martes, 12 de enero de 2021

LLEGAN A CHILE RESTOS MORTALES DE BERNARDO O’HIGGINS

 

 

                                                 Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                 Centro de Extensión e Investigación

                                                 Luis Emilio Recabarren,  CEILER

 

                           

 


Sólo el 11 de enero de 1870 llegaron a Santiago los restos mortales de Bernardo O’Higgins. La cruel oligarquía criolla no le perdonó ni después de su  muerte, ocurrida en el Perú en el exilio el 24 de octubre de 1842, su decidida y patriótica acción. Debieron pasar 47 años de su salida al destierro y 28 años de su muerte para que sus restos pudieran descansar en la patria por la que tanto hizo y tanto amó.

 

UNA INFANCIA DIFÍCIL

Bernardo O’Higgins había   nacido en Chillán  Viejo el 20 de agosto de 1778. Su padre fue  Ambrosio O’Higgins, un irlandés al servicio del monarca español; su madre, Isabel Riquelme, una bella joven chillaneja de 22 años. No pudieron casarse. Las leyes españolas  prohibían a los funcionarios del rey contraer matrimonio. La llegada del niño debió  ser  ocultada.  Fue arrebatado a su madre.

Su Partida de Nacimiento, fechada  en Talca el 20 de enero de 1783,  la otorgó  Pedro Pablo de la Carrera, cura y vicario de esa villa, quien  certifica  que  bautizó  “ ‘subconditione’ a un niño llamado Bernardo O’Higgins  que nació en el obispado de Concepción el 20 de agosto de 1778, hijo del maestro de campo, General de este Reino de Chile y Coronel de los reales Ejércitos de S.M., don Ambrosio O’Higgins, y de una  señora principal de aquel obispado, también soltera, que por su crédito no he expresado aquí su nombre”.

Sin embargo,  al niño se le llamará Bernardo Riquelme.  Los oligarcas y charlatanes lo apodarán  “huacho”.

Estudió primero en un colegio para hijos de jefes mapuches de Chillán. Luego su padre, designado Intendente de Concepción (en 1786) y  Gobernador de Chile (en 1787), lo envió para continuar sus estudios a Lima. Tenía 12 años. Pero don Ambrosio seguía su ascendente carrera. En 1796, asumió como Virrey del Perú. Entonces el joven Bernardo debió viajar a Inglaterra.

 

ATA SU CORAZON A UN IDEAL REVOLUCIONARIO 

Tenía 16 años cuando llegó a estudiar comercio a la Academia de Richmond, cerca de Londres. Fue un buen alumno. Pronto dominó el idioma inglés. También la literatura francesa y el dibujo. Lo apasionaban la historia y la geografía. Leía mucho. Su libro predilecto era “La Araucana  de Alonso de Ercilla. Le dolía no haber vivido la época de Lautaro para  luchar junto a los mapuches por la libertad  de su tierra.

Su profesor de matemáticas comprendió muy bien los sentimientos del joven Bernardo. Era Francisco Miranda, un patriota venezolano, desterrado en Europa que, para poder subsistir,  daba  clases en  la Academia de Richmond.

Un día, en medio de gran secreto, Miranda habló con  su alumno. Le reveló que formaba parte de una sociedad secreta cuyo objetivo era  emancipar las colonias españolas en América. Lo invitó a formar parte de ella. Bernardo, emocionado, abrazó a su maestro y le dijo: “Mirad en mí, señor, tristes restos de mi compaisano Lautaro, arde en mi pecho ese mismo espíritu que libertó Arauco, mi Patria, de sus opresores”.

Corría 1798. El nuevo miembro de la Logia secreta tenía 20 años de edad. Poco después debió abandonar Inglaterra. En Cádiz, España, tomó contacto con dos curas revolucionarios: el chileno José Cortés Madariaga y el argentino Juan Pablo Fretes. Le informaron sobre la situación en Chile.

Agentes del rey español descubrieron  las actividades conspirativas de Bernardo. Como consecuencia de ello, don Ambrosio O’Higgins  fue destituido de su cargo de Virrey del Perú. Furioso con su hijo, le escribió desheredándole de todos sus bienes.

Bernardo  inició su regreso al país en 1801. 

EN LA LUCHA CLANDESTINA 

Había partido de España, llamándose Bernardo Riquelme y sin recurso alguno. Desembarcó en Valparaíso en septiembre de 1802, con el nombre de Bernardo O’Higgins Riquelme y convertido en  dueño de la gran hacienda de Las Canteras y de una casa en Santiago. Su padre en su lecho de muerte lo había perdonado, dado su apellido  y dejándole una apreciable herencia.

Lo primero que hizo fue llevar a su madre y a su hermana Rosita a la hacienda.

Era  ahora un latifundista, pero sus ideales se mantenían inamovibles. Se dedicó a organizar círculos clandestinos para luchar por la Independencia. Con toda razón pudo escribir en 1842: “Mis intereses personales son los menos que he cuidado en toda mi vida, particularmente cuando los de mi patria estaban de por medio”.

Encontró numerosos patriotas dispuestos a arriesgarse por la noble causa emancipadora. Uno de ellos fue Fray  Rosauro Acuña.





Con inteligencia supo coordinar el trabajo conspirativo con el legal. En 1806 fue designado Alcalde del Cabildo o Municipalidad de Chillán; en 1809, subdelegado interino de La Laja. Ello lo libró de que cayera sobre él la represión de las autoridades, como ocurrió con algunos de sus compañeros de lucha.

El 18 de septiembre de 1810 se creó en Santiago la Primera Junta de Gobierno, para  mantener al país bajo la dominación del rey de España.

DIPUTADO Y  SOLDADO  PATRIOTA 

En ese momento O’Higgins era subdelegado de la Isla de Laja. Comprendió el carácter de la Junta constituida por los criollos, poderosos terratenientes, y no tardó en formar, con los huasos e inquilinos de su  hacienda de  Las Canteras, un regimiento patriota. El doctor Rozas, que encabezó  el movimiento emancipador en Concepción, lo nombró teniente coronel y segundo comandante.

O’Higgins no fue un soldado de profesión. Había estudiado comercio en la Academia de Richmond.  Escribió en 1810: “La carrera a que me siento inclinado por naturaleza y carácter es la del labrador”. Y en 1813 explicó: “Soy un militar de circunstancias, que había tomado las armas para defender la patria como simple comandante de guerrilleros en un momento de peligro”.

El 4 de julio de 1811 se inauguró el Primer Congreso Nacional. O’Higgins había sido elegido diputado por Isla de La Laja. De los 42 congresistas, 24 eran  los que la historia oficial llama “moderados”,  y  estaban  contra la plena independencia de Chile. Siempre votaron con ellos los 4 “realistas”, partidarios del monarca español. Catorce diputados  formaban la minoría patriota, a su cabeza estaba Bernardo O’Higgins. En medio de la discusión sobre una proposición de “moderados” y “realistas” de enviar  recursos económicos  a España, el padre de la patria  manifestó: “Aunque estamos en minoría sabremos suplir nuestra inferioridad numérica con nuestra energía y nuestro arrojo y no dejaremos de tener bastantes brazos para oponernos eficazmente a la salida de este dinero”.  Se impuso la minoría patriota  y los fondos no fueron enviados a la península.

 


                     

En 1813 se iniciaron las guerras de la Independencia. O’Higgins  puso su espada al servicio de José Miguel Carrera designado comandante en jefe del Ejército patriota por la Junta de Gobierno de 1813.  Meses después reemplazó a Carrera. Mostró su valor en  el combate de El Roble y en la batalla de Rancagua. En esta última, que lugar el 1 y 2 de octubre de 1814, cuando al segundo día de combates, los patriotas ya no podían resistir las embestidas de la fuerzas realistas muy superiores en número, O’Higgins ordenó a los sobrevivientes montar a caballo y se lanzaron por sobre las barricadas enemigas. Esas tropas, junto a  numerosos otros patriotas emigraron a  Mendoza, provincia de Cuyo, para preparar la revancha.  Se iniciaba  el período de la Reconquista española. En Chile, los guerrilleros de Manuel Rodríguez no dejaban tranquilos a los realistas. En Mendoza, con la inmensa solidaridad del general José de San Martín, gobernador de Cuyo, se organizó el Ejército Libertador, que en los primeros días de febrero de 1817, atravesó la cordillera de los Andes y el 12 de ese mes derrotó a las tropas del rey español en la batalla de Chacabuco.

 

GOBERNANTE  PATRIOTA

 


El 16 de febrero de 1817, O’Higgins  fue designado Director Supremo de Chile por un Cabildo Abierto en Santiago. Entre sus obras tenemos:

a)  Consolidación de  la Independencia. A comienzos de 1818, una nueva expedición realista invadió el país. O’Higgins  convocó en ese momento de peligro a los ciudadanos a suscribir el 12 de febrero de 1818, el  Acta de Proclamación de la Independencia de Chile.

En ella se hacía “saber a la confederación del género humano, que el territorio continental de Chile y sus islas adyacentes, forman, de hecho y por derecho, un Estado libre, independiente y soberano, y quedan para siempre separados de la Monarquía de España y de otra cualquiera dominación, con plena aptitud de adoptar la forma de Gobierno que más convenga a sus intereses”.

El 5 de abril de 1818, en la batalla de Maipú fueron derrotadas las tropas realistas.  Constituye esa fecha la culminación del proceso de siete años de la Independencia de Chile del sistema colonial español.

                                          

 


DOS CONCEPTOS DE EJÉRCITO

O’Higgins pensó en la necesidad de formar un ejército nacional sin relación alguna con el del rey  español. Por ello fundó la Escuela Militar. En cambio los fascistas chilenos conciben el Ejército como heredero de las tropas realistas. El general Herman Brady, ministro  de Defensa de la dictadura, en un acto en homenaje a Pinochet, efectuado el 23 de agosto de 1976, sostuvo que “desde la época de la Colonia el Ejército de Chile ha sido la piedra angular para formar historia, formar tradición, formar hombría y mantener inalterable la institucionalidad de este Chile que tanto queremos”.

O’Higgins creó la Primera Escuadra Nacional, el 11 de agosto de 1818.

También con el objeto de consolidar la emancipación del país, organizó la Expedición Libertadora del Perú, que zarpó de Valparaíso el 20 de agosto de 1820. La formaban 23 buques, que transportaron a 4.100 soldados.

 

GOBERNANTE ANTIOLIGÁRQUICO

b) Medidas contra la oligarquía. En 1812 había escrito: “Detesto por naturaleza la aristocracia y la adorada igualdad es mi ídolo”. Siendo Director Supremo fue consecuente con esas palabras. El 28 de noviembre suprimió los títulos de nobleza y prohibió el uso de los escudos de armas. En el decreto  respectivo señaló: “En una república es intolerable el uso de aquellos jeroglíficos, con que los tiranos premian a sus servidores. Son una ofensa a las ideas de libertad e igualdad”. (Los requisitos para obtener un título de nobleza eran: demostrar pureza de sangre por los cuatro abuelos, saber montar a caballo y no haber ejercido oficios manuales).

Obligó a los oligarcas que colaboraron con los realistas durante la Colonia a pagar fuertes contribuciones para cancelar los gastos del Ejército Libertador de los Andes y a  entregar caballos y dinero para  la Expedición Libertadora del Perú.

Con fecha 5 de junio de 1818, firmó un decreto aboliendo los mayorazgos, institución del derecho español que consistía que el hijo mayor heredaba todos los bienes, con ello se impedía la división de los grandes latifundios.  Esta medida no pudo ser aplicada porque el Senado, con mayoría  reaccionaria, la aplazó indefinidamente.


GOBERNANTE PROGRESISTA

c) Obras de progreso: inició la educación estatal: fundó escuelas primarias y el Liceo de La Serena; además reabrió el Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional.

En 1819 ordenó la construcción del Cementerio General, medida muy resistida por la Iglesia. Creó el mercado de abasto, el paseo de La Alameda, terminó el Canal del Maipo.

Inauguró el  Teatro o Casa de Comedias; permitió el desarrollo de la prensa, hubo 15 periódicos. Fundó las ciudades de La Unión, Vicuña y San Bernardo. Aplicó la vacuna.

Estableció el servicio de diligencias y correos diarios entre Santiago y Valparaíso.


INTERNACIONALISTA: LA PATRIA GRANDE

d) Fue un internacionalista. Además de la Expedición al Perú, planteó la unidad de los países americanos, desde México hasta Tierra del Fuego. Escribió: “Se  podía ser chileno, peruano o venezolano y al mismo tiempo sentirse americano y compatriota en cualquier país de Hispanoamérica”. 

El 6 de mayo de 1818, publicó un Manifiesto en que pedía “instituir una Gran Federación de Pueblos Americanos”.

DERROCAMIENTO Y DESTIERRO 

La oligarquía y la Iglesia se unieron y utilizaron a  militares para derrocar a O’Higgins el  28 de enero de 1823. Fue detenido por el general Ramón Freire el 6 de febrero de 1823. El 17 de julio salió al exilio rumbo a Perú.  En este país, en  cuyo ejército era Capitán General, se incorporó a las tropas de Simón Bolívar. Combatió.  A la celebración de la victoria de  Ayacucho, en 1824, O’Higgins concurrió de civil. Bolívar le peguntó el por qué de su indumentaria paisana. Le respondió: “Señor, la América está libre. Desde hoy el general O’Higgins ya no existe; soy sólo el ciudadano particular Bernardo O’Higgins.”

En Perú vivió él y su familia con grandes privaciones. Solicitó en varias  oportunidades autorización para regresar a Chile. Se la negaron. Murió en  el exilio el 24 de octubre de 1842,  a la edad de 64 años.


LOS REVOLUCIONARIOS DE HOY DECIMOS, CON PABLO NERUDA, A BERNARDO O’HIGGINS RIQUELME:

 

 

     

 

        “Pero hemos heredado tu firmeza,

         tu inalterable corazón callado,

         tu indestructible posición paterna,

         y tú, entre la avalancha cegadora

         de húsares del pasado, entre los ágiles

         uniformes azules y dorados,

         estás hoy con nosotros, eres nuestro,

         padre del pueblo, inmutable soldado.”