lunes, 21 de septiembre de 2020

JOSÉ SANTOS GONZÁLEZ VERA


En su 113 natalicio:


                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                               Centro de Extensión e Investigación

                                               Luis Emilio Recabarren, CEILER

 



José Santos González Vera nació el  17 de septiembre de  1897 en San Francisco del Monte. Hoy s e le conoce como El Monte. Ciudad ubicada en el camino  Santiago – San Antonio. 

En 1903 su familia se trasladó a Talagante, donde estudió en una escuela rural.  Tenía  11 años cuando llegó a la capital. Es matriculado en el Liceo Santiago, actualmente el Valentín Letelier. Cursó hasta el primer año de humanidades, que no terminó debido a que fue  expulsado. 

A los trece años, ya abandonado el liceo, comenzó a trabajar. Fue  aprendiz de pintor, mozo de sastrería y de una casa de remates, obrero en una fundición, peluquero aficionado, lustrador en un club, secretario de una sociedad de carniceros, comisionista, cajero de almacén y cobrador de tranvías en Valparaíso.

Su experiencia de vida lo lleva a la militancia en el anarquismo.  González Vera lo explicó así: 

“Era adolescente cuando, para ganarme el pan, intenté aprender los más diversos oficios. Así pude vincularme a obreros ansiosos de establecer una sociedad igualitaria y libre, como la conciben los anarquistas. Muy pronto hice mía tal aspiración, porque nada ayuda tanto a decidirse como el ser joven”.

José Santos González Vera

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Comenzó a interesarse por la literatura cuando tenía unos 20 años. Leyó las obras de los rusos  Máximo Gorki y Piotr Kropotkin, el principal teórico del anarquismo. Pronto comenzó a escribir para divulgar esta ideología, buscando con ello «un orden más favorable a la comunidad». 

Se convirtió en fundador y redactor de las revistas “La Pluma” (junto con Manuel Rojas) y “Numen”.  Colaboró en “Claridad”, el órgano de difusión de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH).  También lo hizo   en la revista “Atenea” de Concepción.

En 1920, durante la persecución a la FECH  tras la bullada Guerra de don Ladislao,  hizo  un viaje por el sur del país, logrando, entre otras cosas, contactarse  en Temuco con el joven estudiante Pablo Neruda y con la poetisa Gabriela Mistral. 

En 1932 se casó con María Marchant,  educadora y militante comunista, Intendente y regidora en su época. Tuvieron dos hijos, Álvaro y Laura. 

En 1950 se le otorgó el Premio Nacional de Literatura,  cuando González Vera había publicado solo dos libros: “Vidas mínimas” (1923) y “Alhué” (1928). Esto  provocó un escándalo.

González Vera falleció el 27 de febrero de 1970 en su casa de Ñuñoa.

 

SUS OBRAS:

El conventillo, relato, Revista de Artes y Letras, Nº3, 1 de mayo, 1918

Vidas mínimas. Novelas breves, Cosmos, Santiago, 1923 (reeditado por LOM en 1996). Contiene dos textos: Vivo en un conventillo y Una mujer 

Alhué. Estampas de una aldea, novela, Santiago, 1928

Cuando era muchacho, autobiografía, Nascimento, Santiago, 1951

Eutrapelia, honesta recreación, ensayos humorísticos, Babel, Santiago, 1955;

Algunos, ensayos, Nacimento, Santiago, 1959; 

La copia y otros originales, relatos, Nacimento, Santiago, 1961; 

Necesidad de compañía, relatos, Nacimento, Santiago, 1968;

Letras anarquistas, 74 artículos periodísticos y otros escritos inéditos de González Vera (70% de los textos) y su amigo Manuel Rojas; compiladora: Carmen Soria González (nieta del escritor); Planeta, Santiago, 2005

Obras completas, 2 volúmenes, Cociña, Soria Editores, 2013

SOBRE LA “REPUBLICA SOCIALISTA”

José Santos González Vera en su libro “Cuando era Muchacho”, página 342, escribe:

 

"La republiquita atraía. Llegaban al centro a caballo, en carretas, en vehículos inverosímiles adornados con guirnaldas de papel. Los rostros no eran habituales. Estos hombres parecían la reencarnación de aquellos que crearon la Comuna de París. Algunos daban miedo. Era el pueblo de los barrios lejanos. En la expresión de esos chilenos, que se dejaban ver tan poco y que son tan escépticos, brillaba la fe. Sentíase algo nuevo y promisor”.