Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Ante la gran cantidad de crímenes perpetrados por
los fascistas y por iniciativa del Cardenal Raúl Silva Henríquez, se creó el 6
de octubre de 1973 el Comité Pro-Paz, constituido por la todas las Iglesias
existentes en país. Su objetivo:
auxiliar a los perseguidos, en defensa de los Derechos Humanos.
El 10 de octubre de 1973, el expresidente demócrata
cristiano realizó infames declaraciones al periódico ABC de Madrid (ver
detalles en el artículo enviado ayer).
El 11 de octubre de 1973, justamente al mes de
haberse consumado el golpe, en momentos
en que imperaba el feroz terrorismo de Estado, el Partido Comunista emite su
primera declaración con el título “
“El golpe militar del 11 de septiembre ha sumido al
país en un clima de terror y brutalidad sin precedentes en la historia. La
saña, la crueldad con que se ha reprimido a todo el movimiento democrático y,
en especial, al movimiento obrero, no tiene antecedentes en nuestro país,
tampoco en América Latina. Si se ha de elegir un punto de referencia tal es la
masacre que desató el golpe de Estado en Indonesia…
“En pocas palabras:
“Se ha instalado en el país
una dictadura fascista con la secuela de crímenes y abusos que caracteriza a
estos regímenes…
“Todas las libertades públicas
han sido liquidadas. No hay libertad de reunión, de asociación ni de expresión
oral o escrita… Frente a este cúmulo de
hechos que revelan la instauración de una dictadura de tipo fascista ¿qué dice
Hemos conocido la opinión
disidente de parlamentarios y dirigentes que encabezan personalidades como
Radomiro Tomic, Bernardo Leighton, Renán Fuentealba y otros que se han
mantenido fieles a sus principios y han repudiado en declaración pública el
golpe y sus secuelas…
“La junta Militar, con la
ayuda de todos los medios de publicidad reaccionarios, se ha lanzado en una
campaña miserable en filada a denigrar la figura de Salvador Allende. Los
cuervos se han lanzado a picotear el
cadáver del Presidente. Pero cuán equivocados están. Nunca arrancarán del
corazón del pueblo la memoria de un hombre que, como Allende, amó a su patria
por sobre todas las cosas de la vida, luchó decenas de años por la liberación
de los oprimidos y explotados y cayó combatiendo como un héroe.
“Pasarán estos días negros y
la figura de Salvador Allende, del Presidente que rescató el cobre para Chile,
que se enfrentó al imperialismo y la oligarquía, que no se doblegó ante el halago
ni las amenazas de los enemigos, que fue leal hasta la muerte, quedará inscrito
en la historia de nuestro país y de América Latina junto a O’Higgins, Balmaceda,
Recabarren, Pedro Aguirre Cerda y tantos otros chilenos que lo dieron todo por
“Pero el actual estado de
cosas no será eterno. No prevalecerá la mentira sobre la verdad, ni la opresión
sobre la libertad, ni el fascismo sobre la democracia… Los trabajadores y las
masas populares se recuperarán del golpe recibido y volverán, sin duda, a regir
los destinos de
“Debemos poner término al
terror ejercido contra el pueblo y abrir paso a nuevos horizontes
revolucionarios. Para ello, la voz de orden de la hora presente es la de la
unidad más amplia del pueblo.
Unidad para defender el
derecho a la vida y poner fin a la represión y a la muerte…”
(“Desde Chile hablan los
comunistas”. Ediciones Colo-Colo, 1976, páginas 23, 24, 25, 27 y 31)
Este documento fue sacado
en condiciones muy precarias. Decenas y decenas de anónimos comunistas sacaron
copias en máquinas de escribir y la distribuyeron clandestinamente. Con orgullo
revolucionario puedo decir que uno de ellos fue un hermano mío.