jueves, 14 de abril de 2022

EL ASESINATO DE JORGE ELIECER GAITÁN

 

 A 74 AÑOS DEL “BOGOTAZO”


 

                                    Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                  Centro de Extensión e Investigación

                                  Luis Emilio Recabarren,  CEILER

 

 


 

En 1906 se construyó el ferrocarril de la costa colombiana, conectando Santa Marta y Ciénaga (Magdalena). Por entonces, se estableció en el país la compañía estadounidense United Fruit Company  para la explotación bananera.

Colombia tuvo gobiernos conservadores, hasta  el triunfo de los liberales en las elecciones presidenciales de 1930.

 

JORGE ELIÉCER GAITÁN, “TRIBUNO DEL PUEBLO”

Nació en Cucunubá  (Cundinamarca, Colombia), el 23 de enero de 1898, hijo de una educadora y de un librero.

En 1920 comenzó sus estudios de Leyes en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Colombia. Obtuvo su título de abogado en 1924 con su tesis “Las ideas socialistas en Colombia”. Viajó a Italia donde se incorporó a la Real Universidad de Roma.

 

                             

Jorge Eliecer Gaitán

 

Regresó a la patria en 1928. Fue elegido representante en la Cámara. Desde allí denunció la masacre de los trabajadores de las bananeras del Magdalena en la estación de Ciénaga.

La valiente denuncia de ese crimen, cuidadosamente ocultado por los medios de comunicación de entonces, le valió a Gaitán el título de “tribuno del pueblo”.

LA MASACRE DE CIÉNAGA

El 12 de noviembre de 1928, los 10 mil  trabajadores de la United Fruit Company iniciaron una huelga, debido al trato inhumano que recibían de sus explotadores. No era  el primer movimiento reivindicativo de esos obreros. Ya habían paralizado sus labores en 1918 y 1924.  Siempre recibieron el desprecio y el desconocimiento tanto de la  empresa extranjera,  como de los gobernantes conservadores.

Ahora,  en la tarde del 6 de diciembre de 1928, después de casi un mes de huelga, corrió el rumor que el gobernador de Magdalena se reuniría con ellos en la estación ferroviaria de Ciénaga. Los obreros, con sus familias,  acudieron en masa a la esperada entrevista con el primer funcionario del gobierno conservador de Miguel Abadía Méndez (1926 – 1930) que se disponía a hablar con ellos. El tren con el gobernador no llegó, pero sí las balas asesinas, que dejaron más mil muertos, miles de heridos y cientos de detenidos.

 

LA HUELGA Y LA MATANZA EN “CIEN AÑOS DE SOLEDAD”

El notable escritor colombiano Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura 1982,  en su  famosa obra “Cien Años de Soledad” relata:

 

                   

 Gabriel García Márquez

 

LA HUELGA GRANDE ESTALLÓ. Los cultivos quedaron a medias, la fruta se pasó en las cepas y los trenes de ciento veinte vagones se pararon en los ramales...

José Arcadio Segundo...“entonces se asomó a la calle, y los vio. Eran tres regimientos cuya marcha pautada por tambor de galeones hacía trepidar la tierra. Su resuello de dragón multicéfalo impregnó de un vapor pestilente la claridad del mediodía. Eran pequeños, macizos, brutos. Sudaban con sudor de caballo, y tenían un olor de carnaza macerada por el sol, y la impavidez taciturna e impenetrable de los hombres del páramo...

“La situación amenazaba con evolucionar hacia una guerra civil desigual y sangrienta, cuando las autoridades hicieron un llamado a los trabajadores para que se concentraran en Macondo. El llamado anunciaba que el Jefe Civil y Militar de la provincia llegaría el viernes siguiente, dispuesto a interceder en el conflicto...

“Hacia las doce, esperando un tren que no llegaba, más de tres mil personas, entre trabajadores, mujeres y niños, habían desbordado el espacio descubierto frente a la estación y se apretujaban en las calles adyacentes que el ejército cerró con filas de ametralladoras...

“Un poco antes de las tres corrió el rumor de que el tren oficial no llegaría hasta el día siguiente. La muchedumbre cansada exhaló un suspiro de desaliento. Un teniente del ejército se subió entonces en el techo de la estación, donde había cuatro nidos de ametralladoras enfiladas hacia la multitud, y se dio un toque de silencio”. (Leyó un Decreto que)  “declaraba a los huelguistas cuadrilla de malhechores y facultaba al ejército para matarlos a bala. Leído el decreto, en medio de una ensordecedora rechifla de protesta,  un capitán sustituyó al teniente en el techo de la estación, y con la bocina de gramófono hizo señas de que quería hablar. La muchedumbre volvió a guardar silencio.

-Señoras y señores -dijo el capitán con una voz baja, lenta, un poco cansada-, tienen cinco minutos para retirarse.

La rechifla y los gritos redoblados ahogaron el toque del clarín que anunció el principio del plazo. Nadie se movió.

-Han pasado cinco minutos –dijo el capitán en el mismo tono-. Un minuto más y se hará fuego...

El capitán dio la orden de fuego y catorce nidos de ametralladoras les respondieron en el acto... Una fuerza sísmica, un aliento volcánico, un rugido de cataclismo estallaron en el centro de la muchedumbre con una descomunal fuerza expansiva... (Gabriel García Márquez: “Cien Años de Soledad”. La Habana, 1969, páginas 360 a 366)

Los datos sobre la masacre de 1928 en Colombia hacen recordar lo ocurrido en Chile en la Escuela Santa María de Iquique en 1907.

 

LÍDER DE LOS LIBERALES

En 1930 los liberales ganaron las elecciones presidenciales. En 1931, Gaitán fue elegido presidente de la Cámara de Representantes. Paralelamente ejerció como docente de la cátedra de Derecho Penal de la Universidad Libre, de la cual fue nombrado su Rector.

Su  tenaz oposición al monopolio de la tierra, le ganó el amplio apoyo del campesinado.

En 1933 fundó la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria (UNIR), que  disolvió para vincularse al Partido Liberal, donde planteó la necesidad de una reforma agraria.

Fue nombrado Alcalde de Bogotá, llevando a cabo importantes reformas sociales. Otro tanto hizo, al ser designado Ministro de Educación en 1940. Entre sus obras estuvo una gran campaña de alfabetización.

En junio de 1945, en una Convención del Partido Liberal,  Gaitán fue propuesto como candidato a la Presidencia de la República. Pero los dirigentes  de derecha del Partido impusieron  a Gabriel Turnay.

Gaitán no aceptó esa resolución. Y lanzó su candidatura para los comicios del 5 de mayo de 1946. La división de los liberales permitió el triunfo del abanderado conservador Mariano Ospina Pérez. Después de 16 años de gobiernos liberales, los conservadores volvían al poder.

Gracias al enorme esfuerzo desplegado por Gaitán, en las elecciones parlamentarias del 16 de marzo de 1947 vencieron los liberales. En el Senado 73 liberales y 58 conservadores; en la Cámara de Representantes: 34 liberales y  29 conservadores.

El 24 de octubre de 1947 Jorge Eliécer Gaitán fue proclamado jefe único del Partido Liberal  y designado candidato para las elecciones presidenciales de 1950.

Gaitán inició de inmediato su campaña electoral trabajando junto a las masas populares, ganándose el cariño, respeto y apoyo de ellas.

 

 

Eduardo Galeano

  

“Gaitán – escribe Eduardo Galeano, escritor y periodista uruguayo- es jefe el Partido Liberal, pero es también su oveja negra. Lo adoran los pobres de todas las banderas... La voz de Gaitán desata al pueblo que por su boca grita. Este hombre pone al miedo de espaldas. De todas partes acuden a escucharlo, a escucharse, los andrajosos, echando remo a través de la selva y metiendo espuela a los caballos por los caminos. Dicen que cuando Gaitán habla se rompe la niebla en Bogotá; y que hasta el mismo san Pedro para la oreja y no permite que caiga la lluvia sobre las gigantescas concentraciones reunidas a la luz de las antorchas.

El altivo caudillo, enjuto rostro de estatua, denuncia sin pelos en la  lengua a la oligarquía y al ventrílocuo imperialista que la tiene sentada en sus rodillas, oligarquía sin vida propia ni palabra propia, y anuncia la reforma agraria y otras verdaderas que podrán fin a la larga mentira...”

 

EN LA VÍSPERA

Eduardo Galeano relata: “En la plácida Bogotá, morada de frailes y juristas, el general Marshall se reúne con los cancilleres de los países latinoamericanos...

 El general Marshall resiste impasible, con los audífonos pegados a las sienes, el discurserío que arrecia. Sin mover ni los párpados, aguanta las larguísimas profesiones de fe democrática de muchos delegados latinoamericanos ansiosos por venderse a precio de gallo muerto, mientras John McCloy, gerente del Banco Mundial, advierte:

- Lo lamento señores, pero no he traído mi libreta de cheques en la maleta...

Mientras cancilleres y doctores claman, proclaman y declaman, la realidad existe. En los campos colombianos se libra a tiros la guerra entre conservadores y liberales; los políticos ponen las palabras y  los campesinos ponen los muertos...”

 

ASESINATO DE GAITÁN Y EL “BOGOTAZO”

El líder liberal aparecía como seguro vencedor de las elecciones de 1950. Organizó en febrero de 1948  la Marcha  del Silencio  por el centro de Bogotá. Durante dos horas una multitud desfiló, sin emitir sonido, en defensa de la vida y en protesta  por los asesinatos de varios liberales perpetrados en diferentes puntos del país por Gobierno conservador.

El 9 de abril de 1948 Gaitán se reunió con un grupo de partidarios  en su despacho. Salieron a almorzar a las 13 horas. En ese momento se acercó un hombre  al líder liberal y le disparó tres balazos que lo dejaron gravemente herido. Sus amigos lo trasladaron a la Clínica Central. Allí el médico Pedro Eliseo Cruz procedió a efectuarle una transfusión de sangre. Estaba en ello cuando falleció Jorge Eliécer Gaitán.

Mientras tanto, las personas que habían presenciado el feroz atentado persiguieron al criminal, gritando “Asesinaron al doctor Gaitán, cojan al asesino”. Un policía intentó proteger al sicario de la multitud. Introdujo a Juan Roa Sierra, así se llamaba el asesino, a una droguería. Hasta allí llegó la gente que, furiosa, mató a golpes al sicario.

No hubo dudas que detrás de Roa Silva estaba la mano de la reacción. Estalló una insurrección popular en Bogotá, que luego se extendió a otras ciudades de Colombia, contra el gobierno del conservador  Mariano Ospina Pérez, a quien exigían la renuncia. Esta insurrección se conoce con el nombre de “bogotazo”

El saldo fue: varios cientos de muertos y heridos, la destrucción de parte central de la capital y el inició de una nueva etapa caracterizada por el recrudecimiento de la  violencia a nivel nacional...

 

LA INSURRECCIÓN SEGÚN  EDUARDO GALEANO

“El pobrerío, brotando de los suburbios y descolgado de los cerros, avanza en tromba hacia todos los lugares, huracán de dolor y de la ira que viene barriendo la ciudad, rompiendo vidrieras, volcando tranvías, incendiando edificios:

- ¡Lo mataron! ¡Lo mataron!

Invaden el centro de Bogotá las ruanas indias y las alpargatas obreras, manos curtidas por la tierra o por la cal, manos manchadas de aceite o de lustre de zapatos, y al torbellino acuden los changadores y los estudiantes y los camareros, las lavanderas del río y las vivanderas del mercado, las sieteamores y los sieteoficios, los buscavidas, los buscamuertes y los buscasuertes: del torbellino se desprende una mujer llevándose cuatro abrigos de piel, todos encima, torpe y feliz como una osa enamorada y como un conejo huye un hombre con varios collares de perlas en el pescuezo y como una tortuga camina otro con una nevera a la espalda... Bogotá es una inmensa fogata y el cielo una bóveda roja...

Tres tanques encabezan la embestida contra el palacio presidencial. Los tanques llevan gente encima, gente agitando banderas y gritando el nombre de Gaitán, y detrás arremete la multitud erizada de machetes, hachas y garrotes. No bien llegan al palacio, los tanques se detienen. Giran lentamente las torretas, apuntan hacia atrás y empiezan a matar pueblo a montones...

“Suenan los últimos tiros. La ciudad arrasada por el fuego recupera el orden. Al cabo de tres días de venganza y locura, el pueblo desarmado vuelve al humilladero de siempre a trabajar y tristear.

El general Marshall  no tiene dudas. El bogotazo ha sido obra de Moscú. El gobierno de Colombia suspende relaciones con la Unión Soviética”.

 

UN REPORTAJE DE GARCÍA MÁRQUEZ

El escritor colombiano  trabajó como  periodista entre finales de 1957 y comienzos de 1959. En ese período escribió muchos reportajes, los que fueron reunidos y publicados en 1975, en Barcelona, bajo el título de “Cuando era feliz e indocumentado”

En uno de ellos, titulado “Su primera experiencia: ‘El Bogotazo’”,  relata un hecho poco conocido:

“...Cuando el pueblo bogotano se lanzó a la calle en una demoledora explosión de cólera por el asesinato de su caudillo máximo, dos muchachos cubanos que se encontraban allí por casualidad participaron en la acción popular. ‘Eran dos muchachos entusiastas, espigados, vestidos con chaqueta de cuero’, recuerda un político colombiano que en esa ocasión los conoció de manera accidental. Movidos por el fervor democrático, ellos trataron de orientar la desenfrenada cólera de la muchedumbre hacia un objetivo preciso: el poder. Un grupo de políticos liberales que los encontró en la mañana del 10 de abril preparando a las brigadas callejeras para atacar un cuartel, los disuadió de su temeridad. ‘Ayer hubiera sido posible –les dijeron-, ahora no, la situación ha cambiado’.

Les hicieron ver el nido de ametralladoras emplazado en la azotea del cuartel:

-          Contra eso no resistirán veinte minutos.

El más alto de los dos,  cuyo rasgo predominante era la arqueada nariz ósea, pareció reflexionar y desistió de la temeraria acción.

Nunca más se supo de ellos. Pocos días después, los periódicos convirtieron a esos dos muchachos en una leyenda. Se habló de dos cubanos que, según se decía, habían comandado el ‘bogotazo’. Se llegó a decir que incluso en el hotel donde se hospedaban  el detectivismo decomisó un plan minucioso del asesinato de Gaitán. La verdad es que los dos muchachos cubanos, estudiantes, habían llegado a Bogotá a fines de marzo, con el propósito de asistir a un congreso estudiantil. Ante la explosión popular no habían podido contener su entusiasmo y se habían lanzado a la calle, como lo hicieron tantos demócratas extranjeros residentes en Bogotá: exiliados de Santo Domingo, estudiantes de Venezuela, mexicanos, perseguidos del peronismo.

Sólo ahora –concluye su reportaje Gabriel García Márquez- olvidada la leyenda de los dos cubanos que se mezclaron a la multitud bogotana el 9 de abril de 1948, se conoce la identidad de unos de ellos, el más espigado, sereno y decidido, era Fidel Castro.”

(Gabriel García Márquez: “Cuando era feliz e indocumentado”. Barcelona, 1975, páginas  120, 121 y 122) 

 

LA ENTREVISTA QUE NO SE REALIZÓ

La ya mencionada  Novena Conferencia Panamericana  se inició el 30 de marzo de 1948. En ese evento, que se prolongó hasta el 2 de mayo, nació la OEA (Organización de Estados Americanos) y los países participantes se comprometieron a luchar contra el comunismo.

La delegación de Estados Unidos, encabezada por el general Marshall,  traía como principal propósito que se declarara al comunismo fuera de la ley. Y lo logró.

La OEA, fundada el 30 de abril de 1948, se transformó en un pilar de la guerra fría y de la campaña anticomunista a nivel continental, un fiel instrumento de la política del imperialismo estadounidense.

Paralelamente a  la Novena Conferencia, como réplica a ella y en protesta contra la intervención de Estados Unidos en varios países de América Latina, se realizó en Bogotá  un Congreso Latinoamericano de Estudiantes, en que participó Fidel Castro.

 

                            

Fidel Castro, 1948

 

Al saber  éste, que el dirigente popular más importante de  Colombia  era  en ese momento  Jorge Eliécer Gaitán, le  solicitó una entrevista. Esta quedó acordada para las dos de la tarde del 9 de abril de 1949. Pero, a las 13,05 de ese día fue asesinado el líder colombiano.

 

DEL BOGOTAZO A LAS FARC 

Con el asesinato de Gaitán, desapareció el único hombre que, en ese momento, interpretaba el descontento popular en Colombia.  Se abrió una etapa  de tierras arrasadas y de un brutal enfrentamiento entre el gobierno conservador y la oposición.

Contra esa política terrorista, que ya tenía años,  comenzó -de manera espontánea-   la resistencia popular. Especialmente  brutales fueron las acciones en Casanare y el Meta. Ello obligó a sus habitantes a armarse y a actuar en grupos.

Un sector de la dirección nacional del Partido Liberal resolvió promover acciones civiles y militares contra el gobierno. Se acordó  una insurrección para el 27 de noviembre de 1949, lo que fue informado a los oficiales comprometidos y a los dirigentes liberales. Hubo una contraorden. Esta no llegó al capitán Alfredo Silva, quien se tomó la guarnición de Villavicencio. Cuando conoció la nueva situación, no supo qué hacer. Les pidió a sus hombres que se desplazaran a Puerto López. Allí surgió un  improvisado jefe popular, Eliseo Velásquez, “Cheíto”, quien asumió la jefatura de esa guerrilla 

Pronto se multiplicó la lucha por  los llanos orientales. Todos sus  habitantes  se alzaron en armas contra el gobierno conservador. Combatían guerrillas liberales y comunistas.

En junio de 1953 se produjo el golpe militar del general Rojas Pinilla. Se decretó una amnistía. Un total de 6.500 guerrilleros liberales se entregaron con sus armas. Previamente, la dirección del Partido Liberal había ordenado su desmovilización. 

Las guerrillas comunistas no se entregaron. Contra ellas cayó la represión. Hubo un período de lucha por la supervivencia.  Después, surgieron las Fuerzas Revolucionarias en varias regiones, con un Comando General Guerrillero. 

Años después, en 1964, ya extendidas por todo el país, se crearon las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), con un secretariado, encabezado por  su fundador, el líder campesino Manuel Marulanda Vélez. Su  verdadero nombre  era Pedro Antonio Marín y había nacido en Génova, Colombia, el 12 de mayo de 1930. Dirigió a las FARC durante 44 años, hasta su muerte ocurrida  el 26 de marzo de 2008.

 

          

Manuel Marulanda Vélez

 

En el año 2017, las FARC abandonaron la lucha guerrillera y se transformaron en partido político con el nombre de Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común