sábado, 5 de septiembre de 2020

¿QUÉ OCURRIÓ EL 5 DE SEPTIEMBRE DE 1932?



                                              Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                         Centro de Extensión e Investigación
                                                         Luis Emilio Recabarren, CEILER




El 5 de septiembre de 1932, en plena dictadura de Carlos Dávila y convocados por el Comité Central del Partido, se reunieron en Santiago 40 jóvenes comunistas. Su objetivo fue dar una estructura nacional a la Federación Juvenil Comunista.  
Intervino Carlos Contreras Labarca, secretario general del Partido Comunista. En un vibrante discurso explicó las razones del encuentro. Los jóvenes lo aplaudieron de pie. Luego se realizaron las elecciones para el Comité Central de las Juventudes Comunistas.  Éste designó a Rodolfo Solari como secretario general.
Volodia Teitelboim lo recuerda así: “Joven impulsivo, de verba particular, con aire de atleta, que ha fundido en su sangre los afluentes italiano y nicaragüense, con ingredientes africanos. Todo ello se expresa en el muchacho decidido, con carisma.” (Volodia Teitelboim: “Un muchacho del Siglo Veinte”, página 219-220)
Ese encuentro nacional del 5 de septiembre de 1932 ha sido considerado, erróneamente, como fecha de la fundación de las Juventudes Comunistas de Chile (JJ CC).
Volodia Teitelboim escribe al respecto: “La Juventud Comunista ha sido reorganizada en términos tan pretenciosos e irreverentes con su propia historia que se declaró fundada el cinco de septiembre de 1932, en circunstancias que nació veinte años antes, junto al partido que creó Recabarren y un grupo de obreros de Iquique, con el nombre de Partido Obrero Socialista”. (Ibidem, página 219) 
Tiene toda la razón Volodia Teitelboim, uno de los dirigentes comunistas dedicados a estudiar la historia del Partido y las Juventudes Comunistas.
Como lo estoy  escribiendo  desde hace más de veinte años:

UNA ROJA FLOR NACIÓ EN EL DESIERTO

La camanchaca –esa espesa neblina que viene desde el mar- iba desapareciendo. El sol ganaba lentamente la batalla e iluminaba Antofagasta, ciudad que no estaba dormida.
Como surgidos de la camanchaca, fueron llegando 21 jóvenes en esa mañana del 1º de abril de 1923. Eran hijos de Recabarren, el obrero tipógrafo comunista. Habían nacido a la vida social inspirados por su palabra tranquila y apasionada, por su ejemplar existencia de constructor de la alborada, empresa en la que ellos también querían participar. Eran jóvenes alegres, buenos para las bromas, pero serios al mismo tiempo.
Los unía un bello objetivo; dar vida a una organización revolucionaria, la Federación Juvenil Comunista, la FJC.
Existe el acta de ese histórico evento, publicada en la revista ‘La Llamarada’ N.º 11, editada en Antofagasta en la primera quincena de abril de 1924, página 3. (Citada por Manuel Loyola y Jorge Rojas: “La Juventud Comunista en los años 20”. Inédito, 1996). Allí están los nombres de los 21 fundadores. Ellos son:
Juan Guerra, Salvador Ocampo, Trujillo, M. Luan, Julio del Campo,
A. Cuellar, F. Prado, C. Díaz, P. Blaguett, J. Barrera, H. Villar,
J. Rivera, R. Fernández, A. Araya, A. Flores, Armando Moya, Carlos Devia, P. Ossandón, H. Saldívar, J. Berríos y O. Latorre.

En ese mismo documento encontramos los principales acuerdos de la reunión del 1 de abril de 1923:
1.    Establecer como edad para participar en la FJC desde los 12 a los 30 años.
2.    Llamar a las organizaciones de trabajadores a eliminar de sus filas al reformismo amarillo de los socialdemócratas.
3.    Invitar a los jóvenes residentes en Antofagasta, chilenos y extranjeros, a integrarse a la nueva entidad.
4.    Llamar a ‘atacar al militarismo capitalista mundial.
                                      
El periódico “El Comunista”, también de Antofagasta, en su edición de 11 de abril de 1923, página 3, (citado por Loyola y Rojas: Ibidem), informaba que en la reunión fundacional se eligió un delegado a la Junta Federativa del Partido Comunista; otros dos para integrar el Comité del 1º de mayo de 1923 y tres militantes para elaborar las bases de los Principios y Estatutos que regirán a la Juventud Comunista.
Se encargaba, además, al secretario general elegido en esa oportunidad –del cual no se consigna el nombre- para que traduzca un libro del dirigente soviético Zinoviev, el que servirá para ‘sentar los Principios del Partido y sus orígenes’. 
Luego, se dio lectura a una carta recibida desde Berlín, que se acordó responder señalando la decisión de la Juventud Comunista chilena de ‘adherirse con toda energía a la Internacional Comunista de Juventudes’, con sede en la capital alemana.
Finalmente, como anotaba “El Comunista”, se resolvió que “guiados por nuestro régimen igualitario” acuérdase “la entrada a nuestra institución de jóvenes de sexo femenino.”