miércoles, 30 de junio de 2021

RECORDANDO A FERNANDO ORTIZ LETELIER

 


En su 99 natalicio:

 


                                                                         Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                                         Centro de Extensión e Investigación

                                                                         Luis Emilio Recabarren,  CEILER

 

                          

 


El 24 de junio de 1922, Talca era azotada por un fuerte temporal. Lluvia y viento. El río Maule, que corre al sur de la ciudad comenzaba a subir peligrosamente. La gente pasaba corriendo por las calles avisando la amenaza de inundación en algunos sectores más pobres.

Carlos Ortiz, al escuchar esas voces y, en vez de quedarse al lado de su esposa Estela, que ya iba a dar a luz, salió para ir a ayudar a los damnificados.

Los elementos de la naturaleza estaban desatados, cuando nació el hijo de Carlos y Estela. Le pusieron el nombre de Juan por indicar  ese onomástico el calendario católico. Era el hijo mayor.

Juan Fernando Ortiz Letelier llegó a la vida cuando el agua invadía los barrios pobres de Talca y cuando el mundo aún estaba estremecido por la Revolución Rusa ocurrida sólo cinco años atrás.

 

SUS PRIMERAS ACCIONES POLÍTICAS


Puerto Montt en los años 30

 

Tenía 13 años cuando su familia se trasladó a Puerto Montt, pues al padre se le presentó la oportunidad de instalarse en esa austral ciudad con una tienda de géneros. Con ello las cosas mejoraron para la familia formaba por los padres, Fernando y dos hermanas: Marta y Eliana.

El muchacho no había cumplido los 16 años y  ya salía por los barrios modestos de la ciudad y le hablaba de la necesidad de votar por Pedro Aguirre Cerda.

En diciembre de 1939, luego de finalizar con excelentes calificaciones su Sexto Año de Humanidades, viajó a Santiago a rendir su prueba de bachillerato. Reprobó y volvió a Puerto Montt.

 

INGRESA  A  LAS  JJ CC

En marzo de 1940 rindió de nuevo el bachillerato y lo aprobó. Se matriculó en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, en el Departamento de  Historia de la Facultad de Filosofía y Educación.

A mediados de  1942, cuando cursaba el tercer año, debió viajar urgentemente a Puerto Montt. Su padre había fallecido y tuvo que hacerse cargo de la tienda. Debió jugar el papel de jefe de hogar a la edad de 20 años.

La madre, poco a poco, se fue haciendo cargo de la tienda. Entonces Fernando buscó un trabajo extra. Logró que la directora del Liceo de Niñas le diera algunas clases de Historia.

En 1943 se incorporó a las Juventudes Comunistas. Fue en una reunión realizada en medio de un bosque en los alrededores de Puerto Montt.

 

DE NUEVO EN SANTIAGO

Fernando era un estudiante de escasos  recursos, que necesitaba buscar la manera de costear su estada en Santiago. Afortunadamente logró un puesto como inspector en el Internado Nacional Barros Arana, donde tenía alimentación y alojamiento.

Precisamente fue en esas condiciones que vi por primera vez a Fernando Ortiz en 1947. Yo cursaba sexto humanidades  en el Internado Nacional Barros Arana; él ejercía las funciones de Inspector o “serrucho” como los llamábamos. Por entonces él era dirigente estudiantil y de las Juventudes Comunistas.  Había retornado a Santiago en agosto de 1945, después de haber permanecido tres años en Puerto Montt.

 

  

  El INBA  hacia 1950

 

Santiago Cavieres, con quien fuimos compañeros de curso en el Barros Arana,  me contó que en 1946, cuando cursaba  el Quinto Humanidades, estaba haciendo fila para entrar al comedor, se le acercó un compañero de Sexto año y le dijo que en la Casa América del Partido Comunista, iba a dar una conferencia Fernando Ortiz sobre la formación ideológica de cuadros. “Asistí, me dijo. Fue una charla excelente, animada y llena de enseñanzas. Terminó con las palabras de un comunista francés, de un combatiente de los maquis (guerrilleros), Gabriel Perí, pronunciadas ante el pelotón de fusilamiento nazi: ‘Todos los caminos conducen al comunismo. El comunismo es el mañana que canta”.

 

Miguel Lawner relata: “Cuando ingresé a la Universidad en 1946, Fernando era dirigente de la Dirección de Estudiantes Comunistas”.

 

EN LA UNIVERSIDAD

En 1948 yo llegué al Instituto Pedagógico a estudiar, igual que Fernando, Historia y Geografía.  Allí lo vi en repetidas ocasiones, activando las luchas estudiantiles. Eran los tiempos del Gobierno de González Videla. La represión cayó muchas veces sobre trabajadores y estudiantes. Recuerdo que la primera vez que salí a protestar en las calles de Santiago, fue para pedir la libertad de Fernando Ortiz, preso en virtud de la Ley Maldita.

En la Universidad los jóvenes comunistas, encabezados por Fernando, habían ganado la admiración y el apoyo de muchos estudiantes por su audacia y valor.

Lograron transformar a la Universidad en un foco de resistencia, en una verdadera isla democrática en medio de un país violentamente reprimido.

 

EN LA LUCHA CALLEJERA

En una charla dictada el 9 de octubre de 1964, Fernando relató su experiencia en la “Huelga de la Chaucha”, en agosto de 1949: “Tan pronto se dictó el decreto que autorizaba el alza  los micros en el año 49, inmediatamente los comunistas salimos a la calle. Tengo muy vivo en mi memoria las primeras salidas callejeras; éramos no más de 50 jóvenes comunistas... no habíamos recorrido una cuadra cuando el desfile de 50 personas se transformó en una gran manifestación.”

 

LA IZQUIERDA GANA LA FECH

Gracias al trabajo unitario de los jóvenes comunistas en la Universidad de Chile, el movimiento estudiantil ganó en fuerza e influencia, Fue así como la lista de izquierda ganó las elecciones en la FECH, que tuvieron lugar en agosto de 1950. Fueron elegidos José Tohá, de la Juventud Socialista, Presidente; Luis Dodds, de la Juventud Radical, Vicepresidente; y Fernando Ortiz, Secretario General.

 

A LA CABEZA DE LAS JJ CC

En medio de las luchas y acciones de los jóvenes chilenos, en ese turbulento año 1950, Fernando asumió el cargo de Secretario General de las Juventudes Comunistas de Chile.

 

Manuel Cantero

 

Conversando con el compañero Manuel Cantero el lunes 4 de junio de 2001, me dijo: “Durante el tiempo que Fernando fue Secretario General de las Juventudes Comunistas –entre 1950 y 1952- yo ocupé el cargo de Secretario de Organización. Lo conocí muy de cerca y puedo afirmar que tenía grandes valores morales. No era vanidoso. Era un excelente compañero desde todo punto de vista. Siempre muy preocupado de sus compañeros, en especial de quienes éramos funcionarios, que debíamos ser financiados por las JJ CC.

Era muy responsable, muy humano. Sumamente generoso. De gran sencillez. Yo lo visitaba en su casa, donde vivía modestamente, pero tenía una formidable biblioteca. Era muy estudioso. Un hombre cabal”.

 

EL “REINOSISMO”

Se conoce como ‘reinosismo’ ciertas desviaciones de izquierda, que desencadenaron una de las crisis que ha sufrido en su historia el PC de Chile.

Conversando con el compañero Volodia Teitelboim el 13 de enero de 1994, me explicaba que, en su opinión, esta crisis estaba muy vinculada con la ilegalidad del Partido y la dictación de la Ley de Defensa. Pero también –añadió-  con la contracción  que impuso en la organización del Partido la clandestinidad y el sentido de acoso... Esto determinó dentro del Partido un cierto desasosiego, preguntas. Y también yo la vinculo al carácter acentuadamente centralizado del Partido, que se agravó en ese tiempo. El Secretario General era Galo González; el Secretario de Organización, Luis Reinoso. El Secretariado en ese tiempo era de un número muy pequeño, generalmente tres personas; luego se extendió a cinco. Y se suponía que el Secretario de Organización era el segundo hombre del Partido, que además dirigía y tenía en sus manos todo el aparato del Partido”.

Había dos tácticas opuestas para enfrentar la dictadura de González Videla. Reinoso, a diferencia del resto de la Dirección, sostenía la necesidad de una lucha frontal contra el régimen y no concordaba con el repliegue organizado. Incapaz de  librar una lucha ideológica a favor de sus posiciones, adoptó el equivocado camino del trabajo de zapa. Transformó la Comisión Nacional de Organización en una verdadera fracción, Constituyó a espaldas del resto de la Dirección, grupos armados que realizaban acciones audaces.

 

LAS ACCIONES AUDACES

Miguel Lawner me contó en una conversación efectuada el 27 de junio de 2001: “A raíz de los sucesos de agosto de 1949, Reinoso captó que ese podía ser un camino para cambiar la situación.

 

Miguel Lawner

 

Le dio la misión a Fernando para ir buscando cuadros preparados en este tipo de lucha, todos conminados a no abrir la boca absolutamente a nadie. Entonces empezó el entrenamiento militar, que se hacía en una parcela por ahí en Isla de Maipo, con un viejo refugiado español de la guerra civil, que tenía en su poder una ametralladora, que debió ser del año de la cocoa, de la primera guerra mundial. Algunos ejercicios, gimnasia. Tonterías. Un par de prácticas con armas cortas. Todos cagados de susto; todos, claro, orgullosos de esta tarea heroica. Y para practicar, se asaltaron algunas panaderías de San Miguel, sin la intención de inferir daño a nadie. Sólo para probarnos. Eso fue catastrófico. Entrábamos a un boliche chico, con clientes todos conocidos, que defendían al dueño y te echaban a patadas realmente. Una aventura descabellada. Después de varias tentativas, nadie se prestó para una estupidez semejante...”

Esta situación se prolongó durante un tiempo sin que trascendiera a los niveles superiores del Partido, mientras se efectuaban algunas de estas acciones que tenían intrigada la Dirección por desconocer a sus autores... Luego hubo algunas acciones callejeras en que quedó en evidencia que las provocaciones partían de grupos de autodefensa nuestros”.

Afirma Miguel Lawner- “Fernando terminó por captar la situación, y se las arregló para comunicar sus dudas a otros miembros de La Dirección, lo cual permitió poner al descubierto la actividad fraccional y aventurera de Luis Reinoso” (Miguel Lawner: “Fernando Ortiz, ejemplo para nuevas generaciones”)

Esto lo confirma el compañero Samuel Riquelme, cuando en una conversación que sostuvo conmigo el 1 de septiembre de 1992, me afirmó: “Cuando Fernando se da cuenta que ha estado siendo utilizado contra el Partido se siente muy afectado. Conversa conmigo y me dice: ‘Aquí se nos ha querido meter  en una cosa antipartido y esto no se puede aceptar’. Con honestidad reconoce su equivocación y sin vacilar adopta la posición correcta. Con ello contribuye al fracaso de los planes de Reinoso. La Jota se mantiene fiel al Partido. No se divide. Sólo un puñado continúa con las posiciones reinosistas. Así se supera la crisis en las Juventudes Comunistas”.

 

FERNANDO SANCIONADO

Fueron expulsados por labor fraccional Reinoso y demás miembros de la Comisión Nacional de Organización. Fernando fue duramente criticado y sacado de sus cargos de responsabilidad, quedando sólo como militante.

Incluso se le impidió ser miembro de la Dirección de la célula de la que era miembro en la Comuna de Ñuñoa.

Fueron  para él duros años de prueba.

En los años 1954 – 1955, Fernando Ortiz era  ayudante de la  Cátedra de Historia Social y Económica de Chile, creada por el profesor  e historiador Hernán Ramírez Necochea. Recién entonces, pudo dedicarse seriamente a culminar sus estudios.

En 1956 se tituló como profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica en la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile. Su tesis para graduarse lleva el título de “El Movimiento Obrero en Chile. 1891-1919”,  y fue  publicada en Madrid en 1985.

 

COMIENZA A REPUNTAR EN EL PARTIDO

En la edición Nº 54, correspondiente a febrero de 1959, de “Principios”, revista teórica del Partido Comunista, apareció un artículo de Fernando titulado “Algunos episodios de la Historia Social de Chile”. Fue una buena señal. 

En 1965 ya había  superado los años amargos vividos a partir de 1952. Era un destacado profesor universitario y en el Partido –que fue la razón de su existencia- había dejado de ser sólo un  militante de célula  y ocupaba importante responsabilidad.  Formaba parte de la Comisión Nacional Universitaria. También integraba el Consejo de Redacción de la revista “Principios”,

En el  XVIII Congreso Nacional del Partido (llamado incorrectamente XIII), realizado entre el 10 1 17 de octubre de 1965, en el cual yo participé formando parte de la delegación de Cautín  y fui miembro de su Presidencia, Fernando fue elegido uno de los 55 miembros titulares del Comité Central.

 

EN LA REFORMA UNIVERSITARIA

Fernando Ortiz Letelier fue  uno de los precursores de la Reforma Universitaria. Ya en 1960  apareció un artículo suyo bajo el título de “Notas para una discusión sobre el problema universitario”, donde plantea tesis que servirán de base al movimiento reformista.

En 1967  el movimiento estudiantil dio el impulso inicial a la reforma universitaria. Primero en Valparaíso, luego en la Universidad Católica de Santiago. Sus alumnos se tomaron la Casa Central y colocaron en su frontis aquel famoso letrero: “El Mercurio miente”.

 

 

Fernando Ortiz en el Pedagógico

 

Luego entraron a la pelea los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile, donde encontraron rápido eco en numerosos académicos, entre ellos Hernán Ramírez y Fernando Ortiz.

En la revista “Apuntes”, Fernando Ortiz escribió: “Si la crisis llegó a las Universidades es porque sus metas y estructuras eran la expresión  de la vieja sociedad; una universidad profesionalizante, imbuida de un falso academismo, anarquizada,  que servía para formar una intelectualidad apta para servir a la sociedad burguesa”.

La Reforma logró dar importantes pasos en la democratización de la Universidad. Ellas se vieron fortalecidas por el apoyo que prestó a la educación  el Gobierno de Salvador Allende. Yo la alcancé a vivir en la Universidad de Chile de Temuco, donde fui elegido miembro del  Consejo Normativo de esa sede.

 

ENCABEZANDO EL PARTIDO CLANDESTINO

Con el golpe fascista del 11 de septiembre de 1973, Fernando Ortiz, como tantos profesores chilenos, fuimos exonerados de  nuestras  funciones docentes.

 

               

 


Fernando pasó a la clandestinidad para luchar por un Chile democrático. En mayo de 1976, habiendo sido detenidos los miembros de la dirección clandestina del  Partido Comunista, encabezada por el compañero Víctor Díaz, en Calle Conferencia, le correspondió encabezar  una nueva Dirección del  Partido. Lo hizo en un momento muy difícil para la resistencia antifascista. Cumplió con valentía su papel, hasta que cayó en las garras de los agentes de Pinochet el miércoles 15 de diciembre de 1976.

La terrible noticia de la suerte  corrida por mi amigo y compañero la conocí estando exiliado en Alemania Federal.

 

HOMENAJE A UN GRAN COMUNISTA

El prólogo del libro de Fernando “EL movimiento Obrero en Chile. 1891 – 1919”, editado en 1985, fue escrito por la distinguida educadora doña Olga Poblete. En él escribió: “La presente edición aparece como un homenaje  a un militante ejemplar que, desde muy joven vinculó su vida a los intereses y aspiraciones de su pueblo y que desde el  mismo día del golpe militar, jamás abandonó la lucha contra la opresión de la Junta, hasta el instante mismo que ingresara a la larga lista de chilenos detenidos desaparecidos”.

 


 



TREINTISEIS AÑOS DESPUÉS

El martes 24 de julio de 2012,  el Ministro Instructor de la causa, Miguel Vásquez Plaza, junto al Director Nacional del Servicio Médico Legal, doctor Patricio Bustos Streeter, dan a conocer a familiares de cuatro patriotas detenidos desaparecidos que los restos de sus parientes, encontrados once años atrás, en una mina abandonada de Cuesta Barriga, han sido identificados.

Estas identificaciones son posibles gracias al trabajo del equipo multidisciplinario de la Unidad de Identificación Forense del Servicio Médico Legal, además de las pruebas genéticas hechas en el Laboratorio de Innsbruck, Austria.

Entre los cuatro identificados hay tres militantes comunistas: Fernando Ortiz. Lincoyán Berríos y Horacio Cepeda.

El velatorio de los restos de los héroes comunistas se realiza en el centro cultural Michoacán, comuna de La Reina, donde tiene lugar un acto de homenaje a Lincoyán Berríos, Horacio Cepeda y Fernando Ortiz.

Los funerales se efectúan el sábado 28 de julio de 2012 en el Memorial de los detenidos desaparecidos ubicado en el Cementerio general. Hasta allí llega un  numeroso público. Hay varias intervenciones una de ellas es del Presidente del Partido Comunista de Chile. Guillermo Teillier, quien dice:

“A nombre del Partido Comunista de Chile, entregamos nuestro más profundo reconocimiento y expresamos nuestra admiración a los familiares de nuestros queridos compañeros Fernando Ortiz, Horacio Cepeda y Lincoyán Berríos, por el enorme valor, lealtad, tenacidad y el cariño y comprensión que han demostrado, y de lo cual nos dan ejemplo, en esta lucha tan larga por tener al fin en el regazo íntimo, familiar, los restos de sus seres queridos, detenidos desaparecidos por más de 36 años, bajo un velo de mentira institucionalizada, que ocultaba y pretende seguir ocultando la crueldad y ensañamiento con que se trató a miles de chilenas y chilenos por el solo hecho de pensar distinto…

Es difícil encontrar las palabras para expresar el significado, el alcance que tiene el papel jugado por estos compañeros, Víctor Díaz y Fernando Ortiz, frente al Partido, junto a las compañeras y compañeros de los equipos de dirección que los acompañaban, por los que trabajaban con ellos en las casas de seguridad o como enlaces, los que dirigían al Partido en regiones y comunas, en aquellas circunstancias tan difíciles, y todos aquellos y aquellas que asumían la defensa de las víctimas de la dictadura. La actitud de estos compañeros puede connotarse con la conducta ejemplar de lealtad hacia el pueblo.  Sus nombres, junto a los de quienes dieron todo de sí para poner fin a la dictadura, sin excepción alguna, quedarán inscritos para siempre en la historia de nuestro partido centenario.

Honor y gloria a nuestros queridos compañeros Fernando Ortiz, Horacio Cepeda y Lincoyán Berríos. Mil veces venceremos”.

            

                                 Fernando Ortiz     Lincoyán Berríos      Horacio Cepeda