Editorial de El Siglo,
edición 1651 del 22 de febrero de 2013
Vientos del
pueblo…
“Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta”.
Así cantaba Miguel Hernández, que nació pastor de cabras en Orihuela en
1910 y moriría como una de las voces más altas de la poesía de nuestro tiempo,
a los 32 años, en Alicante, tras las rejas de una cárcel franquista.
Esos mismos “vientos del pueblo” han vuelto a decir su bella melodía en las
ciudades y pueblos de una nación hermana. Son la expresión de fuerzas que se
oponen a los huracanes torvos que durante décadas marcaron el destino de lo que
alguna vez los Estados Unidos de Norteamericano bautizaron como su “patio
trasero”.
La intensa campaña con que “los grandes medios” de prensa internacionales
intentaron debilitar las opciones presidenciales de Rafael Correa en Ecuador,
pues de ese país es del que hablamos, se estrellaron contra un pueblo conciente
y organizado.
Tras el contundente triunfo del mandatario, un joven economista y político
dotado de coraje y lucidez ejemplares, han venido los agoreros de siempre.
Pronostican un tiempo de “vacas flacas” que impediría la continuidad de los
programas “sociales”.
Como se indica en las páginas de este semanario, bajo la administración de
Rafael Correa el presupuesto para la salud pública se triplicó entre 2006 y
2012; en tanto, la inversión para la educación aumentó en igual periodo del
2.5% al 5.5% del Producto Interno Bruto. Son datos demasiado “dolorosos” para
los defensores del neoliberalismo a ultranza y de la resignación pasiva a “las
leyes del mercado”. Con Rafael Correa, Ecuador nos demuestra que sí,
efectivamente, “otro mundo es posible”.
Es claro que las derechas de todo el mundo tienen poderosos motivos para
indignarse y alarmarse.
Como otra forma de hallar consuelo, esas derechas “advierten” que tras
Rafael Correa no hay “un partido” -cuando lo hay, como en Cuba, eso es motivo
de furibundas descalificaciones- y que por ello y la falta de un liderazgo
personal de recambio el proceso político del pueblo ecuatoriano tendría sus
días –o, a lo más, sus años- contados.
Las oligarquías de todo el mundo, fuertemente apoyadas en las anchas y muy
remuneradoras espaldas del imperio, buscarán todos los flancos para atacar al
reelegido presidente ecuatoriano. Aducirán “atentados a la libertad de prensa”,
lo que como bien sabemos los chilenos significa la garantía que un gobierno
progresista y transformador debería –sin duda- otorgar a los conspiradores. No
debe olvidarse que, tal como había ocurrido en Venezuela, esas mismas fuerzas
no se detuvieron ni ante la asonada precursora de un golpe de estado. Como en
el caso de Venezuela, fue el pueblo el que confirmó en las calle de todo su
territorio lo que había expresado en las urnas.
Y es que si algo no pueden negar los elementos más reaccionarios de todos
los países, es el más que elocuente respaldo que la inmensa mayoría de sus
ciudadanos entregó a Rafael Correa en su país, como invariablemente a Hugo
Chávez en su Venezuela.
Con los mismos “vientos del pueblo”, ha vuelto a su patria el mandatario
venezolano.
Con esos mismos vientos volveremos sin duda en nuestro propio país a los
tiempos de la esperanza, con una salud y una educación en que el estado se
comprometa con su pueblo. Las vergonzosas escenas de consultorios y hospitales
“colapsados”, ante la indiferencia del gobierno, nos están indicando el único
camino posible: el de la dignidad en unidad.
Todo ello, para que vuelvan a recorrer nuestro territorio los “vientos del
pueblo” que cantara el poeta pastor de Orihuela.
EL DIRECTOR