Tema expuesto por el
Historiador Iván Ljubetic en el Foro Panel del CEILER "Recabarren y las
Elecciones" realizado los dias 25 y 26 de Abril recién pasado, en el Salón
de Acto de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.
RECABARREN Y LAS ELECCIONES
Iván Ljubetic
Luis
Emilio Recabarren Serrano nació en Valparaíso
en el Cerro Playa Ancha, el 6 de julio de 1876. Estudió cuatro años en
una escuela primaria de ese puerto. Su familia se trasladó a Santiago. En la
capital, a la edad de 14 años, comenzó a trabajar como obrero en una imprenta.
Pronto aprendió el oficio de tipógrafo.
A pesar de
ser duramente explotado, con largas jornadas, bajos salarios, agotadoras
labores, tuvo la fuerza y la responsabilidad de leer, de estudiar. Fue un
autodidacta que, capacitándose por su cuenta, se transformó en uno de los
grandes intelectuales que ha tenido
nuestro país.
Pero, más
importante que eso, ¡puso sus
conocimientos al servicio de los trabajadores!
El 4 de junio de 1912 fundó el Partido Comunista, que
durante diez años llevó el nombre de Partido Obrero Socialista.
Como
consecuente revolucionario, comprendió la necesidad de utilizar todas
las formas de lucha. Por ello no subestimó, sino que por el contrario, impulsó
la lucha electoral.
Elías Lafertte relata en su libro “Vida de un Comunista” que, estando un
día colocando un parche dentro de una caldera, escuchó que lo
llamaban. Se asomó y se encontró cara a cara con Recabarren, quien le explicó
que lo estaba buscando para pedirle que lo presentara a los trabajadores de la
oficina, pues andaba en campaña electoral, porque era candidato a diputado en
las elecciones que culminaban el 14 de marzo de 1915. Lafertte, sorprendido y
orgulloso de la misión que le encomendaba, la cumplió lo mejor que pudo.
En esas elecciones el Partido Comunista presentó candidatos en cinco
distritos. En uno de ellos, Pisagua y
Tarapacá, postuló a Luis Emilio Recabarren. Los otros lugares fueron: Tocopilla y Taltal; Valparaíso, Santiago y
Concepción.
En la víspera de los comicios, Lafertte bajó, desde la oficina salitrera donde
laboraba, a Iquique. Allí se encontró con un grupo de amigos, que, al igual que
él, habían venido a apoyar y acompañar a Recabarren. No salió elegido, obtuvo el 8.3% del total de los sufragios. Esto no lo
desanimó. Esa noche habló a sus partidarios. Dijo: “Éste ha sido sólo el
primer paso hacia las largas batallas
que nos esperan y en las cuales hemos de marchar todos unidos”.
A través del país, el Partido
recibió el 0,4% de los votos válidamente emitidos. No eligió ningún diputado.
En Tarapacá, además de la candidatura de Recabarren, el Partido
levantó la del doctor Isidoro Urzúa a senador. También fue derrotado.
Sin embargo, los comunistas eligieron a Enrique Salas, como regidor en
Iquique, y otros dos regidores en Pisagua. Y, gracias a un pacto electoral con el Partido Radical,
eligió en esa localidad al segundo Alcalde.
En las elecciones parlamentarias
del 10 de marzo de 1918, los comunistas participaron como Partido Obrero
Socialista, junto con el Partido Socialista, en la Lista “Convención
Revolucionaria”.
Obtuvieron el 0,64% de los votos.
No eligieron diputado.
Recabarren estaba recluido en la cárcel de
Tocopilla, como prisionero político,
cuando tuvo lugar el Segundo Congreso Nacional del Partido Comunista, realizado
en Antofagasta el 1 y 2 de junio de 1920.
Este evento acordó proclamarlo candidato a la Presidencia de la
República, para enfrentar al demagogo y uno de los más sangrientos masacradores de nuestra historia, Arturo
Alessandri Palma. Fue el primer candidato obrero a la Presidencia de Chile. No
fue elegido, pero los comunistas, al levantar la candidatura de Recabarren,
advirtieron a muchos sectores populares, embriagados con la demagogia de
Alessandri, lo que se podía esperar de
éste.
Y así ocurrió. Triunfó Alessandri
y, a poco de iniciarse su gobierno, desató una brutal represión. En febrero de
1921, se perpetró la masacre de San Gregorio.
Pero, pese
a la salvaje represión, las fuerzas políticas del proletariado
experimentaron un importante
crecimiento.
Fue así, como en las elecciones
parlamentarias del 6 de marzo de 1921, en las que el PC participó en un pacto electoral con
la Alianza Liberal, una coalición de los sectores medios, fueron elegidos dos
diputados comunistas, Luis Emilio Recabarren y Luis Víctor Cruz y unos quince
diputados demócratas, varios de los cuales eran de extracción obrera y miembros
de la FOCH.
El historiador Ricardo Donoso, en
su obra “Alessandri agitador y demoledor”,
señala:
“Conquistaron bancas en esa Cámara
representantes auténticos del proletariado, con el nombre de comunistas o
socialistas, entre los que figuraron Luis Víctor Cruz, Luis Emilio Recabarren, Juan Pradenas,
Juan Vargas Márquez y Oscar Chanks”.
En esos comicios, el Partido
obtuvo el 1,4% del total de la votación
nacional. Pero en la provincia de Antofagasta
alcanzó el 28,3% de los sufragios, eligiendo como diputado a Recabarren.
En Pisagua y Tarapacá, logró
igualmente una alta votación, siendo electo Luis Víctor Cruz. Del resto del país, sólo presentó candidato
en Santiago.
En las elecciones parlamentarias del 9 de marzo de 1924, los
comunistas participaron en la Lista “Movimiento de Izquierda de Chile”.
Llevaron varios candidatos a diputado,
entre ellos Luis Emilio Recabarren. En estos
comicios el Presidente Arturo
Alessandri Palma llevó a cabo una escandalosa intervención electoral y la
abstención alcanzó al 30%. Los candidatos comunistas reunieron el 0,49% de los
votos y no eligieron diputado.
Los comunistas, encabezados por Recabarren, utilizaban las tribunas
que les brindaban las campañas electorales, para exponer sus puntos de vistas,
educar a la gente y ganar militantes.
En la misma línea de Recabarren, Luis Corvalán Lépez
hizo importantes aportes teóricos. Algunos de estos los encontramos en el
folleto “Nuestra vía revolucionaria”, que forma parte de su libro “Camino de
Victoria”, publicado en 1964.
Allí planteó que existen dos vías revolucionarias:
la vía violenta y la vía pacífica. Ambas son revolucionarias porque tienen por
objetivo lograr transformaciones revolucionarias.
Aclaró Luis Corvalán que “la vía
pacífica propone la lucha de clases
y no la colaboración de clases, no una existencia amigable entre explotadores y
explotados...”
Subrayó que las elecciones son sólo
una parte de un proceso. Señalando que “se incurriría en una desviación reformista de tipo electoralista, si
ellas se plantearan como algo despojado
de la lucha reivindicativa de
las masas, si todo se circunscribiera a la exaltación del candidato, al
cumplimiento de las tareas
específicamente electorales.
Lo fundamental, enfatiza Corvalán,
es y será siempre la movilización de las masas por sus derechos vitales, por
sus aspiraciones más sentidas, por los objetivos económicos y políticos de cada
momento”. (Hasta aquí la cita de Corvalán).
Para los comunistas, entonces, las elecciones son una de las formas de
lucha, que adquiere enorme importancia
en algunos momentos del desarrollo de la lucha de clases.
La moderna lucha de clases, la existente entre los trabajadores y la
burguesía, comprende tres aspectos: la lucha económica, en que el arma principal
es el sindicato clasista; la lucha ideológica, cuya herramienta es nuestra
ideología revolucionaria, el marxismo leninismo, y la lucha política, la toma
del poder político, que tiene como su instrumento el Partido revolucionario de
los trabajadores.
La lucha
electoral, reúne, en cierto sentido, a los tres aspectos de la lucha de clases.
Como hemos visto, el Partido Comunista, desde tiempo de Luis Emilio Recabarren, le ha
asignado especial importancia a las elecciones. Nuestro propio fundador
fue candidato a la Presidencia de la
República en las elecciones de junio de 1920 y, en repetidas veces, a
parlamentario
En la historia de Chile ha habido
elecciones que han sido un hito significativo. Citaremos tres ejemplos:
1.
Las elecciones presidenciales del 25 de
octubre de 1938, en que triunfó el candidato del Frente Popular, Pedro Aguirre
Cerda, abriendo camino a un gobierno democrático y progresista. Uno de los
cuatro mejores de nuestro país.
2.
Las presidenciales del 4 de septiembre de 1970, en que
Salvador Allende obtuvo la primera mayoría relativa, que luego de
60 días al
rojo, permitió la llegada del Gobierno Popular, que ha sido el más patriótico,
democrático y revolucionario que ha tenido Chile.
3.
Las parlamentarias del 4 de marzo de 1973, en que la Unidad
Popular al obtener el 43,9% de los sufragios derrotó el “golpe blanco” de la oposición reaccionaria, que pretendía
derrocar al Presidente Allende por medio de una acusación constitucional para
lo cual necesitaba dos tercios del Senado.
Las elecciones no son un fin en sí
mismo. Son un medio para, que en un momento en que se produce en mucha gente un
“despertar” político, llegar a los diversos sectores, para crear conciencia. A Salvador Allende le
escuché muchas veces decir: “No vengo a pedirles el voto, vengo a sembrar la
semilla en vuestras conciencias de la necesidad de cambiar Chile”; además, ganar la adhesión para nuestros candidatos;
hacer crecer al Partido en cantidad y calidad; y sobre todo, movilizar a la
gente por sus problemas.
Para triunfar en unas elecciones es necesario un buen
trabajo electoral.
Una campaña ejemplar fue, la llevada adelante por los
partidos de la Unidad Popular, en las
elecciones presidenciales de 1970.
Fue la más breve de las realizadas
por la Izquierda chilena. Se inició el 22 de enero de 1970, cuando los otros dos candidatos
habían iniciado las suyas hacía a lo menos un año, y finalizó el 2 de
septiembre de 1970.
Apenas 223 días. Pero fue una
campaña a la ofensiva. Se constituyeron en el país cerca 15 mil comités de base
de la Unidad Popular, los CUP, que no sólo se dedicaron a los trabajos electorales, sino que tomaban los problemas
concretos de la gente y organizaban la lucha por sus soluciones. Además de tener
un excelente candidato, se puso al centro de la propaganda el Programa de
Gobierno de la Unidad Popular. En los
marcos de la campaña se realizó el primer paro nacional de campesinos, se efectuó un paro político en la zona del
carbón, cuando la visitó el candidato de la derecha. Hubo tomas de terrenos.
Las Brigadas Ramona Parra y brigadas de otros partidos, realizaron una
propaganda caracterizada por la calidad y cantidad de ella. Se derrotó la
campaña del terror psicológico,
fundamentalmente a través de una acción de comando llevada a cabo por un grupo
de jóvenes comunistas, conocida como “Operación Andalién”
Se recorrió prácticamente todo el
territorio nacional con el candidato. En todos esos aspectos los comunistas estuvimos
en la primera fila.
Entonces y
ahora, hemos sido y somos fieles al legado de Luis Emilio Recabarren.