jueves, 21 de febrero de 2013

Vientos del pueblo…






Editorial de El Siglo, edición 1651 del 22 de febrero de 2013



Vientos del pueblo…


“Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta”.

Así cantaba Miguel Hernández, que nació pastor de cabras en Orihuela en 1910 y moriría como una de las voces más altas de la poesía de nuestro tiempo, a los 32 años, en Alicante, tras las rejas de una cárcel franquista.

Esos mismos “vientos del pueblo” han vuelto a decir su bella melodía en las ciudades y pueblos de una nación hermana. Son la expresión de fuerzas que se oponen a los huracanes torvos que durante décadas marcaron el destino de lo que alguna vez los Estados Unidos de Norteamericano bautizaron como su “patio trasero”.

La intensa campaña con que “los grandes medios” de prensa internacionales intentaron debilitar las opciones presidenciales de Rafael Correa en Ecuador, pues de ese país es del que hablamos, se estrellaron contra un pueblo conciente y organizado.

Tras el contundente triunfo del mandatario, un joven economista y político dotado de coraje y lucidez ejemplares, han venido los agoreros de siempre.

Pronostican un tiempo de “vacas flacas” que impediría la continuidad de los programas “sociales”.

Como se indica en las páginas de este semanario, bajo la administración de Rafael Correa el presupuesto para la salud pública se triplicó entre 2006 y 2012; en tanto, la inversión para la educación aumentó en igual periodo del 2.5% al 5.5% del Producto Interno Bruto. Son datos demasiado “dolorosos” para los defensores del neoliberalismo a ultranza y de la resignación pasiva a “las leyes del mercado”. Con Rafael Correa, Ecuador nos demuestra que sí, efectivamente, “otro mundo es posible”.

Es claro que las derechas de todo el mundo tienen poderosos motivos para indignarse y alarmarse.

Como otra forma de hallar consuelo, esas derechas “advierten” que tras Rafael Correa no hay “un partido” -cuando lo hay, como en Cuba, eso es motivo de furibundas descalificaciones- y que por ello y la falta de un liderazgo personal de recambio el proceso político del pueblo ecuatoriano tendría sus días –o, a lo más, sus años- contados.

Las oligarquías de todo el mundo, fuertemente apoyadas en las anchas y muy remuneradoras espaldas del imperio, buscarán todos los flancos para atacar al reelegido presidente ecuatoriano. Aducirán “atentados a la libertad de prensa”, lo que como bien sabemos los chilenos significa la garantía que un gobierno progresista y transformador debería –sin duda- otorgar a los conspiradores. No debe olvidarse que, tal como había ocurrido en Venezuela, esas mismas fuerzas no se detuvieron ni ante la asonada precursora de un golpe de estado. Como en el caso de Venezuela, fue el pueblo el que confirmó en las calle de todo su territorio lo que había expresado en las urnas.
Y es que si algo no pueden negar los elementos más reaccionarios de todos los países, es el más que elocuente respaldo que la inmensa mayoría de sus ciudadanos entregó a Rafael Correa en su país, como invariablemente a Hugo Chávez en su Venezuela.

Con los mismos “vientos del pueblo”, ha vuelto a su patria el mandatario venezolano.

Con esos mismos vientos volveremos sin duda en nuestro propio país a los tiempos de la esperanza, con una salud y una educación en que el estado se comprometa con su pueblo. Las vergonzosas escenas de consultorios y hospitales “colapsados”, ante la indiferencia del gobierno, nos están indicando el único camino posible: el de la dignidad en unidad.

Todo ello, para que vuelvan a recorrer nuestro territorio los “vientos del pueblo” que cantara el poeta pastor de Orihuela.

EL DIRECTOR