jueves, 3 de junio de 2021

EL CORDOBAZO


 

                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                               Centro de Extensión e Investigación

                                               Luis Emilio Recabarren,  CEILER

 

 


 

El 29 de mayo de 1969,  las miradas del mundo se volvieron hacia la ciudad argentina de Córdoba.  En ella, clase obrera y  los estudiantes encabezaban una insurrección contra la dictadura de Juan Carlos Onganía. Se abría  un proceso revolucionario que sólo pudo ser cerrado con el golpe de 1976.

 

DURANTE LA DICTADURA DE ONGANÍA

Desde junio de 1966 gobernaba Argentina el dictador Onganía. La   situación de los sectores modestos era insoportable. Su ministro de Economía, por ejemplo,  llevó a cabo un plan económico que devaluó la moneda un 40%, congeló salarios por dos años, suspendió los convenios colectivos de trabajo, y dio lugar a una Ley de Hidrocarburos, que permitía a las empresas privadas participar de la explotación petrolera y una ley de alquileres a favor de la especulación inmobiliaria.

Estallaron  una serie de movilizaciones estudiantiles y obreras. Sus momentos culminantes fueron las manifestaciones de los estudiantes en Corrientes, donde cayó  asesinado Juan José Cabral. En Rosario  agentes del gobierno mataron a los  jóvenes Bello y Blanco, lo que provocó el levantamiento obrero conocido como el primer Rosariazo.

 

EL CORDOBAZO

El 29 de Mayo de 1969 Rosario amaneció con un paro general convocado por la CGT.

Córdoba, por su parte,  fue estremecida por una huelga de 36 horas y una marcha  hacia el centro de la ciudad.  La movilización estuvo encabezada por las columnas de los sindicatos.  Se movilizaron de 3.000 a 4.000 obreros de IKA a los que se sumaron 1.000 metalúrgicos. También marcharon los obreros de combativas fábricas como Perdriel, ILASA, y Perkins, así como de IME y la Fiat (aunque no organizados) también participaron. En el caso de Luz y Fuerza la columna había reunido a 1.000 trabajadores mientras que los empleados públicos, bancarios, judiciales, municipales y de comercio también fueron de la partida.

Junto a los obreros industriales, la otra fuerza social movilizada fueron los estudiantes universitarios que resistieron en el Barrio Clínicas. La unidad obrera estudiantil fue una de las claves de la jornada y un signo de la época.



 

SE COMBATE EN LAS CALLES

La dictadura intentó frenar el avance de las columnas. Se desató una feroz represión. Fue asesinado el joven obrero Máximo Mena, que integraba la columna de la planta Santa Isabel de la firma IKA. La noticia de su muerte se difundió rápidamente. Se alzó una ola de indignación. La ciudad fue ocupada por los obreros y estudiantes. La policía fue derrotada. En el centro de la ciudad     150 manzanas fueron ocupadas. Hubo combates callejeros. Era una verdadera guerra de guerrillas urbana. Se levantaron barricadas.  Los insurgentes comenzaron a coordinarse entre sí para frenar la represión.

 


 

LA DICTADURA DEBIÓ ECHAR MANO AL EJÉRCITO

Para retomar econtrol, la dictadura debió apelar al Ejército que, por la noche del 29 y la madrugada del 30, se enfrentó a nidos de francotiradores que cubrían el repliegue de los manifestantes.

El movimiento ocupó la ciudad y derrotó a las fuerzas policiales pero fue insuficiente para frenar al Ejército, que obligó a la retirada hacia los barrios. Los obreros y estudiantes carecieron del armamento y de organizaciones capaces de plasmar la unidad combatiente en las calles.

La clase obrera encabezó  a los estudiantes y el pueblo pobre, transformando el paro general en una huelga general política, que exigía el fin de la dictadura.

 

“POR UN GOBIERNO OBRERO, OBRERO Y POPULAR”

 

La consigna de los manifestantes cordobeses era: “Luche, luche, luche, no deje de luchar por un gobierno obrero, obrero y popular”. 

El Cordobazo abrió un proceso revolucionario cuyo principal protagonista fue la clase obrera y que obligó a los militares y la burguesía poner fin a la proscripción del peronismo para desviar ese ascenso (reflotando su discurso de armonía entre las clases) y debiendo apelar a las bandas  anticomunistas de las Tres A y el terrorismo de Estado para aniquilar a una generación que se planteó la lucha contra el imperialismo y el capitalismo.