lunes, 26 de noviembre de 2012

El Senador Walker y su Inaceptable Doble Moral










El Senador Walker y su Inaceptable Doble Moral


Francisco Herreros


En una entrevista publicada en el diario La Tercera del domingo 25 de noviembre, el Presidente del Partido Demócrata Cristiano, senador Ignacio Walker, formula declaraciones respecto de un hipotético gobierno de coalición con el Partido Comunista, que en algunos aspectos, incurren en inexactitudes, pero en otros, dechamente, en abusos conceptuales y arbitrariedades. Sin otra atribución o facultad que la que me concede la dirección de este medio, considero que esas atrabiliarias generalizaciones del senador Walker no se pueden dejar pasar sin un comentario.
 
De entrada, aclaro que no estoy en la mente del Presidente del Partido Comunista, ni he asistido a los debates del Comité Central de ese partido, de modo que mis opiniones no tienen otro fundamento que antecedentes públicos, aparecidos con el debate político de los últimos días.

La entrevista parte con el emplazamiento del senador Walker al Presidente del Partido Comunista, diputado Guillermo Teillier, por una declaración de dicho partido, del 12 de noviembre pasado, en apoyo del Gobierno y del pueblo de Siria. De allí, el autor de la entrevista extrapola: "uno de los  temas que más distancia a ambos partidos y que es planteado por la DC como una de las dificultades para avanzar en un acuerdo más profundo con los comunistas: definiciones en torno a los derechos humanos y democracia".

Dicha declaración parte de con la afirmación de que "el imperialismo norteamericano, con el apoyo de sus aliados de Israel, Francia e Inglaterra, y algunos de los mas retrógrados regímenes del medio oriente, han lanzado una guerra terrorista en contra del pueblo y del gobierno de Siria con el propósito de destruir dicho país".

El senador Walker podrá disentir con los términos y la interpretación de ese párrafo, pero no puede desmentir los hechos: los países mencionados apoyan con armas, recursos económicos y combatientes a una fuerza insurgente, que se propone tomar el poder por la vía armada, y que además es acusada de graves crímenes de guerra y violaciones de los derechos humanos. Que se sepa, el senador Walker no ha emitido la menor declaración de condena a esas atrocidades, suficientemente documentadas como para perder tiempo en entrar a discutirlas.

En los aspectos medulares, la declaración del Partido Comunista sostiene:

"Los muertos, los heridos, los miles y miles de desplazados, la destrucción de la infraestructura del país, no cuentan para las grandes transnacionales.

Siria nos importa, aunque esté lejos de nuestras fronteras, ya que los métodos usados para destruir a ese pueblo no son distintos de los que se han usado y se pueda volver a  usar contra nuestros propios pueblos en América Latina.

Solidarizamos plenamente con la propuesta del gobierno y el pueblo sirios de abrir negociaciones que pongan fin a la violencia y a la retirada de todas las fuerzas militares reclutadas, controladas y financiadas por los gobiernos occidentales, que no han traído más democracia para Siria, sino que han masacrado a la población de ese país e impiden una salida democrática  que respete la integridad e independencia de Siria.

Los problemas del pueblo sirio deben ser resueltos por sus propios ciudadanos y rechazamos toda injerencia extranjera que promueve la violencia y el exterminio en Siria".

Los muertos, heridos y desplazados parecen dejar impávido al senador Walker, quién tampoco está en posición de desmentir la afirmación de que los métodos usados contra ese pueblo, son los mismos que se utilizaron en América Latina, al menos en dos casos, Chile y El Salvador, con apoyo, anuencia y participación del partido del senador Walker.

El senador Walker prefiere escandalizarse por el apoyo del PC a "un régimen político totalitario que ha practicado el terrorismo de Estado", pero escamotea el sentido último de esa declaración, que llama a "abrir negociaciones que pongan fin a la violencia y a la retirada de todas las fuerzas militares reclutadas".

Antes de andar reclamando por pajas en el ojo ajeno omitiendo las vigas en el propio, el senador Walker debería definirse si está por negociaciones que pongan fin a la violencia, o por la continuación de una guerra terrorista, llevada adelante por un ejército mercenario, que está afectando principalmente a la población civil, pormás que sea a pretexto de terminar con un "régimen totalitario".   

Tampoco se ha conocido el menor gesto, señal o declaración de condena del senador Walker, ni de su partido, a los cruentos bombardeos de Israel a la Franja de Gaza, que han causado más de un centenar de víctimas civiles, entre ellas, numerosos niños. ¿Acaso el senador Walker concuerda con Obama, de que se trata de "legítima defensa"?. Si es así, que lo diga.

Extrapolando la lógica del senador Walker, tal parece que habría un terrorismo bueno y uno malo. Es bueno que Estados Unidos y otras potencias occidentales intervengan en los asuntos internos de otro país, aún al pavoroso precio que está pagando el pueblo sirio, pero es malo que el Partido Comunista emita una declaración de apoyo al gobierno Sirio.

Para dirimir ese punto, sobre el que difícilmente habrá acuerdo, ¿por qué no dejar, como plantea la declaración del PC, que los problemas de Siria los resuelva el pueblo sirio, sin injerencia extranjera, venga de dónde venga, tal como al senador Walker le gusta decir, pero en otros contextos?

Inmediatamente después, el senador Walker desempolva el manido recurso de enrrostrarle al Partido Comunista su apoyo "al Partido de los Trabajadores de Corea del Norte y al régimen cubano".

Sin perjuicio de que en el caso de Cuba, rechazo de modo categórico la acusación de violación de los derechos humanos, tampoco puedo aceptar el irritante doble estándar del senador Walker sobre el tema. Si pretende que el Partido Comunista condene las violaciones de los derechos humanos de los gobiernos de Cuba y Corea del Norte, debería primero dar el ejemplo, y condenar a los gobiernos de Estados Unidos, Colombia e Israel. Salvo que, como en el caso anterior, considere que hay violaciones a los derechos humanos buenas, las de mi bando, y otras malas, las del enemigo; o parafraseando a Orwell, que las violaciones de los derechos humanos son iguales, pero hay algunas más iguales que otras.

El senador Walker no tiene que ir tan lejos para condenar violaciones a los derechos humanos. Bastaría que, en Chile, se pronuncie contra los escandalosos fallos de la Corte Suprema, que están dejando en la impunidad a los terroristas de Estado del tiempo de la dictadura; o contra los abusos de que es objeto el pueblo mapuche, o contra la desorbitada represión descargada por funcionarios del Estado sobre el movimiento social, cada que vez que reclama legítimos derechos, especialmente los estudiantes. Pero ninguna palabra se la escuchado al senador Walker sobre el particular.

Luego, el Presidente de la DC se pregunta qué haría el PC en un gobierno conjunto cuando saque a la fuerza pública a la calle para reprimir algún hecho de violencia vinculado con movimientos sociales, aplique la ley antiterrorista como lo hicieron los presidentes e Lagos y Bachelet, o aprueba un reajuste del sector público distinto a lo que pide a la Anef o un salario mínimo distinto al que aprueba la CUT.

Acto seguido, manifiesta su preocupación de que "el PC esté con una política a dos bandas,  con un pie en el gobierno y un pie en la calle, que es lo que ocurrió en el gobierno de Gabriel González Videla", y se pregunta: "¿el PC va a estar con el gobierno solidarizando o va a estar en la calle?".

Puesto que coloca el tema, cabe deducir que figura entre sus principales preocupaciones. Pero en ese caso, es el senador Walker, y su partido, los que tendrán que definirse si en un próximo gobierno estará por las mismas políticas neoliberales de la dictadura, los cuatro gobiernos de la Concertación y el de Sebastián Piñera, o escucha el clamor de la calle y las exigencias del movimiento social, en cuanto a avanzar hacia un régimen políticamente más democrático, ecómicamente más justo y equitativo, y socialmente más inclusivo y participativo, en cuyo caso los temores del senador Walker tendrían escaso fundamento.

Insisto que no estoy en la mente del Presidente del Partido Comunista, pero puedo reproducir su respuesta a una consulta del mismo jaez, formulada en una rueda de prensa con periodistas de medios alternativos, a la que me tocó asistir, y puedo anticiparle al senador Walker que no hay en ella la menor ambigüedad:

"Nosotros hemos dado muestras de que hemos estado en gobiernos en que hemos pagado caro por defender los derechos de los trabajadores. En el Gobierno de González Videla teníamos hasta ministros. Pero optamos por defender los derechos de los trabajadores, y no por mantenernos en  ese gobierno. Nos costó once años fuera de la ley. Y qué decir del Gobierno de la Unidad Popular".

Y por fin entrando en el fondo del asunto, manifiesta sus dudas de formar "una coalición de gobierno" con el Partido Comunista, lo que en su opinión "requiere no sólo el acuerdo programático, sino que una convergencia política sustantiva".

En este punto me parece oportuno insistir en que carezco de otros antecedentes que no provengan del debate público. Y en ninguna parte he visto o escuchado que el Partido Comunista esté interesado en formar un gobierno de coalición con la Concertación, y menos con la Democracia Cristiana.

En cambio, entiendo que el Partido Comunista está empeñado en impulsar un gobierno de las más amplia mayoría que sea posible, incluyendo partidos que hoy están en la Concertación, pero también otros que no lo están, y de modo preponderante, los movimientos sociales, con el fin, primero, de impedir que la derecha siga en el gobierno, y después, de iniciar el desmontaje del legado de la dictadura, constituido por el sistema  político de democracia restringida y el modelo económico neoliberal, hoy atrincherado en el sistema electoral binominal y la inamovilidad constitucional.  

Al menos, así lo señalan las resoluciones del último pleno de su Comité Central:

"Hemos avanzado en el objetivo definido en el último congreso de evitar un segundo gobierno de la derecha. Por eso buscamos una política de la unidad más amplia de todas las fuerzas opositoras. Y este es uno de los elementos trascendentes para explicarse los recientes resultados electorales". (...) La concertación como coalición se ve como superada en cuanto a alianza política de acuerdo al análisis de muchos de sus dirigentes y se abre con mayor nitidez la necesidad de construcción de una nueva mayoría, con la mayor cantidad de fuerzas de oposición. (...)

Reiteramos que la fortaleza para el desarrollo de nuestra política es la inserción, incidencia y retroalimentación con los movimientos sociales. Buscamos la unidad opositora para lograr un gobierno de la nueva mayoría, no obviando el hecho que dicho gobierno estará sujeto a las contradicciones internas propias de su amplitud y que la velocidad de los cambios  y profundidad de las propuestas que acoja, dependerá en manera significativa de la fuerza de las demandas de los movimientos sociales. Será nuestra relación con los movimientos sociales lo que determine la fuerza para avanzar en las demandas más sentidas que ya se han planteado. El movimiento social está en la base del cambio del rostro político del país".

Si el senador Ignacio Walker hoy está concediendo entrevistas sobre un hipotético gobierno compartido con el Partido Comunista, no es porque le guste; de hecho, durante veinte años se sintió de lo más cómodo con un régimen político que lo excluía. Está obligado a hacerlo por la confluencia de factores tales como el desalojo de la Concertación por un Gobierno de derecha, la irrupción de un potente movimiento social y la crisis de un sistema político y un modelo económico que no son capaces de responder a esa demanda ciudadana.

Esos tres factores se van a intensificar en la coyuntura inmediata, a lo que hay que sumar los efectos de la crisis económica internacional, que sin más lejos, hoy mismo, Piñera se vió obligado a reconocer. De ahí se sigue que no es necesario tener una bola de cristal para anticipar que el próximo Gobierno, quienquiera que lo encabece, la tendrá difícil, y que atravesará por lo que Toynbee denomina "tiempos revueltos".

Y el senador Walker no saca saca nada con hacerse trampas en el solitario, invocando el 27% del "eje histórico DC-PS" en las últimas elecciones municipales, contra el 22% "que sacó el subpacto por un Chile Justo, que incluyó al PC". Primero, porque es un resultado contaminado irremediablemente por el sistema binominal, y luego, porque el escenario de las próximas elecciones generales presidenciales y parlamentarias, será radicalmente distinto.

En consecuencia, el senador Walker, más que andar emplazando y poniendo condiciones, mejor haría en reflexionar si su partido se decantará por seguir sosteniendo el modelo neoliberal y el cogobierno con la derecha, o asume que la dirección de los acontecimientos históricos cambió, y decide sumarse a un nuevo gobierno de mayoría, con un inequívoco programa de cambios.

Cuanto menos, la actual coyuntura y un gobierno de esa naturaleza, ofrecen la posibilidad cierta de terminar con el pesado lastre de la dictadura, y dejar instalado un nuevo sistema democrático donde los partidos y coaliciones efectivamente puedan competir con sus proyectos en igualdad de condiciones, porque aunque parezca una obviedad, el senador Walker tiene razón cuando descubre que la DC y el PC tienen grandes diferencias: la primera cree en el mercado, y el segundo, en un Proyecto Nacional de Desarrollo con perspectiva socialista.