Iván Ljubetic Vargas, historiador
del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
CONMEMORANDO SU NATALICIO
El 12 de junio de 1978
participamos en Frankfurt am Main, República Federal Alemana, en un acto que se
efectuó frente a la casa en que había
nacido Ana Frank, cincuenta años atrás. Era la segunda hija del matrimonio de
Otto Frank y Edith Frank-Holländer. La
primogénita se llamaba Margot y era
tres años mayor que Ana.
Fue ese un evento de gran
contenido antifascista. Junto a las banderas de muchas organizaciones progresistas alemanas, hubo chilenas.
Los oradores entregaron antecedentes sobre esa
familia judía...
Cuando en 1933 asumió el poder
Adolfo Hitler en Alemania, Otto Frank decidió no esperar más y partió con los
suyos a Holanda. Instaló un negocio en
la calle Prinsengracht Nº 263, una
típica casa del antiguo Ámsterdam. El edificio había sido construido en
1613, pero había tenido muchas
transformaciones. Como es frecuente encontrar en esa ciudad, el edificio tenía
dos casas juntas: una frontal y otra interior, hacia el patio trasero.
En mayo de 1940 el ejército
hitleriano invadió Holanda. Otto Frank comenzó
entonces a preparar en secreto un refugio en la Casa Interior de
Prinsengracht Nº 263. Le ayudaron dos antiguos colaboradores suyos Koophuis y
Kraler, además de Miep y Elli. Se
llevaron clandestinamente una serie utensilios domésticos.
EL TRASLADO
El 6 de julio de 1942 ingresó la
familia Frank en la Casa Interior.
Relata Ana en su Diario:”Jueves, 9 de julio de 1942.
Querida Kitty: Nos pusimos en camino bajo una lluvia persistente. Papá y mamá,
cada uno con un bolso de compras
atiborrado con toda clase de provisiones, y yo con mi cartera llena a
rebosar... Por el camino, mis padres me fueron revelando poco a poco la
historia de nuestro escondite... Desde hacía unos meses habían mandado
trasladar allí parte de nuestros muebles,
y asimismo ropa para el servicio y vestidos... El escondite se hallaba
en el edificio donde estaban las oficinas de mi padre. Esto es algo difícil de
comprender si previamente no se está al corriente de las circunstancias; por
esto voy a explicarlo. El personal que trabajaba con mi padre no era muy
numeroso; los señores Kraler y Koophuis,
Miep, y por último, Elli Vossen, una mecanógrafa de veintitrés años.
Todos ellos estaban al corriente de nuestra llegada. El padre de Elli, el señor
Vossen, y los dos hombres que lo secundaban en el almacén no habían sido
puestos al corriente de nuestro secreto.”
(Ana había recibido, entre los
regalos para su 13º cumpleaños, el viernes 12 de junio de 1942, un diario. Lo
comenzó a escribir dos días después).l
En su diario explicaba: ”La falta
de confianza es talvez mi mayor defecto. De cualquier modo este es un hecho y
es bastante doloroso tener que reconocerlo. Por eso he decidido escribir
este Diario; con el fin de inventarme
una imagen de una amiga que tanto deseo. Quiero que este Diario se convierta en
mi amiga. Y esta amiga se llamará Kitty”. (Esto lo anotaba Ana cuando aún no tenía la menor idea de que
debía trasladarse al refugio secreto).
EN LA CASA INTERIOR
En 1985 viajamos con el compañero Raúl Pinochet, a una reunión en Ámsterdam y no perdimos la
oportunidad de visitar la casa donde la
familia Frank, junto a la familia Van
Daan y el señor Dussel (que llegaron poco después) vivieron ocultos durante 25
largos meses.
Entramos al edificio ubicado en
Prinsengracht Nº 263, junto a uno de los tantos canales de Ámsterdam,
convertido actualmente en un museo
contra la guerra y el fascismo. Lo recorrimos con emoción. La casa delantera
está separada de la casa interior por una puerta disimulada detrás de un
estante giratorio de libros, cuya parte superior está camuflada mediante un
mapa.
Entrada a la Casa Interior
MAGISTRAL DESCRIPCIÓN DE ANA
Al cruzarla, comprobamos la
genialidad con que Ana Frank describió
la Casa Interior en su Diario,
con fecha jueves 9 de julio de 1942:
“Frente a esta puerta hay una
escalera muy empinada; a la izquierda, un corredor lleva a la estancia que
desde ahora va a ser el hogar de los Frank, y al mismo tiempo el dormitorio del
señor y la señora Frank. Al lado de ésta, otra habitación más reducida se ha
transformado en el cuarto de estudio y dormitorio de las señoritas Frank. A la
derecha de la escalera hay una habitación sin ventana alguna, con una pila de
lavarse, y un pequeño reducto con un lavabo. Una puerta da acceso a la
habitación que voy a compartir con Margot.
“Al abrir la puerta del rellano
del segundo piso, uno se encuentra sorprendido de encontrar tanto espacio y
tanta luz en el anexo de una casa tan vieja. Las casas que bordean los canales
de Ámsterdam son las más antiguas de la villa. La pieza ha de servir de
dormitorio del matrimonio Van Daan y, además de cocina, sala de estar, comedor
y estudio o taller. Es muy espaciosa y hasta ahora había servido de
laboratorio. Hay un horno de gas y un fregadero.
“Otra pequeña habitación, que es
en realidad un pasadizo, va a constituir el dominio de Peter Van Daan. En esta
parte trasera de la casa, hay también un desván y una buhardilla. Tengo, pues,
el honor de introducirte en nuestro suntuoso anexo...”
DETALLES QUE ESTREMECEN
La pieza de las dos niñas
Al recorrer la Casa Interior muchos detalles nos golpearon.Por ejemplo, en
un muro vemos el mapa en donde el padre de Ana seguía el desarrollo de la
guerra; en las paredes de la pieza de las dos niñas, fotografías de artistas de cine pegadas por ellas; las
rayas donde marcaban el crecimiento de los tres muchachos; la ventana de la
buhardilla, la única que se podía abrir sin riesgos, desde donde pudimos ver la
torre de la iglesia Westertoren, la misma que
Ana solía contemplar.
Recordamos lo que ella relata el
sábado 11 de julio: “Ni papá, mi mamá, ni Margot pueden acostumbrarse al carillón de la
Westertoren que suena cada cuarto de hora. Yo, en cambio, lo he encontrado
maravilloso, sobre todo en la noche, cuando un sonido familiar nos da aliento”.
En ese mismo día escribe la joven
de 13 años: “Tenemos mucho miedo de que los vecinos nos oigan o nos vean... Me
siento oprimida por el hecho de no poder salir nunca, y siento muchísimo miedo
de que seamos descubiertos y fusilados”.
SE PALPA EL TERROR
Estando allí, en la Casa Interior,
nos imaginamos el temor que aplastaba a la muchacha judía y a los otros
refugiados. Se puede palpar la situación terrible que debieron vivir esas ocho personas.
Ana cuenta en su Diario, con fecha martes 11
de abril de 1944:
“Las diez y media, las once, ni un ruido. Mi padre y el señor Van Daan, que estaban de vigilancia, volvían a vernos por turnos. A las once y cuarto oímos que alguien se movía en la planta baja.
En nuestra habitación, únicamente
nuestra respiración era perceptible, pues todos estábamos como petrificados.
Oímos pasos en el primer piso, en la cocina, y por fin en la escalera que
conducía a la puerta disimulada. Nuestra respiración estaba cortada, ocho
corazones latían hasta romperse oyendo aquellos pasos y unas sacudidas en la
puerta del armario. Aquel momento es indescriptible.
Yo me veía ya en las garras de la Gestapo
aquella misma noche y me dije: ‘Estamos
perdidos’. Alguien estaba tirando de la
puerta del armario, una vez, otra, hasta tres veces. Algo cayó al suelo y los
pasos se alejaron. Por el momento estábamos salvados...”
LA SOLIDARIDAD LES PERMITIÓ SUBSISTIR
Los refugiados en la Casa Interior
sólo pudieron subsistir gracias a la valiente y generosa solidaridad de cuatro holandeses. Ellos eran el único
contacto con el mundo exterior, los abastecían de alimentos, medicinas y cuanto
necesitaban. Conseguir esas cosas en
un país ocupado por lo alemanes, con la
vigilancia de la policía nazi, donde todo estaba racionado y se adquiría a través de cupones,
no era tarea fácil. Y resultaba, además,
muy arriesgado hacerlas llegar.
Ana se refiere a ello en su Diario
el viernes 25 de septiembre: “Debo reconocer que nuestros protectores han
demostrado tener muchísimo ingenio. Sería realmente imposible que alguien
sospechase a dónde van a parar las provisiones que se compran para nosotros.
Los holandeses son grandes personas, en realidad”.
“QUIERO SEGUIR VIVIENDO AÚN DESPUÉS DE MI MUERTE”
El martes 4 de abril de 1944 anotó
Ana en su Diario: “Quiero seguir
viviendo aún después de mi muerte... Cuando escribo me olvido de todo, mis
penas desaparecen y renace mi ánimo. Pero la cuestión capital es saber si
llegaré a escribir algo perdurable, si llegaré a ser periodista o escritora.
Con esta esperanza vivo, pues al escribir puedo dejar testimonio de mis
pensamientos, mis ideales y mis fantasías”.
Y
el martes 11 de abril de 1944 escribió: “Soy consciente de
ser mujer, una mujer con una moral acendrada y mucho valor. Si Dios me deja
vivir, iré mucho más lejos que mi madre, no seré una mujer insignificante.
Tendré mi pueblo en el mundo y trabajaré para mis semejantes. Tengo plena
conciencia de que el valor y la alegría son dos factores vitales”.
LOS NAZIS DESTRUYERON SUS SUEÑOS
La joven judía, que por entonces
tenía 15 años, no pudo cumplir sus sueños. El viernes 4 de agosto de 1944 la
existencia del refugio fue delatada. Irrumpió la policía nazi. Fueron detenidos
los 8 habitantes de la Casa Interior y los “protectores” Kraler y Koophuis. Uno
de los agentes tomó el maletín de Otto Frank, donde estaba el diario de Ana,
botó los manuscritos y echó en ella las cosas de valor que encontró para
robárselas.
Los diez detenidos fueron llevados
al cuartel de policía, de allí a la ciudad de Westerbork. El 2 de septiembre
condujeron a los 8 habitantes de la Casa Interior al campo de
concentración de Auschwitz, en Polonia.
Allí murió la madre de Ana. El señor Van Daan fue asesinado en la cámara de
gases. Igual suerte corrió su hijo, el joven Peter. El señor Dussel fue enviado
al campo de Neuengamme, cerca de Hamburgo, donde murió, al igual que 50 mil
prisioneros de los 100 mil que pasaron por ese siniestro recinto.
ANA MURIÓ CERCA DE HANOVER
A fines de octubre de 1944 Ana,
Margot y la señora Van Daan fueron enviados al campo de Bergen-Belsen, cerca de
la ciudad alemana de Hanover. Las tres
murieron allí. Las hermanas Frank de tifus en marzo de
El único de los refugiados en la
Casa Interior que sobrevivió al terror nazi fue Otto Frank. Tuvo la suerte de
ser salvado por soldados del Ejército
Soviético que liberaron el campo de exterminio de Auschwitz en enero de 1945.
También lograron subsistir los dos solidarios holandeses Kraler y Koophuis.
Al regresar a Ámsterdam, Otto
Frank recibió de las solidarias Miep y Elli
los manuscritos de Ana, que
habían encontrado y guardado.
Finalizada la Guerra, se publicó
el Diario de Ana Frank. Ha sido
traducido a más de 50 idiomas en un tiraje total que se calcula en más 13
millones de ejemplares.
EN BERGEN-BELSEN
Cuando en abril de 1945, los
ingleses liberaron el campo de Bergen-Belsen, luego de evacuar a los
sobrevivientes, lo quemaron totalmente, para evitar la propagación del tifus.
Actualmente existe en ese lugar
un cementerio.
En 1986, un grupo de exiliados chilenos fuimos invitados a una
serie de actos organizados por el Partido Comunista Alemán (DKP) en Hanover. Uno de ellos consistió visitar
Bergen-Belsen.
A la entrada vimos un pequeño muro
donde se lee: “Bergen-Belsen. 1940 bis
Un monumento en homenaje a los soviéticos fallecidos. Ahí efectuamos una solemne ceremonia, en que tuve el honor de intervenir, en nombre de los chilenos antifascistas.
También rendimos homenaje ante
un memorial de piedra negra, coronada por la Estrella de David, donde está
escrito: “Margot Frank 1926 – 1945
Anne Frank 1929 –
Esa tarde de junio de 1986
flamearon banderas chilenas, junto a muchas otras, en Bergen-Belsen en homenaje a las víctimas de la bestialidad
fascista.
Se cumplió el anhelo expresado por Ana Frank el 4 de abril de 1944: “Quiero seguir viviendo aún después de mi muerte”.
Ella y millones de víctimas del fascismo siguen vivas en la memoria y los corazones de quienes anhelamos forjar un mundo en que impere la Paz, la Justicia y el Amor.
En recuerdo de los millones de
víctimas de la bestia parda levantamos las
banderas de la democracia y de la solidaridad internacional.