lunes, 6 de mayo de 2024

A 48 AÑOS DE CALLE CONFERENCIA (I)

 


 

                                                         Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                         Centro de Extensión e Investigación

                                                          Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

 

 

 


 

               

 

LA  PRIMERA DIRECCIÓN CLANDESTINA 

Inmediatamente producido el golpe comienza a funcionar la primera dirección clandestina comunista. La encabeza Víctor Díaz López, que ha ocupado hasta el 11 de septiembre el cargo de Subsecretario General del PC; como una especie de Subsecretario general asume Mario Zamorano; Américo Zorrilla, como Organización; Uldarico Donaire (“Rafael Cortés”), como Encargado de Control y Cuadros; Víctor Cantero, finanzas; Jorge Muñoz, trabajo con profesionales e intelectuales; Inés Cornejo, Femenina;  Jorge Insunza; José Weibel, Encargado de las Juventudes Comunistas.

Funciona durante dos años y medio. Durante este lapso tiene modificaciones.

Américo Zorrilla, debe abandonar el país, por razones de seguridad; se incorporan por algún tiempo Víctor Galleguillos y Pedro Henríquez. También lo hace Juan Carlos Arriagada, cuando asume como Encargado de las Juventudes Comunistas.

 

EL PC EN LA MIRA DE LA DICTADURA

Hacia 1975 las acciones públicas y clandestinas antifascistas adquieren notorio incremento. Ello preocupa a la dictadura. Sus órganos secretos detectan que en ellos hay una influencia muy grande del PC. Entonces deciden lanzar una violenta ofensiva terrorista contra los comunistas. Se crea un organismo especialmente dedicado a destruir  físicamente sus dirigentes y militantes más destacados. Es el Comando Conjunto. 1976 es un año en que el Partido Comunista recibe todo el peso de la represión fascista.

Según el Informe Rettig, el Comando Conjunto es “una agrupación de inteligencia que operó aproximadamente entre fines de 1975 y el término de del año 1976, y cuyo objetivo principal fue la represión al Partido Comunista. Durante este período se ha comprobado que fue responsable de la desaparición forzada de cerca de 30 personas... El Comando Conjunto no tuvo una formalización institucional. Funcionó simplemente de hecho. Estaba formado principalmente por agentes pertenecientes a la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea (DIFA) y contó más tarde con una participación importante de efectivos de la Dirección de Inteligencia de Carabineros (DICAR). Contó también  en menor  medida con la participación de agentes del Servicio de Inteligencia Naval (SIN)  y con algunos efectivos de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE). Además colaboraron con ese Comando miembros de la Policía de Investigaciones de Chile  y civiles provenientes de grupos nacionalistas o de extrema derecha”[1] Según afirman Ascanio Caballo, Manuel Salazar, Oscar Sepúlveda en su obra  “La Historia Oculta del Régimen Militar” El Comando Conjunto “lo dirigía un comandante  de la Fuerza Aérea: Edgar Ceballos Torres. Su jefe operativo era un civil incorporado a la FACH, Roberto Fuentes Morrinson (El Wally)”. 

En una nota se agregan: “El juez Cerda comprobó en 1985 que un grupo de 47 personas se habían asociado ilícitamente para operar contra miembros del Partido Comunista”

 

SIGNOS QUE PRESAGIAN LA TRAGEDIA

En 1975 son detenidos Miguel Estay Reyno, René Basoa. Un año antes, el 5 de  agosto de 1974, ha caído en manos de la tiranía Carol Flores. Los tres militantes del Partido relacionados con tareas de inteligencia y el trabajo de autodefensa. Son ferozmente torturados. No resisten. Terminan por convertirse en agentes de los servicios de inteligencia vinculados a la Fuerza Aérea. Ello les permite dar duros golpes a la dirección clandestina de las Juventudes Comunistas y a las estructuras regionales del Partido en 1975.

Las olas de detenciones iniciadas en 1974 con la detención de Jorge Montes, aumenta en 1975 con la colaboración de los delatores y termina por aplastar a dos  direcciones del Partido en 1976.

Según afirma Rolando Álvarez, “La represión del Comité Regional Sur constituye una de las páginas más violentas del historial represivo de la dictadura de Pinochet”.[2]

Muchos dirigentes comunistas son detenidos y bárbaramente torturados. El saldo es terrible: muchos mueren, otros se alejan del Partido por miedo o por remordimientos. Hay quienes resisten y vuelven a la lucha clandestina. Entre ellos están Luis Ramos y Armando Mena.

  



[1] “Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación”. “La Nación”, martes 5 de marzo de 1991, página 102

[2] Rolando Álvarez, obra citada, página 126