Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e
Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
NACIMIENTO DE CLASE OBRERA EN CHILE
A partir de los años 20 del siglo
XIX, aparecen los primeros destacamentos de la clase obrera chilena, en lo que es hoy la III Región. Ello, como resultado
de importantes cambios económicos ocurridos en el país, una vez lograda su independencia del colonialismo español.
Rota la dependencia a España,
Chile está en condiciones de comerciar libremente. Tiene abundantes riquezas
mineras, en especial cobre y plata. En Europa, Inglaterra -que vive un
impetuoso proceso de industrialización- necesita ese tipo de materias primas.
Nuestro país le vende minerales.
Los recursos provenientes de ese comercio, son acumulados por los propietarios
de las minas. Una parte es recaudada por el Estado, por concepto de pagos de
impuestos de exportación.
Significativos porcentajes de las
entradas provenientes de la exportación minera, se invierten en agrandar los
minerales, en donde trabajan ahora cientos y hasta miles de operarios.
También, en la construcción y
mejoramiento de caminos y puentes. Se tienden líneas férreas. No es casual que
el primer ferrocarril que corre en Chile, lo hace entre un centro minero
–Copiapó- y un puerto de embarque –Caldera-.
Es inaugurado el 25 de diciembre de 1851. Además, se mejoran las
instalaciones portuarias.
Esto obliga a fabricar y reparar
máquinas, carretas, vagones ferroviarios, herramientas, etc. Surgen así
fundiciones, talleres, maestranzas, fábricas.
Los operarios -que laboran en los
grandes minerales, que construyen caminos, vías férreas y puentes; que se ocupan en el transporte de los
minerales, que cargan y descargan en los puertos que laboran en talleres,
fundiciones, maestranzas y fábricas- son distintos a los artesanos, campesinos
o peones que existen desde antes de la Independencia. Tienen maneras diferentes
de laborar, de vivir y de actuar.
Constituyen un ente social nuevo.
Forman la clase obrera o proletariado. Ha surgido como consecuencia del aparecimiento
de formas capitalistas de producción,
cuyo eslabón inicial en Chile es la
minería.
Esto sucede en la primera a
mediados del siglo XIX. En el llamado
Norte Chico.
En el extremo austral del país, la
clase obrera no surge en las faenas mineras, sino de la ganadería e industrias derivadas de ella. Al
monopolizar los latifundistas, la mayor parte del suelo, surgió una masa de
desposeídos que, para poder vivir, debieron vender su fuerza de trabajo. Así
aparecieron obreros agrícolas, carneadores, esquiladores, carpinteros,
albañiles, fundidores, soldadores, mecánicos, electricistas, tipógrafos. Estos fueron constituyendo los primeros
destacamentos obreros en esta región.
La clase obrera nace combatiendo
LA CLASE OBRERA CHILENA NACE
COMBATIENDO
La primera reacción del trabajador
ante la cruel explotación es individual. En las minas de plata lleva a cabo la
“cangalla”, el robo del mineral, empleando las formas más audaces, incluso
escondiendo trozos de metal en el ano.
Pero pronto surgen las protestas
colectivas. La primera huelga obrera tiene lugar en 1834 en el mineral de plata
de Chañarcillo, cerca de Copiapó, que ha iniciado sus actividades sólo en 1832.
Se produce tres años después del primer levantamiento obrero del mundo,
ocurrido en Lyon, Francia, en 1831.
En 1854, en un Catálogo de la
Librería Morel y Valdés, de Santiago, aparece mencionado la obra de Carlos Marx
“Miseria de la Filosofía”. No se conoce si ese primer libro de Marx publicitado en Chile, tuvo
alguna influencia.
LA GUERRA DEL SALITRE
La Guerra del Salitre, llamada
presuntuosamente del Pacífico, también del 79, dura cinco años (1879 – 1883).
Participan en ella Perú y Bolivia contra Chile. Mueren alrededor de 25 mil
soldados de los tres países. Vence Chile, que conquista las provincias de
Tarapacá, al Perú, y Antofagasta, a Bolivia. Ambas con ricos yacimientos de
nitrato, cobre y otros minerales... Pero, el salitre natural, causa del
conflicto bélico, pasa mayoritariamente a manos de empresarios ingleses como John
Thomas North, Robert Harvey y la Casa Gibbs. De este modo, se inicia la
penetración en Chile del imperialismo británico.
La Guerra del Salitre marca el
inicio de un importante crecimiento, en cantidad y calidad, de la clase obrera
chilena. También, el comienzo de un proceso de democratización del país.
LUIS EMILIO RECABARREN
1894 es un año importante en la
historia de Chile. Por entonces, Luis Emilio Recabarren se inicia en la lucha
social. Ingresa al Partido Demócrata.
Recabarren había nacido en el
cerro Playa Ancha de Valparaíso el 6 de julio de 1876. Sus padres, José Agustín
Recabarren y Juana Rosa Serrano, son modestos comerciantes. Tiene cinco
hermanas y un hermano. Ellas se llaman Juana, María, Mercedes, Clara y Lidia.
Luis Emilio estudia cuatro años en
la Escuela Santo Tomás de Aquino, de los padres Salesianos. Al cumplir los 12
años de edad, debe ayudar a sus padres a atender su pequeño negocio.
La familia se traslada a Santiago.
Allí, en 1890, el joven Recabarren, a la edad de 14 años, comienza a trabajar
como tipógrafo en una imprenta.
El triunfo de los
contrarrevolucionarios no le produce alegría alguna. Vuelve a la capital.
Pronto le invade una En 1894 Recabarren ingresa a la lucha social, afiliándose
al Partido Demócrata. Éste se había fundado el 20 de noviembre de 1887. Es la
primera expresión política popular en la historia de Chile. En sus comienzos
está constituido por artesanos, pequeños comerciantes, modestos empleados y
obreros. Sin ser un Partido obrero, juega –especialmente en los últimos años
del siglo XIX- importante rol en las
luchas de los trabajadores. La clase obrera aumenta en número y combatividad.
En el siglo XIX, tienen lugar
alrededor de 110 huelgas.
EL 1º DE MAYO EN CHILE
En Chile se conmemoró por primera
vez el Día Internacional de los
Trabajadores en 1892, con un acto realizado en la Plaza de la Justicia de
Valparaíso, organizado por el Partido Demócrata. En esa ocasión, el dirigente
de ese partido, Agustín J. Leiva hizo un breve alcance sobre el significado de
esta fecha e invitó a la clase obrera a unirse a fin de que “el rico ceda lo
que por derecho y razón nos pertenece”
EL MÁS ANTIGUO MANIFIESTO DEL 1º
DE MAYO
Al año siguiente, con fecha 29 de
abril de 1893, el periódico “El Obrero”, de La Serena, publicó el más antiguo
Manifiesto del 1º de Mayo conocido en Chile. Su autor, Luis Peña y Lara. Allí
se decía:
“Trabajadores y obreros demócratas
de Chile: Hoy es el día en que el pueblo hambriento y desnudo formula enérgica
protesta contra el orden de cosas existente, contra la organización actual de
la sociedad.
Ese grito de protesta lanzado por
el oprimido que trabaja y nada tiene, es universal: no reconoce ni fronteras ni
razas ni nacionalidades, y donde quiera haya explotados y explotadores,
víctimas y verdugos, se presiente la formidable lucha de la igualdad económica
contra la tiranía política; de la libertad social contra las usurpadas regalías
de la nobleza; del egoísmo de las clases privilegiadas contra la fraternidad y
contra la soberanía augusta del pueblo entero...
Para realizar este gran
pensamiento de la unificación de la familia proletaria bajo un estandarte de
mutua solidaridad, los obreros proletarios han consagrado como día de protesta
universal, la fecha clásica del 1º de Mayo...”
RECABARREN Y EL 1º DE MAYO
Con fecha 9 de abril de 1905,
Recabarren escribió en “El Trabajo”, de Tocopilla: “¡El Primero de Mayo! Fecha
que no es para nosotros un día de
fiesta, sino un día de protesta, un día de conjugación para reiterar nuestros
propósitos de marchar a la conquista de la redención del trabajo...”
En Chile, durante 40 años, hasta
1931, el 1 de mayo no era feriado. Los obreros
que participaban en los actos del Día Internacional de los Trabajadores
debían paralizar sus labores.
Por eso, Recabarren –que fue un
permanente impulsor de los actos del 1º de Mayo- escribió en “El Pueblo
Obrero”, de Iquique, con fecha 4 de abril de 1907: “... Todos los elementos que
ya comprenden la gran significación del 1º de Mayo, deben, con tiempo, inducir
a los trabajadores a no trabajar en ese día. Es el domingo obrero. Las fábricas
deben paralizarse, las maquinarias deben estar muertas, silenciosas; los campos
desiertos; en los talleres no debe moverse una herramienta; en la calle no debe
haber tráfico de vehículos, los tranvías, los carretones, los carruajes, los
ferrocarriles, todo debe descansar ese día.
Es un solo día en el año. Un solo
día, el que queremos sea nuestro, propio, exclusivo de los obreros del mundo”.
EN LOS TIEMPOS DE RECABARREN
Relata el líder del magisterio
César Godoy Urrutia: “En Santiago, los actos del 1º de Mayo siempre se
realizaban en la Alameda de las Delicias, levantado muchas tribunas –porque no
había amplificadores- ocupando muchas cuadras cerradas de gente. En primer
lugar tenían un sentido de protesta y este día no se movía una rueda en la
ciudad, no salían ni los autos particulares, era un paro absoluto. Entonces
todos los trabajadores participaban en los mítines. Generalmente se hacían de
mañana. Llegaban columnas, grupos con sus estandartes, sus leyendas. En las
tribunas, que se levantaban hablaban allí un comunista, por otra parte un
anarquista, era posible que lo hiciera también algún católico y la mayor parte
de las veces terminaban en sablazos de la policía que era bastante brava. Más
de una vez hubo muertos y heridos, que fueron recogidos de las calles”.
EL PROGRAMA DE 1910
En ese año los diarios anunciaban
el extenso programa que había preparado la Comisión del Primero de Mayo,
constituida para esos efectos.
“PROGRAMA: Día 30 de abril, 8,30
p.m.: Gran velada en el teatro que la Sociedad Andrés Bello posee en la calle
San Diego Nº 154.
Día 1º de Mayo,
8,30 p. m.: Conferencia y velada
en el Teatro Andrés Bello. La conferencia estará a cargo del camarada Luis
Emilio Recabarren y la parte dramática será
desempeñada por el grupo “La Protesta” y presentará el drama “1º de
Mayo”.
Concluirá el acto y las fiestas
oficiales con las canciones La Internacional y el Himno de los Trabajadores”.
Recabarren echó mano a las melodías de moda, a las cuales ponía
letra combativa. Por ejemplo, con la música del aria de la ópera Nabuco, creó
el Himno al Primero de Mayo. En uno de sus versos decía:
“Despertad, oh falange de
esclavos!
de los sucios talleres y minas,
los del campo, los de las marinas,
tregua, tregua al eterno sudor!”
EL ÚLTIMO 1º DE MAYO DE RECABARREN
Relata Juan Vargas Puebla: “La
concentración del 1º de mayo de 1924 se efectuó en la Alameda en el monumento
de Bernardo O’Higgins. Fue un acto unitario, organizado por un comité formado
por la FOCH, la IWW (anarcosindicalistas), la Confederación General de
Trabajadores (anarquistas), el Partido Comunista y el Partido Democrático. Se
habló en la cola del caballo de O’Higgins. Todos los oradores señalaron la
importancia de la unidad.
En 1924, el 1º de mayo no era
feriado, la gente para acudir al acto debía abandonar el trabajo. No había
parlantes.
Por entonces yo era secretario
general de la Unión Juvenil de la IWW. Éramos unos 80 muchachos.
Terminada la concentración, me fui
desfilando detrás de la FOCH y de Recabarren –llevando la bandera de la Unión
Juvenil- hasta la Plaza Vicuña Mackenna. Allí Recabarren subió a un muro y
pronunció otro discurso.
Después marchamos hacia el local
de la FOCH, en Agustinas esquina con Tenderini. Era una casa vieja. Allí se
imprimía el periódico de la FOCH y “Justicia” del Partido Comunista. Por calle
Agustinas la casa tenía un balconcito. Recabarren se subió allí y habló. Sin
que nadie me lo pidiera y sin autorización alguna, yo hice lo mismo en nombre
de los jóvenes de la IWW. Los presentes, casi todos comunistas, me aplaudieron.
Era la primera vez que hablaba en público.
Al bajar, Recabarren me puso la
mano en la cabeza y me dijo: ‘Bien muchacho, muy bien...’ Fue la segunda y
última vez que vi vivo a Recabarren.”
Luis Emilio Recabarren se suicidó
el 19 de diciembre de 1924. Sus funerales fueron una multitudinaria
manifestación de dolor y de cariño hacia el fundador del Partido Comunista y
padre del movimiento obrero chileno.