Éste 5 de
febrero se cumplen 58 años de la partida física de Violeta Parra. Recordamos
hoy parte de su vida y entregamos a
nuestras lectoras y lectores un escrito del Historiador Iván Ljubetic Vargas.
Boletín Rojo
A 58 años de su partida física:
Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
El 5
de febrero de 1967 Violeta Parra puso
fin a su existencia con un balazo, en la
Carpa de La Reina.
Cesó
de latir su corazón. Pero su canto permanece, porque es nuestro propio canto,
el canto del pueblo.
La excelente biografía de
Violeta Parra escrita por Víctor Herrero tiene, entre muchas otras virtudes, el
tratar un tema que otros autores ignoran, subestiman, silencian o tergiversan:
el compromiso político de la roja flor de Chile.
Efectivamente, Víctor Herrero, en su libro “Después
de vivir un siglo. Una biografía de Violeta Parra”, relata:
“Exactamente al día siguiente de su cumpleaños, Luis
Cereceda contrajo matrimonio con violeta Parra. Fue el viernes 2 de septiembre
de
“…Las primeras semanas de la pareja estuvieron
marcadas por una de las campañas presidenciales más arduas en la historia
política chilena. Luis Cereceda era militante del Partido Comunista que se
había fundado en 1922 (En verdad, la fecha de fundación del PC es el 4 de junio
1912). Como miembro activo de ese conglomerado, el esposo de Violeta participó
en la campaña presidencial del Partido Radical en las elecciones de 1938. Aguirre Cerda encabezaba el recién formado
Frente Popular, que incluía a socialistas, comunistas y otros partidos e
izquierda…
“Luis y sus compañeros comunistas del sindicato
ferroviario repartían volantines y llamaban a votar por Aguirre. Y Violeta, en
su papel de ama de casa, también se involucró: estaba a cargo de administrar un
‘comité popular’ en el barrio Matucana, donde se entregaba a
las familias carne, pescado, mantequilla y cereales a precios asequibles. El
fin apuntaba a ‘evitar las especulaciones de los grandes buitres que eran los
comerciantes mayoristas’, según lo expresara Alfonso Alcalde, quien también
militaba en el PC. “La Violeta -recordaría su hermano Roberto- tenía un Comité
en su casa. El Partido Comunista le daba el aceite, el azúcar, el arroz, y ella
lo vendía al pueblo a precio de costo.” (Página 72)
“Aun cuando Violeta se sentía asfixiada por su
marido en materia artística, éste le entregaba algo que ella no dejaba de
valorar: conciencia política. ‘Mi padre y sus compromisos entusiasman a mi
madre’, escribió Ángel.
“Cereceda no sólo leía regularmente El Siglo, diario
de tiraje nacional que había fundado el PC en agosto de 1940, sino que también llevaba a casa folletos, volantines y libros
que el partido le suministraba, según el recuerdo de su hija Isabel. El marido de
Violeta celebraba reuniones partidistas en su casa y su fervor político era
tal, que instaló un busto de yeso de Joseph Stalin bajo el parrón de la
parcela. ‘Este el padre de los obreros
del mundo –les decía a sus hijos Isabel y Ángel en referencia al máximo líder
de la Unión Soviética-. Es como tu abuelito’.”
(Página 76)
“El único pegamento que al parecer mantenía unidos a
Violeta y Luis era la política.
A mediados de 1946 ambos participaron en la campaña
presidencial de Gabriel González Videla… La candidatura de González Videla contaba con el respaldo
del Partido Comunista, por lo que Violeta y Luis apoyaron esa campaña. La cantante
formó en su barrio un Comité de Dueñas de Casa Comunista a favor del candidato.
Violeta intervino además como artista en algunos actos de proselitismo. En una
fotografía se la ve sobre una tarima de unos dos metros de altura y al lado de
un micrófono, frente a miles de hombres y algunas mujeres expectantes. Aunque
por entonces no tenía más de tres años, Ángel haría memoria de esos momentos. ‘Guardo
el recuerdo de mi madre al frente de una manifestación de fervor popular. Va
llevando una enorme bandera chilena la siguen cientos de mujeres morenas, con
vestidos floreados’. (Páginas 85 – 86)
La izquierda estaba ilusionada con González Videla.
‘¡El país hierve de entusiasmo!’, tituló a mediados de 1946el diario
comunista El Siglo. ‘El pueblo organiza
en todos los barrios comités para
impulsar la victoria. Los actos se cuentan por miles’ se afirmaba en ese artículo.
Y era cierto. La propia Violeta era parte de ello.
Cuando el 4 de septiembre González Videla ganó los comicios, Violeta, su marido
y millares de chilenos pusieron felices “Hubo fiestas, alegría y celebraciones
en las calles, en todas partes”, recordó Roberto Parra. “Nosotros estuvimos
también en una celebración y allí ella cantó y recitó un poema muy largo,
dirigido al Presidente, donde le decía que al pueblo no se le puede engañar”.
(Página 86)
“En los siguientes años Neruda y Parra (Nicanor) mantuvieron
contacto y fue así como el 12 de julio de 1953 Neruda invitó a Nicanor su
cumpleaños número 49. La celebración se realizó en una de las viviendas que el
autor de ‘Crepusculario’ tenía en Santiago, una residencia llamada ‘Michoacán’…
Nicanor convidó a su hermana al evento. Y violeta
que no conocía a nadie en esa fiesta, fue con su guitarra. Todos los invitados
estaban en el jardín, ya que era un domingo inusualmente caluroso para ser
invierno. Violeta Parra se sentó en una silla de cocina al pie de un enorme
castaño. Al cabo de un rato comenzó a cantar. Interpretó viejas canciones
campesinas que había recopilado recientemente uy también sus propias
composiciones. Nada del repertorio habitual
del dúo con Hilda. Los
comensales, entre ellos intelectuales, poetas. periodistas y dirigentes del
Partido Comunista estaban impresionados con la presencia y música de esta
mujer.” (Página 129)
“A partir de ese momento se abrieron para Violeta
las puertas grandes del Partido Comunista, que inclusive proscrito gozaba de
excelente salud en el frente cultural e intelectual”. (Página 131)
“El cumpleaños (el cincuentenario de Neruda, 1954)
se extendió por más de una semana…En el
acto de clausura, que se realizó en el
Teatro Caupolicán, participaron Margot Loyola y Violeta Parra. Con ello,
Violeta entraba oficialmente a la nomenclatura cultural del Partido Comunista,
que rápidamente se convertía en el conglomerado favorito de los intelectuales y
artistas del país”. (Página 165)
“Violeta, claramente comulgaba con las ideas del
comunismo. Y algo similar ocurría con Roberto y Lalo, así como con Isabel y
Ángel, que acabarían ingresando a las filas de las Juventudes Comunistas”.
(Página 166)
“En mayo junio de 1955, Violeta fue invitada a ser
parte de la delegación chilena que iría al Quinto Festival Mundial de la
Juventud y los Estudiantes, a realizarse en Varsovia”. (Página 178)
“Respecto a
(Julio) Escámez y Violeta, Ángel afirmó que ‘ellos tenían una relación
intelectual muy fuerte, muy cabezona’. El hijo, que en Concepción comenzó a
militar en las Juventudes Comunistas, agregaría: ‘Conversaban mucho y discutían
mucho porque Escámez era maoísta, entonces eso a mi mamá no le cabía en la
cabeza, ya que nosotros nos sentíamos bajo las órdenes de Moscú”. (Página 254).
“En el verano de 1960 Pablo Neruda la invitó (a
Violeta) a la Chascona… En esa residencia Violeta recitó por primera vez sus
décimas. Para la ocasión, Neruda convocó a los integrantes de la comisión
cultural del Partido Comunista, conglomerado que desde agosto de 1958 había
vuelto a la legalidad después de derogarse la llamada Ley Maldita. Entre los
presentes estaban Volodia Teitelboim, que pronto sería diputado y después
senador; el profesor de filosofía y redactor de la revista ideológica del PC
Principios, Jorge Palacios Calmann; y Yerko Moretic, crítico literario de El
Siglo: Todos escucharon con tención la lectura de Violeta y quedaron
impresionados” (Página 296).
Buenos Aires, 1962. “Violeta le presentó una por una
a la mayoría de las personas que estaban viviendo ahí, actores, cineastas,
pintores. ‘Eran todos profesionales y afiliados al Partido Comunista -escribió
el suizo-. Violeta era del partido y creo que hasta tenía su carnet…” (Página
359)
“Aún en Buenos Aires, a fines de mayo recibió
(Violeta) un telegrama del Partido Comunista de Chile. En este le pedían
participar en el Festival de la Juventud que se iba a celebrar en Helsinki,
Finlandia”. (Página 366)
En el viaje surcando el Atlántico hacia el Festival,
“la Viola era implacable, teníamos que hacer una presentación de un número
folklórico y todos teníamos que participar -recordó la joven militante y
miembro del comité central de las Juventudes Comunistas, Gladys Marín, quien a
futuro sería diputada y una conocida
dirigente de su partido-. Todos teníamos que aprender a bailar cueca y
Violeta nos ponía en la cubierta y nos gritaba: ‘¡Tontos! ¡Lesos! ¡Parecen
elefantes!’. Era muy fuerte y castigadora, no dejaba fumar a Ángel y era
comunista del Partido”. (Página 369).
“Aún afligida por el fusilamiento (de Julián
Grimau), Violeta animó a sus amigos a participar con ganas en la marcha del 1º
de mayo. Tito Guisado recordó que Violeta iba por el centro de Ginebra, con el
puño izquierdo en alto, entonando a viva voz ‘Arriba los pobres del mundo’, una
parte del himno conocido como la Internacional Comunista… (Página 395)
“A mediados de septiembre de 1963, Violeta y sus
hijos recibieron una invitación para participar en la tradicional ‘Fiesta de la
Humanidad’, que el periódico comunista francés L’Humanité venía realizando de
manera anual desde 1930…
“La cantautora quedó tan impresionada con este acto
cultural, que le escribió una extensa carta a Luis Corvalán, senador y
secretario general del Partido Comunista. Le relató ahí su experiencia y le
propuso que los comunistas chilenos hicieran algo similar. ‘Recogimos su
sugerencia y de ahí nacieron los encuentros festivos de la familia comunista
que realizamos durante años hasta el golpe militar ´de
Cuando Ángel
retorna a la Chile, Violeta “junto con desearle buen viaje, le pasó unas
cintas magnéticas con varias de las canciones políticas que había grabado desde
que se fuera del país en diciembre de 1961.
-Pásale esta cinta al partido. Le puede servir para
la campaña. Al llegar a Chile en abril , el hijo de veinte años se contactó con
Américo Zorrilla, un viejo sindicalista que el jefe de finanzas del Partido
Comunista, para entregarle el valioso material”, (Páginas 413- 414)
“Unos días después de la derrota (de Salvador
Allende en 1964), Violeta asistió a una reunión del Comité Central del PC”.
(Página 417)
“Un evento importante de este mes (octubre de 1965)
fue el acto de clausura del (XVII) congreso comunista. En un repleto Teatro
Caupolicán, Violeta fue una de las artistas encargadas del cierre. También
actuaron Isabel, Ángel. Margot Loyola y el conjunto folklórico Millaray. El
encargado de dirigir el acto, que culminó con un discurso del senador Luis
Corvalán, fue Víctor Jara.” (Página 449)
Los párrafos citados de la excelente biografía de
Violeta Parra, que lleva como título
“Después de vivir un siglo”, escrita por
Víctor Herrero, me hicieron recordar un
hecho que me impactó hace ya 60 años.
Ejercía como profesor en el Liceo de Nueva Imperial. Un día de abril de
1961 Gladys, una de las tres hermanas Jiménez que tenía por alumnas, me dijo:
-Don Iván, mi papá desea
invitarlo a comer pasado mañana jueves, ¿puede usted?
Me sorprendió mucho la
invitación, pues el padre de mis alumnas
era un sargento de carabineros, que vivía frente a donde estaba mi pensión.
Acepté.
La comida estuvo muy buena, pero mejor estuvo la sobremesa. La dueña de
casa fue a buscar una guitarra y con una
hermosa voz cantó una composición que no conocía:
“Cuando llegan las noches de invierno
los
palacios de luces se llenan
y los
pobres se mueren de pena
en sus casas sin lumbre ni pan .
Y la cruel
burguesía se ensaña
Contra
todos los trabajadores,
pero
llegan ya tiempos mejores
y su
crimen tendrán que pagar.
Es muy
triste vivir
es
terrible habitar
en la
tierra de crueles burgueses
donde sólo se sabe explotar.
Si la
plebe reclama derechos
los
burgueses se niegan a dar
y los
llevan con grillos a la cárcel
los echan
al fondo del mar.
Yo
quisiera mirar toda roja
una sola
bandera en la tierra
y
q’el hombre no fuera a la guerra
y q’el
hombre no muera en prisión.
Es muy lindo vivir
es muy
lindo habitar
en un
lindo país socialista
donde
saben los hombres amar”.
Quedé emocionado. Me
pareció increíble escuchar esa canción en casa del sargento. La señora me dijo:
-Don Iván, le dedico a
usted esta canción. Me la enseñó mi padre, que era obrero del salitre y, que, según él, la cantaba un dirigente
llamado Recabarren.
Pasó el tiempo. No
olvidé esa emocionante comida en casa del sargento, pero no recordaba bien el
texto de la canción. Estando en el exilio hacia 1980 llegó a mis manos un libro
titulado “Violeta Parra: Violeta del Pueblo”, editado por Visor en Madrid, en 1976.
Allí encontré esa canción, “un vals popular con letra de Francisco Pegoa”, una
de las canciones que cantaba Luis Emilio Recabarren en sus viajes por los
pueblos mineros del norte de Chile. (Páginas 14 y 15)
Violeta Parra, flor roja
del pueblo, recogió en forma consciente la tradición de los revolucionarios de
comienzos del siglo XX que, con Luis Emilio Recabarren a la cabeza, utilizaron
la canción como un arma contra los explotadores y como un medio de educar
políticamente a los trabajadores.
Los viejos mineros del
norte contaban que, cuando Recabarren llegaba con su palabra convincente, con
sus libros y folletos, con su mensaje de lucha por cambiar el mundo de fase, él
mismo interpretaba canciones.
Violeta Parra, con su
voz de artista excepcional, también hizo de la
canción un medio para llegar a
los explotados, a los oprimidos y
entregar, en forma sencilla, un mensaje político.
Y están, entre otras,
composiciones como “Según el favor del viento”, “Arriba quemando el sol”, “Me
falta un guerrillero”, “Mira como sonríen”, “Porque los pobres no tienen”, “Yo
canto la diferencia”, “Arauco tiene una pena”, “La Carta”.
Violeta Parra, en base a su inteligencia y gracias a tener
sus raíces fundidas en el alma del pueblo y
mediante su capacidad de crear, pudo dar
un salto cualitativo y
convertirse en una artista popular y universal.
Por
eso pudo, con pleno derecho, proclamar:
“Yo canto a la chillaneja
si tengo que decir algo,
y no tomo la guitarra
por conseguir un aplauso
yo canto a la diferencia
que hay de lo cierto a lo falso
de lo contrario, no canto”.