viernes, 4 de septiembre de 2020

EL PARTIDO COMUNISTA DE CHILE PROCLAMA LA REBELIÓN POPULAR DE MASAS








                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                               Centro de Extensión e Investigación
                                               Luis Emilio Recabarren, CEILER





Fue una de las dos tácticas del Partido Comunista de Chile en la lucha contra la dictadura fascista.

Desde el mismo 11 de septiembre de 1973 sus esfuerzos estuvieron dedicados a formar un amplio frente antifascista con todas las fuerzas democráticas incluidos los soldados progresistas. Ello fue imposible, entre otras causas, debido a la ciega posición anticomunista de la Democracia Cristiana.

Ante esta situación, el Partido Comunista debió cambiar de táctica y proclamó la Política de Rebelión Popular de Masas.

Luis Corvalán Lépez, su secretario general, lo  comunicó a la opinión mundial en un  acto de celebración de los diez años del triunfo popular de 1970, efectuado en Moscú, el 3 de septiembre de 1980.  

En esa histórica  ocasión, Luis Corvalán dijo:

“Los revolucionarios debemos mirar siempre de cara a la realidad. El pueblo de Chile sufre ya siete años de un régimen fascista. Miles de nuestros compatriotas han muerto salvajemente asesinados. Miles han desaparecido. Decenas de miles han pasado por las cárceles, los campos de concentración y las cámaras de torturas. Miles y miles han sido expulsados de su propia patria.

La dictadura ha modificado la estructura económica de Chile para ponerla al servicio de los Pirañas y otros clanes y de los grandes trust multinacionales. Un reducido grupo de oligarcas y de nuevos ricos se ha dedicado a la especulación usufructuando del crédito interno internacional, lo que lleva este año la deuda externa a la astronómica cifra de 10 mil millones de dólares con el consiguiente aumento de la dependencia del país.

Todo ello se ha hecho sobre la base de enajenar riquezas, de privatizar empresas y servicios nacionales, de liquidar y afectar industrias montadas por el Estado o por particulares a lo largo de decenios, de crear un gran ejército de cesantes, de liquidar las conquistas más preciadas de la clase obrera y de acentuar su explotación.

La dictadura fascista, en su afán de servir a los clanes financieros y a las multinacionales imperialistas, no ha vacilado en atacar los intereses de sectores sociales que contribuyeron a su generación. Más aún, les niega a algunos de ellos, como a los agricultores del sur y a los taxistas de la capital, hasta el derecho a reunirse y los trata con la punta del pie. Al mismo tiempo, las emprende contra la Iglesia Católica sin ninguna consideración.

Estos hechos son elocuentes de por sí. De una parte, muestran el verdadero carácter del régimen fascista y, de la otra, las posibilidades de unir en contra de él a la abrumadora mayoría de la nación… Todas las fuerzas progresistas, por imperativo de la vida misma, están llamadas a unirse en la lucha por la libertad.”

“Pero habrá otro resultado. Se hacen humo las ilusiones respecto de una presunta liberalización del régimen. Se cierran los caminos para la evolución gradual con que algunos han soñado. En estas circunstancias, no tenemos duda de que el pueblo de Chile sabrá encontrar el modo de sacudirse del yugo de la tiranía. Las masas irrumpirán de una u otra manera, hasta echar abajo el fascismo. Pinochet no podrá mantenerse en el poder por el tiempo que pretende.

El derecho del pueblo a la rebelión pasa a ser cada vez más indiscutible. El primer deber de los antifascistas es luchar contra el fascismo y plasmar la unidad contra la dictadura… Es el fascismo el que crea una situación frente a la cual el pueblo no tendrá otro camino que recurrir a todos los medios a su alcance, a todas las formas de combate que lo ayuden, incluso de violencia aguda, para defender su derecho al pan, a la libertad y a la vida.”