Al cumplirse 48 años de la Primera Huelga de Hambre, entregamos a nuestras
lectoras y lectores del Boletín Rojo un escrito del Historiador Iván Ljubetic Vargas.
A 48 AÑOS DE LA PRIMERA HUELGA DE HAMBRE:
Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Uno de los hechos más importante en la lucha contra
la dictadura lo constituyó la primera huelga de hambre de familiares de
detenidos desaparecidos, a cuya cabeza estuvo Sola Sierra.
NO SE
DETIENE LA LUCHA
A tres años del inicio de
la dictadura fascista y del cotidiano empleo por ésta del terrorismo de Estado,
los sectores más consecuentes continuaban la lucha por la democracia.
Hacia fines de abril
de 1976, según informa “El Mercurio”, en
San Miguel, La Granja, Pudahuel y otras comunas, volantes mimeografiados fueron
“distribuidos clandestinamente con ocasión del 1º de Mayo, conteniendo
alusiones contra la Junta de Gobierno, la política económica y abogando por la
libertad de Luis Corvalán”. (“El Mercurio”, edición internacional,
LAS
OPERACIONES DE NOCHE Y NIEBLA
La presión de la solidaridad internacional y las denuncias de la Iglesia Católica chilena obligaron a la dictadura a esconder sus garras. Entonces recurrieron al ejemplo de las “Operaciones de Noche y Niebla” de la policía secreta de Adolfo Hitler, A partir de 1976 los agentes de Pinochet privilegiaron el siniestro método de los detenidos desaparecidos. Por ejemplo, en junio de ese año, el 52% de los patriotas detenidos desaparecieron sin dejar rastros en manos de los órganos represivos.
Con este sistema, la
tiranía creyó perpetrar el crimen perfecto. Sin testigos, sin cadáveres de las
víctimas, no existían pruebas de sus fechorías.
LA LUCHA DE LOS FAMILIARES
Pero no contaron los
fascistas con la heroica lucha de los familiares de los secuestrados, quienes
con ayuda de la Vicaría de la Solidaridad del Arzobispado de Santiago de la
Iglesia Católica, presentaron 4.783 recursos de amparo entre 1973 y 1976. De
éstos, ninguno fue acogido por la Corte de Apelación o la Corte Suprema de
Justicia. (Revista “Hoy” N.º 52,
La abierta complicidad de
la “Justicia” con los crímenes de la dictadura, no desanimó a los familiares de
los secuestrados que continuaron su lucha por saber el destino de sus seres
queridos.
El 21 de septiembre de 1976, nuevo crimen de la DINA en el exterior. En las calles de Washington, capital de Estados Unidos, fueron asesinados el ex Ministro y Embajador del Gobierno Popular, Orlando Letelier, junto a su secretaria, la estadounidense Ronnie Moffit.
LA
PRIMERA HUELGA DE HAMBRE
El 14 de junio de 1977, en
la sede de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas
(CEPAL) se inició la primera huelga de hambre de los
familiares de detenidos desaparecidos, que se prolongó hasta el 23 de ese mes.
Tomaron parte en ella 26 familiares: 24 mujeres y dos hombres.
Estando en el exilio en la República Federal Alemana y siendo director de la revista “Don Reca”, que editábamos los comunistas chilenos exiliados, recibimos de Sola Sierra emotivo testimonio sobre la preparación y desarrollo de esa audaz acción:
“La acción fue preparada
cuidadosamente, tomando todas las medidas de seguridad. Sólo un pequeñísimo
número de mujeres sabíamos qué tipo de acción se preparaba,
dónde y cuándo se efectuaría.
Conversamos individualmente
con alrededor de cien familiares de detenidos desaparecidos. Les preguntábamos
si estaban dispuestos a participar en una protesta cuya forma, fecha y lugar les sería comunicados
oportunamente. Todos respondieron afirmativamente. La inmensa mayoría eran
mujeres. Se les hizo un chequeo médico.
Este descartó a más de la mitad , por no tener las condiciones mínimas de salud
requeridas. Los rechazados se sintieron muy apenados con la noticia. Pero
pronto se alegraron al saber que todos ellos tendrían importantes labores que
desarrollar.
Los que pasaron el examen
médico fueron avisados de los detalles sólo poco antes de iniciarse la
operación. Se trataba de poder ingresar a la sede de la CEPAL (Comisión
Económica para América Latina de las Naciones Unidas), ubicada en Vitacura. No
eran pocos los obstáculos a vencer”.
Sola Sierra cuenta su
personal experiencia:
“Yo iba en el micro rumbo
al lugar indicado. Estaba harto asustada. Me parecía que toda la gente se
fijaba en mí y se daba cuenta hacia dónde iba y que allí, en la bolsa, llevaba
el lienzo que habíamos pintado la noche anterior. Para disimular mi
nerviosismo, miraba por la ventana como si lo que había afuera me interesara mucho.
Llegamos al lugar donde
debía bajarme. Y al pararme me di cuenta que las piernas me temblaban. Del
paradero me dirigí hasta la puerta de
control en la entrada del edificio de la Naciones Unidas. Sentía miedo, pero
apechugué. En la puerta un carabinero me preguntó qué es lo que deseaba. Le
contesté que iba a hablar con el señor…(di el
nombre de un funcionario que ahí trabajaba, el que antes había
averiguado).El policía me miró. Yo transpiraba helado. Después de unos
segundos, que me parecieron horas, me dijo: pase usted.
Pocas veces me ha perecido
un camino más largo que el que tuve que
recorrer entre la puerta de control y el edificio. Ya dentro de éste, me fui
reuniendo con los otros que también habían logrado entrar. Éramos 24 mujeres y
dos hombres. Esperamos un rato por si llegaba alguien más, lo que no ocurrió. Luego
nos dirigimos a hablar con los responsables de la CEPAL, les informamos de
nuestra decisión: Hemos venido para quedarnos y llevar a cabo una huelga de
hambre exigiendo que el gobierno responda por la suerte corrida por los detenidos desaparecidos. Los funcionarios nos
miraban sin creer lo que escuchaban. Al comprender que hablábamos en serio,
intentaron convencernos que abandonáramos esa idea: es un suicidio, nos
dijeron, hay otras formas de más
adecuadas para con seguir lo que desean…
Al comprobar nuestra
resolución, nos llevaron a la sala de conferencias N.º 2, donde iniciamos
nuestra acción de protesta.
A esa misma hora, grupos de
mujeres, también familiares de detenidos desaparecidos entregaban
simultáneamente a 16 órganos de información una declaración donde se señalaba el inicio de la huelga de hambre
y sus objetivos.
Chile fue conmovido por la
noticia. Pronto la prensa y la radio informaron del hecho.
En las calles se
distribuyeron volantes y aparecieron rayados en las murallas La solidaridad se hizo presente: hubo
declaraciones públicas de juristas, personalidades políticas y sociales, se
ofrecieron misas en su respaldo. En el
mundo se levantó una gran ola solidaria:
Declaraciones, huelgas de hambre en apoyo.
Pinochet se vio obligado a
reconocer, por primera vez, la existencia de detenidos desaparecidos,
comprometiéndose ante el entonces
Secretario General de Naciones Unidas, Kurt Walheim, a entregar información
sobre los 36 parientes de los participantes en la huelga”.
(Sola Sierra: “La primera
huelga de hambre”, “Don Reca”, N. 33, Fráncfort del Meno, marzo de 1983,
páginas 16 y 17. Reproducido en
“Sola Sierra, una
imprescindible”, de nuestra autoría, páginas 68 y 69)
Naturalmente, el tirano no
cumplió. Pero, esta huelga de hambre marcó el inicio de una nueva etapa en las
luchas contra la dictadura. Estas ya no serán protagonizadas sólo por los
sectores más consecuentes, sino que adquirirán un carácter de masas.
Por otra parte, la
solidaridad internacional alcanzó un momento muy alto, precisamente en
respuesta al valiente episodio llevado a cabo en la sede de la CEPAL en
Santiago, que contribuyó a convertir el “crimen perfecto” tramado por el
dictador, en un bumerang contra él.