martes, 27 de septiembre de 2022

EN EL 138 NATALICIO DE DELIA DEL CARRIL IRAETA, LA HORMIGUITA

 


                                                                            


 

                           

                                                                   Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                                   Centro de Extensión e Investigación

                                                                   Luis Emilio Recabarren,  CEILER

 


Delia del Carril, revolucionaria  de nacionalidad argentina, nació en la estancia familiar de Polvaredas,  provincia de Buenos Aires, el 27 de septiembre de 1884.  Sus padres fueron Víctor del Carril Domínguez y Julia Iraeta Iturriaga. El matrimonio tuvo 18 hijos, de los cuales vivieron trece. Delia era la quinta.

 

LA INFANCIA

Los primeros años de su infancia transcurrieron en la estancia, educada por institutrices extranjeras: alemanas, francesas o inglesas, dedicadas a la educación de los niños. Debían entregarles una formación de buenas maneras, idiomas y primera enseñanza.

A los cuatro años, el padre regaló a Delia un caballo para que lo acompañara en sus paseos al campo. Se convirtió en un excelente jinete. Dedicaba gran parte del día a recorrer los campos, ante el asombro de sus hermanos y el temor de sus institutrices.

Las obligaciones políticas de su padre, como diputado del Congreso Nacional, obligaron a la familia a trasladarse a Buenos Aires. Allí su madre eligió a las monjas italianas para la educación de sus hijos.

En 1899, cuando  Delia se preparaba a celebrar la fiesta de su 15º cumpleaños, su padre se suicidó.  Fue un   golpe  terrible para ella.

 

EL SIGLO XX: PARÍS

 Su madre,  viuda y con trece hijos, se trasladó a París con el fin de que estos tuvieran una educación más completa. Tenía recursos más que suficientes para ello. Dos de los hermanos de Delia estudiaron en Inglaterra. De ahí en adelante alternaron su vida entre París y Buenos Aires.

En 1918, finalizada la Primera Guerra Mundial, Delia se instaló en París, donde comenzó a estudiar pintura. Se casó muy joven. Su matrimonio resultó un fracaso. Enfermó. Hecha una ruina fue llevada a Buenos Aires, donde se restableció. Volvió a París para proseguir sus estudios de pintura. Se integró al mundo de los intelectuales franceses. Tuvo  conversaciones con Rafael Alberti, que resultaron decisivas en su vida. Ya había ingresado a las filas del  Partido Comunista francés.

 

EN ESPAÑA

Alberti la invitó a España a vivir la experiencia de la República del Frente Popular. Aceptó. Viajó a España por 15 días a casa de una amiga argentina casada con español. Eran los tiempos de la República. La situación la maravilló y se quedó. Se integró a la Alianza de Intelectuales. Pronto nació una estrecha amistad con María Teresa León, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Vicente Alexandre, Maruja Mallo.

Delia tenía 50 años.  Rafael le cantó por entonces:

 

 “Delia en los días más felices de España, 

   Delia en los tristes y claros de la guerra,

   Delia tocada siempre de la gracia,

   Delia tan bella siempre.”

 

CONOCE A NERUDA

En Madrid, Delia conoció a Neruda en 1934. Ella, aristócrata de origen, se había transformado en una militante revolucionaria, versada en todos los temas, con mucha visión y perspicacia. Era vital, inteligente y muy atractiva.

Delia escuchaba hablar de Neruda, el poeta y joven cónsul chileno. Confidencialmente le contó a su amiga Estela González: “Tanto hablar de Pablo todos, aquí y allá. Un día en el Café Cerro nos presentan: -Mira Delia, éste es Pablo. Esta es Delia. Caminó hacia mí, me miró. Entonces colocó su mano en mi hombro y nunca más la sacó de allí.”

Por su parte Neruda, que por entonces tenía 30 años, en carta a Héctor Eandi, escrita en enero de 1935, le contaba: “Vivimos en una casa de seis metros de balcón, muy alta con vista a las sierras y a la nieve de Guadarrama. Vive con nosotros una argentina, Delia del Carril (hermana de Adelina) muy simpática y profundamente buena”.

Simpatizaron desde el primer momento. Delia será maestra y orientadora de un Neruda, de enorme sensibilidad ante los problemas sociales, pero  -por entonces-  bastante inexperto. Al magisterio político de Rafael Alberti se sumó el de Delia del Carril

 “Así –como escribe Volodia Teitelboim- la definición civil llegó al poeta también por la vía de la amistad y del amor”.

 

LA “CASA DE LAS FLORES”

A la “Casa de las Flores” en el barrio de Argüelles de Madrid, llegó Delia. Allí las tertulias se prolongaban y se fraguaban en versos y política hasta los amaneceres. Delia llegaba siempre con paquetes con mercaderías para los necesitados. Por esto y por mucho más, el pintor chileno Isaías Cabezón y el compositor valdiviano, Acario Cotapos, bautizaron  a Delia como “la hormiguita”, por su capacidad de ayudar a todos y en todo, por  la enorme cantidad de energía que desplegaba.

En 1936, Neruda y su esposa  la holandesa María Antonieta Hagenaar se separaron (Ambos habían contraído matrimonio en Batavia el 6 de diciembre de 1930. Viajaron a Chile, luego a Buenos Aires, de a Madrid, donde nació una hija de ambos, Malva Marina, el 18 de agosto de 1934).

A partir de 1936 Delia y Pablo comenzaron a vivir juntos. Delia fue la mujer que más influencia ejerció sobre Neruda, sobre todo en su formación política.

En sus Memorias: “Confieso que he vivido”, Neruda escribió: “Aunque  el  carné militante lo recibí mucho más tarde en Chile, cuando ingresé oficialmente al Partido, creo haberme definido ante mí mismo como un comunista durante la guerra de España. Muchas cosas contribuyeron a mi profunda convicción”. Sin duda, una de  ellas  fue conocer a Delia.

 

GUERRA CIVIL Y SOLIDARIDAD

El 18 de julio de 1936, los fascistas, encabezados por Franco desataron la guerra civil española. Justo un  mes después, asesinaron al poeta Federico García Lorca. Neruda fue exonerado de su cargo de Cónsul en Madrid.

Neruda partió con María Antonieta, Maruca como la llamaba, y su hija a Francia. De allí, ellas viajaron a Holanda.

Delia huyó a Barcelona.

Pablo Neruda, de acuerdo con la opinión de sus amigos españoles, se quedó en Francia, para desde allí trabajar por la solidaridad con la lucha de los republicanos. Pero no olvidó a Delia. Le escribe: “No sé por qué te vas a quedar en Barcelona... Dejé a Maruca. La situación está arreglada con su ida...

Estoy en un hotel muy viejo frente al viejo puerto, miro cada mañana los veleros... Te abrazo con todo mi corazón y te quiero cada día, espero verte que es lo único que quiero. Pablo”.

El poeta  trabajó en la preparación del II Congreso Internacional de Escritores, que se realizó en julio de 1937 en Madrid y Valencia.

Delia ha escuchado el llamado de Pablo y llegó a París, donde viven en un hotelucho. Al respecto, Neruda escribe: “Delia del Carril, mi mujer entonces y de tantos años, tuvo siempre fama de rica estanciera, pero lo cierto es que era más pobre que yo. Vivíamos en un hotelucho sospechoso en que todo el primer piso se reservaba para las parejas ocasionales que entraban y salían. Comíamos poco y mal durante algunos meses”.

(Pablo Neruda: “Confieso que eh vivido. Memorias”, Barcelona 1974, página 180).

  

HACIA CHILE

Una de los acuerdos del II Congreso Internacional fue constituir la Alianza de Intelectuales Antifascistas en todos los países posibles. Neruda se hizo responsable de esta misión en Chile.

El 28 de agosto de 1937  Pablo con Delia,  junto al poeta argentino Raúl González Tuñón y su esposa Amparo Mom, se embarcaron en un buque de carga francés rumbo a Chile. El 10 de octubre llegaron a Valparaíso.

El 7 de noviembre de 1937, fecha deliberadamente escogida por ser el vigésimo aniversario de la Revolución de Octubre, Pablo Neruda constituyó en el Salón de Honor de  la Universidad,  la Alianza de Intelectuales de Chile.

A fines de marzo de 1939 Delia y Pablo viajaron a Buenos Aires  y Montevideo con el fin de contribuir a ayudar a los refugiados españoles.

A mediados de abril, Delia del Carril acompañó a Neruda a Francia, que viajaba en una misión de extrema urgencia con el título de Cónsul Especial para la Inmigración Española, con sede en París. Lo había  designado el Presidente de la República del Frente Popular, Pedro Aguirre Cerda. A fines de ese mes llegaron a la capital francesa.

Gracias al abnegado trabajo del poeta, partió el Winnipeg con dos mil republicanos españoles, que desembarcaron en Valparaíso de 4 de septiembre de 1939.

Neruda y Delia del Carril viajaron a Chile a comienzos de diciembre de ese año.

 

SE CASAN EN MÉXICO

En julio de 1940 se embarcaron rumbo  a México. Neruda ha sido nombrado  Cónsul general en el país azteca. El 21 de agosto estaban en Ciudad de México. Desarrollaron variadas actividades.

En junio de 1941 Delia y Pablo realizaron un viaje en auto a Guatemala.

Con fecha 3 de mayo de  ese mismo año, el Periódico Oficial de Cuernavaca publicó el edicto de divorcio de Neruda de su mujer María Antonieta Hagenaar.  En febrero visitaron Nueva York.

El 2 de julio de 1943 se casaron en  la patria de Pancho Villa.

El 1 de septiembre,  partieron hacia Chile, en un viaje que tuvo varias estaciones. La más importante,  la visita a Macchu Picchu,  realizada el 15 de octubre de 1943. Existe una foto en que se ve a ambos caminado por esa fortaleza enclavada en las cumbres. El poeta, en mangas de camisa, con la chaqueta al brazo.  Es allí dónde Neruda se inspiró para escribir uno de sus más bellos poemas.

El 4 de noviembre llegaron a Santiago.

  

DELIA PASA A LA CLANDESTINIDAD

En febrero de 1948 Neruda, perseguido por la policía de González Videla, debió pasar a la clandestinidad. Lo acompañó su fiel compañera. Pasaron a ser el tío Pedro y la tía Sara. Debieron cambiar continuamente de morada. Estuvieron en 11 casas distintas. En una ocasión fueron sacados a las tres de la madrugada para trasladarlos a una parcela de Santa Ana de Chena. Fue allí donde terminó el poeta su “Canto General”, en el cual estuvo trabajando todos los días de clandestinidad. Y Delia, La Hormiga, llevando a cabo las correcciones de los originales con tinta verde. También pintaba caballos y manos.

El 24 de febrero de 1949 Neruda abandonó Chile cruzando la cordillera.

En la edición clandestina del “Canto General”, editada en Chile, ese mismo año, aparecen dos fotos que dieron ser pegadas en cada ejemplar. Una es del poeta. En la otra, va Neruda caminando  abrazado con  Delia y  está tomada de espaldas.

  

DE EUROPA A MÉXICO.

Delia lo acompañó en las duras y las maduras. Llegó a reunirse con él en el destierro, en Europa.

Neruda fue designado por el Consejo Mundial de la Paz  para que lo representara en el Congreso Latinoamericano por la Paz, a celebrarse en septiembre de 1949. El domingo  28 de agosto, llegó a Ciudad de México con Delia del Carril, Paul Eluard  y Roger Garaudy.

Fue por entonces,  cuando  el poeta  inició una relación secreta con Matilde Urrutia.

El poeta escribió su libro “Los versos del capitán”, impreso por primera vez en Nápoles en 1952, que durante años circuló como anónimo.

¿Por qué el anonimato?  Al saberse la identidad del autor, hubo quienes tejieron una serie de especulaciones al respecto. No faltaron quienes sostuvieron que ello había sido por orden del Partido Comunista.

Neruda salió al paso a los especuladores en su “Confieso que he vivido”.

Allí afirmó: “La única verdad es que no quise, durante mucho tiempo que esos versos hirieran a Delia, de quien me separaba.   Delia del Carril, pasajera suavísima, hilo de acero y miel que ató mis manos en los años sonoros fue para mí durante dieciocho años una compañera ejemplar”.

(Pablo Neruda: “Confieso que he vivido, Memorias”, Barcelona, 1974, página 301)

 

RETORNO A CHILE

Delia y Pablo vivieron juntos gran parte de los cuatro años de exilio del poeta. Este regresó a la patria el 12 de agosto de 1952. Entró a su casa de Michoacán (la habían bautizado así  en recuerdo a los hermosos momentos vividos en México), junto con Delia, quien le había precedido en la llegada varios meses antes, para poner orden en la casa de la calle Lynch Nº 163.

Después, viajaron juntos a Brasil para participar en el Primer Congreso de la Cultura realizado en la ciudad de Goiania. Con ellos fueron Baltzar Castro, Joaquín Gutiérrez y Margot Loyola.

Regresaron al país. Delia solía hacer viajes por su cuenta. Casi no iba a Isla Negra, quien la visitaba era Matilde Urrutia...

 

LA RUPTURA

Se produjo un problema doméstico en Isla Negra. Una muchacha, que a igual que el resto de los empleados de esa casa, servía a ambas mujeres, enojada, le contó todo a La Hormiga. Ella al saber lo de Matilde, rompió con Neruda.

La separación definitiva se produjo un caluroso día de febrero de 1955 en la casa de Michoacán. Se intentó evitarla, interviniendo incluso el secretario general del Partido Comunista, Galo González. La Hormiga no cedió y  ese mismo día  se fue.

Neruda le escribió una carta, con fecha 20 de febrero de 1955, que finalizaba diciendo: “La parte suya en mi vida es inamovible, haga usted lo que haga  y si me he equivocado o si he sido injusto perdóneme a mí ya que usted sabe hacerlo. En cuanto a mí le guardo tanto afecto, ternura, respeto y amistad como hace ya tantos años. Pablo”.

Delia del Carril no respondió. No quería saber  más.

La separación de Delia y Neruda conmovió el ambiente y produjo el cisma entre los amigos de la pareja. Se  acabaron amistades de toda una vida. O se estaba con Delia o con Pablo.

 

SU VIDA SIN PABLO

La Hormiga voló a París. Había abandonado su carrera artística y durante veinte años se dedicó a ser secretaria y correctora de textos de Neruda. En la capital gala volvió al arte, entró a estudiar grabado en el Taller 17.

Retornó a Chile y a la pintura de sus caballos gigantes. Se integró al Taller 666 que dirigía Nemesio Antúnez.

“Delia –escribe Volodia Teitelboim- que durante los  veinte años que vivió con Neruda fue una pintora retirada, volvió a sus inmensos caballos descoyuntados. Cambió el carácter y el clima de Michoacán, casa que dejó de llamarla así después de su ruptura para designarla simplemente como Los Guindos o Lynch 163. Instaló su taller donde en tiempos del matrimonio había funcionado el comedor envidriado... La casa perdió la atmósfera de algarabía que tuvo mientras vivió en ella el poeta.

“Empezó el calmo reinado de una Delia abandonada, pero reina al fin, soberana de la conversación delicada, administradora del encanto, que navegaba como un cisne en el lago de las altas ideas y discutía con adorable aplomo sobre todos los acontecimientos”.

(Volodia Teitelboim: “Neruda”. Madrid, 1984, página 311)

A mediados de los años sesenta se encontraron en dos ocasiones Delia y Pablo. Ni siquiera se dirigieron la palabra.

 

LA MUERTE DEL POETA

El 23 de septiembre de 1973, doce días después del golpe fascista, murió Pablo Neruda.  Los amigos de Delia fueron a verla. La encontraron en cama, llorando. Entre sus lágrimas, ella, con 89 años de edad, se preguntaba: ¿Me habrá querido alguna vez? ¿Qué habré sido yo para Pablo?

Se negó asistir al velorio. Pero desde entonces volvió hablar de su amado poeta, revisó las fotografías que le traían tantos recuerdos y otra vez, comenzó a leer ante sus amigos, llorando, ese poema que le dedicara en “Memorial de Isla Negra”

Pero Delia del Carril no se echó a morir. Pintó y realizó más de cuarenta exposiciones individuales presentadas en Santiago,  Buenos Aires, Moscú, París, Montevideo, Lima, Concepción. Tomó parte, además en más de 50 exposiciones colectivas en Chile, Estados Unidos, Argentina, Canadá, Cuba, Ecuador, México, Suecia, y  Reino Unido.

A los cien años de edad,  Delia se seguía desplazando en su silla de ruedas en su casa de Los Guindos, entre caballos gigantes y desorbitados, que ella había pintado hacía no muchos años, pues se  había convertido en la primera caballista en la pintura latinoamericana contemporánea. Ahora vivía sumergida en el reino de las brumas de la arteriosclerosis.

Delia del Carril, “flor de único tallo indoblegable”, como la llamó Rafael Alberti, falleció en Santiago, el 26 de julio de 1989, a la edad de 105 años.