Comentario radial y escrito
Ese decir del “recuerdo” de
Federico García Lorca, me tiene con una esperanza tan re grande, que volvería a
nacer de nuevo.
Y no es pá menos, como diría mi
hermano Jaime Pituto.
Algún tiempo atrás, 4/5 años, más
menos; las hormigas invadían mi cuerpo flaco.
Me sentía muy raro, como
angustiado; asustado me fui al policlínico de mi localidad.
Soy un asiduo cliente, les caigo
simpático.
Me hicieron pasar a un cuarto de
emergencia.
Al ratito, llego una enfermera.
Era una muchacha joven, morena,
con una personalidad de cordillera, no hubo necesidad que hablara, toda ella,
era mi país.
Nos pusimos a conversar “al tiro”.
Las hormigas se olvidaron.
En medio de la conversa, me conto
con cierto recelo que venía de “la Victoria”.
Recuerdo haberle dicho, que era
para mí, un honor, un orgullo, ser atendido por una hija de tal población.
Le contaba, que yo era un niño,
cuando los habitantes del Zanjón de la Aguada, por vez primera en el país, 60
años atrás, hoy 64 años, los sin casa, se tomaban un baldío privado y
comenzaban a edificar sus hogares.
La Victoria, es hoy, un grito
inmenso que nos dice.
¡SI, SE PUEDE!
Sin embargo, la vivienda, no puede
ser un poder o un, no poder; menos aún, sintiendo de otra manera, Se trata de
un derecho ineludible que se adquiere al nacer.
Si hablamos de soberanía y
democracia, de república y de las presidenciales de hoy, el escollo más enorme,
es el de la vivienda.
Y la vivienda, siendo un derecho,
entramos en dificultades estructuradas, los terrenos en los baldíos, que
podrían ser cooperativas del infortunio, son de propiedad privada.
Hablo solo de los baldíos.
No hablo de medicinas ni
farmacias, esa estructura, está siendo en cobarde litigio y superada en
Recoleta,
Quien resuelva el problema del
cobijo, cuestión más que estructural, más que un vicio, será inquilino perene
en la Moneda.
Los baldíos son chuecos en manos
del riquerio; adquieren valor al ser ocupados por habitantes que necesitan
vestir su democracia y soberanía.
Además, los baldíos son baldíos,
los patrones no han levantado nunca melgas de trigo o camote.
Hay en mi paisito, 52 tomas de
terreno, “a la mala” (ilegales) y están con orden de desalojo.
Es decir, intervención policial o
militar.
Esta realidad, además de un
crimen, son las promesas de “nuevo y antiguo tipo”, de “Político Castro Mena”.
Son una bellacada.
El derecho a la vivienda ha sido y
es, la necesidad más sentida y sufrida de los pueblos del mundo.
Tengo en mis morrales vividos,
cañas y adobes, haciendo dormitorio, cocina y sala, en una sola pieza.
Se me viene en recuerdo, el barrio
Borgoño en Copiapó, el cerro La Cruz, también en Copiapó, la Pampa en La
Serena.
El solo recordar, me duelen mis
manos con sentido y razón.
Mire usted; lo que pasa en San
Antonio, me atraganta un marzo de 1969 en Puerto Montt.
Un recién nacido, asfixiado por
causas de los gases criminales y 10 pobladores asesinados.
En el gobierno, Eduardo Frei
Montalva, la Democracia Cristiana, disfrazaba los tiempos con nomenclatura
revolucionaria.
Revolución en libertad, reforma
agraria, caminantes de sur a norte y de norte a sur…Todos juntos en busca,
inventando tierra prometida, promulgada, mentida.
Y esta cuestión de la vivienda es
una herida abierta, sangrante, utilizada, prostituida políticamente por
proxenetas de la esperanza, del abrigo.
Es un dolor muy re grande, saber
de las casas que no son casas, vestidas en llamas en Valparaíso.
Por donde yo voy, por las Europas,
los baldíos, en los centros de las ciudades son contradictorio por él turismo.
Tan abandonados, que los
gobernadores les ruegan a los dueños, que escondan lo abandonado, pongan una
mata de margaritas, un muro, una cerca, un lienzo.
Esos abandonos, esperan, no sé, si
llorando o riendo, las especulaciones.
Quiero creer, que, en una
circunstancia socialista, ese baldío sería intervenido, indemnizado por el
Estado, y, el Estado, por deber y moral levantar viviendas, si no, pà que,
hablar de desarrollo social, de justicia social, de ser de izquierda, humanista.
El miércoles 26, recibo una nota
de una amiga querida, alumna, profesora, mujer normalista diciéndome: “Flaquito
(Yo era muy flaquito, por los 60/70), estamos en “toque de queda”.
Se atraganto mi respiro, me fui al
computador como maremoto.
¡Otra vez con las manos en los
bolsillos!
Pensé desamparado.
Ya lo he dicho otras veces, tanta
es la confusión y la mentira, que prefiero morderme la lengua, para saber que
soy yo el que siente y sueña. Tanta mentira, tanto patriotismo de trampolín,
tergiversado, de mostrador, de acaparar, puede parir, sin asco, un fascismo a
la canasta.
¡Toque de queda!
No, no era cosa de cicatrices,
solamente algo similar o parecido a lo sufrido por el valeroso pueblo
Bolivariano de Venezuela.
Alguien apago la luz a 19 millones
de chilenos.
Todas sus estructuras que
funcionan con ese elemento estratégico se pararon.
Lo que me llamo la atención y me
dolió riendo, fue lo expresado por el presidente de mi nación.
“Lo ocurrido hoy nos indigna,
quiero que sepan, que no lo vamos a dejar pasar y vamos a actuar con firmeza
frente a las empresas que no han estado a la altura de las circunstancias”
¡Dios mío de los coloraos!
Se me asomo Rancagua, 1971.
Salvador Allende, nacionalizando
en forma total lo inmensamente estratégico, el cobre, por ejemplo.
No, no fue lo que pensé.
Un amargo me abofeteo.
Impedir que la propiedad privada,
influya, este, determine, en sectores estratégicos, como la informática, es
pedirle peras al olmo.
Sin embargo, fue la causa del
Golpe Militar fascista en 1973.
La nacionalización de los medios
estratégicos de producción, como la reforma agraria y mineral para levantar y
proteger la soberanía y democracia de mi pasito, me tiene y obliga a pronunciar
el idioma sueco a lo Tarzán.
Alejandro Fischer Alquinta.
Estocolmo 20250229.