sábado, 23 de enero de 2021

EL SEÑOR PRESIDENTE O Mensaje de Miguel Ángel Asturias al Brasil de Bolsonaro

 



 

...Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre!

Así comienza ‘El Señor Presidente’, una obra fundamental de la literatura latinoamericana, de la que proceden tanto el realismo mágico como las grandes novelas políticas sobre las dictaduras que tanto sufrimiento y destrucción han causado en todo el continente, como Yo, el Supremo del paraguayo Augusto Roa Bastos y El otoño del patriarca del colombiano Gabriel García Márquez.

El libro tuvo una larga gestación, fue escrito entre mediados de los años 20 y principios de los 30 por Miguel Ángel Asturias en París, donde se exilió durante más de diez años huyendo de la dictadura de Estrada Cabrera en su país natal, Guatemala. La dictadura de Estrada Cabrera, que duró de 1898 a 1920, fue sucedida por la dictadura de Jorge Ubico, lo que hizo que el libro sólo se publicara en 1946 en México, año en que también se publicó en Brasil el primer libro de otro escritor fundamental: Sagarana de João Guimarães Rosa. Los caminos de estos dos escritores se cruzarían en 1965, cuando se celebró en Génova el Congreso de Escritores Latinoamericanos y se creó la Primera Sociedad de Escritores Latinoamericanos, con Miguel Ángel Asturias y João Guimarães Rosa en su dirección. Durante un descanso de este congreso en Génova, Guimarão Rosa concedió una famosa entrevista al crítico literario alemán Günter Lorenz en la que hizo un interesante comentario sobre Asturias respondiendo a una pregunta:

Guimarães Rosa: Creo que me ha entendido mal. Parece que te refieres a lo que ocurrió en Berlín. Sobre esto quería decir que estoy del lado de Asturias y no de (Jorge Luis) Borges. Aunque no apruebo todo lo que dijo Asturias en el fragor del debate, no apruebo nada de lo que dijo Borges. Las palabras de Borges revelan una total falta de conciencia de la responsabilidad, y yo siempre estoy del lado de los que asumen la responsabilidad y no de los que la niegan.

Esta cita es muy corta, no contiene mucha información sobre el contexto, pero aún así me parece suficiente para indicar que Guimarães Rosa reconoció en Asturias a un escritor con el que compartía la misma posición: ambos asumieron la responsabilidad del escritor pese a su tiempo.

En El Señor Presidente, Miguel Ángel Asturias se enfrentó a la sociedad latinoamericana, a la política y a la literatura de su tiempo como ningún otro antes. Para el estudioso de la literatura latinoamericana Gerald Martin, autor del influyente libro Journeys through the Labyrinth: Latin American Fiction in the Twentieth Century, se trata de una novela única en la literatura latinoamericana, la primera que combina su llamamiento a la revolución del lenguaje y la literatura con un llamamiento a la revolución social y política y la primera que desenmascara el autoritarismo y el patriarcalismo a nivel de la conciencia, es decir, la interiorización del totalitarismo.

Al leer El Señor Presidente hoy , mientras Brasil sucumbe a la incompetencia generalizada, a la corrupción rampante y a la ignorancia deliberada de una parte importante de la población, reconozco mucho en común entre nuestro país y el mundo descrito por Asturias en su novela, el de una sociedad que sufre bajo una dictadura militar mezquina y violenta. Y ante las amenazas del Señor Presidente Bolsonaro de dar un golpe de Estado e instaurar definitivamente una dictadura, la novela de Miguel Ángel Asturias se transforma en un mensaje, una advertencia sobre lo que aún puede llegar a ser nuestro país. Porque todo puede ir siempre a peor: el pozo no tiene fondo, no hay límites para la estupidez.

Un personaje de la novela, el general Canelas, cae en desgracia con el Señor Presidente y tiene que huir de la dictadura militar que ayudó a imponer. Y durante su huida por el interior del país, ante la miseria que el gobierno dictatorial había creado y que hasta hace poco era invisible para él, oculta por los privilegios que disfrutaba, piensa para sí mismo:

Cuál era la realidad? No haber pensado nunca con su cabeza, haber pensado siempre con el quepis. Ser militar para mantener en el mando una casta de ladrones, explotadores y vendepatrias endiosados (...).

Quien tenga oídos, que escuche. Quien tenga ojos, que vea.

En otro episodio de la novela, una criada de un comandante de policía recibe la petición de una humilde mujer que sólo quiere saber dónde fue enterrado su marido, asesinado  en las cárceles de la dictadura. La criada promete ayudar y habla con el comandante de la policía, que responde de esta manera:

No hay que dar esperanzas. (...) En estos puestos se mantiene uno porque hace lo que le ordenan y la regla de conducta del Señor Presidente es no dar esperanzas y pisotearlos y zurrarse en todos porque sí.

Frente a los miles de muertos causados por la pandemia del COVID 19, frente a la destrucción de la selva amazónica y del Pantanal, ¿cómo no ver en estas palabras la descripción exacta del liderazgo del ministro Pazuello, del ministro Salles y de tantos otros que ocupan cargos importantes en el gobierno del presidente Bolsonaro?

El que tiene oídos, oye; el que tiene ojos, ve.

Y ante la inercia de gran parte de la clase política, incapaz de tomar una actitud ante tanta debacle, muertes y destrucción, sin vergüenza de su propio oportunismo, estas palabras escritas por Asturias y pronunciadas por un personaje de la novela, parecen salir de la boca de millones de brasileños:

No hay esperanzas de libertad, mis amigos; estamos condenados a soportalo hasta que Dios quiera. Los ciudadanos que anhelaban el bien de la patria están lejos (...) Los árboles ya no frutecen como antes. El maíz ya no alimenta. El sueño ya no reposa. El agua ya no refresca. El aire se hace irrespirable. Las plagas suceden a las pestes, las pestes a las plagas, y ya no tarda un terremoto en acabar con todo. (...) Adonde volver los ojos en busca de libertad?

Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de Literatura 1967, envía hoy su mensaje a Brasil desde su pequeño y sufrido país. Hay que leer El Señor Presidente. Resistir y buscar fuerzas en las palabras encantadas de la novela. Vuelvo a su principio:

Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la podredumbre! Alumbra, lumbre de alumbre, sobre la podredumbre, Luzbel de piedralumbre! Alumbra, alumbra, lumbre de alumbre..., alumbre...,alumbra..., alumbre de alumbre...,alumbra,alumbre...!

                                                                                                Franklin Frederick