El Senador Walker y su
Inaceptable Doble Moral
Francisco Herreros
Fuente: diarioreddigital
En una entrevista publicada en el diario La Tercera del domingo 25 de
noviembre, el Presidente del Partido Demócrata Cristiano, senador Ignacio
Walker, formula declaraciones respecto de un hipotético gobierno de coalición
con el Partido Comunista, que en algunos aspectos, incurren en inexactitudes,
pero en otros, dechamente, en abusos conceptuales y arbitrariedades. Sin otra
atribución o facultad que la que me concede la dirección de este medio,
considero que esas atrabiliarias generalizaciones del senador Walker no se
pueden dejar pasar sin un comentario.
De entrada, aclaro que no estoy en la mente del Presidente del Partido
Comunista, ni he asistido a los debates del Comité Central de ese partido, de
modo que mis opiniones no tienen otro fundamento que antecedentes públicos,
aparecidos con el debate político de los últimos días.
La entrevista parte con el emplazamiento del senador Walker al Presidente
del Partido Comunista, diputado Guillermo Teillier, por una declaración de
dicho partido, del 12 de noviembre pasado, en apoyo del Gobierno y del pueblo
de Siria. De allí, el autor de la entrevista extrapola: "uno de los temas que más distancia a ambos partidos y
que es planteado por la DC como una de las dificultades para avanzar en un
acuerdo más profundo con los comunistas: definiciones en torno a los derechos
humanos y democracia".
Dicha declaración parte de con la afirmación de que "el imperialismo
norteamericano, con el apoyo de sus aliados de Israel, Francia e Inglaterra, y
algunos de los mas retrógrados regímenes del medio oriente, han lanzado una
guerra terrorista en contra del pueblo y del gobierno de Siria con el propósito
de destruir dicho país".
El senador Walker podrá disentir con los términos y la interpretación de
ese párrafo, pero no puede desmentir los hechos: los países mencionados apoyan
con armas, recursos económicos y combatientes a una fuerza insurgente, que se
propone tomar el poder por la vía armada, y que además es acusada de graves
crímenes de guerra y violaciones de los derechos humanos. Que se sepa, el
senador Walker no ha emitido la menor declaración de condena a esas
atrocidades, suficientemente documentadas como para perder tiempo en entrar a
discutirlas.
En los aspectos medulares, la declaración del Partido Comunista sostiene:
"Los muertos, los heridos, los miles y miles de desplazados, la
destrucción de la infraestructura del país, no cuentan para las grandes
transnacionales.
Siria nos importa, aunque esté lejos de nuestras fronteras, ya que los
métodos usados para destruir a ese pueblo no son distintos de los que se han
usado y se pueda volver a usar contra
nuestros propios pueblos en América Latina.
Solidarizamos plenamente con la propuesta del gobierno y el pueblo sirios
de abrir negociaciones que pongan fin a la violencia y a la retirada de todas
las fuerzas militares reclutadas, controladas y financiadas por los gobiernos
occidentales, que no han traído más democracia para Siria, sino que han
masacrado a la población de ese país e impiden una salida democrática que respete la integridad e independencia de
Siria.
Los problemas del pueblo sirio deben ser resueltos por sus propios
ciudadanos y rechazamos toda injerencia extranjera que promueve la violencia y
el exterminio en Siria".
Los muertos, heridos y desplazados parecen dejar impávido al senador
Walker, quién tampoco está en posición de desmentir la afirmación de que los
métodos usados contra ese pueblo, son los mismos que se utilizaron en América
Latina, al menos en dos casos, Chile y El Salvador, con apoyo, anuencia y
participación del partido del senador Walker.
El senador Walker prefiere escandalizarse por el apoyo del PC a "un
régimen político totalitario que ha practicado el terrorismo de Estado",
pero escamotea el sentido último de esa declaración, que llama a "abrir
negociaciones que pongan fin a la violencia y a la retirada de todas las
fuerzas militares reclutadas".
Antes de andar reclamando por pajas en el ojo ajeno omitiendo las vigas en
el propio, el senador Walker debería definirse si está por negociaciones que
pongan fin a la violencia, o por la continuación de una guerra terrorista,
llevada adelante por un ejército mercenario, que está afectando principalmente
a la población civil, pormás que sea a pretexto de terminar con un
"régimen totalitario".
Tampoco se ha conocido el menor gesto, señal o declaración de condena del
senador Walker, ni de su partido, a los cruentos bombardeos de Israel a la
Franja de Gaza, que han causado más de un centenar de víctimas civiles, entre
ellas, numerosos niños. ¿Acaso el senador Walker concuerda con Obama, de que se
trata de "legítima defensa"?. Si es así, que lo diga.
Extrapolando la lógica del senador Walker, tal parece que habría un
terrorismo bueno y uno malo. Es bueno que Estados Unidos y otras potencias
occidentales intervengan en los asuntos internos de otro país, aún al pavoroso
precio que está pagando el pueblo sirio, pero es malo que el Partido Comunista
emita una declaración de apoyo al gobierno Sirio.
Para dirimir ese punto, sobre el que difícilmente habrá acuerdo, ¿por qué
no dejar, como plantea la declaración del PC, que los problemas de Siria los
resuelva el pueblo sirio, sin injerencia extranjera, venga de dónde venga, tal
como al senador Walker le gusta decir, pero en otros contextos?
Inmediatamente después, el senador Walker desempolva el manido recurso de
enrrostrarle al Partido Comunista su apoyo "al Partido de los Trabajadores
de Corea del Norte y al régimen cubano".
Sin perjuicio de que en el caso de Cuba, rechazo de modo categórico la
acusación de violación de los derechos humanos, tampoco puedo aceptar el irritante
doble estándar del senador Walker sobre el tema. Si pretende que el Partido
Comunista condene las violaciones de los derechos humanos de los gobiernos de
Cuba y Corea del Norte, debería primero dar el ejemplo, y condenar a los
gobiernos de Estados Unidos, Colombia e Israel. Salvo que, como en el caso
anterior, considere que hay violaciones a los derechos humanos buenas, las de
mi bando, y otras malas, las del enemigo; o parafraseando a Orwell, que las
violaciones de los derechos humanos son iguales, pero hay algunas más iguales
que otras.
El senador Walker no tiene que ir tan lejos para condenar violaciones a los
derechos humanos. Bastaría que, en Chile, se pronuncie contra los escandalosos
fallos de la Corte Suprema, que están dejando en la impunidad a los terroristas
de Estado del tiempo de la dictadura; o contra los abusos de que es objeto el
pueblo mapuche, o contra la desorbitada represión descargada por funcionarios
del Estado sobre el movimiento social, cada que vez que reclama legítimos derechos,
especialmente los estudiantes. Pero ninguna palabra se la escuchado al senador
Walker sobre el particular.
Luego, el Presidente de la DC se pregunta qué haría el PC en un gobierno
conjunto cuando saque a la fuerza pública a la calle para reprimir algún hecho
de violencia vinculado con movimientos sociales, aplique la ley antiterrorista
como lo hicieron los presidentes e Lagos y Bachelet, o aprueba un reajuste del
sector público distinto a lo que pide a la Anef o un salario mínimo distinto al
que aprueba la CUT.
Acto seguido, manifiesta su preocupación de que "el PC esté con una
política a dos bandas, con un pie en el
gobierno y un pie en la calle, que es lo que ocurrió en el gobierno de Gabriel
González Videla", y se pregunta: "¿el PC va a estar con el gobierno
solidarizando o va a estar en la calle?".
Puesto que coloca el tema, cabe deducir que figura entre sus principales
preocupaciones. Pero en ese caso, es el senador Walker, y su partido, los que
tendrán que definirse si en un próximo gobierno estará por las mismas políticas
neoliberales de la dictadura, los cuatro gobiernos de la Concertación y el de
Sebastián Piñera, o escucha el clamor de la calle y las exigencias del
movimiento social, en cuanto a avanzar hacia un régimen políticamente más democrático,
ecómicamente más justo y equitativo, y socialmente más inclusivo y
participativo, en cuyo caso los temores del senador Walker tendrían escaso
fundamento.
Insisto que no estoy en la mente del Presidente del Partido Comunista, pero
puedo reproducir su respuesta a una consulta del mismo jaez, formulada en una
rueda de prensa con periodistas de medios alternativos, a la que me tocó
asistir, y puedo anticiparle al senador Walker que no hay en ella la menor
ambigüedad:
"Nosotros hemos dado muestras de que hemos estado en gobiernos en que
hemos pagado caro por defender los derechos de los trabajadores. En el Gobierno
de González Videla teníamos hasta ministros. Pero optamos por defender los
derechos de los trabajadores, y no por mantenernos en ese gobierno. Nos costó once años fuera de la
ley. Y qué decir del Gobierno de la Unidad Popular".
Y por fin entrando en el fondo del asunto, manifiesta sus dudas de formar
"una coalición de gobierno" con el Partido Comunista, lo que en su
opinión "requiere no sólo el acuerdo programático, sino que una
convergencia política sustantiva".
En este punto me parece oportuno insistir en que carezco de otros
antecedentes que no provengan del debate público. Y en ninguna parte he visto o
escuchado que el Partido Comunista esté interesado en formar un gobierno de
coalición con la Concertación, y menos con la Democracia Cristiana.
En cambio, entiendo que el Partido Comunista está empeñado en impulsar un
gobierno de las más amplia mayoría que sea posible, incluyendo partidos que hoy
están en la Concertación, pero también otros que no lo están, y de modo
preponderante, los movimientos sociales, con el fin, primero, de impedir que la
derecha siga en el gobierno, y después, de iniciar el desmontaje del legado de
la dictadura, constituido por el sistema
político de democracia restringida y el modelo económico neoliberal, hoy
atrincherado en el sistema electoral binominal y la inamovilidad
constitucional.
Al menos, así lo señalan las resoluciones del último pleno de su Comité
Central:
"Hemos avanzado en el objetivo definido en el último congreso de
evitar un segundo gobierno de la derecha. Por eso buscamos una política de la
unidad más amplia de todas las fuerzas opositoras. Y este es uno de los
elementos trascendentes para explicarse los recientes resultados
electorales". (...) La concertación como coalición se ve como superada en
cuanto a alianza política de acuerdo al análisis de muchos de sus dirigentes y
se abre con mayor nitidez la necesidad de construcción de una nueva mayoría, con
la mayor cantidad de fuerzas de oposición. (...)
Reiteramos que la fortaleza para el desarrollo de nuestra política es la
inserción, incidencia y retroalimentación con los movimientos sociales.
Buscamos la unidad opositora para lograr un gobierno de la nueva mayoría, no
obviando el hecho que dicho gobierno estará sujeto a las contradicciones
internas propias de su amplitud y que la velocidad de los cambios y profundidad de las propuestas que acoja,
dependerá en manera significativa de la fuerza de las demandas de los
movimientos sociales. Será nuestra relación con los movimientos sociales lo que
determine la fuerza para avanzar en las demandas más sentidas que ya se han
planteado. El movimiento social está en la base del cambio del rostro político
del país".
Si el senador Ignacio Walker hoy está concediendo entrevistas sobre un
hipotético gobierno compartido con el Partido Comunista, no es porque le guste;
de hecho, durante veinte años se sintió de lo más cómodo con un régimen
político que lo excluía. Está obligado a hacerlo por la confluencia de factores
tales como el desalojo de la Concertación por un Gobierno de derecha, la
irrupción de un potente movimiento social y la crisis de un sistema político y
un modelo económico que no son capaces de responder a esa demanda ciudadana.
Esos tres factores se van a intensificar en la coyuntura inmediata, a lo
que hay que sumar los efectos de la crisis económica internacional, que sin más
lejos, hoy mismo, Piñera se vió obligado a reconocer. De ahí se sigue que no es
necesario tener una bola de cristal para anticipar que el próximo Gobierno,
quienquiera que lo encabece, la tendrá difícil, y que atravesará por lo que
Toynbee denomina "tiempos revueltos".
Y el senador Walker no saca saca nada con hacerse trampas en el solitario,
invocando el 27% del "eje histórico DC-PS" en las últimas elecciones
municipales, contra el 22% "que sacó el subpacto por un Chile Justo, que
incluyó al PC". Primero, porque es un resultado contaminado
irremediablemente por el sistema binominal, y luego, porque el escenario de las
próximas elecciones generales presidenciales y parlamentarias, será
radicalmente distinto.
En consecuencia, el senador Walker, más que andar emplazando y poniendo
condiciones, mejor haría en reflexionar si su partido se decantará por seguir
sosteniendo el modelo neoliberal y el cogobierno con la derecha, o asume que la
dirección de los acontecimientos históricos cambió, y decide sumarse a un nuevo
gobierno de mayoría, con un inequívoco programa de cambios.
Cuanto menos, la actual coyuntura y un gobierno de esa naturaleza, ofrecen
la posibilidad cierta de terminar con el pesado lastre de la dictadura, y dejar
instalado un nuevo sistema democrático donde los partidos y coaliciones
efectivamente puedan competir con sus proyectos en igualdad de condiciones,
porque aunque parezca una obviedad, el senador Walker tiene razón cuando
descubre que la DC y el PC tienen grandes diferencias: la primera cree en el
mercado, y el segundo, en un Proyecto Nacional de Desarrollo con perspectiva
socialista.