DE LA VIDA DEL PARTIDO
MARTA UGARTE, UNA REVOLUCIONARIA CONSECUENTE
Por Valeria Vidal
Nuestra célula, así como deben, haber muchas, tanto en Chile, como en el
extranjero, ha tomado el nombre de Marta Ugarte. Para muchos compañeros este
nombre está vinculado a un importante período de luchas de nuestro pueblo. Para
algunos ha sido trágicamente conocida, hace casi tres años, cuando la prensa fascista
chilena lanzó la noticia de que se había producido un "crimen
pasional" y rodeaba este espeluznante caso de todo tipo de conjeturas. La
verdad se supo unos días más tarde. El cadáver de "la joven desconocida de
la playa Los Molles", como lo había calificado la prensa santiaguina,
correspondía a la destacada dirigente del Partido Comunista de Chile, Marta Ugarte,
que había sido secuestrada por la DINA el 9 de agosto de 1976. Fue un durísimo
golpe para el Partido y para las fuerzas antifascistas.
Pero ahora no queremos hablar de su muerte, ahora queremos hablar de su
vida, pues la compañera Marta era la propia vida. Y la suya fue dedicada a la
causa de su pueblo, a la causa de su Partido.
Nacida en 1934 de una familia modesta de la Comuna de San Miguel, hizo sus
estudios primarios en la Escuela Santa Teresa y en la Escuela N°127. A los
trece años ingresó al Instituto Comercial N°1 de Santiago, no pudiendo
proseguir sus estudios por falta da medios económicos. Posteriormente estudió
modas, diplomándose y trabajó un tiempo en una casa de confecciones.
Más tarde, mientras durante el día trabajaba en el Colegio Montesori, en la
noche estudiaba en un vespertino. Luego
estudió en la Escuela Normal, destacándose por sus excelentes calificaciones.
Desde muy joven se puede ver en ella un espíritu de superación, un no
conformarse con los logros alcanzados, un exigirse siempre más, cualidad que la
acompaña a lo largo de toda su vida.
En la Escuela Normal comenzó a interesarse por materias que iban más allá
de la superación profesional. Su sensibilidad la lleva a rebelarse contra el
injusto sistema de explotación, abrazando la causa de la clase obrera al
ingresar a las Juventudes Comunistas. Y Martita se dio por entero a la causa
del proletariado, a la lucha revolucionaria. Inició su formación ideológica y
participó en forma activa en todas aquellas tareas que desarrollaba la jota.
Su vida de joven comunista fue ejemplar. En 1958 pasó al Partido, es decir,
a los 24 años de edad, cuando ya era profesora. Su incorporación al Partido fue
en un acto abierto, ya que hacia poco se había derogado la "Ley
Maldita" o "Ley de Defensa de la Democracia".
La compañera Inés Cornejo, que ingresaba en ese tiempo al Partido, cuenta
que a menudo se encontraban en las actividades de propaganda de las células del
Comité Local de la Comuna de San Miguel y nos dice: "Martita era muy
entusiasta, siempre lo fue para los trabajos del Partido. No era sólo su amor,
sino que tenia una fuerza y un dinamismo especial que fueron el sello que le
puso a su vida en el Partido desde su inicio. Creo que su vida y su aporte en
la célula fueron una cosa muy rica desde el principio".
Marta comenzó su vida de militante en la comuna de San Miguel, ya que allí
vivía y fue en San Miguel donde se desarrolló fundamentalmente como dirigente
del Partido.
Ella estudiaba mucho a los clasicos del marxismo y, junto a esto,
desplegaba una gran actividad. Su dedicación y entusiasmo en todas las tareas
encomendadas, su calidad humana y la firmeza de sus principios hicieron que muy
pronto, en 1960, fuera promovida al cargo de Secretaria de Propaganda de uno de
los dos Comités Locales que en ese tiempo existían en San Miguel.
Luego fue Secretaria de Organización de ese Comité Local, más tarde integro
el Secretariado del Comité Regional que se creó en San Migjel y culmina su
actividad en esta comuna llegando a ser Secretaria Regional en 1963,
reemplazando al compañero Víctor Díaz.
Pero su promoción dentro del Partido no termina aquí.
En 1965, en el XIII Congreso Nacional del Partido es elegida miembro del
Comité Central. Habían pasado sólo siete años de aquella fecha en que la
compañera Marta Ugarte solemnemente prometía "la más firme lealtad a los
principios del marxismo-leninismo y al Programa del Partido Comunista de Chile,
fortalecer su unidad y disciplina, observar el cumplimiento de sus Estatutos y
combatir incansablemente por la aplicación de su linea política en defensa de
los supremos intereses de la clase obrera y el pueblo y por el advenimiento del
socialismo y el comunismo en Chile". Era un justo reconocimiento a su infatigable
labor partidaria y a su gran desarrollo político e ideológico.
Posteriormente se le entregó la alta responsabilidad de ser la Encargada
Nacional de Educación del Partido, donde reveló su profundo conocimiento del marxismo-leninismo
e impulsó con su entusiasmo característico la formación teórica de las decenas de miles de nuevos
contingentes que ingresaban a las filas del Partido de Recabcrren.
Su vocación de maestra se expresa en que tenía
una actitud de mucha consideración por los nuevos cuadros del Partido y un gran
interés por su desarrollo. Junto a las tareas en el frente de educación, ella
desplegaba gran labor poblacional, pues consideraba inseparable su calidad de
dirigente del trabajo activo de masas.
En el año 1971 le correspondió integrar la
delegación fraterna que, encabezada por Luis Corvalán, viajó a la Unión
Soviética al XXIV Congreso del PCUS. Esta experiencia le permitió dar aún mayor
ímpetu a sus actividades vinculadas con la difusión sobre los avances del país
de Lenin, sobre las resoluciones de ese Congreso.
Durante el Gobierno Popular, Marta Ugarte
tuvo un papel destacado en la lucha contra el mercado negro y la especulación.
Al finalizar el paro de octubre de 1972 fue designada Jefe del Departamento de
Juntas de Abastecimientos y Precios de la Dirección de Industria y Comercio, al
que en su informe al Pleno de agosto, el compañero Corvalán califica como
"nueva forma de organización de los trabajadores y el pueblo para abordar
las responsabilidades que asumían en la dirección del país".
Las JAP se convirtieron en un gran movimiento
de masas, en el cual participaban, además de otros sectores, fundamentalmente
las mujeres organizadas en los Centros de Madres y en las Juntas de Vecinos, cuyos
esfuerzos principales estaban dirigidos a lograr un adecuado abastecimiento a
la población. Martita se abocó a esta tarea con ahinco y sentido político,
trabajando codo a codo con todos los organismos y personas involucrados en
ella.
Orlando Millas recordaba lo impresionado que
estaba el General Alberto Bachelet, que era el Secretario General de
Abastecimiento, al finalizar la primera reunión que tuvo con la compañera
Marta. En vez de encontrarse con una persona inexperta, descubrió que ella no
sólo tenía un profundo conocimiento sobre los problemas del abastecimiento,
sino que ya había puesto en práctica nuevas formas de organización que
posibilitaban la unión del pueblo en esta materia tan trascendental.
Por su defensa de los derechos de los
trabajadores y el pueblo, los fascistas la buscaban por cielo y tierra, como a
tantos otros dirigentes de la Unidad Popular, y Marta fue, precisamente, una de
aquellas personas que fue llamada en los bandos. Por este motivo debió
permanecer, según instrucción del Partido, un corto tiempo "descolgada"
de los trabajos de Dirección, aunque no inactiva. Durante este periodo, ella
trataba de mantenerse lo más informada posible de lo que sucedía en nuestra
Patria, leyendo lo que se podía leer en Chile en ese tiempo y, a la vez,
escuchando Radio Moscú, lo que hacía todas las noches.
No pasó mucho tiempo y el Partido la llamó
para que trabajara en un nuevo frente. que tomaría más adelante una importancia
de primer orden y que era el Frente de Solidaridad. Ella recibió con mucha emoción
y alegría la noticia de que su presencia era requerida y se lanzó de lleno a la
actividad revolucionaria clandestina. En este frente tuvo grandes responsabilidades
hasta el mes de junio de 1976. El trabajo que aquí se realizaba era muy amplio,
considerándoselo no solamente como un frente interno del Partido, sino también
externo, hacía las masas.
Un aspecto al que el Frente de Solidaridad
dedicaba gran atención era la preocupación por los presos políticos y sus
familias, tomándose en cuenta no sólo el aspecto material y humano, sino
también el aspecto político. Y la compañera Marta era el motor de este trabajo,
trabajo que, debemos decir, no fue fácil en un comienzo, porque se partía de
cero.
Una de las tareas consistió en organizar a
las compañeras de los detenidos. Aquí hubo algunos problemas, ya que las
compañeras eran, en su mayoría, dueñas de casa y lo que al principio fue
difícil, es decir, organizarlas, dio luego un vuelco en 180 grados para
convertirse en una pujante fuerza que obtuvo después importantes conquistas en
diversas acciones en favor de los detenidos.
Decíamos que Martita era el motor de este
trabajo, porque ella se relacionaba con decenas y decenas de compañeras para
cumplir con éxito las tareas. Y en esto, como en todo lo que emprendía, se daba
en tal forma que se arriesgaba mucho. Porque para ella lo fundamental era que
había que salir adelante, había que sacar las tareas como fuera, inclusive si
con ello peligraba la vida.
Quisiéramos ilustrar su intrepidez y valentía
con un hecho que nos han referido las compañeras Inés Cornejo y Diana Montes y
que se remite al momento en que cayó detenido el compañero Jorge Montes.
En esa oportunidad era necesario avisar a la
familis sobre su detención, para realizar inmediatamente las gestiones legales.
Dada la gravedad del hecho y considerando que no había ninguna persona adecuada
para llevar a cabo esta misión en forma urgente, Marta Ugarte decidió ir
personalmente a la casa de la familia Montes. Ahí se encontró con Diana, quien
ya estaba detenida y bajo vigilancia de dos agentes del Servicio de
Inteligencia de la Fuerza Aérea. La sangre fría de Diana y la pronta reacción
de la compañera Marta, al captar un gesto fugaz de la primera, en el momento en
que se despedían, evitó que Marta cayera igualmente detenida en manos de los
agentes de la SIFA que salieron en su persecución.
Esta fue una de las veces que Martita logró
burlar a los agentes de Pinochet. Debido a su trabajo ella se exponía mucho y
tuvo que desafiar el peligro en diversas oportunidades, actuando con gran
coraje.
En el Frente de Solidaridad Marta Ugarte trabajó
con gran perspectiva. En la organización de las familias de los compañeros
detenidos se formaron, en un comienzo, tres grupos de compañeras, de acuerdo a
los campos de detención de Tres Alamos, Puchuncavi y Ritoque. ¡Ella nunca
imaginó la cosecha que iba a tener esta semilla! Las grandes acciones abiertas
contra la dictadura -como fueron las huelgas de hambre de las compañeras de los
detenidos desaparecidos- fueron el fruto de lo que pacientemente ella había
sembrado.
Otro de los aspectos que es necesario
destacar, dentro de toda su actividad política, es la gran preocupación por los
niños, quienes fueron y son los mas afectados por la política económica del
fascismo. "Entonces -nos cuenta la compañera Inés- ligadas al Frente
Femenino empezábamos a planificar tareas de masas en el aspecto solidario que
nos permitieran nuevas formas de lucha en las poblaciones, en los Centros de
Madres, y el Partido tomó la iniciatica -iniciativa que debemos decir fue del
Partido, no partió de la Iglesia- de buscar la forma de darle de comer a los
niños, de asegurarles la leche. Esto, ligándose a la Iglesia, y fueron nuestras
compañeras las que empezaron a romper ese cerco. Después se llegó a los
comedores de ayuda fraterna, pero aquí estuvo el origen".
Marta sentía gran admiración por Zoia
Kosmodimiánskaya. En las distintas oficinas que tuvo, ora en San Miguel, ora en
Teatinos, la acompañaba un retrato de esta intrépida muchacha soviética que
luchó contra los fascistas, quienes la asesinaron salvajemente. Y Martita nunca
pudo imaginar que, al igual que Zoia, ofrendaría su vida luchando por la misma
causa.
Mencionaremos algunas de las características
de Marta Ugarte señaladas por diversos compañeros que la conocieron, podemos
decir que ella era modesta, alegre, jovial y, al mismo tiempo, infundía mucho
respeto. Para algunos parecía inaccesible, pero no era tal, su gran calidad
humana desbordaba, era inteligente, dotada de sagacidad política, con un
profundo sentido de la unidad y de la defensa de las posiciones del Partido,
una voluntad intrépida, un gran coraje y firmeza a toda prueba, gran empuje y
decisión de trabajo, didáctica, incansable en la actividad. Si tuviéramos que
decir en dos palabras cómo era Marta Ugarte, bastaría con decir que fue una
revolucionaria consecuente, que dedicó su vida al Partido y cayó, precisamente,
por los ideales del comunismo.
En el acto inaugural del Museo "Luis
Emilio Recabarren", celebrado el 2 de enero de 1972, con motivo del
Cincuentenario del Partido, Marta Ugarte dijo:
"Desde su fundación, en las candentes
pampas del salitre, bajo la guía del insigne maestro Luis Emilio Recabarren
hasta nuestros días, el Partido Comunista de Chile ha sabido ofrendar al país
lo mejor de sus hijos, lo más valioso de la clase obrera y de todos los que engrosan
sus insobornables y combativas filas. Ni la persecución, ni la ilegalidad, ni
la cárcel, ni el destierro, ni la muerte han podido doblegar jamás la pujanza
de sus dirigentes o militantes".
A Marta Ugarte no la doblegaron. Por ello
pagó con su vida, siendo objeto de las más atroces torturas.
El vil asesinato de nuestra querida compañera
no quedará impune. Como ha dicho Luis Corvalán, "nosotros estimamos
indispensable que se pongan al descubierto todos los crímenes de la dictadura.
Ello es necesario para que todo el país comprenda bien lo que ha significado el
fascismo y para llevar a cabo una erradicación profunda de este mal".
Marta Ugarte, heroína de Chile, te rendimos
este homenaje lleno de un profundo reconocimiento revolucionario y, como militantes
de la célula que lleva tu nombre, subscribimos el compromiso de seguir tu
ejemplo, de luchar incansablemente hasta la derrota del fascismo en nuestra
Patria y por el triunfo de los ideales de los trabajadores de todo el mundo.
Publicado
en:
Boletín
del Exterior Partido Comunista de Chile Nº36
julio
- agosto 1979 - páginas 61 - 66