El día 9 de
febrero de 1817, hace 208 años, los representantes de la oligarquía criolla,
los mismos que convocaron al Cabildo Abierto del 18 de septiembre de 1810,
firmaron un acta de sumisión a Fernando VII, rey español, traicionando a los
patriotas que combatían por la independencia de Chile. Les entregamos este escrito
del historiador Iván Ljubetic Vargas.
9 de febrero 1817.
ANTIPATRIOTAS
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
La oligarquía creó el mito que la
Independencia de Chile se conquistó el 18 de septiembre de 1810. Ello, en un
intento de los latifundistas de entonces, de figurar como los forjadores de
nuestra Independencia.
Por entonces existían títulos de “nobleza”
en nuestro país: un duque, seis condes, siete marqueses (entre el Marqués de la
Casa Real, familia García Huidobro; el Marqués de la Pica, familia Irarrázaval:
Marqués de Casa Larraín) y 108 distintas órdenes de caballería. (Los requisitos
para obtener un título de nobleza eran: demostrar pureza de sangre por los
cuatro abuelos, saber montar a caballo y no haber ejercido oficios manuales).
La verdad es que la oligarquía fue aliada
del rey español y luchó contra los intereses de Chile. Durante la Reconquista española traicionaron a la patria. Los
mismos grandes terratenientes criollos,
que habían convocado el Cabildo del 18 de septiembre de 1810, firmaron el 9 de
febrero de 1817, una servil Acta de Sumisión al rey Fernando VII, en la cual
abjuraban de todo movimiento libertario y repudiaban a los patriotas.
En este vergonzante documento, servilmente manifestaban “su íntima y
decidida adhesión que tenemos a la sagrada causa de nuestro legítimo monarca el
señor Fernando VII…” Renegaban de los
patriotas y pedían…”Castigar, como es justo,
la osadía y el orgullo de los insurgentes de la otra banda”.
No vacilaban
estos traidores de ofrendar a los enemigos de la patria “…sus vidas, y sin
reserva de cosa alguna estaban prontos y
resueltos a defender los sagrados derechos del rey, a cuya obediencia
vivimos gustosamente sujetos”.
Al pie de tan
ignominioso documento figuraban apellidos como Larraín, Aldunate, García
Huidobro.
Pero les falló el
olfato a los traidores. Aún no se secaba la tinta de esa acta infamante, cuando
el Ejército Libertador, al mando de los generales José de San Marín y Bernardo O’Higgins, luego de realizar la
proeza de cruzar la cordillera de los Andes, pisaba suelo chileno. Tres días
después, el 12 de febrero de 1817, derrotaba a las tropas del rey en la batalla
de Chacabuco.
Herederos de esos firmantes del Acta de la
traición son los que han entregado y
entregan hoy nuestras riquezas naturales a empresas extranjeras.