de clase, es morir defendiendo las marraquetas del dueño del trigal.
Tengo una tristeza que me muerde, me avergüenzo de solo sorprenderme.
Por la forma de vivir y existir
mueren por día y “al tanto”, más 6 mil niños/niñas en el mundo; el sionismo
colabora hasta ahora, con 14 mil infancias palestinas destruidas
Que salvajada más grande la nuestra.
Los que saben, dicen que, la guerra es la continuación de la política. No puedo pensar así.
La política, según mi conciencia social, es el arte de gobernar.
Lo he dicho anteriormente, infelizmente, nuestro existir es producto de guerras y de sus derivados inmundos; nos dejan sin dignidad, almacenados en un mismo cajón.
Es tanta la mentira, que ya no se
tiene idea si te matan defendiendo un Estado de Derecho o una réplica mal
hecha.
Hay guerras necesarias para sacarte el yugo, para no dejarse robar ni avasallar.
Estos decires de guerras me traen la inmoralidad de ideologías con buches, buches que almacenan y acorralan la esperanza para ponerle precio.
Tengo con la guerra, con la
injusticia social y con el neoliberalismo, un atoro que me duele y centrifuga
mi cuerpo viejo.
Un cómplice de los sepultureros aclaraba: “Estamos en guerra”
Que apellido tendrá la soberanía,
el sentido común, la humanidad, que apellido tendrá el internacionalismo.
El Capital y sus transportes, como el liberalismo, el neoliberalismo, el fascismo, vienen desde lejos encofrando y matando. Han traído desde siempre, encaramado una aristócrata oligarquía, fáctica...Y, estos, a su vez tienen que arrastrar, a los que están para los mandados, a los que hacen y no hacen plusvalía.
Este enjambre de cuervos y buitres tienen para estabilizar la herencia, una inmensa población que pone el hambre y la sed.
África, América, Asia y Oceanía
tienen genocidios coloniales incrustados.
El Colonialismo ha sido y es, el saqueo criminal, más rentable del riquerio europeo.
En algunos países europeos, existe, no sé porque, por cilicios quizás, Monarquías por el qué dirán.
Ellas nos cantan, que la republica
es una insaciable incongruencia.
El escuchar la palabra HUMANIDAD, un olivo me mira triste.
Que concepto más mentido.
Los países poderosos,
desarrollados, los que tienen licencia para matar y destruir, son escasos de
humanidad, están oxidados por la avaricia.
El jueves 9 de mayo, celebraban en Moscú, Rusia, la llegada del Ejército Rojo a Berlín, y, con ello, por ende, el término de la guerra y el comienzo de otra.
En la toma de Berlín, los niños
uniformados a la fuerza, defendiendo su ciudad, yacían sin vida como los restos
de una trilla.
En esta sola batalla, perecieron más de 80 mil soldados soviéticos, 150 mil heridos.
Saber esto, imaginárselo, tendría que darle a Alemania un infierno eterno para que “nunca más”.
Con lo que se tiene hoy, para matar y morir, la locura se jacta, esas mismas ambiciones de poder, de control y de codicias que nos visten, entre escombros, el habitante desaparecerá.
Más de 50 millones de vidas humanas destrozadas, 22 millones de esas vidas, eran soldados soviéticos.
¿Y para qué?
Para la Ex Unión Soviética y para la Rusia de hoy, esta fecha es una inmensa tragedia bella.
La celebran como la “Gran Guerra Patria”; y, muestran “cachuos” su fuerza militar y social, que hasta hoy han desarrollado.
Las noticias europeas, comentan la celebración de la Plaza Roja en Moscú.
Una periodista comentaba que, si fueron 22 millones de soldados soviéticos muertos en combate, pero no eran todos rusos. Habían de otras regiones que antiguamente componían la ex Unión Soviética.
La afamada periodista no menciono, que las tropas nazis al atravesar Ucrania, una parte de su población, recibió al invasor alemán con alegría y esperanza.
Y tanta fue la alegría, que se
fueron de voluntario a resguardar los campos de exterminios nazis.
Campos de exterminios abarrotados de comunistas, judíos, gitanos, negros y homosexuales.
¡No habia ningún judío sionista!
La desinformación, la ignorancia es el sequito de Goebbels; “miente, miente, que algo quedara.”
Cierto es, que Stalin tenía un
pacto de no agresión con Hitler, cierto es, que los dos sabían que era una
mentira.
Stalin necesitaba tiempo, tenía que trasladar toda su industria pesada, sus fábricas de armamentos y esconderlas en los Urales.
Una estrategia que permitió armar al ejército rojo, reconquistar Leningrado y hacer retroceder a las fuerzas nazis, hasta llegar a Berlín.
Esto supuso el fin de la guerra y la libertad para el mundo entero.
Yo no quería hablar de esto.
Yo quiero vestir la humanidad, pero no sé qué ropa ponerle.
La facultad de discernir le da a la humanidad conciencia.
Esa conciencia lo hace actuar de acuerdo con los valores y principios que están incrustados en la sociedad en la que se desenvuelve.
Los pueblos de occidente, los
poderosos, se dicen humanidad; les agrada competir, en esos encuentros pueden
mentir o vender la pomada; pueden constatar, regular y ajustar las
correlaciones de fuerza; o creen ustedes que la participación de Israel en
Eurovisión fue un saludo a la democracia, a la justicia social.
El pueblo que hace las cosas, aumento su conciencia social.
Sin embargo, los que empujan a la
guerra, a crímenes de lesa humanidad, los que hablan de democracia, tienen
poderes inimaginables; se atreven a olfatear China, pueden parar la muerte en
Gaza.
Se tiran la muerte infantil de mano en mano.
La juventud, gran parte de ella, está vistiendo humanidad; se toman campos universitarios, iglesias y plazas, exigiendo paz en oriente, exigiendo soberanía para el pueblo de Palestina.
Hay un pueblo que, si viste dignidad, humanidad.
Es un pueblo heroico.
Cuando los pueblos colonizados del mundo, especialmente África, comenzaron a independizarse de los imperios del mundo, estos protectores, soltaron sus perros de presa y prensa.
Por esos tiempos que hablo, Nelson Mandela aún estaba engrillado por el Apartheid de África del Sur.
Los habitantes oriundos en rebelión, practicaron lo que por décadas y décadas, habían aprendidos de sus descubridores y protectores: matar y oprimir.
Esos crímenes concebidos, son hoy, por consecuencias del hallazgo de tierras raras, más brutales que nunca.
El poderío navegante de los británicos, de los belgas y holandese, de italianos y franceses, y hoy, más yanquis que nunca en la palestra, logran indisponer las diferentes y diferencias entre las numerosas etnias africanas.
Todos en guerra, Zaire, Uganda, Ruanda, Congo, Etiopia, Mali, Nigeria, Yemen... Me falta tierra para sepultar tanto muerto.
Así sucedió con Angola, colonia portuguesa, que, con el triunfo de un “golpe de estado” de militares antifascistas de Portugal, “revolución de los claveles”, dejaron de tener colonias en áfrica.
Pobre Angola; el Imperio Colonial europeo y la avaricia de los Estados Unidos de Norte América, utilizando los grupitos naturales y manipulados la masticaban.
Una guerra civil era servida en
bandeja de plata a los disputantes de la guerra fría.
El Movimiento popular de liberación de Angola, fundado en 1957 le pidió auxilio a Cuba.
Y Cuba, con la zafra hasta el cogote, en plena guerra fría, le dice:
¡Bueno ya!
Sino para que, el tan nombrado y sobajeado Internacionalismo Proletario.
Fidel pone en escena "Operación Carlota” y zarpa rumbo a Angola.
La Operación finalizo 16 calendarios más tarde.
Más de 400.000 cubanos estuvieron haciendo país en Angola.
Soldados, maestros, ingenieros, médicos.
Más de 2 mil perdieron la vida
Este acto de humanidad contribuyó, además, al término del Apartheid en sur África y a la independencia de Namibia.
Y Cuba es Cuba. No hay nadie como ella.
Los amos nucleares, los de Hiroshima, no quieren darle vida y tierra al pueblo palestino. No quieren levantar el bloqueo a los hacedores de humanidad.
¡Ay, Cuba, que verdad eres!
Alejandro Fischer Alquinta.
20240512.