DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHILE, DIPUTADO
GUILLERMO TEILLIER, EN EL HOMENAJE A LOS MILITANTES COMUNISTAS DETENIDOS Y
DESAPARECIDOS EN CALLE CONFERENCIA EL AÑO 1976. SÁBADO 11 DE MAYO 2013.-
Queridas Compañeras;
Estimados Compañeros;
Familiares de nuestros
compañeros dirigentes, detenidos desaparecidos;
Amigas y amigos,
dirigente de organizaciones sociales;
Antes de llegar a este
acto y durante casi todo el día de ayer, como diputado me correspondió estar en
una serie de actividades de celebración del Día de la Madre. Y cuando venía
para este lugar, pensaba en lo que sufrieron las madres después del Golpe de
Estado en Chile. Nuestras madres, las madres de nuestros hijos, las abuelas,
cuántas que tuvieron que soportar la lejanía de sus seres queridos, la vida
clandestina de un compañero ausente, muchas de ellas participando en la lucha
clandestina contra la dictadura, cuántas no fueron torturadas y sometidas a las
peores vejaciones. Cuántas de ellas soportaron la ejecución o la desaparición
de una hija o un hijo.
Celebramos el Día de
la Madre, pero quien podría negar que nuestras madres, que sufrieron, que
estuvieron frente a la lucha contra la dictadura, merecen una felicitación
especial. Yo les pedirían a ustedes, de todo corazón, un aplauso a nuestras
compañeras, a nuestras madres.
Venía recordando a
nuestros compañeros. Yo los conocí prácticamente a todos ellos. Cuando yo
ingresé a las Juventudes Comunistas, conocí como secretario de las JJCC al
compañero Mario Zamorano, quien en los días del Golpe era el Encargado Nacional
de Organización de nuestro Partido. Conocí a Jorge Muñoz, no me acuerdo si
pololeaba o ya estaba casado con nuestra compañera Gladys Marín, era un gran
compañero, de la dirección de las JJCC. Al compañero Donato no lo conocí mucho
personalmente, pero lo veía seguido, era un gran dirigente sindical del Partido
y miembro también de nuestra dirección. Y el compañero Uldarico Donaire, yo
nunca lo conocí con ese nombre, lo conocí como Rafael Cortéz, él usaba chapa, y todos lo conocíamos así, y
llegábamos al local de Teatinos, y él tenía una oficina que le decían “El
cuartito azul”, y cuando a uno lo llamaban para allá, era para sentarlo en el
“cajón con vidrio”. Él era el Encargado de la Comisión de Control y Cuadros del
Partido, hoy día sólo tenemos cuadros, o el Tribunal de Disciplina que por Ley
deben tener todos los Partidos. Y a la compañera Elisa Escobar también la
conocí, ella era enlace en los tiempos de la dictadura, era de las personas que
corrían mucho riesgo, porque tenían que llevar las comunicaciones entre
dirigentes, entre distintas partes de la organización del Partido, y cuando los
enemigos se dieron cuenta de eso, pusieron mucho ojo en los enlaces, y en ese
procedimiento cayeron compañeras y compañeros, aunque ellas y ellos no fueron
responsables de eso, si no que fueron víctimas del accionar de la feroz
represión.
Puedo decir que estos
compañeros a nosotros nos dieron una formación especial y seguramente muchos de
los que están acá podrán corroborar mis palabras. Ellos nos enseñaron a luchar,
a respetar al ser humano. Nos inculcaron la honradez, el nunca robar ni
aprovecharse de lo que no es de uno, de lo que no es nuestro. Nos enseñaron a
actuar con fraternidad y nos enseñaron a actuar con serenidad en los momentos
más difíciles.
Siempre nos inculcaron
que para conseguir los objetivos que buscan la felicidad del pueblo, para eso
hay que luchar y hay que buscar la unidad para conseguirlo. Eso es lo que
nuestro Partido ha hecho a lo largo de su historia y ha conseguido grandes
triunfos, como lo fue el de Salvador Allende.
Estos compañeros fueron los que se quedaron a cumplir las
tareas en Chile, se quedaron para mantener en alto la dirección del Partido
Comunista, fueron los que recibieron la tarea de reconstruir del Partido a lo
largo de Chile, y de contribuir también a reconstruir la organización social,
que estaba descabezada, sobre todo las organizaciones de los trabajadores.
Hubo otros compañeros
junto a ellos. Desde luego, el compañero Víctor Díaz, Secretario General de
nuestro Partido. Hubo otros que convivieron con ellos y que en algún momento la
dirección los mandó fuera del país. Había muchos compañeros que entraban y
salían.
Este grupo de compañeros de calle Conferencia, cumplieron
la tarea honrosa de organizar al Partido. Ellos, junto a otros compañeros,
fueron los formadores de centenares y quizá miles de cuadros del Partido. De esos cuadros,
centenares están muertos, fueron ejecutados o son detenidos desaparecidos.
Miles de esos compañeros pasaron por las cárceles y los campos de concentración
y fueron torturados. Centenares de miles fueron despedidos de sus trabajos o
enviados al exilio.
Ellos simbolizan a
todos aquellos que pasaron por esas vicisitudes, lo simbolizan con honor y se
lo decimos una vez más a sus familiares. Ustedes tienen en su corazón y en lo
más profundo de su ser estampada la figura de estas compañeras y estos compañeros
y les decimos: siéntanse orgullosos porque nos representan y nos representarán
siempre, y nunca sus nombres podrán ser borrados de la faz de esta tierra;
ellos les pertenecen al pueblo, a aquellos que sufrieron, que también lucharon,
que fueron víctimas y que fueron héroes en la lucha contra la dictadura.
A ellos les debemos
mucho de lo que somos hoy día, y se lo seguiremos debiendo por mucho tiempo
más.
Esas enseñanzas no las
podemos olvidar. Hoy el Partido de nuevo
se pone de pie, levanta su cabeza, juega un papel histórico con la
reconstrucción de la democracia en nuestro país y va a jugar un papel histórico
también, junto al rol que juega el movimiento social y sobre todo el movimiento
obrero y de los trabajadores, de la mayoría del país y de quienes construyen
nuestras riquezas.
En estos días, a
quienes somos herederos de estos compañeros caídos en la calle Conferencia,
sobre todo los jóvenes, nos corresponde tomar decisiones complejas y difíciles,
pero que tienen directa incidencia en lo que será el futuro de nuestro país.
Tal vez no logremos
hoy todo aquello con lo que soñamos, no lograremos hoy todos nuestros
objetivos. Todo hay que mirarlo como un proceso, las cosas no se consiguen de
buenas a primeras. Pero nunca podemos perder la confianza en que si actuamos
con la razón y actuamos a favor de aquellos que necesitan que Chile sea un
mejor país, que tenga una mejor sociedad, que sea un país realmente democrático
y participativo, saldremos triunfantes.
Necesitamos, por
ejemplo, que se escuche a la gente y que se permita participar al pueblo,
incluso en asuntos del Estado. Por eso es que estamos promoviendo la necesidad
de cambiar la Constitución, ojalá con una Asamblea Constituyente; cambiar el
sistema electoral binominal, instalar la educación gratuita y de calidad;
mejorar la salud pública y que todos puedan tener acceso a ella; por eso
queremos una nueva institucionalidad laboral, derecho de los trabajadores a
organizarse sin que sean perseguidos, derecho a huelga y desde luego, un nuevo
sistema de pensiones; queremos un nuevo trato para nuestros pueblos
originarios, queremos la igualdad para la mujer; queremos que los jóvenes
puedan vivir en un país libre de miseria, de drogadicción, de delincuencia;
queremos un nuevo Chile y lucharemos por eso hasta vencer y lo haremos en
nombre de nuestros compañeros caídos.
Mil veces venceremos,
compañeras y compañeros.