En el 140 aniversario de la partida física de Marx:
GENIALIDAD Y PROFUNDO HUMANISMO
A poco más de un año de morir
su compañera, el 14 de marzo de 1883, Karl Marx, el principal creador de la
doctrina marxista, se dormía para siempre. Estaba por cumplir los 65 años .
LOS PRIMEROS 25 AÑOS DE MARX (1818 – 1843)
Karl Marx nació en la ciudad alemana
de Trier, (Tréveris, en español), el 5 de mayo de 1818. El padre era un abogado judío
convertido al protestantismo. Su familia era acomodada y culta. Después
de cursar los estudios secundarios en Tréveris, siguió Derecho en las
Universidades de Bonn y de Berlín, dedicándose especialmente a
En 1818, Marx se encontraba en
Al finalizar sus estudios universitarios en 1841, era un
idealista hegeliano. En Berlín se incorporó al Círculo de los
“hegelianos de izquierda”, que intentaban sacar de la filosofía de Hegel
conclusiones ateas y revolucionarias. Luego Marx se trasladó a Bonn en 1842 con la intención de
ganar una cátedra, lo que no consiguió.
Los burgueses radicales renanos (de la región del Rin),
que tenían ciertos puntos de contactos con los hegelianos de izquierda,
fundaron en Colonia un periódico de oposición, la “Gaceta del Rin”, cuyo primer
número salió el 1 de enero de 1842. Uno de sus principales colaboradores
fue Carlos Marx, que en octubre de 1842 fue nombrado redactor jefe del
periódico, trasladándose de Bonn a Colonia. Bajo su dirección la tendencia democrática y
revolucionaria de la “Gaceta del Rin” fue acentuándose.
El gobierno reaccionario ordenó el cierre del periódico.
Entonces, Marx se dedicó a estudiar economía política.
MARX SE CASA CON
JENNY VON WESTPHALEN
Jenny von Westphalen, había nacido baronesa el 12 de
febrero de 1814 en Salzwedel, Reino de Prusia. Se crió en
Tréveris y fue amiga de Marx desde la infancia. . Ella pertenecía a una reaccionaria
familia de la nobleza prusiana.
Jenny participaba de las
recepciones que brindaba su aristocrática familia y era conocida como “la reina
de los bailes de Tréveris”.
Pero Jenny abandonó ese estilo de vida para elegir otro
camino: el de la lucha de la clase obrera. Ya desde
joven cuestionaba las ideas de su padre, simpatizando con la “fiesta de
Hambach”, una manifestación de 1832 en la que estudiantes, intelectuales,
campesinos y burgueses liberales proclamaron la unidad de Alemania. Con su hermano Edgar y su amigo
Karl Marx pasaban largas horas hablando sobre la revolución.
Su hermano mayor era el barón Ferdinand von Westphalen,
fue Ministro del Interior de Prusia, durante una de las épocas más
reaccionarias, entre 1850 y 1858. y ordenó el arresto y deportación de su
cuñado, iniciando Marx su largo exilio en Londres.
Jenny y Karl Marx se
encontraban regularmente cuando niños. Ella era cuatro años mayor que él. Durante
la adolescencia se convirtieron en amigos íntimos, ya que ambos eran cultos y
apasionados por la literatura. En el verano de 1835 comenzaron su noviazgo. Según Marx, quien confesaba estar
muy enamorado, ella era la joven más linda de Tréveris.
El Barón Ludwig von Westphalen, padre de Jenny, era
también amigo de Heinrich, el padre de Marx. El joven Karl también se convirtió
en amigo y admirador del barón; juntos solían realizar largas caminatas,
durante las cuales hablaban de filosofía y de literatura inglesa.
Jenny y Karl se comprometieron en 1836, un año después él
le dedicaría a ella un compendio de numerosos poemas de amor.
Por ejemplo en 1837, Marx escribió su poema “Amor
nocturno”, describiendo la pasión desbordada que sentía por Jenny. Conozcamos
un fragmento de éste:
“Frenético, él la abraza,
y mira oscuramente en sus
ojos.
“Ardes dolorosamente, querida,
y en mi respiración suspiras”.
“¡Ah, has bebido de mi alma,
y en verdad mío es tu
resplandor!
Mi joya, brillas por entero,
y resplandece tu sangre de
juventud”.
“Tú, la más dulce, tan pálido tu rostro,
tan maravillosamente extrañas
tus palabras,
ves al través de la gracia de
la música
cómo se deslizan los universos
más elevados”.
Finalmente se casaron el 21 de
mayo 1843 en la iglesia de San Pablo en Kreuznach. Jenny fue la fiel compañera
de Marx.
EL PERÍODO DE PARÍS (OCTUBRE DE 1843 – 1845)
Poco tiempo después, en
octubre de 1843, Karl y Jenny se trasladaron a París. y se hicieron amigos del
poeta alemán Henrich Heine.
La idea de Marx era publicar en la capital francesa una
revista de tipo revolucionario. Logró publicar un primer cuaderno de “Anales
Franco Alemanes”. Fue el único que vio la luz.
EL IMPORTANTE ROL DE
JENNY WESTPHALEN
Jenny, escritora, fue una importante colaboradora y una
significativa interlocutora intelectual de Marx. Era la
primera en leer sus trabajos, escritos en una letra indescifrable, excepto para
su esposa. Por eso, Jenny fue la encargada de “traducir” sus textos, pasarlos
en limpio y enviarlos a la imprenta. Así, se convirtió en una de las primeras
personas en comprender sus ideas. Dedicando su vida a luchar junto a la clase
obrera y participando incluso en las discusiones con el filósofo Ludwig
Feuerbach y los anarquistas Proudhon y Bakunin.
Con razón, Eleanor, su hija menor, dirá posteriormente:
“se casó mi padre con su amiga y camarada.”
En 1844 dos hechos importantes:
nació su hija Jenny y Marx conoció en septiembre a Friedrich Engels. A partir de ese momento fue su
gran amigo y compañero. Ambos participaron en las actividades
de los grupos revolucionarios de la capital francesa.
EL PERÍODO DE
BRUSELAS: EL DURO EXILIO (1845 – 1848)
La familia vivía de préstamos
en Francia. Y la situación se agravó cuando Marx fue expulsado de París por
revolucionario peligroso, en enero de 1845. Se establecieron en Bruselas,
Bélgica.
Jenny siempre se preocupó de
pagar las deudas, empeñando lo poco que tenían; pedía préstamos o adelantos de
herencias a sus familiares. Soportaba las adversidades, las penurias. Ella no sólo había elegido a
Marx como su marido, sino también eligió libre y conscientemente, la lucha por
la revolución proletaria.
EL MANIFIESTO DEL
PARTIDO COMUNISTA
En 1847, Marx y Engels se afiliaron a
Marx, Engels y Jenny, que fue
la primera mujer militante de
El resultado fue el famoso “Manifiesto del Partido
Comunista”, cuya primera edición apareció en Londres, en alemán, el 24 de
febrero de 1848. Es considerado el acta de nacimiento de la doctrina marxista,
que se inicia diciendo:
“La historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha
sido sino la historia de las luchas de clase. Hombres libres y esclavos,
patricios y plebeyos, nobles y siervos, maestros artesanos y jornaleros, en una
palabra, opresores y oprimidos, en lucha constante, mantuvieron una guerra
ininterrumpida, ya abierta, ya disimulada; una guerra que terminó siempre, bien
por una transformación revolucionaria de la sociedad, bien por la destrucción
de las dos clases antagónicas”.
“Esta obra –escribió Lenin- expone con una claridad y una
brillantez geniales, la nueva concepción del mundo, el materialismo consecuente
aplicado también al campo de la vida social, la dialéctica como la más completa
y profunda doctrina del desarrollo, la teoría de la lucha de clases y el papel
revolucionario histórico mundial del proletariado como creador de una sociedad
nueva, de la sociedad comunista”. En 1847 nació el hijo Edward, que
moriría en Londres ocho años después.
EL PERÍODO DE
COLONIA (1848 – 1849)
La nueva Gaceta del
Rin
Al estallar la revolución de
febrero de 1848, Marx fue expulsado de Bruselas. Se trasladó nuevamente a
París, desde donde, después de la revolución de marzo, pasó a Alemania,
quedándose en Colonia. Desde el 1 de junio de 1848 al 19 de mayo de 1849,
apareció en esta ciudad la “Nueva Gaceta del Rin”, que tenía a Marx como
director jefe. Los planteamientos de Marx fueron confirmados por los
acontecimientos revolucionarios de 1848 y 1849.
El 16 de mayo de 1849 fue
expulsado de Alemania por el hermano mayor de su esposa Jenny, el barón
Ferdinand von Westphalen.
Marx, con su familia, vivió un
breve período en París, de donde fue expulsado después de la manifestación del
13 de junio de 1849. En
Alemania, Ferdinand Lassalle, abogado y político socialista alemán, realizó una
colecta en beneficio de Marx. Con lo reunido, éste pudo cancelar los pasajes
para Inglaterra. Entonces, se dirigió con su familia a Londres, donde pasó
el resto de su vida.
EL PERÍODO DE LONDRES (1849 – 1883)
Las condiciones de vida de la
familia de Carlos Marx en el exilio fueron muy penosas. A no ser por la constante ayuda
económica de Friedrich Engels, la familia habría sucumbido bajo el peso de la
miseria. Tres de sus hijos murieron en la infancia, en Londres,
cuando atravesaban extraordinarias dificultades económicas. Sólo sobrevivieron
a esos tiempos difíciles sus hijas Jenny, Laura y Leonor.
EVOCACIONES DE WILHELM LIEBKNECHT
Wilhelm Liebknecht, político
socialista alemán, uno de los fundadores del Partido Socialdemócrata de
Alemania, padre de Karl y Theodor Liebknecht, escribió varias obras sobre Marx.
Una de ellas fue “Por los campos y los eriales”. En ella relata lo siguiente:
“Marx perdió varios hijos,
entre ellos dos varones; el uno, nacido en Londres, murió casi en seguida; el
otro, nacido en París, falleció después de una larga enfermedad crónica: la
muerte de este último fue un terrible golpe para Marx. Recuerdo aún las tristes
semanas de aquella enfermedad, sin esperanza de curación. El chiquillo se
llamaba Edgard, en recuerdo de su tío, pero era más conocido por nosotros con
el sobrenombre de “Mosco”; manifestaba gran inteligencia, pero desgraciadamente
era muy enfermizo: el pobre pequeñito tenía dos ojos espléndidos y una cabeza
que prometía mucho, pero que parecía demasiado pesada para su cuerpo raquítico.
Si el pobre “mosquito” hubiera podido recibir cuidados constantes, a la orilla
del mar o en el campo, tal vez se habría salvado; pero la vida errante, los
viajes continuos y forzados, la existencia miserable que sobrellevó en Londres,
no eran nada apropiados para preservar y proteger aquella frágil naturaleza en
la lucha por la vida; el tierno amor de sus padres y los cuidados infinitos de
su madre, fueron impotentes. “Mosco” murió. Nunca olvidaré esta escena… La
madre abismada en un dolor mudo, inclinada sobre el cadáver de su hijo;
Lenchen, de pie, muy cerca, sacudida por los sollozos; Marx víctima de una
terrible excitación, rehusando duramente, casi con hostilidad, todo consuelo;
las dos chiquillas, llorando dulcemente y estrechándose contra su madre. La
madre, hundida en el dolor, anudaba convulsivamente sus brazos alrededor de las
dos criaturas, como si hubiera querido fundirlas con ella y protegerlas contra
la muerte que acababa de arrebatarle a su hijo”. (Edgard había nacido en 1847 y
falleció en 1855).
JENNY RELATA UN DÍA EN EL EXILIO
Jenny Westphalen en carta
dirigida a un amigo; Joseph Weydemeyer y fechada en Londres el 20 de mayo de
1850, le relata un terrible día de 1849:
“Le describiré un día de esta
vida, exactamente –tal como era, y comprenderá usted que pocos emigrantes quizá
han pasado por algo semejante. Como las nodrizas son aquí demasiado caras
decidí alimentar yo misma a mi hijo, a pesar de que sufría de terribles dolores
en el pecho y en la espalda. Pero el pobre angelito bebía tanta preocupación y
acallada ansiedad, que se alimentaba mal y sufría terriblemente de día y de
noche. Desde que vino
al mundo no ha dormido una sola noche completa, dos o tres horas cuando más y
eso raramente. Ha sufrido recientemente también de violentas convulsiones y no
ha dejado de estar entre la vida y la muerte. En medio de su dolor, mamaba tan
desesperadamente que mi pecho se irritó, la piel se agrietó y muchas veces la
sangre llenaba su boquita temblorosa. Estaba sentada con él un día, en estas
condiciones, cuando entró nuestra casera. Le habíamos pagado 250 táleros en el
invierno y habíamos acordado que en el futuro no le entregaríamos el dinero a
ella sino a su arrendador, que tenía un auto judicial contra ella. Negó
el acuerdo y exigió cinco libras que todavía le debíamos. Como no teníamos el
dinero en ese momento vinieron dos alguaciles y me embargaron los pocos objetos
que poseía —ropa, camas—, todo, hasta la cuna de mi pobre hijito y los mejores
juguetes de mis hijas, que se pusieron a llorar amargamente.
Amenazaron con llevarse todo
en el término de dos horas. Habría tenido que dormir sobre el piso, con mis
hijas heladas y mi pecho enfermo. Nuestro amigo Schramm se apresuró a ir al centro de la
ciudad, en busca de ayuda. Subió a un coche, pero los caballos tropezaron y
salió despedido del coche y lo trajeron sangrando a la casa, donde yo me
encontraba en sollozos con mis pobres hijos que temblaban de frío.
Tuvimos que abandonar la casa al día siguiente. Hacía
frío, llovía y estaba oscuro. Mi marido, nos buscaba acomodo. Cuando mencionaba
a los cuatro niños nadie nos aceptaba. Por fin un amigo nos ayudó, pagamos la
renta y rápidamente vendí todas las camas para pagar al farmacéutico, al
panadero, al carnicero y al lechero que, alarmados ante el embargo, de repente
me asediaron con sus cuentas. Las camas que habíamos vendido fueron
sacadas y colocadas en una carretilla. ¿Qué sucedía? Ya se había puesto el sol.
Estábamos contraviniendo las leyes inglesas. El dueño de la casa nos alcanzó
con dos guardias, sosteniendo que podía haber algunas de sus pertenencias entre
nuestras cosas y que queríamos marchamos al extranjero. En menos de cinco
minutos había dos o trescientas personas reunidas, frente a nuestra puerta:
toda la gente de Chelsea. Las camas fueron traídas de nuevo, no pudieron ser
entregadas al comprador sino después de salir el sol, al día siguiente. Cuando
vendimos todas nuestras pertenencias me fui con mis pequeños a las dos pequeñas
habitaciones que ahora ocupamos en el Germán Hotel, Leicester St., Leicester
Square 1. Allí, por 5
libras a la semana se nos dio una acogida humana”.
DE CÓMO MARX AMABA A
SU COMPAÑERA
Marx amó profundamente a Jenny. En una carta que le
escribió el 21 de junio de 1856 le decía:
“Querida mía: De nuevo te escribo porque me encuentro solo
y porque me apena siempre tener que charlar contigo sin que lo sepas ni me
oigas, puedes contestarme… Te veo, siento, toda delante de mí, como de carne y
hueso…
“La separación temporal es útil y que la comunicación
constante origina la apariencia de monotonía que lima las diferencias entre las
cosas. Hasta las torres de cerca no parecen tan altas, mientras que las
menudencias de la vida diaria, al tropezar con ellas, crecen desmesuradamente.
Lo mismo sucede con las pasiones: los hábitos consuetudinarios que, como resultado
de la proximidad se apoderan del hombre por entero y toman forma de pasión,
dejan de existir tan pronto desaparece del campo visual su objeto directo. Las
pasiones profundas, que como resultado de la cercanía de su objetivo se
convierten en hábitos consuetudinarios, crecen y recuperan su vigor bajo el
mágico influjo de la ausencia.
“Así es mi amor. Al punto que nos separa el espacio, me
convenzo de que el tiempo le sirve a mi amor tan solo para lo que el sol y la
lluvia sirven a la planta: para que crezca. Mi amor por ti, cuando te
encuentras lejos de mí, se presenta tal y como es en realidad: como un gigante;
en él se concentra toda mi energía espiritual y todo el vigor de mis
sentimientos.
“Adiós, querida mía, te mando
a ti y a nuestras hijas miles y miles de besos. Tu Carlos”.
“EL CAPITAL”: EL MÉTODO DE TRABAJO DE MARX
Unánimemente considerada como
la obra esencial de Karl Marx, “El Capital” es un magno tratado en tres
volúmenes. El primero se publicó en Hamburgo en 1867; el segundo y el tercero
fueron publicados por Engels después de la muerte del autor, respectivamente en
1885 y en 1894.
Karl Marx se sobrepuso a las
persecuciones y a la agobiante situación económica y escribió numerosas obras,
entre ellas El Capital. Pero también actuó en la práctica como un
revolucionario.
La forma en que Marx enfrentó
el trabajo de “El Capital” nos sirve para conocer su método de estudio, de
investigación científica.
Antes de publicar el primer
tomo de esta obra monumental, la más importante de todas las que escribió,
laboró una serie de grandes trabajos preliminares a modo de monografías. Éstas
no estaban destinadas a ser publicadas, sino que le servían al propio Marx para
dominar las cuestiones a tratar. Estas monografías llenaban siete cuadernos.
Esta gigantesca labor previa de investigación científica
la inició el año 1843 y sólo en 1853 se lanzó a la tarea de redactar “El
Capital”.
Marx consideró posible publicar el trabajo “Contribución a
la crítica de
Y 24 años después de haber
iniciado sus investigaciones científicas publicó “EL Capital”.
Debemos tener en consideración
la difícil existencia material de la familia de Marx, lo que le exigía ganarse
el sustento; además tenía la enorme tarea de ser el jefe y organizador del
partido revolucionario, junto a ello, la constante y tenaz lucha contra las
corrientes pequeñoburguesas hostiles al partido. Todo esto le ocupaba mucho tiempo y energías, por
lo que parece imposible que la enorme labor preparatoria de “El Capital” haya
sido hecha por una sola persona. Pero, sin embargo, Marx la hizo. Y para
entender lo gigantesco de esta labor, digamos que datos incompletos indican que
estudió y resumió más 1.500 libros para su obra “EL Capital”.
Marx se pasaba trabajando diez horas diarias en la
biblioteca del Museo Británico.
Jenny fue una importante colaboradora en la transcripción
de los originales de El Capital, que la sabía una obra que marcaría la
historia, desenmascarando a la burguesía y mostrando a los trabajadores la
existencia finita de un sistema de explotación que los oprime a diario. Por eso
ayudó a promocionarlo, escribiendo cartas a diferentes redactores de periódicos
alemanes. También se encargó de la correspondencia de
PAUL LAFARGUE: DE
CÓMO ESTUDIABA MARX
Paul Lafargue, periodista, médico, miembro de
“A pesar de que se acostaba muy tarde, Marx se levantaba
siempre entre las ocho y las nueve de la mañana, tomaba un poco de café negro,
leía los periódicos y se dirigía a su estudio, donde trabajaba hasta las dos o
tres de la madrugada. Sólo interrumpía su trabajo para comer y, cuando lo
permitía el tiempo, para dar un paseo por Hampstead Heath al atardecer. Durante
el día dormía algunas veces una o dos horas en el sofá.
En su juventud trabajaba con frecuencia toda la noche. Marx
sentía pasión por el trabajo. Se absorbía tanto en él que muchas veces se
olvidaba de comer. Frecuentemente
había que llamarlo varias veces para que fuera al comedor y apenas había
terminado con el último bocado cuando regresaba a su estudio. Comía muy poco y
hasta sufría de falta de apetito. Trataba de vencerlo con alimentos muy
condimentados: jamón, pescado ahumado, caviar, pepinillos. Su estómago tenía
que resentir la enorme actividad de su cerebro. Sacrificaba todo su cuerpo al
cerebro”.
SU HIJA LEONOR
RECUERDA
En la biografía escrita por su hija Eleonor Marx titulada
“Mi Padre” escribe:
“El movimiento obrero llegaba a tener tal importancia que
Marx pensó en realizar el proyecto que tanto le interesaba: organizar una
Internacional Obrera a base de los países más adelantados de Europa y América. En
abril de 1864, los trabajadores de distintos países se reunieron para
manifestar sus simpatías por Polonia. En aquel acto se acordó fundar
Se eligió un Comité o Consejo
provisional y Marx redactó un llamamiento inaugural y unos Estatutos que no
eran aún definitivos. En tal llamamiento pinta Marx la miseria de la clase
obrera, miseria que se manifiesta incluso en épocas de prosperidad comercial, y
pide la unión de esfuerzos a los obreros de todos los países. Como diez años
antes en el ‘Manifiesto Comunista’, el llamamiento contenía esta frase de Marx:
‘¡Proletarios de todos los países, uníos!’.
Puntualizar la actividad de Marx en
MARX Y LOS NIÑOS
Recuerdos de su hija Eleanor
Marx:
“Era en su relación con los
niños donde Marx era quizás más encantador. No ha habido compañero de juegos
más agradable para los niños. El recuerdo más antiguo que tengo de él data de
mis tres años, y “Mohr” (Moro es
español) un viejo apodo familiar, me llevaba cargada sobre sus hombros
alrededor de nuestro pequeño jardín en Grafton Terrace poniéndome flores en mis
cabellos castaños. Mohr era, en opinión de todos nosotros, un espléndido
caballo. Antes —yo no recuerdo aquellos días, pero me lo han contado— mis
hermanas y mi hermanito —cuya muerte poco después de mi nacimiento fue una pena
de toda la vida para mis padres— “arreaban” a Mohr, atado a unas sillas sobre
las que se “montaban” y que él tenía que arrastrar… Personalmente —quizás porque no
tenía hermanas de mi edad— prefería a Mohr como caballo de montar. Sentada
sobre sus hombros, agarrada a su gran crin de pelo, negro por aquella época,
apenas con un poco de gris, me dio magníficos paseos por nuestro pequeño jardín
y por los terrenos —ahora construidos— que rodeaban nuestra casa de Grafton
Terrace”.
MARX Y SUS HIJAS
Recuerdos de Paul Lafargue:
“Marx se pasaba horas jugando
con sus hijas. Éstas recuerdan todavía las batallas marítimas en una gran tina
de agua y el incendio de las flotas de barcos de papel que les hacía y a los
que prendían fuego después para su gran entusiasmo.
Los domingos sus hijas no lo dejaban trabajar; les
pertenecía por todo el día. Si el tiempo era bueno, toda la familia iba a dar
un paseo por el campo. En el camino, se detenían en alguna posada modesta a
comprar pan, queso y cerveza de jengibre. Cuando sus hijas eran pequeñas les
hacía sentir más corto el camino durante un largo paseo contándoles
interminables historias fantásticas que inventaba en medio de la marcha,
desarrollando y haciendo más tensas las complicaciones de acuerdo con la
distancia que tenían que recorrer, de modo que las pequeñas se olvidaran del
cansancio al escucharlo. Tenía una imaginación incomparablemente fértil”.
RECUERDOS DEL OBRERO
FRIEDRICH LESSNER
“La casa de Marx estuvo abierta para todos los compañeros;
nunca olvidaré las horas agradables que he pasado yo y otros en compañía de su
familia. ¡Cómo brillaba allí la incomparable señora Marx! Alta, de apariencia
distinguida, de una rara belleza, pero tan extraordinariamente buena, amable y
espiritual y tan desprovista de todo orgullo, de toda displicencia, que uno se
sentía en casa de ella como al lado de una madre o de una hermana. Toda ella
hacía evocar los versos del poeta popular escocés, Robert Burns: “Mujer,
encantadora mujer, el cielo te ha destinado para suavizar al hombre”. Plena de
entusiasmo por el movimiento obrero, se sentía transportada de alegría ante
cada victoria obtenida en la lucha contra la burguesía.
Las hijas de Marx estaban
acostumbradas, desde niñas, a sentir un profundo interés por el movimiento
obrero. Y se explica, pues éste era el principal tema de conversación en casa
de Marx, y las relaciones entre él y sus hijas eran lo más tiernas y libres que
se puede imaginar. Sus hijas lo trataban como se trata a un hermano o a un
amigo, pues Marx desdeñaba todos esos atributos exteriores de la autoridad
paterna. Era el camarada de sus hijos cuando tenía tiempo de jugar con ellos, y
en los asuntos serios era su consejero. Decía que lo que más le gustaba del Cristo de
Marx apreciaba siempre todo esfuerzo sincero y toda
posición independiente; como todos los hombres verdaderamente superiores,
estaba desprovisto de vanidad. Ya he dicho que tenía inmenso interés
por la opinión de los más simples obreros y que venía con frecuencia a mi casa
por las tardes y me llevaba a pasear y a discutir toda clase de cuestiones. Naturalmente, yo lo dejaba hablar
tanto como era posible, pues se experimentaba un gran placer escuchándolo y
viendo cómo desenvolvía sus ideas, y su conversación me apasionaba de tal modo
que lo dejaba con pena. Era un compañero tan agradable que atraía y encantaba,
podría decir, a todo el que se le aproximaba. Tenía una risa cordial y una
ironía que respiraba franqueza. Cuando se tenían noticias del éxito de nuestros
camaradas en un país cualquiera, manifestaba su alegría en la forma más
bullanguera, arrastrando con él a todos los que lo rodeaban. ¡Y se alegraba
tanto del más insignificante éxito electoral de nuestros camaradas de Alemania,
de toda huelga ganada, como se hubiera alegrado hoy de las manifestaciones
monstruosas de mayo último! En cuanto a los ataques de sus
adversarios, no hacía sino reír y había que ver con qué ironía, con qué
sarcasmo hablaba de ellos”.
LAS RESPUESTAS DE MARX
En un manuscrito de Laura, una
de las hijas de Marx, en inglés, de puño y letra suyos encontramos las
respuestas que Karl Marx había dado a un cuestionario preparado por sus jóvenes
hijas en una especie de juego cultural, y que son las que aquí se reproducen:
Virtud favorita: La sencillez.
Virtud favorita en el hombre:
La fortaleza.
Su rasgo principal: La unidad
de propósito.
Idea de la felicidad: Luchar.
Idea de la desgracia: La sumisión.
El vicio que más excusa: La credulidad.
El vicio que más detesta: El servilismo.
Ocupación favorita: Ratón de biblioteca.
Poeta favorito: Shakespeare, Esquilo, Goethe.
Prosista favorito: Diderot.
Héroe favorito: Espartaco, Kepler.
Flor favorita: Dafne.
Color favorito: Rojo.
Nombre favorito: Laura, Jenny.
Plato favorito: Pescado.
Máxima favorita: Nada de lo humano me es ajeno.
Lema favorito: Hay que dudar
de todo.
MUERE JENNY Y POCO DESPUÉS KARL
El 2 de diciembre de 1881 murió en Londres, víctima de un cáncer hepático su heroica y abnegada esposa, Jenny von Westphalen. Fue un golpe terrible para Marx. Éste, que desde su juventud fue aficionado a escribir poesías, al fallecer su compañera le dedicó “Soneto Final a Jenny”:
Una cosa, pequeña, debo aún decirte:
gozoso acabo esta canción de adiós
las últimas ondas de plata van a buscar
el aliento de Jenny para encontrar su alma.
Saltando alegres por rocas y torres,
corriendo a través de
torrentes y lluvias,
mientras las horas con el pulso vital
buscan consagrar en ti su plenitud.
Envuelto en el amplio manto de mi ardor
elevado y brillante el corazón de orgullo,
triunfalmente libre de fuerzas y presiones.
Recorro con firmeza el espacioso terreno,
el dolor se deshace ante tu
cara luminosa
y del árbol de la vida brotan
los sueños.
A poco más de un año de morir
su compañera, el 14 de marzo de 1883, Marx, el principal creador de la doctrina
marxista, se dormía para siempre. Estaba por cumplir los 65 años .
LO DESPIDE SU AMIGO Y CAMARADA FRIEDRICH ENGELS
Los funerales de Karl Marx se
efectuaron en el Cementerio de Highgate, Londres, el 17 de marzo de 1883. Ante su tumba, su amigo y
camarada, Friedrich Engels, pronunció un histórico discurso, en donde dijo:
“El 14 de marzo, a las tres
menos cuarto de la tarde, dejó de pensar el más grande pensador de nuestros
días. Apenas lo
dejamos dos minutos solo, y cuando volvimos, lo encontramos dormido suavemente
en su sillón, pero para siempre.
Es de todo punto imposible calcular lo que el proletariado
militante de Europa u de América y la ciencia histórica han perdido con este
hombre. Muy pronto se dejará sentir el vacío que ha abierto la muerte de esta
figura gigantesca.
Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la
naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia
humana; el hecho, tan sencillo, pero oculto hasta él bajo la maleza ideológica,
de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y
vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por
tanto la producción de los medios de vida inmediatos, materiales, y por
consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o de
una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones
políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas
religiosas de los hombres y con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse,
y no al revés, como hasta entonces se venían haciendo.
Pero no es esto sólo. Marx descubrió también la ley específica
que mueve el actual modo de producción capitalista y la sociedad burguesa
creada por él. El descubrimiento de la plusvalía iluminó de pronto estos
problemas, mientras que todas las investigaciones anteriores, tanto las de los
economistas burgueses como las de los críticos socialistas, habían vagado en
las tinieblas…”
“Marx era ante todo un revolucionario. Cooperar, de este o
del otro modo, al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las
instituciones políticas creadas por ella, contribuir a la emancipación del
proletariado moderno, a quien él había infundido por primera vez la conciencia
de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones
de su emancipación: tal era la verdadera misión de su vida. La lucha era su
elemento. Y luchó con una pasión, una tenacidad y un éxito como pocos”.
“Marx era el hombre más odiado y calumniado de su tiempo. Los
gobiernos, lo mismo los absolutistas que los republicanos, le expulsaban. Los
burgueses, lo mismo los conservadores que los ultras demócratas, competían a
lanzar difamaciones contra él. Marx apartaba todo esto a un lado como si fueran telas de araña, no
hacía caso de ello; sólo contestaba cuando la necesidad imperiosa lo exigía. Y
ha muerto venerado, querido, llorado por millones de obreros de la causa
revolucionaria, como él, diseminados por toda Europa y América, desde las minas
de Siberia hasta California.
Y puedo atreverme a decir que, si pudo tener muchos
adversarios, apenas tuvo un solo enemigo personal. Su nombre
vivirá a través de los siglos, y con él su obra”.
Así finalizó sus palabras,
Friedrich Engels, su amigo y compañero, el 17 de marzo de 1883, en el
Cementerio Highgate, en Londres.
Principales Obras de Karl Marx
1845 Tesis sobre Feuerbach.
• — 1847 Trabajo asalariado y capital.
• — 1847 La miseria de la filosofía.
• — 1848 Discurso sobre el libre cambio.
• — 1849 Trabajo asalariado y
capital.
• — 1850 Las luchas de clases
en Francia de
• — 1851-1852 El dieciocho brumario de Luis Bonaparte.
• — 1859 Contribución a
• — 1864 Manifiesto inaugural de
• — 1865 Salario, precio y ganancia.
• — 1867 El Capital.
• — 1871 La guerra civil en
Francia.
• — 1874 Acotaciones al libro de Bakunin El Estado y
• — 1875 Crítica al Programa de Gotha.
Obras escritas en colaboración con Engels
• — 1845 La ideología alemana.
• — 1845 La sagrada familia.
• — 1848 Manifiesto del Partido Comunista.
• — 1850 Circular del Comité Central a
• — 1872 Las pretendidas
escisiones de