domingo, 2 de marzo de 2025

Ay, mi esperanza.

 


Comentario radial y escrito

 

 



Ese decir del “recuerdo” de Federico García Lorca, me tiene con una esperanza tan re grande, que volvería a nacer de nuevo.

Y no es pá menos, como diría mi hermano Jaime Pituto.

Algún tiempo atrás, 4/5 años, más menos; las hormigas invadían mi cuerpo flaco.

Me sentía muy raro, como angustiado; asustado me fui al policlínico de mi localidad.

Soy un asiduo cliente, les caigo simpático.

Me hicieron pasar a un cuarto de emergencia.

Al ratito, llego una enfermera.

Era una muchacha joven, morena, con una personalidad de cordillera, no hubo necesidad que hablara, toda ella, era mi país.

Nos pusimos a conversar “al tiro”.

Las hormigas se olvidaron.

En medio de la conversa, me conto con cierto recelo que venía de “la Victoria”.

Recuerdo haberle dicho, que era para mí, un honor, un orgullo, ser atendido por una hija de tal población.

Le contaba, que yo era un niño, cuando los habitantes del Zanjón de la Aguada, por vez primera en el país, 60 años atrás, hoy 64 años, los sin casa, se tomaban un baldío privado y comenzaban a edificar sus hogares.

La Victoria, es hoy, un grito inmenso que nos dice.

¡SI, SE PUEDE!

Sin embargo, la vivienda, no puede ser un poder o un, no poder; menos aún, sintiendo de otra manera, Se trata de un derecho ineludible que se adquiere al nacer.

Si hablamos de soberanía y democracia, de república y de las presidenciales de hoy, el escollo más enorme, es el de la vivienda.

Y la vivienda, siendo un derecho, entramos en dificultades estructuradas, los terrenos en los baldíos, que podrían ser cooperativas del infortunio, son de propiedad privada.

Hablo solo de los baldíos.

No hablo de medicinas ni farmacias, esa estructura, está siendo en cobarde litigio y superada en Recoleta,

Quien resuelva el problema del cobijo, cuestión más que estructural, más que un vicio, será inquilino perene en la Moneda.

Los baldíos son chuecos en manos del riquerio; adquieren valor al ser ocupados por habitantes que necesitan vestir su democracia y soberanía.

Además, los baldíos son baldíos, los patrones no han levantado nunca melgas de trigo o camote.

Hay en mi paisito, 52 tomas de terreno, “a la mala” (ilegales) y están con orden de desalojo.

Es decir, intervención policial o militar.

Esta realidad, además de un crimen, son las promesas de “nuevo y antiguo tipo”, de “Político Castro Mena”.

Son una bellacada.

El derecho a la vivienda ha sido y es, la necesidad más sentida y sufrida de los pueblos del mundo.

Tengo en mis morrales vividos, cañas y adobes, haciendo dormitorio, cocina y sala, en una sola pieza.

Se me viene en recuerdo, el barrio Borgoño en Copiapó, el cerro La Cruz, también en Copiapó, la Pampa en La Serena.

El solo recordar, me duelen mis manos con sentido y razón.

Mire usted; lo que pasa en San Antonio, me atraganta un marzo de 1969 en Puerto Montt.

Un recién nacido, asfixiado por causas de los gases criminales y 10 pobladores asesinados.

En el gobierno, Eduardo Frei Montalva, la Democracia Cristiana, disfrazaba los tiempos con nomenclatura revolucionaria.

Revolución en libertad, reforma agraria, caminantes de sur a norte y de norte a sur…Todos juntos en busca, inventando tierra prometida, promulgada, mentida.

Y esta cuestión de la vivienda es una herida abierta, sangrante, utilizada, prostituida políticamente por proxenetas de la esperanza, del abrigo.

Es un dolor muy re grande, saber de las casas que no son casas, vestidas en llamas en Valparaíso.

Por donde yo voy, por las Europas, los baldíos, en los centros de las ciudades son contradictorio por él turismo.

Tan abandonados, que los gobernadores les ruegan a los dueños, que escondan lo abandonado, pongan una mata de margaritas, un muro, una cerca, un lienzo.

Esos abandonos, esperan, no sé, si llorando o riendo, las especulaciones.

Quiero creer, que, en una circunstancia socialista, ese baldío sería intervenido, indemnizado por el Estado, y, el Estado, por deber y moral levantar viviendas, si no, pà que, hablar de desarrollo social, de justicia social, de ser de izquierda, humanista.

El miércoles 26, recibo una nota de una amiga querida, alumna, profesora, mujer normalista diciéndome: “Flaquito (Yo era muy flaquito, por los 60/70), estamos en “toque de queda”.

Se atraganto mi respiro, me fui al computador como maremoto.

¡Otra vez con las manos en los bolsillos!

Pensé desamparado.

Ya lo he dicho otras veces, tanta es la confusión y la mentira, que prefiero morderme la lengua, para saber que soy yo el que siente y sueña. Tanta mentira, tanto patriotismo de trampolín, tergiversado, de mostrador, de acaparar, puede parir, sin asco, un fascismo a la canasta.

¡Toque de queda!

No, no era cosa de cicatrices, solamente algo similar o parecido a lo sufrido por el valeroso pueblo Bolivariano de Venezuela.

Alguien apago la luz a 19 millones de chilenos.

Todas sus estructuras que funcionan con ese elemento estratégico se pararon.

Lo que me llamo la atención y me dolió riendo, fue lo expresado por el presidente de mi nación.

“Lo ocurrido hoy nos indigna, quiero que sepan, que no lo vamos a dejar pasar y vamos a actuar con firmeza frente a las empresas que no han estado a la altura de las circunstancias”

¡Dios mío de los coloraos!

Se me asomo Rancagua, 1971.

Salvador Allende, nacionalizando en forma total lo inmensamente estratégico, el cobre, por ejemplo.

No, no fue lo que pensé.

Un amargo me abofeteo.

Impedir que la propiedad privada, influya, este, determine, en sectores estratégicos, como la informática, es pedirle peras al olmo.

Sin embargo, fue la causa del Golpe Militar fascista en 1973.

La nacionalización de los medios estratégicos de producción, como la reforma agraria y mineral para levantar y proteger la soberanía y democracia de mi pasito, me tiene y obliga a pronunciar el idioma sueco a lo Tarzán.

Alejandro Fischer Alquinta.

Estocolmo 20250229.