Discurso de la Presidenta de la CUT Bárbara Figueroa en acto del Primero de Mayo
“Quiero, en primer lugar, saludar la contundente y amplia participación de todos y todas en este Primero de Mayo.
“Saludar y reconocer la participación de
los trabajadores del sector público (de la salud, fiscales, municipales,
asistentes de la educación, funcionarios de Universidades y a mis colegas, los
profesores), a los trabajadores del sector privado (del retail, de
supermercados, del comercio en general, del transporte terrestre y aéreo; a los
trabajadores de servicio: seguridad, aseo, de isapres y afp´s), el mundo de
trabajadores informales o independientes que desarrollaron hace poco su
congreso mundial en nuestro país, a los trabajadores discapacitados, las
mujeres trabajadoras, aquellas jefas de hogar, a los trabajadores del mundo de
la cultura, del campo. Saludar por cierto, a los miles de trabajadores del
mundo del subcontrato.
“Quiero saludar también la asistencia de
los estudiantes, de los futuros trabajadores y de quienes deben esforzarse el
doble estudiando y trabajando. También a los profesionales jóvenes y los
cesantes ilustrados; los académicos y los trabajadores no calificados, las
trabajadoras de casa particular y en domicilio, por cuenta propia y el micro y
pequeño empresario que con esfuerzo lucha día a día por sacar adelante su
fuente de ingreso.
“Reconocer también a los trabajadores
pasivos, los que tras años de entrega deben vivir el peso de retirarse del
mundo laboral con pensiones de miseria o que postergan su necesario y justo
descanso para permitirse una vida en mejores condiciones.
“Saludar con especial afecto a los
dirigentes y organizaciones de las otras centrales sindicales que nos acompañan
y a aquellos que no perteneciendo a ninguna, se han sentido llamados a ser
parte de esa jornada. Todos sean bienvenidos.
“Nuestra intervención no puede comenzar
sin hacer un homenaje a nuestros dirigentes sindicales, homenaje que
representamos en la figura de un joven dirigente sindical, presidente de uno de
los sindicatos de Asexma, asesinado en su lugar de trabajo. Nuestras primeras
palabras son para Juan Pablo Jiménez, su familia y la urgencia de
justicia plena ante un hecho de tal gravedad, injustamente incomprendido en sus
inicios y que hasta el día de hoy clama por verdad.
“Conmemoramos este Día Internacional de
los Trabajadores enfrentados a una coyuntura especial. No estamos ante un hito
más, sino que la conmemoración de este 1º de mayo está inserta en el marco de
las luchas sociales y sindicales que han acelerado un nuevo tiempo para nuestro
país. Dignificamos nuestro día y los desafíos del mundo trabajador, al calor de
un Chile que ha perdido el temor a expresarse y que reconoce en el ejercicio de
la calle un espacio innegable para expresar sus justas y urgentes
reivindicaciones.
Somos
herederos de una transición pactada que ha llegado a su fin. ¡Hoy se abre para
nuestra patria un nuevo ciclo, caracterizado por la urgencia de cambios
sustantivos que nos permitan avanzar hacia una democracia plena y un Chile más
justo e igualitario!
La
conmoción y agitación social son parte de este nuevo momento, pero no lo único.
Junto con la expresión diversa y convergente en las calles, se avanza en
propuestas y demandas cada vez más precisas por parte de los actores sociales. No
estamos solo frente a la movilización como expresión de agobio, sino que
también ante las propuestas de cada sector y por esto se convocan a grandes
mayorías sociales y políticas.
No se trata de la movilización como fin
sino como instrumento, expresión gráfica del cansancio de un pueblo frente a
políticas de Estado que por décadas se ha focalizado en los sectores más
empobrecidos, abandonando a la inmensa mayoría de los chilenos y chilenas,
trabajadores y trabajadoras, al negar derechos fundamentales como salud o
educación, obligándolos a asumir un sistema de pensiones indigno o
sometiéndolos a un mercado del trabajo cada vez más precario, inestable y con
altas tasas de abusos, acoso laboral y prácticas antisindicales.
La política del Estado focalizada en los
más vulnerables ha tocado fondo, pues mientras se buscaban los mecanismos para
garantizar subsidios y políticas asistencialistas que supuestamente permitirían
superar la pobreza; se dejaba en la indefensión a la inmensa mayoría de los
chilenos que, por tener trabajo o ingresos, son entregados a las leyes del
mercado, donde los intereses de los empresarios y su afán de lucro solo
garantizan acceso a los derechos fundamentales a costa del endeudamiento. ¿Qué
persona que acredite ingresos hoy puede acceder a beneficios estatales, si por
tener ingresos la ficha de protección social nos impone el rótulo de clase
media o un puntaje superior a los 10.000?
Tras décadas de temor a la
ingobernabilidad o la vuelta a la dictadura, producto de la negativa de las
autoridades de hacer verdad y justicia plena, hoy se clausura una etapa de
miedos que inaugura el tiempo de la expresión social y los cambios. ¡En nuestro
caso, decretamos que este es el tiempo de los trabajadores!
Iniciamos una nueva etapa llena de
desafíos y responsabilidades, tomando fuerza de lo acumulado en luchas y
capacidades durante años. El paro del 13 de agosto del 2003, la movilización
del subcontrato el 2007, la gran movilización del sector público que logró un
10% de reajuste, las manifestaciones por la negociación del sueldo mínimo y la
jornada del 24 y 25 de agosto del año 2011, nos han permitido acumular fuerzas
y condiciones para este momento.
Por eso no extraña que en estos 4 meses
del 2013 se produjeron sendas e históricas movilizaciones: en los puertos, con
una solidaridad digna de reconocimiento y ejemplo; en el Cobre, con la unidad
de los trabajadores de la minería pública y privada; de los trabajadores
forestales como un paro de 24 horas en marzo; en el ámbito de la educación con
la masiva y contundente movilización del 11 de abril, pero también con paros de
Integra y de Ajunji; en el mundo del subcontrato de la mano de la CTC, pero
también de los trabajadores de Movistar, que pese a no estar en movilización,
ya se encuentran en alerta por las posibles mermas en sus derechos; o en
el mundo de la cultura y las artes, con la huelga de los trabajadores del
Teatro Municipal de Santiago; y en los medios de comunicación con la
histórica huelga de los trabajadores de Radio ADN, ante un holding que hace abuso
del multirut, o el sindicato Concha y Toro que votó la huelga el domingo
pasado.
Hacemos un reconocimiento especial para
los trabajadores de la mina Isla Riesco, en Magallanes, que han sostenido su
movilización por 16 días absolutamente invisibilizada por los medios y donde el
grupo económico Angelini se niega a dar solución al conflicto.
¡Estamos en nuestro tiempo y en este
camino no hay vuelta atrás!
La voz de los trabajadores se expresa con
fuerza y unidad, dando muestras de que, pese a las legítimas diferencias que
tenemos, eso no es obstáculo para avanzar en nuestras luchas, reivindicar el
rol del movimiento sindical en los nuevos tiempos y ser actores que ayuden a
los procesos de convergencia y unidad social.
Esta unidad no tiene una única expresión
ni forma, sino que se consolida en un horizonte compartido y en las calles, se
construye desde la confianza y sin imposición. La unidad como expresión nítida
de las urgencias por transformaciones que todos anhelamos.
Pero este tiempo de gran potencial que se
inaugura, tiene su contraparte y resistencias. Las acciones desde el Gobierno
así lo demuestran: incapacidad de diálogo, violación de convenios
internacionales, presión sobre el parlamento y represión a los conflictos y
movilizaciones, y hoy, en su cara más dramática, adulteración de datos y
estadísticas con tal de mostrarle al mundo una falsa realidad país que pone en
tela de juicio todo lo hecho o dicho por este Gobierno.
Se culpa a los actores sociales de afectar
la credibilidad de las instituciones y hoy queda claro que el daño a la
credibilidad lo ha hecho el Gobierno: al no sacar de su cargo al Director del
SII, al permitir la impunidad en el fraude de La Polar, al insistir que el
lucro no existe en la educación pese a los antecedentes de la comisión investigadora
de la Cámara de Diputados, tozudez que les costó la destitución por la vía de
una acusación constitucional al Ministro Beyer; o al manipular los datos de
encuestas como la Casen o la falta de rigurosidad en el desarrollo del Censo,
que traen consigo un impacto directo en las políticas sociales. Al calcular con
instrumentos y metodologías obsoletas el IPC y tratar hacernos creer que con
205.000 de sueldo mínimo estamos superando la pobreza, cuando uno de los
factores principales para su cálculo es precisamente el IPC acumulado, hoy en
tela de juicio.
Sin embargo, pese al cúmulo de
antecedentes que pesan sobre el actual gobierno, ha logrado imponer parte de su
agenda y con todo avanzar en sus políticas de mercado; demostrando que aún
cuando la ciudadanía se tome las calles, esto no logra ser suficiente para
detener la ofensiva privatizadora del modelo, la que hoy se pretende
consolidar, tal como ocurriera en educación, en el ámbito de la salud y la
administración centralizada y descentralizada del Estado o en el ámbito de las
empresas estratégicas para el país, donde hemos sido testigos de la intención
de entregar a privados no sólo empresas como Codelco y Enap, sino también la
explotación del Litio.
¡No está garantizado que los cambios
transiten en la dirección que anhelamos! ¡El futuro de la nación está en
disputa, entre quienes quieren perpetuar las ganancias para unos pocos a costa
de la explotación de las grandes mayorías y la venta de derechos y quienes
estamos por un Chile más justo y democrático, con educación pública gratuita y
de calidad, con un sistema de salud que garantice a todos el derecho a ésta,
con respeto al medio ambiente y políticas de desarrollo sustentable, con un
sistema de pensiones de carácter solidario y donde los trabajadores y trabajadoras
seamos reconocidos en nuestro valor y dignidad!
Nuestro país vive sobre una profunda y
vergonzosa desigualdad. Ha quedado claro que es insostenible mantener y
profundizar un modelo de desarrollo que da cuenta de altos índices de
crecimiento económico, pero con nula expresión en la inmensa mayoría de los
chilenos. Mientras desde el Gobierno se vanaglorian con un crecimiento del 5% y
descaradamente hablan de pleno empleo, los trabajadores y trabajadoras chilenos
vivimos en una precariedad mayor.
Según
la última encuesta CASEN, en Chile la línea de la pobreza corresponde a $72.000
de ingreso mensual, cerca de un décimo del ingreso per cápita, más de 2,4
millones de chilenos son pobres y uno de cada cuatro niños vive bajo la
pobreza.
Si estas cifras nos golpean, más dramático
es corroborar que de este universo de pobres, al menos 497 mil son
trabajadores. Es decir, personas que poseen trabajo pero habitan hogares
pobres, de los cuales 62 mil son trabajadores indigentes. En 2 de cada 3
hogares pobres hay trabajo y el 81% de ese trabajo es asalariado. Conclusión:
NO basta tener empleo para salir de la pobreza.
Según los datos del Gobierno, se han
creado cerca de 800.000 empleos. Sin embargo, sobre el 70% de éste corresponde
a empleo externalizado (subcontrato, suministros, enganche temporal), lo que
aumenta la probabilidad de bajos salarios, reduce la perspectiva de tener
empleo protegido, reduce notoriamente la probabilidad de participar en
organizaciones sindicales y aumenta la posibilidad de ser un subempleado. Es
decir, constituyen una condición clara de mayor precariedad laboral.
Las
cifras expuestas demuestran con datos concretos la realidad de nuestro país,
aquella que no se ve tras los índices de crecimiento. ¿Puede un país como el
nuestro, que se dice en vías de desarrollo, seguir sosteniendo estos niveles de
precariedad laboral y desigualdad? A nuestro juicio, este es el gran tema del
que Chile debe hacerse cargo.
Si a ello sumamos la realidad de los
trabajadores sin contrato, podemos ver que los asalariados sin contrato llegan
a 1.065.156 personas, que representan al 18,7% del total de asalariados del
país.
Por
ello, como Central Unitaria de Trabajadores, no podemos concordar con el
Gobierno cuando se sostiene que Chile avanza al Pleno empleo. Es inmoral vender
una imagen país que está lejos de corresponder con la realidad. La verdad del
trabajo en Chile es que mientras más empleos se crean, éstos son cada vez más
precarios, sin protección, sin estabilidad y con salarios cada vez menores.
Un Estado focalizado en los más pobres es
un Estado que nunca podrá superar la desigualdad. Se agotó la política de bonos
y subsidios, es el tiempo de devolver el poder a los sindicatos para luchar por
sus derechos.
¡Ya no
es posible seguir esperando por los grandes cambios en materia laboral!
Nuestro
país requiere urgentemente una Nueva institucionalidad laboral, que abarque
tanto al mundo público como privado y que, además de nuevas leyes y nuevo
código del trabajo, establezca un nuevo trato con los trabajadores y
trabajadoras.
Esta nueva institucionalidad debe
contemplar que instrumentos como la Dirección del Trabajo sean herramientas del
Estado para defender al más débil en la relación laboral de los abusos y
arbitrariedades de los empleadores y no solo como una instancia de mediación
frente a los conflictos, donde finalmente se termina favoreciendo a los
empleadores.
Se necesita un nuevo modelo de negociación
colectiva que garantice a todos los trabajadores el derecho a negociar; que
reconozca la negociación interempresas, sectorial o ramal y que favorezca la
creación de un sindicato por empresa; que valide al sindicato como único
instrumento negociador y que garantice que los beneficios ganados por éste solo
serán efectivos para quienes sean parte de la organización sindical, donde el
piso de negociación sea lo obtenido en el último proceso y no partir cada vez
de cero; que nos devuelva el derecho a huelga, hoy imputable solo en los marcos
de la negociación colectiva, vulnerando con ello todos los convenios y recomendaciones
internacionales; que obligue a las empresas o empleadores a asumir como una
tarea conjunta la capacitación y formación continua de los trabajadores, que
resguarde la seguridad laboral evitando así las altas tasas de accidentes del
trabajo que hoy se esconden productos de los mayores costos que significan para
el empleador. Que haga cumplir de una vez por todas, la ley de igualdad
salarial existente y tenga como atención preferente el cuidado infantil y la
protección a la maternidad.
El primer paso en la construcción de una
Nueva Institucionalidad Laboral debe ser el reconocimiento y cumplimiento de
los convenios internacionales ratificados por Chile, lo que implica adaptar la
normativa chilena para su aplicación y ratificar aquellos convenios que han
sido suscritos por Chile pero que han quedado relegados por el ejecutivo como
el convenio 189 que regula las condiciones para las trabajadoras de casa
particular.
La
legislación laboral debe encargarse de poner las partes en igualdad,
protegiendo y dotando de mecanismos a la parte más débil de la relación laboral
como son los trabajadores.
Se requiere proteger la libertad sindical,
imponiendo sanciones ejemplares a quienes despidan o practiquen acciones contra
los sindicales y recuperar y fortalecer el fuero sindical evitando las
maniobras legales contra los dirigentes.
Tan
importante como avanzar hacia una nueva institucionalidad laboral es avanzar
hacia un nuevo sistema de pensiones, de carácter público, con aporte compartido
entre trabajador y empleador, con garantía estatal, sin lucro y con una lógica
de reparto solidario y no de capitalización individual. Un sistema nacional que
recaude, invierta y pague pensiones y donde declarar la cotización y no pagarla
sea motivo de cárcel y no solo de multa. En definitiva, no queremos más sistema
de AFP para los trabajadores y trabajadoras Chilenas.
Chile requiere, además, una gran y
profunda reforma tributaria que permita que lo que garantizará una nueva
Constitución construida en democracia, pueda ser financiado con la mayor
tributación a quienes más ganan. Una reforma tributaria que le permita al
Estado de Chile fomentar el desarrollo sustentable, creando incentivos para que
las empresas no contaminen y a la vez, grabar con más carga impositiva a
aquellas que dañen el medio ambiente, una reforma tributaria con equidad
territorial, que evite la excesiva concentración geográfica de los impuestos,
dejando un porcentaje de éstos en las regiones donde se ubican las empresas
productivas.
Una reforma que evite la evasión de
impuestos, donde las empresas tributen en base a las utilidades obtenidas y
devengadas y solo por las utilidades retenidas.
Ya lo decíamos, pese a la agitación social
no está garantizado un camino de triunfo para las demandas sociales, por ello
como CUT asumimos las propuestas emanadas desde los actores sociales, pero
también nos imponemos el desafío de recuperar nuestro rol histórico y ser
actores protagónicos de los nuevos tiempos que enfrentamos, por eso nos
disponemos a incidir en el escenario nacional y asumimos estas tres grandes
banderas para el período: Reforma Tributaria, Nuevo sistema de pensiones y una
Nueva Institucionalidad Laboral.
No nos hemos propuesto un camino sencillo,
estamos proponiéndole a Chile que se atreva a debatir sobre los pilares
principales que han permitido que este modelo de mercado exista y se
desarrolle. Pero lo hacemos convencidos que es urgente y necesario
avanzar en estas transformaciones por el bien de Chile y de su clase
trabajadora, porque tras todos nuestros postulados está el legítimo derecho que
tenemos de aspirar a una vida más digna, con empleo de calidad, protegido,
justamente remunerado y con libertades sindicales garantizadas. Chile puede y
debe ser más justo y los trabajadores, que somos motor de las riquezas,
merecemos un nuevo trato.
Este nuevo trato no solo se mide respecto
de las garantías legales para la organización de los trabajadores, sino también
con el termino y castigo de las prácticas abusivas por parte de los empresarios
como el abuso del multirut, las practicas antisindicales, la persecución a los
dirigentes, la presión a los trabajadores para impedirles formar sindicatos, la
contratación de rompehuelgas. Practicas que se han acrecentado en estos años y
que no son particulares de un sector o área productiva, hoy tanto los
trabajadores del mundo privado como público han vivido la misma realidad, un
caso emblemático dentro del sector público ha sido el de ANDIME, donde los
funcionarios del Ministerio de Educación tras la acusación constitucional que
terminó con la destitución del ministro Beyer, han vivido una persecución
sin igual, al abrirse sumarios al por mayor contra los dirigentes, lo que
ha afectado incluso al presidente de los empleados fiscales, todo como una
forma de hacer pagar costos a los trabajadores por los errores cometidos por el
Ejecutivo. Esperamos que hoy, con la nueva ministra, estas prácticas
antisindicales terminen.
Debemos decirlo con claridad, si miramos
lo avanzado en materias laborales durante estos últimos años, el saldo es
absolutamente negativo. No se cumplieron las promesas de campaña, como poner
fin al multirut producto de las tensiones que dentro del propio oficialismo
existen ni se avanzó en los proyectos emblemáticos como el proyecto de salas
cuna universal o el de seguridad laboral, comprometido tras el rescate de los
33 mineros. Y en aquellas materias sobre las cuales se busca legislar, nuestra
posición como Central Unitaria es contraria a lo postulado por el Gobierno,
prueba de ello es el debate sobre el estatuto del temporero, donde nuestra voz
ha demandado la existencia de un tarifado nacional como mejor instrumento para
permitir que los trabajadores organizados negocien sus condiciones laborales y
salariales y no, que sea la imposición de un sector de pequeños y medianos
productores la que venga a resolver sobre el futuro de los trabajadores del
campo o agrícolas.
Durante este Gobierno, ninguna reforma
laboral importante se ha desarrollado y hemos debido enfrentar la prepotencia
de una autoridad que se vanagloria con cifras de crecimiento que entre todos
generamos, pero que no tiene vergüenza al decir que tuvo un exiguo debate de
salario mínimo con los trabajadores.
Seamos
francos, aquí no hubo debate de salario mínimo, el Gobierno impuso una cifra y
vulneró con esta acción el convenio 131 de la OIT sobre la materia, buscando
adelantar un debate para evitar que con campaña presidencial desatada, sus
candidatos se vieran afectados, retrocediendo con este hecho años luz en
materias de negociación con los trabajadores.
Por
ello, como CUT fuimos tajantes, nosotros no nos vamos a mover de nuestra
propuesta de un piso salarial de $250.000, pese a las amenazas del Gobierno de
dejar sin reajuste a los trabajadores. No queremos seguir reajustando la pobreza,
los únicos responsables de pretender eventualmente dejar sin reajuste a
los trabajadores es el Gobierno por su mezquina propuesta.
Debemos reconocer el papel jugado por los
parlamentarios de oposición quienes se comprometieron con un debate de altura y
exigieron que el reajuste salarial estuviera por sobre lo propuesto por el
ejecutivo, rechazando en el senado, por primera vez, la propuesta de reajuste
del gobierno, abriendo con ello una nueva oportunidad al ejecutivo para que se
dispusiera a enfrentar el debate. ¿Quién cree hoy que un trabajador con 205.000
puede superar la pobreza?, si en base a los propios cálculos del Gobierno, para
dejar de ser pobre en Chile se debe tener un ingreso per cápita de 76.000, es
decir, el equivalente a dos canastas básicas de alimentos y en una familia de 4
persona donde solo uno trabaje, el salario mínimo no debería ser inferior a
370.000 pesos brutos.
Si a ello sumamos el escándalo que hoy
enfrenta el Instituto Nacional de Estadísticas, producto del mal cálculo del
IPC se agrava aún más la situación. El mal manejo de este Gobierno y la
manipulación de datos por el INE nuevamente tiene un impacto directo en los
trabajadores, tanto en lo que respecta al debate de salario mínimo, como en
cada proceso de negociación colectiva desarrollado en este tiempo, donde todos
los reajustes se calculan en base al IPC. El error del INE lo pagamos los
trabajadores, asumiendo una pérdida del 40% en nuestros reajustes si se
confirma lo denunciado.
Ante estos hechos, cómo no evaluar críticamente
el actuar de este gobierno en materia laboral, lo que se aleja sustancialmente
de lo que se ha querido imponer al país.
En un
escenario como este, el desafío de quienes pretendan llegar a la presidencia de
Chile es doble. No solo se trata de recoger el planteamiento de los diversos
actores sociales y el movimiento sindical, se requiere además, una voluntad
explícita de querer superar el estado de excepción en que nos encontramos,
donde el diálogo y la negociación con los trabajadores y actores sociales,
vuelva a ser un pilar para el Estado.
En este marco, tan importante como el
debate programático que esta en pleno desarrollo es debatir sobre los canales
efectivos de participación de la ciudadanía organizada en el proyecto de
desarrollo nacional que marcarán los destinos de nuestra patria en los próximos
20 o 30 años en áreas tan sensibles como educación, salud, reformas políticas,
políticas de desarrollo sustentable, respeto al medio ambiente y la defensa de
nuestros recursos naturales, los pueblos originarios. Chile tiene una gran
oportunidad para avanzar con todos y todas al calor del debate electoral que
vivimos.
Como Central Unitaria de Trabajadores
hemos sido claros, pues hemos vivido en carne propia los costos de un Gobierno
empresarial: No nos da lo mismo quien nos gobierne y no queremos más derecha en
el poder, pero que no se equivoquen quienes creen que por ello hoy el
movimiento sindical se pondrá a disposición de un candidato en particular.
Como
CUT actuaremos desde nuestra independencia de clase. Seremos férreos defensores
de nuestras luchas, pero tenemos plena conciencia que nuestro enemigo de clase
está en el modelo. No creemos que el debate principal sea entre movimientos
sociales y partidos políticos, más bien de lo que se trata en estos tiempos es
de avanzar por convencer a más sectores de la justeza de nuestras demandas. Luchamos
por 17 años para terminar con la dictadura y con la exclusión, no seremos
nosotros los que cerraremos las puertas a una amplia convergencia; nos
jugaremos por que nuestras posiciones avancen en todos los frentes y espacios y
avanzaremos con todos quienes de manera decidida se sumen a esta gran tarea,
pero lo haremos desde nuestro rol. Nadie puede pretender asumirse como nuestros
representantes, pues para ello el movimiento sindical y social ha hecho
elecciones y dejado claro quiénes son sus voceros.
Avanzar
en una plena democracia es reconocer que así como los partidos políticos juegan
un rol, importante y necesario, los actores sociales y el movimiento sindical
también deben jugar el suyo. Ya no es suficiente creer que la democracia se
sostiene solo por la división de poderes, hoy las democracias complejas son
capaces de dar cabida a todos los actores sin distinción, garantizando sus
plenos derechos. Hacia esa democracia es que queremos avanzar.
Asumir
estos desafíos, nos impone no solo una responsabilidad con el país y los
procesos que se están desarrollando, asumimos también que tenemos como
organización sindical una gran tarea. La tarea de crecer, de fortalecernos, de
unirnos sin desconocer en ello las legítimas diferencias que como Movimiento
sindical tenemos. Para avanzar más y mejor tras los intereses de los
trabajadores y trabajadoras, se requiere de un movimiento sindical sólido
y maduro.
Debemos
mirarnos críticamente y desarrollar planes de fortalecimiento sindical, para
seguir creciendo en los sectores donde tenemos organización y también
abrirnos a los desafíos de un mundo del trabajo tan diverso como el actual,
donde la informalidad y los trabajadores por cuenta propia han ido aumentado
día a día y donde debemos buscar las mejores formas de organización que den
cuenta de esta realidad, poniendo como un valor de la organización avanzar en
los temas de género ante un mercado laboral representado en un 49% por mujeres,
siendo capaces de representar los intereses de los trabajadores y profesionales
jóvenes, que han debido asumir grandes deudas en su formación pero que luego
reciben sueldos muy inferiores al valor de su trabajo, y siendo capaces
de atender en propiedad las demandas de los trabajadores a honorarios que hoy
proliferan al por mayor. Es decir, avanzar en reformas a la organización tras
el único interés de defender los intereses de todos y todas.
Debemos
ser capaces de superar la política de trincheras que hoy nos ha permitido
resistir pero que no nos ha permitido dar los grandes pasos que se requieren. Somos
actores en un tiempo privilegiado y debemos pasar a la ofensiva, por eso es que
con una gran valentía y responsabilidad hemos resuelto convocar a un Paro
Nacional para el día 11 de Julio de este año, donde en unidad y convergencia
demos un golpe certero a este inhumano modelo de mercado y logremos incidir con
fuerza y convicción en la agenda nacional.
“Debemos
dejar claro que el tiempo de los trabajadores ha llegado y que Chile entero
puede recuperar la esperanza y la fe en el movimiento sindical para construir
de conjunto ese Chile justo y democrático que todos anhelamos y que por tantas
décadas nos ha sido negado. Con responsabilidad, pero también con alegría y
mucha mística es que asumimos este gran desafío y los llamamos a todos a ser
parte del desafío de dejar una huella en la historia por el futuro de nuestros
hijos y de nuestro país.
“Se inaugura un tiempo nuevo para los
trabajadores, desde esta tribuna, nos comprometemos con esta causa y en este
gesto asumimos el mandato que nos fuera legado por nuestro presidente mártir
Salvador Allende, que en su último discurso le hablara a los trabajadores de su
patria y en sus palabras, nos legara el deber de ser actores principales en la
defensa de las intereses de Chile y su futuro.
¡Por Chile y su destino! ¡Por las grandes
mayorías! ¡Por los trabajadores y trabajadoras! ¡¡Mil veces venceremos!!