Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Recuerda Carlos Toro: “Alrededor de las 5,30 horas sonó el
teléfono. Atendí. Me llamaban los compañeros ferroviarios de Valparaíso para
informar que: ‘la escuadra había regresado en la madrugada a Valparaíso y que
en ese momento la marinería se estaba tomando las instalaciones ferroviarias
del puerto’. Con esta nueva noticia, llamé inmediatamente a Tomás Moro. Me
atendió Joan Garcés. Mira, le dije, se está dando un conato subversivo de la
marina en Valparaíso.
Tengo la impresión de que fue la primera alerta que él
llegó al Presidente. Aunque no estoy seguro de ello. También pudo recibirla por
otros conductos.
En seguida llamé a Mario Zamorano y le relaté los hechos y
me respondió: ‘yo me voy a encargar de avisarle a los miembros de
A las 6,20 de la mañana del 11 de septiembre de 1973, el
presidente Allende recibió un llamado telefónico en su residencia de Tomás
Moro. Se trasladó a
Los fascistas instaron a rendirse al Presidente. Les respondió: “Como generales
traidores que son no conocen a los hombres de honor”.
Numerosos ministros, hombres
de gobierno, dirigentes de
Éste ordenó salir a las mujeres y a los hombres
que no tienen armas: “Vivos serán más
útiles para la lucha revolucionaria”.
A las 9,15 se inició el ataque
contra
Allende se dirigió al pueblo en cuatro oportunidades por
radio. En su último discurso transmitido por Radio Magallanes del Partido
Comunista, dijo:
“… La historia no se detiene ni con represión ni
con el crimen. Esta es una etapa que
será superada, éste es un momento duro y difícil.”
“Ante estos hechos
sólo me cabe decirles a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en
un tránsito histórico pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que
tengo la certeza que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles
y miles de chilenos no podrá ser cegada definitivamente. Tienen la fuerza,
podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el
crimen, ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los
pueblos”.
“¡Trabajadores de mi patria! Tengo
fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición
pretende imponerse.
Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde,
abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una
sociedad mejor.
¡Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras, teniendo la certeza que mi
sacrificio no será en vano.
Tengo la certeza que por lo menos, habrá una sanción moral
que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal
tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa. Me seguirán oyendo.
Siempre estaré junto a ustedes, por lo menos mi recuerdo será el de un hombre
digno que fue leal con la patria…”
Durante 16 años y seis meses, del 11 de septiembre de 1973 al 11 de marzo de 1990, el pueblo chileno sufrió una de las tiranías más sanguinarias de la historia de la humanidad.
El Partido Comunista fue perseguido con saña: dos Comités Centrales y uno de las Juventudes Comunistas fueron detenidos, y asesinados. Forman parte de la lista de detenidos desaparecidos. José Manuel Parada, Manuel Guerrero y Santiago Nattino son horriblemente degollados.
El régimen fascista barrió con todo elemento democrático: quemó los Registros Electorales; prohibió los partidos políticos y las organizaciones sindicales; disolvió el Congreso, que fue reemplazado por un nuevo poder legislativo: los comandantes en jefe de las tres ramas de las FF AA y el Director de Carabineros.
La dictadura se
"institucionalizó" a través de
EL GENOCIDIO
La base teórica de
los crímenes perpetrados por la dictadura fue
CIFRAS OFICIALES DE VÍCTIMAS
DE
Hubo cinco instancias
oficiales para estudiar los atropellos a
los derechos humanos bajo la dictadura:
De la suma de todos estos
informes, las cifras oficiales entregan un
total final de 3.227 víctimas
2.125 asesinados y 1.102 detenidos- desaparecidos.
Además, los agentes de la
dictadura detuvieron y torturaron a 31.831 patriotas. Más de 200 mil personas fueron lanzados al exilio,
repartidos en 50 países.