Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Delia del Carril, revolucionaria
de nacionalidad argentina, nació en la estancia familiar de Polvaredas, provincia de Buenos Aires, el 27 de septiembre
de 1884. Sus padres fueron Víctor del
Carril Domínguez y Julia Iraeta Iturriaga. El matrimonio tuvo 18 hijos, de los
cuales vivieron trece. Delia era la quinta.
LA INFANCIA
Los primeros años de su infancia transcurrieron en la estancia, educada
por institutrices extranjeras: alemanas, francesas o inglesas, dedicadas a la
educación de los niños. Debían entregarles una formación de buenas maneras,
idiomas y primera enseñanza.
A los cuatro años, el padre regaló a Delia un caballo para que lo
acompañara en sus paseos al campo. Se convirtió en un excelente jinete.
Dedicaba gran parte del día a recorrer los campos, ante el asombro de sus
hermanos y el temor de sus institutrices.
Las obligaciones políticas de su padre, como diputado del Congreso
Nacional, obligaron a la familia a trasladarse a Buenos Aires. Allí su madre
eligió a las monjas italianas para la educación de sus hijos.
En 1899, cuando Delia se
preparaba a celebrar la fiesta de su 15º cumpleaños, su padre se suicidó. Fue un
golpe terrible para ella.
EL SIGLO XX: PARÍS
Su madre, viuda y con trece hijos, se trasladó a París
con el fin de que estos tuvieran una educación más completa. Tenía recursos más
que suficientes para ello. Dos de los hermanos de Delia estudiaron en
Inglaterra. De ahí en adelante alternaron su vida entre París y Buenos Aires.
En 1918, finalizada
EN ESPAÑA
Alberti la invitó a España a vivir la experiencia de
Delia tenía 50 años. Rafael le
cantó por entonces:
“Delia en los días más felices de
España,
Delia en los tristes y claros
de la guerra,
Delia tocada siempre de la
gracia,
Delia tan bella siempre.”
CONOCE A NERUDA
En Madrid, Delia conoció a Neruda en 1934. Ella, aristócrata de origen,
se había transformado en una militante revolucionaria, versada en todos los
temas, con mucha visión y perspicacia. Era vital, inteligente y muy atractiva.
Delia escuchaba hablar de Neruda, el poeta y joven cónsul chileno.
Confidencialmente le contó a su amiga Estela González: “Tanto hablar de Pablo
todos, aquí y allá. Un día en el Café Cerro nos presentan: -Mira Delia, éste es
Pablo. Esta es Delia. Caminó hacia mí, me miró. Entonces colocó su mano en mi
hombro y nunca más la sacó de allí.”
Por su parte Neruda, que por entonces tenía 30 años, en carta a Héctor
Eandi, escrita en enero de 1935, le contaba: “Vivimos en una casa de seis
metros de balcón, muy alta con vista a las sierras y a la nieve de Guadarrama.
Vive con nosotros una argentina, Delia del Carril (hermana de Adelina) muy
simpática y profundamente buena”.
Simpatizaron desde el primer momento. Delia será maestra y orientadora
de un Neruda, de enorme sensibilidad ante los problemas sociales, pero -por entonces- bastante inexperto. Al magisterio político de
Rafael Alberti se sumó el de Delia del Carril
“Así –como escribe Volodia
Teitelboim- la definición civil llegó al poeta también por la vía de la amistad
y del amor”.
LA “CASA DE LAS
FLORES”
A la “Casa de las Flores” en el barrio de Argüelles de Madrid, llegó
Delia. Allí las tertulias se prolongaban y se fraguaban en versos y política
hasta los amaneceres. Delia llegaba siempre con paquetes con mercaderías para
los necesitados. Por esto y por mucho más, el pintor chileno Isaías Cabezón y
el compositor valdiviano, Acario Cotapos, bautizaron a Delia como “la hormiguita”, por su
capacidad de ayudar a todos y en todo, por
la enorme cantidad de energía que desplegaba.
En 1936, Neruda y su esposa la
holandesa María Antonieta Hagenaar se separaron (Ambos habían contraído
matrimonio en Batavia el 6 de diciembre de 1930. Viajaron a Chile, luego a
Buenos Aires, de a Madrid, donde nació una hija de ambos, Malva Marina, el 18
de agosto de 1934).
A partir de 1936 Delia y Pablo comenzaron a vivir juntos. Delia fue la
mujer que más influencia ejerció sobre Neruda, sobre todo en su formación
política.
En sus Memorias: “Confieso que he vivido”, Neruda escribió: “Aunque el
carné militante lo recibí mucho más tarde en Chile, cuando ingresé
oficialmente al Partido, creo haberme definido ante mí mismo como un comunista
durante la guerra de España. Muchas cosas contribuyeron a mi profunda
convicción”. Sin duda, una de ellas fue conocer a Delia.
GUERRA CIVIL Y
SOLIDARIDAD
El 18 de julio de 1936, los fascistas, encabezados por Franco desataron
la guerra civil española. Justo un mes
después, asesinaron al poeta Federico García Lorca. Neruda fue exonerado de su
cargo de Cónsul en Madrid.
Neruda partió con María Antonieta, Maruca como la llamaba, y su hija a
Francia. De allí, ellas viajaron a Holanda.
Delia huyó a Barcelona.
Pablo Neruda, de acuerdo con la opinión de sus amigos españoles, se
quedó en Francia, para desde allí trabajar por la solidaridad con la lucha de
los republicanos. Pero no olvidó a Delia. Le escribe: “No sé por qué te vas a
quedar en Barcelona... Dejé a Maruca. La situación está arreglada con su ida...
Estoy en un hotel muy viejo frente al viejo puerto, miro cada mañana los
veleros... Te abrazo con todo mi corazón y te quiero cada día, espero verte que
es lo único que quiero. Pablo”.
El poeta trabajó en la
preparación del II Congreso Internacional de Escritores, que se realizó en
julio de 1937 en Madrid y Valencia.
Delia ha escuchado el llamado de Pablo y llegó a París, donde viven en
un hotelucho. Al respecto, Neruda escribe: “Delia del Carril, mi mujer entonces
y de tantos años, tuvo siempre fama de rica estanciera, pero lo cierto es que
era más pobre que yo. Vivíamos en un hotelucho sospechoso en que todo el primer
piso se reservaba para las parejas ocasionales que entraban y salían. Comíamos
poco y mal durante algunos meses”.
(Pablo Neruda: “Confieso que eh vivido. Memorias”, Barcelona 1974,
página 180).
HACIA CHILE
Una de los acuerdos del II Congreso Internacional fue constituir
El 28 de agosto de 1937 Pablo con
Delia, junto al poeta argentino Raúl González
Tuñón y su esposa Amparo Mom, se embarcaron en un buque de carga francés rumbo
a Chile. El 10 de octubre llegaron a Valparaíso.
El 7 de noviembre de 1937, fecha deliberadamente escogida por ser el
vigésimo aniversario de
A fines de marzo de 1939 Delia y Pablo viajaron a Buenos Aires y Montevideo con el fin de contribuir a
ayudar a los refugiados españoles.
A mediados de abril, Delia del Carril acompañó a Neruda a Francia, que
viajaba en una misión de extrema urgencia con el título de Cónsul Especial para
Gracias al abnegado trabajo del poeta, partió el Winnipeg con dos mil
republicanos españoles, que desembarcaron en Valparaíso de 4 de septiembre de
1939.
Neruda y Delia del Carril viajaron a Chile a comienzos de diciembre de
ese año.
SE CASAN EN MÉXICO
En julio de 1940 se embarcaron rumbo
a México. Neruda ha sido nombrado
Cónsul general en el país azteca. El 21 de agosto estaban en Ciudad de
México. Desarrollaron variadas actividades.
En junio de 1941 Delia y Pablo realizaron un viaje en auto a Guatemala.
Con fecha 3 de mayo de ese mismo
año, el Periódico Oficial de Cuernavaca publicó el edicto de divorcio de Neruda
de su mujer María Antonieta Hagenaar. En
febrero visitaron Nueva York.
El 2 de julio de 1943 se casaron en
la patria de Pancho Villa.
El 1 de septiembre, partieron
hacia Chile, en un viaje que tuvo varias estaciones. La más importante, la visita a Macchu Picchu, realizada el 15 de octubre de 1943. Existe
una foto en que se ve a ambos caminado por esa fortaleza enclavada en las
cumbres. El poeta, en mangas de camisa, con la chaqueta al brazo. Es allí dónde Neruda se inspiró para escribir
uno de sus más bellos poemas.
El 4 de noviembre llegaron a Santiago.
DELIA PASA A LA CLANDESTINIDAD
En febrero de 1948 Neruda, perseguido por la policía de González Videla,
debió pasar a la clandestinidad. Lo acompañó su fiel compañera. Pasaron a ser
el tío Pedro y la tía Sara. Debieron cambiar continuamente de morada.
Estuvieron en 11 casas distintas. En una ocasión fueron sacados a las tres de
la madrugada para trasladarlos a una parcela de Santa Ana de Chena. Fue allí
donde terminó el poeta su “Canto General”, en el cual estuvo trabajando todos
los días de clandestinidad. Y Delia,
El 24 de febrero de 1949 Neruda abandonó Chile cruzando la cordillera.
En la edición clandestina del “Canto General”, editada en Chile, ese
mismo año, aparecen dos fotos que dieron ser pegadas en cada ejemplar. Una es
del poeta. En la otra, va Neruda caminando
abrazado con Delia y está tomada de espaldas.
DE EUROPA A MÉXICO.
Delia lo acompañó en las duras y las maduras. Llegó a reunirse con él en
el destierro, en Europa.
Neruda fue designado por el Consejo Mundial de
Fue por entonces, cuando el poeta
inició una relación secreta con Matilde Urrutia.
El poeta escribió su libro “Los versos del capitán”, impreso por primera
vez en Nápoles en 1952, que durante años circuló como anónimo.
¿Por qué el anonimato? Al saberse
la identidad del autor, hubo quienes tejieron una serie de especulaciones al
respecto. No faltaron quienes sostuvieron que ello había sido por orden del
Partido Comunista.
Neruda salió al paso a los especuladores en su “Confieso que he vivido”.
Allí afirmó: “La única verdad es que no quise, durante mucho tiempo que
esos versos hirieran a Delia, de quien me separaba. Delia del Carril, pasajera suavísima, hilo
de acero y miel que ató mis manos en los años sonoros fue para mí durante
dieciocho años una compañera ejemplar”.
(Pablo Neruda: “Confieso que he vivido, Memorias”, Barcelona, 1974,
página 301)
RETORNO A CHILE
Delia y Pablo vivieron juntos gran parte de los cuatro años de exilio
del poeta. Este regresó a la patria el 12 de agosto de 1952. Entró a su casa de
Michoacán (la habían bautizado así en
recuerdo a los hermosos momentos vividos en México), junto con Delia, quien le
había precedido en la llegada varios meses antes, para poner orden en la casa
de la calle Lynch Nº 163.
Después, viajaron juntos a Brasil para participar en el Primer Congreso
de
Regresaron al país. Delia solía hacer viajes por su cuenta. Casi no iba
a Isla Negra, quien la visitaba era Matilde Urrutia...
LA RUPTURA
Se produjo un problema doméstico en Isla Negra. Una muchacha, que a
igual que el resto de los empleados de esa casa, servía a ambas mujeres,
enojada, le contó todo a
La separación definitiva se produjo un caluroso día de febrero de 1955
en la casa de Michoacán. Se intentó evitarla, interviniendo incluso el
secretario general del Partido Comunista, Galo González.
Neruda le escribió una carta, con fecha 20 de febrero de 1955, que
finalizaba diciendo: “La parte suya en mi vida es inamovible, haga usted lo que
haga y si me he equivocado o si he sido
injusto perdóneme a mí ya que usted sabe hacerlo. En cuanto a mí le guardo
tanto afecto, ternura, respeto y amistad como hace ya tantos años. Pablo”.
Delia del Carril no respondió. No quería saber más.
La separación de Delia y Neruda conmovió el ambiente y produjo el cisma
entre los amigos de la pareja. Se
acabaron amistades de toda una vida. O se estaba con Delia o con Pablo.
SU VIDA SIN PABLO
Retornó a Chile y a la pintura de sus caballos gigantes. Se integró al
Taller 666 que dirigía Nemesio Antúnez.
“Delia –escribe Volodia Teitelboim- que durante los veinte años que vivió con Neruda fue una
pintora retirada, volvió a sus inmensos caballos descoyuntados. Cambió el
carácter y el clima de Michoacán, casa que dejó de llamarla así después de su
ruptura para designarla simplemente como Los Guindos o Lynch 163. Instaló su
taller donde en tiempos del matrimonio había funcionado el comedor
envidriado... La casa perdió la atmósfera de algarabía que tuvo mientras vivió
en ella el poeta.
“Empezó el calmo reinado de una Delia abandonada, pero reina al fin,
soberana de la conversación delicada, administradora del encanto, que navegaba
como un cisne en el lago de las altas ideas y discutía con adorable aplomo
sobre todos los acontecimientos”.
(Volodia Teitelboim: “Neruda”. Madrid, 1984, página 311)
A mediados de los años sesenta se encontraron en dos ocasiones Delia y
Pablo. Ni siquiera se dirigieron la palabra.
El 23 de septiembre de 1973, doce días después del golpe fascista, murió
Pablo Neruda. Los amigos de Delia fueron
a verla. La encontraron en cama, llorando. Entre sus lágrimas, ella, con 89
años de edad, se preguntaba: ¿Me habrá querido alguna vez? ¿Qué habré sido yo
para Pablo?
Se negó asistir al velorio. Pero desde entonces volvió hablar de su
amado poeta, revisó las fotografías que le traían tantos recuerdos y otra vez,
comenzó a leer ante sus amigos, llorando, ese poema que le dedicara en
“Memorial de Isla Negra”
Pero Delia del Carril no se echó a morir. Pintó y realizó más de
cuarenta exposiciones individuales presentadas en Santiago, Buenos Aires, Moscú, París, Montevideo, Lima,
Concepción. Tomó parte, además en más de 50 exposiciones colectivas en Chile,
Estados Unidos, Argentina, Canadá, Cuba, Ecuador, México, Suecia, y Reino Unido.
A los cien años de edad, Delia se
seguía desplazando en su silla de ruedas en su casa de Los Guindos, entre
caballos gigantes y desorbitados, que ella había pintado hacía no muchos años,
pues se había convertido en la primera
caballista en la pintura latinoamericana contemporánea. Ahora vivía sumergida
en el reino de las brumas de la arteriosclerosis.
Delia del Carril, “flor de único tallo indoblegable”, como la llamó
Rafael Alberti, falleció en Santiago, el 26 de julio de